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522. Un gato, un chino y mi padre

Drama George convive con una peculiar versión de agorafobia que limita su universo a un perímetro de 522 pasos con respecto a su casa... pero un día su gato, su único compañero, muere y se ve obligada a emprender un viaje singular. Decidida a darle un lugar de sepultura adecuado, instala su ‘hogar’ en una camioneta y emprende un viaje por carretera de regreso a su patria natal, Portugal. Esta aventura revelará que, entre saudade y fados, ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
11 de mayo de 2019
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con este título tan poco sugestivo para atraer a la gente al cine, Paco R. Baños presento esta película en el pasado Festival de cine de Málaga con un intento de realizar una road movie simpática y divertida, pero con un resultado de un film irregular y con escaso interés por lo que te está contando.
Natalia de Molina se esfuerza en crear una protagonista de una historia totalmente sin lógica.  Ella padece agorafobia y solo puede salir de casa los 522 metros que anuncia el título del film, al morir su gato decide llevar las cenizas a enterrar a Portugal y junto a el chino de la tienda de todo a cien de debajo de su casa emprenden el viaje en una furgoneta...
Una idea totalmente absurda que podría haber funcionado con un guión con grandes dosis de humor, pero Baños opta por un drama con poco sentido, en el cual no consigues empatizar con ninguno de los protagonistas. Tampoco llega a mostrarnos la sensibilidad que tuvo con su anterior Film "Ali" ópera prima vista también en Málaga hace seis años.
Una película totalmente caótica y torpe, que tampoco ayuda esa cámara pegada continuamente al rostro de Natalia, se supone que para dar al espectador el agobio que ella siente, pero lo único que consigue es crisparte más los nervios.
Destino Arrakis.com
videorecord
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7 de julio de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Además del título de uno de esos productos con presunta rúbrica indie que a veces nos llegan de Hollywood, 'Las ventajas de ser un marginado' podría ser, dentro de una vertiente más feminizada, el leit motiv idóneo para clasificar el díptico sobre jóvenes inadaptadas que conforman la ópera prima de Paco R. Baños ('Ali') y, ahora, este '522. Un chino, un gato y mi padre'. Si bien, a distinción de aquella, a su protagonista no le sobrevendrá un cúmulo de circunstancias personales que la hagan huir de la reclusión emocional a la que la somete su misantropía, sino que aquí será la agorafóbica Fernanda (Natalia de Molina) quien fuerce la razón -enterrar a su gato en Portugal, su país de origen- para huir del encierro físico al que su enfermedad la ata. Así es como iniciará la andadura para cruzar la frontera junto un simpático vendedor japonés (Alberto Jo Lee), que la transportará en su camioneta para trasladar los restos mortales de su mascota.
Paco R. Baños subraya inteligentemente la ansiedad y los estados de ánimo de Fernanda, pegándose a ella, de forma literal. Incomodando a su protagonista. Agobiándola. Y si la sensación de desasosiego que dicha forma de filmar a Molina con primeros planos -tal y como ella misma lo ha descrito- es una artimaña para insuflarle más zozobra, para asfixiar a su personaje, la estrategia sólo podría calificarse como acierto. Pero no es suficiente. La respalda con solidez un Alberto Jo Lee que, a la chita callando, lleva ya más de una década forjándose la loable reputación de ser un intérprete apto para todo tipo de proyectos, desde el cine más sencillo y popular hasta el género experimental. Lástima que la voluntad de hierro con que el actor barcelonés -de origen coreano- trata de suplir la falta de química con Molina no baste para contrarrestar la errática percepción de que a la implicación de la ganadora de 2 Goya (¿?) le ocurre lo mismo que a su acento jienense o la capacidad para hablar y entender el idioma portugués: aparece y desaparece a lo largo de todo el relato.
Han pasado 7 años entre el debut de Paco R. Baños y éste, su segundo largo. Ojalá no tengamos que esperar tanto para su tercer trabajo. Y, a ser posible, con cualquier actriz que no esté 522 pasos por detrás de Nadia de Santiago.
antonio lopez herraiz
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6 de julio de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El segundo largometraje dirigido por Paco R. Baños es otra película sencilla y con pocos personajes, al igual que su ópera prima "Ali ( 2012 )", en donde el gran protagonismo vuelve a ser el personaje femenino, después de su experiencia como cineasta en dos episodios de la serie "La peste".
La película, que se presentó en la sección oficial del pasado festival de Málaga, tiene un buen arranque en donde plantea una situación enigmática en relación al personaje protagonista, que sorprende si no se lee la sinopsis o ve el Trailer, pero que no tarda en desvelarse, y a partir de otra situación dramática la propuesta se transforma en una road movie, trasladando la historia desde España hasta Portugal.
El argumento de la película es sencillo, con un guion escrito por el propio director, y es bastante irregular, ya que en la parte central se vuelve bastante monótona, ya que se plantean unas situaciones poco interesantes, pero en los minutos finales vuelve a remontar con la aparición de nuevos personajes y algunas subtramas que tampoco están bien desarrolladas.

