Haz click aquí para copiar la URL

La séptima cruz

Drama Es el año 1936; son los años previos a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Siete prisioneros consiguen escapar de un campo de concentración nazi. El comandante del campo ordena que se claven siete cruces en siete árboles para crucificarlos cuando sean capturados. (FILMAFFINITY)
1 2 3 >>
Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
26 de abril de 2007
38 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se centra en el personaje de George Heisler (Spencer Tracy) después de la huida de una prisión, en la Alemania nazi prebélica. En primer lugar destaco la historia, ésta no se basa en la recreación de la fuga sino en el tratamiento de los entresijos que supone la supervivencia posterior. La lucha por seguir en libertad cada segundo transmite al espectador una sensación claustrofóbica rayando el delirio paranoide y aquí comienza, tal vez, el punto más interesante del film, el retrato de la sociedad que lo rodea. No se muestra un entorno de villanos, ni de altos valores morales como evidencia una resistencia nada heroica, ni si me apuran de temor al nazismo. Se expone una ciudadanía nihilista, que no hace preguntas, y sobre todo que no quiere problemas. Estas singularidades constituyen un entramado único en la época en que se filmó. A mi juicio, el hilo argumental queda un poco empobrecido con reminiscencias de cine negro de serie b pero que no evita que en su totalidad sea una obra imprescindible.
Minyatur
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
17 de junio de 2012
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente largometraje, quizás el primer gran film de Fred Zinnemann, donde ya demuestra con creces de lo que sería capaz de hacer en un futuro próximo (Hombres, Solo ante el peligro, De aquí a la eternidad, etc.) La séptima cruz está basada en la novela del mismo título de Anna Seghers, de origen alemán, aunque exiliada durante cierto tiempo. Esta obra fue publicada en 1942.

La historia comienza con la fuga de siete hombres de una cárcel de la Alemania Nazi en 1936, antes de que estallase la segunda guerra mundial, pero inmediatamente se centra en la huida y peregrinaje del personaje principal (George Heisler) a través de la geografía y la sociedad alemana, tratando de sobrevivir, encontrar ayuda y escapar de la séptima cruz. La película consigue transmitir la agonía del protagonista, el delator puede estar acechando detrás de cualquier esquina.

Sobre las actuaciones, destacar al gran Spencer Tracy, absoluto protagonista del film, que esta excelente como casi siempre. También destacar a Hume Cronyn y Jessica Tandy como el matrimonio amigo que lo aloja en su casa, matrimonio también en la vida real.
Moyano Lizana
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4 de septiembre de 2011
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fuera había un infierno. Las cuatro de la tarde y cuarenta grados sin sombra. Acabamos de comer y nos pusimos esta película. Y nos invadió el frío y la penumbra.

Y el dolor, el hambre y el miedo.

Éramos cuatro y nos metimos en la historia que estábamos viendo, como si fuéramos una sola persona. Angustiados en su angustia y suspendidos de su suspense. No sé cómo lo habían conseguido el escritor, el director y los actores, pero nos habían trasladado con ellos a una tenebrosa ciudad alemana en el año 1936, con los nazis dando caza a siete prisioneros que se acababan de escapar de un campo de concentración.

Los alemanes eran perros de presa. Y eran muchos, armados y peligrosos, y debían dar un escarmiento ejemplar a los que se habían atrevido a desafiarles. Los prisioneros eran pocos, pequeños y mermados en sus fuerzas. Apenas una sombra de los hombres que habían entrado en el campo de concentración un tiempo antes. Víctimas fáciles. Sin esperanza, amargados, hundidos, desesperados. El número siete era un increíble y genial Spencer Tracy. Un hombre destruido que ha perdido absolutamente su fe en los demás y su confianza en el futuro. Parece más un animal acosado, asustado y herido que un ser humano. Está, en todos los aspectos, más muerto que vivo, porque ha perdido su espíritu y su alma. Parece que es solo un atávico instinto animal de supervivencia el que le lleva a esconderse y huir de sus enemigos, que le parece que son cualquier persona con la que se cruza. Y es normal que pensara así, porque en tiempos de violencia, de fanatismo y de crueldad, el miedo, la sospecha y la delación se extienden y lo cubren todo.

Eran las cinco, y en la calle seguía el calor terrible de la tarde de agosto, mientras nosotros seguíamos en nuestra máquina del tiempo huyendo y escondiéndonos de todo y de todos. Y Spencer también. El cerco era tan estrecho, la jauría estaba tan cerca, la noche estaba tan oscura y sentía tanto frío y hambre que había que jugársela a vida o muerte. A la desesperada. Había que cruzar los dedos y confiar en que los nuevos tiempos no hubieran destruido las viejas amistades. Y entonces empezaron los milagros. No solamente la amistad era capaz de mantenerse intacta, sino que la amabilidad de los extraños, como decía alguien, y la humanidad de algunos seres, era tan perfecta en su bondad, como la de los monstruos era tan refinada en su maldad. Y, no solo la bondad de unos equilibraba el odio de los otros, sino que era mucho más poderosa porque no tenía más interés que la pura y maravillosa generosidad.

