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Malmkrog

Drama Nikolái, poderoso terrateniente y hombre de mundo, decide invitar a sus amigos de la alta sociedad a alojarse en su mansión de Malmkrog, Transilvania, para pasar las fiestas de fin de año. Entre sus invitados se encuentran un político franco-ruso, un general ruso y una condesa, que disfrutan de una velada serena entre sabrosas comidas, juegos de sociedad y profundas discusiones sobre la moral, la política, la muerte o la existencia del ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
31 de diciembre de 2021
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una casa solariega y blasonada –como aquella que no tuvo León Felipe– cinco distinguidos aristócratas discurren y peroran al modo de los dandis decadentes de Oliveira. Tratan grandes temas de manera esencialmente dicotómica: el bien y el mal, Dios y el diablo, militarismo y pacifismo, civilización y barbarie, Europa y Asia, ateísmo y fe...

El primer plano, antes de los créditos, presenta el escenario en medio de la nieve: una niña nos conduce a la mansión. En contrapunto, un rebaño de ovejas cruza por delante. Entra la música; fundido en negro; comienza la función.

Una película como ‘Malmkrog’ plantea dificultades evidentes. La densidad de los diálogos o, más bien, la sucesión de monólogos impecablemente construidos requiere de una máxima atención. El formato ideal para el discurso es el ensayo, que permite que el lector adapte la lectura a sus biorritmos. Una dificultad añadida es el idioma: si la profusión de subtítulos se vuelve desmedida es más que probable, como sostenía Hitchcock, que se pierdan buena parte de las mieles de la imagen. Sin embargo, qué difícil renunciar a la dicción original en una cinta como esta, en la que el uso del lenguaje raya a gran altura.

Otra dificultad está en la sucesión de escenas sin acción aparente; aunque en este caso, la procesión está en el interior. Se exponen temas de calado, pero si hay uno que sobresale por encima del resto es el que sigue: ¿Hasta qué punto es admisible el uso de la fuerza en una sociedad civilizada? ¿Es aceptable o no responder a la violencia extrema con violencia? El texto de Vladímir Soloviev (antagonista de Tolstói y amigo de Fiódor Dostoyevski), en que se basa la película, aborda estas cuestiones. Invito a aquellos que quieran saber más a degustar su obra ‘Los tres diálogos y el relato del Anticristo’, escrita a la manera de Platón.

El pasaje más emotivo de la cinta es, quizás, la lectura de la carta que hace Ingrida, una carta que evoca las atrocidades y el heroísmo ‘sagrado’ de la guerra. Olga, trasunto del ideario religioso de Tolstói, personifica la fe pseudocristiana y progresista de la que abominaba Soloviev. El ‘alter ego’ del autor es Nikolai, o eso parece; un personaje de retórica exquisita y sobrios ademanes.

¿Pero qué sentido tiene ver ‘Malmkrog’ si lo esencial de su propuesta está en su urdimbre de palabras?

En primer lugar, la propia casa solariega es un protagonista formidable. Y el silencio de la servidumbre es tan intenso como el habla de los amos. Los aristócratas conversan entre sí en francés, idioma culto de las élites europeas en el siglo XIX y se comunican en alemán con los sirvientes. La presencia casi invisible de estos últimos resulta sobrecogedora: no se les permite ni una mueca. Y, no obstante, reciben las miradas –entre indiferentes y molestas– del estamento superior; como si los nobles temieran que, al verse obligados a compartir espacio con seres tan por debajo de ellos mismos, se pudiera llegar a corromper el caudal de sus sublimes pensamientos. La sensación de incomodidad ante la presencia (por leve que sea) del servicio está espléndidamente recogida. Luego vendrá la no muy sutil referencia a “La Internacional” por parte del coronel enfermo y la rigidez del mayordomo István con sus subordinados para dejar al espectador las cosas bien pautadas.

Por otro lado, el uso depurado de los ruidos, en sordina, es magistral. Sólo por la puesta en escena, el vestuario, los objetos y la partitura sonora del film ya merece la pena la traslación del texto a la pantalla. Los encuadres, la composición, la delicadeza gestual ponen de relieve cada mínima disonancia –un golpe seco, una detonación, un mohín de desmayo o desaliento–. La utilización, tan pulcra y tan medida, del plano secuencia y de la dialéctica plano/contraplano se antoja insuperable. Si ya en ‘Sieranevada’ Cristi Puiu hacía gala de su genio en el manejo del ‘vivace’ el director aquí demuestra su dominio del ‘pianissimo’.

Como delicatessen final o postre del menú, se nos ofrece el célebre momento musical en fa menor de Franz Schubert, en versión de Claudio Arrau. Y salimos casi levitando de la cinta… Sabiendo, claro está, que a la vuelta de la esquina estallaría la revolución.
Servadac
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6 de octubre de 2021
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unas semanas vimos Malmkrog en la Cineteca y ahora se ha estrenado en cines, y la verdad es que no sé si recomendarla o no, jaja. La película, en una coproducción que reúne a varios países europeos como Rumanía, Serbia, Suiza, Suecia, Bosnia y Herzegovina o Macedonia, es un ensayo en el que cinco rusos del Siglo XIX, a cada cuál más pedante, se tiran más de tres horas debatiendo en francés sobre lo humano y lo divino, literalmente, mientras el servicio doméstico no para de hacer cosas, en un marco que parece sacado de un cuadro renacentista.

Los debates son interesantes, y visualmente es preciosa, pero pasado un tiempo escuchando discusiones sobre la figura del ejército o la existencia de Dios, coges el riesgo de pensar a qué punto quieren llevarme con todo esto.

Me llama la atención el estilo de realización en cada acto, cada uno de ellos centrado en uno de los personajes principales, de un plano secuencia siguiendo a los personajes en Steady Cam, a un plano general fijo con el que percibimos a los protagonistas con mucha frialdad, para pasar después a encuadres mucho más cerrados y a una realización con cortes de estilo plano contra plano.

Dirigida por el rumano Cristi Puiu y basada en ‘Los tres diálogos y el relato del Anticristo’, un ensayo de finales del siglo XIX, la cinta sin duda te cuenta todo el rato cosas interesantes, pero no puedes evitar pensar que quizás el audiovisual no era el mejor medio para adaptar esto, y lo suyo hubiera sido más una representación teatral o directamente ir a la fuente original y leer el texto. De todos modos, me parece un ensayo audiovisual recomendable, pero solo apto para mentes que vayan preparadas para lo que les va a caer encima.

Más en Consumidor de Cultura: https://consumidorcultura.blogspot.com/2021/10/mini-resena-de-malmkrog-un-viaje-por-la.html?fbclid=IwAR1yP775KfKY93Wv1PIB5XqpinxXRY31DamFeSQ3YsHnEeHkXj1-x5Cu5zs
Yoryer
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18 de noviembre de 2021
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos grandes autores contemporáneos engrandecen su leyenda gracias a las largas esperas entre títulos de sus filmografías escuetas. Realizadores que emprenden empresas fílmicas de tan difícil consecución que precisan años para completarlas o perfilarlas. Sucede en la esfera de las superproducciones, y se procede a su vez en el panorama del cine de autor. La película que nos ocupa en esta entrada estaba en la lista de estrenos imprescindibles de este crítico desde finales del 2019. Se pudo ver por vez primera en la sección Encounters de la Berlinale del 2020 y se hizo con el Giraldillo de oro a la mejor película en la edición de dicho año del Festival de Sevilla: se trata de Malmkrog, la nueva película del prestigioso director rumano Cristi Puiu. Una película que ha recibido un estreno de dimensiones reducidas pero que servidor tuvo claro que no podía dejar pasar y que, aunque sea con retraso, tendríais analizada en esta web. Sé que es difícil acceder a ella, mas aún fuera de la capital, y que es una película que plantea todo tipo de dificultades que sin duda ahuyentarán a algunos lectores. Pero es una de las grandes películas de esta temporada. Al mismo tiempo, de las mas desafiantes para escudriñar. Un ejercicio que establece un lenguaje propio vasto y enriquecedor, que traza múltiples líneas de significado en las que podemos perdernos, con la duda continua de estar a la altura de lo que el filme ofrece.

Los últimos coletazos de una burguesía noble adinerada a punto de desaparecer en un contexto histórico en transformación. Una coreografía impredecible entre muros de dagas cruzadas y perpetuo debate. Un solemne desfile de cultos y endiosados aristócratas atrapados en la ridiculez de su rol y de las instrucciones protocolarias de su estamento. Una catedral de cine, un mastodonte cinematográfico de palabra inabarcable. Un tour de force de rasgos lingüísticos teatrales, sin tampoco descuidar la raíz literaria del relato que adapta y los omnipresentes discursos verbales que los personajes emiten. Batallas dialécticas sin cuartel sostenidas a lo largo de una tarde, donde ningún debate termina por cerrarse y muchas conversaciones después alguien vuelve con la preparada réplica de la contienda mantenida hace horas. Un baño de filosofía, religión o política. Un prodigio de dirección artística y vestuario. Como ocurriese en Sieranevada, es fascinante el trabajo de Puiu con el plano secuencia: la cámara se desplaza a lo largo del espacio encuadrando tanto al personaje que habla como aspectos aparentemente poco relevantes, y orbita libre entre uno u otro interlocutor con movimientos que bien podrían encontrarse en un documental. También se combinan planos/contraplanos, momentos de cámara fija y algunos pocos planos generales donde el diálogo se pierde. La mirada no está dirigida y todo lo que se encuentra en la casa merece atención. Esto queda evidenciado en uno de los elementos más sugerentes de la película: la atención que los planos le dedican al servicio, cuya presencia se entromete continuamente en escena pero siempre desde una actividad paralela. Siguen atentos las órdenes dadas y colocan sin descanso los alimentos y utensilios en su lugar. Los nobles hablan entre ellos en francés, en alemán al dirigirse al servicio. Dos realidad en un mismo espacio.

El filme no delimita de manera explícita a donde debes dirigir tu mirada, pero así como su desconcierto seduce por lenguaje, inquieta por la confusión de una trama que rompe el realismo y abraza puntualmente la abstracción. Y si bien creo que es desde una riqueza textual y expresiva portentosa, es una película que abruma, sumamente agotadora. Es un filme de casi cuatro horas prácticamente sin pausas con permanente conversación intelectual que no da tregua alguna al espectador, al que exige atención permanente y aturde con permanente información cultural, filosófica o moral. Es una película fácil de admirar pero difícil de amar, que no ofrece enganches claros para empatizar con lo que sucede o implicarnos de manera emocional. Sin embargo, creo que en este caso son unos rasgos coherentes con las intenciones de la propuesta, pues llegamos a conocer las inseguridades, destrezas y visiones del mundo de cada uno de ellos. Y al fin y al cabo, son mas arquetipos que individuos. Es una larga velada de tensión y desafíos permanentes, en la que los personajes se sienten rodeados del mismo desconcierto que nosotros. Un animal fílmico artísticamente deslumbrante. Una gran película.

Teatral, verborreica y mortuoria, Malmkrog se viste de un dispositivo que agotará a muchos espectadores, pero induce a un ejercicio mental apasionante desde un excelso dominio de la forma.
Néstor Juez
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17 de noviembre de 2020
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Un inicio prometedor

La premisa de Malmkrog es, como mínimo, interesante: en el siglo XIX, un grupo de invitados de clase alta se reúne en la casa de un aristócrata de Transilvania para pasar la Navidad. A partir de ahí, la película promete diversión al estilo de Los odiosos ocho. ¿Qué les ha llevado hasta allí? ¿Qué intereses ocultan? No obstante, la película va por otros derroteros; las discusiones sobre el bien y el mal, la guerra, la religión o la cultura europea llevan el peso del filme. Para ello, cuenta con un reparto encabezado por Agathe Bosch, Marina Palii o István Teglas, y en el que destaca un imponente Frédéric Schulz-Richard.

A lo largo de su extenso metraje, Cristi Puiu se lo juega todo en el diálogo, y tanto sus aciertos como sus fracasos hallan su razón en él. Y es que, como en toda conversación, unas partes tienen más interés que otras para el espectador, en una propuesta arriesgada que puede provocar abandonar la sala espantado, o quedarte clavado en la butaca hipnotizado por el combate dialéctico de los protagonistas.

Las batallas verbales de los aristócratas de Europa del Este tienen lugar en francés, idioma común para la élite de la época, alternando con el alemán, del amo con sus sirvientes, y el húngaro de estos últimos. Asimismo, la infinita cultura de los protagonistas es la herramienta de la que se vale el guion para dinamizar las intervenciones, más cercanas al monólogo que a un diálogo propiamente dicho.

*El filtro de la memoria

El director divide Malmkrog en seis capítulos, cada uno con el nombre de un protagonista, y con un objeto de conversación diferente. Además, dentro del aspecto formal, llama la atención la incoherencia en el desarrollo de los hechos: en ocasiones el exterior de la mansión está nevado y en otras no; el árbol de navidad aparece y desaparece a voluntad… En definitiva, hay elementos que desorientan al espectador despistado. Esto se debe a que Puiu plantea la historia desde el filtro de la memoria, como si alguien evocara los hechos desde el futuro y fuera incorporando y rectificando detalles a medida que los recuerda. Por ello, encontramos desorden cronológico, giros de guion sin sentido y destellos de genialidad que tambalean.

El gran exceso del film se encuentra, paradójicamente, en su escasez de planos y de movimientos de cámara. Poco más de sesenta planos a lo largo de doscientos minutos ponen al límite la resistencia durante el visionado, y los tramos de diálogo en los que el personaje con la palabra se sale del plano fijo, pueden llegar a aburrir. Aún así, el director utiliza sabiamente los únicos movimientos de cámara de la obra, valiéndose de los sirvientes, para rebajar la tensión de las disputas y distraer durante explicaciones densas.

Por último, Malmkrog destaca por su impresionante ambientación en la Europa del Este de finales del XIX. Como reconoce el propio director, este éxito se debe a un proceso de documentación prolongado, en una labor fructífera porque tanto la mansión -un personaje más- como el vestuario, trasladan a la época de forma deslumbrante.

*Conclusión

Malmkrog, la gran ganadora del 17.º Festival de Sevilla, es una película provocadora cuyo interés se encuentra en el combate dialéctico de sus personajes, magníficamente interpretados. Su apuesta por el uso de pocos planos fijos lastra los largos diálogos sobre temas trascendentales e inmortales. Así, el film que desesperaría a Alfred Hitchcock gustará solo a aquellos cinéfilos que acepten renunciar al uso del conflicto narrativo como motor de una historia. Todo un reto.

Escrito por Antonio Cano Márquez
Cinemagavia
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2 de enero de 2022
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al acabar de verla, me pregunté qué qué otra película mejor que esta había visto en los últimos años, y he visto varios cientos. Ninguna.
Porque, vamos a ver: la obra de arte es la perfecta conjunción de fondo y forma. La forma de narrar, en esta, es excelsa, con planos que dejan ver todo, el primer término y el último, el objeto cotidiano, como un guardaservilleta que se queda olvidado. Y cuando la cámara se queda fija, los personajes están tan bien situados que parece un ballet.
Fondo: hay que saber quién fue Soloviev y haber leído alguna obra de él, como es mi caso. Y de lo que trata la película es del fundamento de la fe cristiana: la resurrección de Cristo y de todos, que es el único modo de vencer a la muerte. En contra está el racionalista y vividor Eduard; y Olga, que defiende un extraño cristianismo pacifista, sí, pero sin resurrección. Y luego está la mayor, Ingrida, que en eso no entra, pero defiende el nacionalismo ruso, belicista y expansivo. La que queda, Madeleine no sabe a qué carta quedarse.
Por no hablar de los criados, que es otra película, esta vez casi muda.
Todo tan bien conjuntado que las más de tres horas se me hicieron cortas. Y te quedas con la curiosidad de saber quién o cómo es el Anticristo.
Película minoritaria, sin duda, pero, oiga, respeto por las minorías.
yoparam
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