George es la gran protagonista de la película. y para su personaje cuenta con Natalia de Molina que vuelve a estar bastante bien manteniendo su mirada delante de la cámara que, sobre todo en la primera mitad, está bastante cercana a los intérpretes, en especial el de la actriz andaluza para enfatizar su problema personal y angustia, que con el paso de los minutos irá superando y de ahí que se la vea en campos más amplios. El personaje secundario más importante es el del chino, interpretado por Alberto Jo Lee, el actor catalán de origen asiático, tan habitual en producciones nacionales, y que funciona bastante bien en su papel, sin hacer una gran interpretación, pero que no desentona en el tono general de la película. Manolo Solo tiene una breve aparición en la parte inicial, al igual que sucede en otras películas en donde su participación es muy secundaria como "Elisa y Marcela ( 2019 )".

La colocación de la cámara cercana a los personajes es uno de los sellos de identidad de la película, y lo que resulta interesante al principio termina por cargar en exceso, aunque en la parte final ya no se abusa de ese recurso técnico. Los Fados, las localizaciones geográficas en Sevilla y sobre todo en los bellos paisajes portugueses a orillas del Océano Atlántico son los otros alicientes de la película, que en el fondo es una road movie con elementos dramáticos, y que tiene como elemento más destacado la presencia de una de las mejores actrices españolas del momento, lo que demuestra en cada una de sus apariciones en géneros diferentes ( aunque donde más destaca la ganadora del Goya por "Techo y comida ( 2014 )" es en las historias dramáticas ).
Una película que no es fácil de recomendar por su aspecto formal y el ritmo pausado, pero gustará a los que disfrutan con historias sencillas de personajes con pocos giros y una cámara casi siempre cercana a los personajes.

LO MEJOR: La actuación de Natalia de Molina.
LO PEOR: La segunda mitad pierde interés respecto al interesante arranque, sobre todo en la parte central en donde se estanca.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
WILLY74
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15 de febrero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pensaba al ir a ver este bodrio que no iba a encontrar un auténtico tostón que desaprovecha totalmente a Natalia de Molina.
Me imagino que el director, un tal Paco R. , pensaría que el guión valdría para hacer algo potable, pero no, es ...¡Insoportable!.
No todo es malo, la fotografía y la banda sonora son buenas contradictoriamente...
En fin otra película para enterrarla en el desierto.
camegcat
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7 de enero de 2021
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Ocurre que te ensalzan películas como grandes obras maestras que luego te dejan gélidamente desencantado cuando las ves. Y a veces ocurre lo contrario. A pesar de las regulares críticas que me habían llegado de la segunda película del andaluz Paco R. Baños, he querido insistir en ver “522. Un gato, un chino y mi padre” porque tenía una premonición bastante fundada sobre que me iba a encantar, y así ha sido.

Ya me ilusionaba desde su propuesta: una “road movie” (mi género favorito) que lleva a su protagonista (la diosa Natalia de Molina, una de las más grandes actrices en activo) desde el piso trianero en el que vive enclaustrada con la única compañía de su gato Fernando por su grave agorafobia, que le impide ir más allá de 522 pasos, o sea, hasta la mitad del Puente de Triana, hasta el mismísimo corazón del Algarve.

Y ello porque, una desgraciada noche, el gato muere y ella se siente compelida a llevar sus restos a ese paraíso al sur de Portugal donde se desarrolló buena parte de su infancia y juventud con un padre ahora misteriosamente ausente, motivo por el que logra que el titular de la tienda de chinos de debajo de su casa (fantástico Alberto Jo Lee) le recree su habitación dentro de la furgoneta y emprendan el camino rumbo al Atlántico portugués.

Una road movie que recorre, a medio camino entre el drama y la comedia, los lugares que amo en mi vida: Sevilla, Olhao, Loulé… hasta llegar a Lagos, punto final de la excursión vital, donde, como en toda road movie que se precie, y ésta es una fantástica, habrán acabado convirtiéndose en otras personas, porque los viajes siempre cambian a las personas que los viven. Una cinta que funciona tanto y tan bien, que a ratos me ha hecho recordar a la gran obra maestra de Miguel Hermoso, "Fugitivas".

La sabia cámara de Baños va modificando su comportamiento a la par que su protagonista: desde los primerísimos planos de fondos sevillanos difuminados que tan bien transmiten al espectador el agobio vital y claustrofóbico que borda el rostro siempre angustiado y angustioso de Natalia de Molina, hasta los planos más abiertos y panorámicos de la parte final del metraje, cuando el Algarve y el Atlántico (se dice en la película que el alma y el mar, en el fondo, son la misma cosa) expanden la mente y los límites impuestos por sus fobias.

Esta tragicomedia funciona en los momentos dramáticos y divierte mucho en el planteamiento de muchas situaciones divertidas por surrealistas que acaban arrancando sonrisas y alguna carcajada entre lágrima y lágrima. O sea, justo lo que debe ser una road movie que se precie de serlo, donde el fado imprime el carácter de la película por mucho tono de comedia que pretenda lucir. Una película sorprendentemente interesante.
Sergio Berbel
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