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La golfilla

Drama François tiene 20 años y ha secuestrado a la pequeña Mado, de once, llevándola al sórdido granero en el que vive. Ni la viola ni pide dinero por su rescate. Lo más extraño es que ella podría intentar fugarse, pero no lo hace. ¿Qué sucede? ¿Por qué el secuestrador parece inofensivo y la secuestrada parece estar segura y tranquila? Cada uno intentará dar al otro un poco del inmenso amor, dulzura y ternura que anida dentro de ellos... (FILMAFFINITY)  [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
28 de octubre de 2009
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entrañable y singular película.

Sorprendente, tierna y amorosa, la relación que se da entre una niña de unos once años de edad y un joven de unos veinte. Ambos demuestran y ponen de manifiesto que su relación es de inocentes ávidos de amistad, cariño, amor, consideración, y ambos encuentran en el otro al ser necesitado.

La historia de la secuestrada a la fuerza que se va convirtiendo poco a poco en secuestrada gustosa, no es la primera vez ni será la última que ocurre en este mundo. Este tipo de hechos humanos suele ocurrir cuando el secuestrador muestra ser una persona sin maldad, amable y que llena a la secuestrada de atenciones, hasta el punto de hacer posible un clima donde secuestrador y secuestrada se toquen, se atraigan y se cree un campo de imantación sentimental-amoroso.

La muchacha (interpretada por Madeleine Desdevises) está genial, además cuenta con un enorme carisma sensual (por ejemplo su rostro y dentro de él la boca), que aprovecha Jacques Doillon de maravilla para exhibirlo y sacar el máximo de dicho potencial.

Es curioso que en casi en los mismos años 1978-1979 se rodaran esta película en Francia y en España otra de tema parecido: "El nido" de Jaime de Armiñán. Las dos obras abordan la relación llamativa, escandalizadora e indicadora de lo incuadriculable que resultan las pulsiones amorosas, entre una niña y un adulto, y como lo que a los ojos de todos los malpensados e hipócritas resulta una atracción inmoral, un abuso de poder por parte de los adultos sobre las menores, luego resulta también ser algo que en las sociedades se da constantemente de forma natural: la seductora fuerza de poder que también las niñas pueden tener y ejercer sobre los adultos.

Una película de mucha delicadeza y poesía, digna de guardarse entre los filmes finamente atrevidos sobre relaciones sentimentales entre una persona menor y una mayor, cuya temática y belleza nos deja cautivados aunque por supuesto a "los buenos" les haga rasgarse las vestiduras.
Ehavled Jef
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2 de abril de 2006
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escrita y dirigida por Jacques Doillon, se rodó en la campiña francesa y en estudio, con un presupuesto modesto. Ganó el Young Cinema Award y fue nominada a la Palma de oro del Festival de Cannes. Obtuvo 2 nominaciones a los César (director y guión).

La acción tiene lugar en una explotación rural de la campiña normanda, a lo largo de algo más de un mes, en la primavera de 1978/79. Narra la historia de Mado (Madeleine Desdevises), de 11 años, maltratada por la madre, ignorada por las dos hermanas, va a la escuela con escaso interés y lleva una vida solitaria. François (Claude Hérbert), de 20 años, sin trabajo, inhibido, rechazado por todos, vive en un rincón del granero. François se cruza a diario con Mado en la carretera, cuando ésta vuelve a casa al salir de la escuela. Mado siempre le saluda con una sonrisa, la única que él recibe a lo largo del día. Este hecho le hace concebir la idea de llevarla a vivir con él.

La película muestra cómo la soledad y la marginación de los protagonistas da lugar a una amistad en la que hallan la compañía, el afecto y el cariño que les han faltado siempre. La convivencia da paso a un afecto creciente y a un clima de confianza, que se alimenta de juegos infantiles: papá e hija, papá y mamá, imaginar que viven en una casa en la que los disgustos se dejan en el desván y se olvidan. Contribuye a la buena convivencia, el temor a los amos, la madre y el padastro de François, que a sus ojos encarnan el despotismo, la arbitrariedad, el desafecto y el castigo injusto. A medida que crece la confianza entre ellos, Mado se hace con el control de la situación, organiza la vida en el granero e impone su autoridad. La película propone una seria reflexión sobre las consecuencias que en los menores tienen las conductas de desafecto y maltrato de los padres, hermanos, compañeros y allegados. Pese a algunas semejanzas formales con "El coleccionista" (1965), de William Wyler, la obra de Doillon se inserta en un contexto propio, narra hechos diferentes, se sirve de personajes diferentes y el relato utiliza recursos alejados de los de Wyler.

La banda sonora aporta sonidos naturales amplificados, como el de las campanas del reloj de la aldea, el motor de la mobylette y el trino de los jilgueros. La ausencia de música realza la austeridad del relato. La fotografía encuentra en un espacio reducido innumerables puntos de encuadre que dan vida a un exquisito dinamismo y a una sorprendente variedad de imágenes. Los paisajes de la campiña normanda, poblada de verdes tiernos, son magníficos. El guión define bien a los dos personajes, que desarrollan una experiencia de vida en compañía creíble, verosímil y convincente. La interpretación de la niña sobresale por la naturalidad y espontaneidad. François resuelve con aplomo su papel. La dirección, tal vez en su mejor momento, construye una obra emocionante y de gran originalidad.