Dieron las seis y en Alemania empezó a amanecer y en nuestra calle notamos una brisa refrescante y confortadora que nos pareció deliciosa. Nos miramos los cuatro, y el número siete también. Hacía demasiado calor para poner la mano en el fuego por nadie, pero estábamos dispuestos a hacerlo. Y Spencer Tracy, lo mismo. Merecía la pena. No comentamos nada. Cuando uno elige bien a sus amigos se ahorra muchas palabras…
paki
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
30 de julio de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue, quizás, Fedor Dostoievski, el escritor que más pudo influir en Netty Reiling desde muy temprana edad -cuando ya sus padres estimulaban en ella el conocimiento del arte y la literatura-, pues, también en sus novelas, se nota la inclinación por los personajes atormentados que pugnan por encontrar un lugar en el mundo.

Cuando se convirtió en escritora y comenzó a firmar sus novelas como Seghers a secas (apellido tomado de un pintor holandés) o como Anna Seghers, su seudónimo definitivo desde que publicó su novela, “La revuelta de los pescadores de Santa Bárbara” (1928), esta alemana nacida en Mainz, el 9 de noviembre de 1900, ingresó también al KPD (Kommunistische Partei Deutschlands), dispuesta a luchar contra el nazismo que estaba surgiendo en su país.

Como dijera de ella, la sobresaliente escritora, Christa Wolf: “Anna Seghers: alemana, judía, comunista, escritora, mujer, madre. Palabras sobre las que habría que pararse a reflexionar. Identidades aparentemente contradictorias y excluyentes, pero con ligaduras profundas y dolorosas”, Esto da cuenta efectiva de un personaje que haría historia por su compromiso social y su profusa y comprometida obra literaria, entre la cual, Das siebte Kreuz (La séptima cruz, 1942), la haría mundialmente famosa cuando fue llevada al cine por el director Fred Zinnemann.

Escrita cuando recién, Anna Seghers, fundaba el Club Antifascista Heinrich Heine, “LA SÉPTIMA CRUZ”, es la historia de siete condenados que huyen del campo de concentración Westhofen, y el comandante alemán, ordena construir siete cruces donde espera crucificarlos uno a uno. Pero, entre los fugitivos está, George Heisler -un hombre de alto carisma que ha creado fuertes lazos políticos y que, sobre todo, ha sabido sembrar amistad por doquier-, el cual intentará demostrar que, con fe y compromiso, algunos ‘imposibles’ pueden volverse posibles.

Con valiosas actuaciones de Spencer Tracy, Signe Hasso, Hume Cronyn y Jessica Tandy, entre otros, Zinnemann consigue una fuerte historia sobre los lazos humanos, para demostrar que, el hombre que se prodiga y fluye para los demás, jamás estará solo. La guerra sirve, entonces, para enaltecer la lealtad y la amistad a niveles sublimes, porque se ejercen a riesgo de la propia vida y, en casos, de la propia familia.

Helen Deutsch (la inolvidable escritora de “Lili”, quien tenía aquí su debut como guionista), nos ofrece una historia cargada de fuerza emocional, donde la humanidad reluce en su capacidad de preservarse unida y combativa, cuando la oscuridad se cierne sobre sus comunidades. El filme tiene una estimulante calidez, y da sentido a aquella grandiosa oración que alguien encontrara en un campo de concentración donde se decían cosas de este venerable estilo:

“Señor: No recuerdes tan sólo el sufrimiento que (los nazis) nos han causado,
Recuerda también los frutos que hemos cosechado gracias a ese sufrimiento:
La camaradería, la lealtad, la humildad, el valor, la generosidad y la grandeza de ánimo (…)
Y cuando los llames a juicio, has que todos esos frutos que hemos dado, sirvan para su recompensa y su perdón”. (1)

(1) Anthony de Mello: Un minuto para el absurdo. Ed. Sal terrae
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8 de marzo de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1936 la oscuridad se cierne sobre Europa como una cizalla y F. Zinnemann, casi en aquellos mismos momentos, dirige en América su película filmada con la mueca del horror.
Desde el punto de vista cinematográfico el largometraje es tenso, con ribetes melodramáticos, envolvente, dinámico, humano, psicológico y de urdimbre sentimental.
Pero, sobre todo, se trata de una película estremecedora.
Crítica por su contenido.
Loable por su intención.
Rotunda por su dureza.
Despiadada por su argumento.
Y valiente por su compromiso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ABSENTA
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow