Mambrú se fue a la guerra

Finalizada la Guerra Civil muchas personas como este entrañable Emiliano se vieron obligados por temor a represalias, a vivir escondidos bajo tierra de por vida en cuevas o habitáculos construidos a tal efecto, eran republicanos empujados por las propias familias y el ambiente social excluyente, asumiendo una muerte civil aunque no física que para el caso era lo mismo. Se trata de un drama en tono de tragicomedia, que el gran Fernando Fernán Gómez borda con una sabiduría y humanidad deslumbrante. Porque aborda el tema desde el humor paródico, con un personaje anacrónico y trastornado, mostrándonos a una sociedad incapaz de restañar heridas y mirar hacia delante para construir un futuro, prueba de ello es la joven pareja de nietos que pretenden casarse pese a la negativa de los irreconciliables abuelos, enfrentados por su pasado que representa a las dos españas: la republicana y la franquista.

La historia del film es el tercer argumento escrito por Pedro Beltrán para el cineasta, antes fueron “El extraño viaje” y Bruja, más que bruja”, y resucita el tema de los “hombres ocultos” que tras su cautiverio intentaron salir a la luz, entrando en contacto con los egoísmos de una compleja maraña de servidumbres humanas que se movilizan para seguir manteniendo las viejas apariencias. En el seno de su propia familia, los anhelos de una vida más cómoda, avivados por el espejismo de una hipotética pensión que se supone empezaran a cobrar en función de la falsa muerte del militar republicano, se despiertan con toda su carga de cruel ferocidad. Estamos ante una comedia dramática atípica pero plena de humanidad y ternura, donde la buena nueva de la muerte del dictador no servirá para que las aguas vuelvan a su cauce y el pobre de Emiliano recobre su libertad, todo lo contrario, es cuando comenzaran los problemas del supuesto difunto.

El film muestra esa vena negra y esperpéntica del guionista, descubriendo las miserias de la condición humana, exhibiendo la mezquindad de una sociedad consumista sin apenas valores. La vuelta de Emiliano supone para unos la ruptura que impide una serie de necesidades y comodidades a las que son incapaces de sustraerse, para otros el viejo republicano, les enfrenta con un pasado del que se avergüenzan o les cuestiona de raíz los fundamentos sobre los que han ido edificando su vida actual. Su presencia termina siendo molesta para todos, e incluso a su propia esposa (una estupenda María Asquerino) agobiada por el entramado que le rodea. Los autores de la obra se solidarizan con el protagonista, con una firmeza radical en defensa de la dignidad y los principios, también lo hace el nieto del republicano encarnado por un joven Jorge Sanz. Aunque los secundarios cumplen sobradamente, lo mejor del film es el personaje encarnado por Fernando Fernán Gómez, un hombre enterrado en vida.

Nos encontramos ante una película notabilísima, filmada por un genio que nos dejó recientemente. Mambrú se fue a la guerra es una película extraña, rara, dotada de un humor extravagante, pero que en su conjunto se muestra altamente interesante. Una vez más, Fernán Gómez nos muestra su gusto por la mezcla de géneros, algo que ya mostró en la prodigiosa El extraño viaje. Así, comedia y drama se funden a lo largo de todo el film, que se apoya en el sólido e ingenioso guión y en las acertadas interpretaciones, para contarnos una historia extraña e incluso surrealista (un hombre que tras la muerte de Franco sale del sótano donde se encontraba recluido). La película no está exenta de un humor corrosivo e incluso políticamente incorrecto y es que también puede considerarse como una sátira política.

218/18(10/06/21) Infravalorado film del gran Fernando Fernán Gómez, una punzante radiografía del postfranquismo a través de una familia (alegoría de la cainita España) con un el patriarca represaliado, siendo este un ‘topo’, nombre que se dio a los que una vez finalizada la Guerra Civil se vieron obligados por temor a ser encarcelados o ejecutados, a vivir escondidos bajo tierra de por vida en cuevas o habitáculos construidos a tal efecto, republicanos empujados por las circunstancias, estando muchos varias décadas auto-excluidos del mundo, algo espléndidamente reflejado en la Obra Maestra “La trinchera infinita” (2019): pues mientras esta recoge todos estos años de auto cautiverio, la de Fernán Gómez arranca donde acaba esta, cuando sale de la ‘cueva’ tras la muerte del Caudillo (en realidad, como cuentan en el film de 2019, en 1969 se dictó una amnistía general para todos estos ‘topos’).

Esta es una incisiva dramedia, que en algunos momentos se pasa de vueltas, pero en conjunto me ha sido estimulante en su mordaz desarrollo, desplegando un notable humanismo en sus falibles personajes, ello con un guión de Pedro Beltrán (ya había trabajado con Fernán Gómez en “El extraño viaje” de 1964, y en “Bruja, más que bruja” de 1977), para un argumento con claros efluvios a gran Rafael Azcona, por el microcosmos ácido de seres revestidos de gran patetismo que en sus anhelos solo ocultan sus miserias humanas. En ello en un ágil crescendo dramático donde los protagonistas van evolucionando de modo cruento, de la felicidad por la ‘resucitación’ del patriarca, al trilerismo de volver a ‘enterrarlo’ `por el bien de una pensión, ello mientras se van sucediendo relaciones que van desgranando las miserias de esta familia, institución que Fernán Gómez ataca con saña, hasta desembocar en un final un tanto disperso, propio del esperpento español, pero acorde con su tono cuasi-kafkiano. Donde el humor se entrelaza de modo punzante al drama, dejando aflorar la egoísta naturaleza humana.

Todo esto capitaneado por unas actuaciones vibrantes, empezando por un maravilloso Fernán Gómez que se mimetiza con su rol, emite en su mirada todo un mundo interior, emitiendo su zozobra ante una familia que lo veja y margina, teniendo una gran química con Jorge Sanz y sobre todo con María Asquerino. Teniendo ese toque del trauma del auto-encierro del amigo imaginario Manolo; La veterana actriz da toda una lección de complejidad de rol en un papel en navega entre complacer a su familia o defender a su marido, sensacional su valentía cuando se viste de ‘putón verbenero’; Agustín González está sensacional como ese conductor de ambulancia carroñero, en un desarrollo excelente desde ese atento yerno que coloca comodidades a su suegro en la ‘cueva’, y como va virando cada vez más en su egoísmo, con ese genio y carácter que como nadie ha sabido desplegar el actor madrileño, esa forma apabullante de enfadarse, formidable; Emma Cohen haciendo de hija del ‘Topo’ (en realidad era la pareja desde hacía años de Fernán Gómez, llevándose 25 años), encarna a una mujer entre dos aguas, delirante como en alguna escena arremete contra su marido y madre respectivamente por meterse ella con su esposa y a continuación contra él por atacar a sus padres, desternillante, muy buena; Jorge Sanz da vida a Manolín, el nieto de Emiliano, él único que empatiza con su abuelo, es el hermanamiento generacional, Manolín ejemplificando el nihilismo y el descreimiento político; Juanita como Nuria Gallardo, la otra nieta de Emiliano, su papel tiene que ver con la unión entre antiguas familias enemigas, pues ella ha ennoviado (cual Julieta) con el nieto del archienemigo de Emiliano, el fascista alcalde del pueblo, por supuesto, esto desencadena el enfrentamiento con ellos en medio; Está el mencionado alcalde, al que da vida un gran Alfonso del Real, enarbolando con genio a su facha personaje, con un gran entente contra unos lugareño que le atacan por arremeter antiguamente contra las huelgas, y él les responde que no está en contra de ellas, siempre y cuando se hagan en días no laborables (o sea, domingos o fiestas), o muy bueno en el duelo que tiene contra el cura (rojo) por la muerte de Franco; Francisco Vidal da vida al mencionado párroco, con gran elocuencia y oratoria pragmática, calcando su rol en la mítica serie de Antonio Mercero “Crónica de un pueblo”; Como sensacional es Francisco Casáres como el franquista guardia civil que ‘acojona’ a unos tipo s en el bar tras la muerte del Generalísimo; María Luisa Ponte es la hermana de Emiliano al que cree muerto, rol que sirve para arremeter contra la superchería del espiritismo, donde ella cree que puede ponerse en contacto con su ‘difunto’ hermano, lo borda en su vetaría.

Fernán Gómez con ritmo fluido deconstruye con saña a esta familia cainita que se devora por intereses monetarios, ello con un humor seco y adusto, poniendo contra el paredón a una sociedad ya ajada de los enfrentamientos políticos que dieron con la Guerra Civil, ataca la inhumana burocracia (no atienden al protagonista con una dolencia por no tener documentación). Lo hace desde la supuesta alegría para la prole la muerte del dictador gallego, y que es la puerta de salida de ‘la cueva’ para el auto-reo, pero sin embargo esto en la avaricia de la familia provocará que el ‘drama’ de Emiliano continúe, él se sacrifica por la codicia de sus descendientes, dejando relucir sus mezquindades, donde su afán consumista (tóxica crítica al capitalismo ese vendedor que les trae avances modernos que Encarna e Hilario compraran en su hedonismo recién llegado) es capaz de seguir enterrando en vida al patriarca. Todo con un rush final puro esperpento nacional (spoiler).

Un buen guión con una excelente interpretación y buena ambientación no son suficiente para que quede un poso de que se podía haber hecho algo más. La historia parece surrealista, pero no olvidemos que hubo personas, conocidos en su momento como "topos", que vivieron casi 40 años escondidos por miedo a las represalias. Al cabo de todo ese tiempo, nuestro protagonista se encuentra con un mundo que ya no es el suyo y con unos años que ha perdido, y ya no sabe por qué. La crítica a los políticos es cruel y descarnada. Seguro que el genio Fernán Gómez, sólo 8 años antes y con la misma base, habría hecho una película totalmente distinta. En 1986 ya estaba asqueado de todos los políticos (y de muchas personas).

El personaje está basado en historias reales de personas que vivieron ocultas hasta la muerte del franquismo, por temor a ser ejecutadas o encarceladas, al haber sido combatientes o políticos republicanos. El desarrollo tiene muchos elementos de comedia negra pero el trasfondo es tremendamente trágico. Parece increíble que hechos así hayan podido suceder. La "resurrección" del topo da lugar a situaciones kafkianas y conflictos familiares en un entorno que se ha organizado prescindiendo de su presencia, donde todavía no se han cerrado los resentimientos y las heridas del pasado. El elenco de actores es de impresión, encabezado por el propio Fernando Fernán Gómez. Hay que resaltar la música del prolífico Carmelo Bernaola. La sintonía de la producción (de ahí el nombre) es la popular marcha "Mambrú se fue a la guerra" en versión para banda sinfónica. El film es todo un documento de tiempos pasados que parecen olvidados pero existieron.