La película es, sobre todo, una conmovedora historia de amor, que desborda ternura, ingenuidad y afecto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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13 de agosto de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se acerca El Día de las Madres y el profesor está pidiendo a sus jóvenes alumnos que lean su dedicatoria para ellas. Las frases de otras niñas son emotivas y alegres… y entonces, el profesor se dirige a Madeleine, una niña rubia de 11 años que muestra poco interés por lo que otras niñas leen:
-Y tú Mado ¿No has escrito nada?
La joven responde enseguida con voz queda:
-Yo no quiero a mi madre.
Enseguida, la niña recordará la actitud despectiva con que su madre ha respondido a sus expresiones de cariño… y son estos pequeños detalles los que nos darán la idea de una chica carente de afecto y de valoración.

Por eso, cuando llega aquel día en que se encuentra con Francois -el chico de 17 años que tampoco vive de manera muy satisfactoria con su madre y su padrastro- y éste le propone "secuestrarla" -en lo que pareciera más un juego que un acto delictivo-, ella se deja llevar sin mayores objeciones... y termina con él en un granero donde los adultos parecen invisibles.Como en una suerte de sueño, donde nadie indaga, nadie pregunta, y nadie sospecha… y las cosas tan solo se dan como tienen que darse según los anhelos reprimidos del inconsciente, Madeleine y Francois comenzarán a tener una experiencia donde quizás materialicen la suerte de hogar ¡que se merecerían! y que vienen anhelando.

Jacques Doillon, ha logrado con “LA GOLFILLA”, una historia puesta en la línea de “El coleccionista” (1965), pero mucho más cercana y en cosas esenciales una copia al carbón de “Sweet hostage” (1975), la película de Lee Phillips que protagonizaran Linda Blair y Martin Sheen, en la que un joven huye de un hospital mental y secuestra a una joven del campo de “escasos conocimientos”, con la que decide hacer el papel de padre, maestro y amante.

En "LA GOLFILLA" -el guión firmado también por Doillon-, el encuentro entre el par de jóvenes, arranca de manera bastante inocente y hasta con detalles débilmente explicados como el de los supuestos granos que tiene la niña ¿No hubiera sido más verosímil ubicar tal brote en un lugar visible como la frente o las piernas? O la foto que pide prestada Francois ¿se la quedó o la devolvió? Se vuelve también un tanto cargante el abrir y cerrar esa puerta con esa suerte de cerradura tan rudimentaria… pero de resto, el filme resulta agradable y aleccionador, sobre todo porque los dos intérpretes, Claude Hébert y Madeleine Desdevises, consiguen que sus personajes resulten bastante creíbles y naturales.

Dedicada luego a sus estudios, la joven actriz Madeleine, una campesina hija de agricultores de modestos recursos -quien había hecho con “LA GOLFILLA” su primera película-, se enfermó de repente y tuvo que ser hospitalizada. Víctima de leucemia, falleció el 16 de abril de 1982, recién cumplidos sus 15 años.

Título para Latinoamérica: “LA TERNURA… ESA RAREZA”
Luis Guillermo Cardona
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8 de diciembre de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo evitar pensar en las redes sociales (quizás "red social" sea una expresión demasiado limitada: a lo que quiero referirme es a la sociabilización en Internet) cuando observo la situación que se expone en la película.

François es, a todas vistas, un joven con ciertos problemas para relacionarse. Es lo que vulgarmente diríamos que es un "tarado". Encaja en el estereotipo del hombre que se mete en Internet para conocer gente, porque así le cuesta menos. La niña, con su madurez y los maltratos que recibe en su casa —supuestamente por parte de una madre esquizofrénica—, sería la típica que se mete en redes sociales para evadirse de la realidad.

El altillo donde François esconde a Mado, la niña, sería la red social o el chat donde se encuentran cada día para conversar, para intimar en secreto, sin que nada ni nadie interfiera. Así es cómo dos individuos tan diferentes, en el más absoluto secreto, se conocen y se cogen cariño mutuamente, no exento de cierta tensión sexual que han de resolver por el bien de la amistad que tanto les beneficia.

Lo cierto es que Internet ha facilitado sobremanera ese tipo de encuentros, que pueden hacerse en persona o no, pero que, en cualquier caso, se trata de dos personas que ansían entenderse con alguien, buscar compañía grata y afectuosa. Antes, el pobre François no tenía más remedio que secuestrar a alguien para darle sentido a su vida. Somos afortunados los que vivimos entre el siglo XX y XXI.

En cuanto a la película en sí, es muy entrañable, y las actuaciones son convincentes. La evolución de la relación entre François y Mado es fluida, natural: al principio es tensa, y poco a poco se van intercalando momentos graciosos y simpáticos. Como debe ser.

Por cierto, no entiendo por qué se llama "La golfilla". Ese término tiene una desafortunada connotación sexual, me parece de muy mal gusto que le hayan puesto un título así a una película tan preciosa e inocente.
Lulita
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26 de marzo de 2006
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conseguido drama del director francés que cuenta la historia de un ventiañero que secuestra a una niña y la amistad que surge entre los dos con el paso del tiempo.

A destacar la niña Madeleine Desdevises que hace una buena interpretación.
Poco tiempo después del rodaje, moriría en un accidente cuya muerte truncaría una prometedora carrera como actriz.
fotógrafo
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