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Mad Max 2. El guerrero de la carretera

Acción. Ciencia ficción Tras el holocausto nuclear, la gasolina se ha convertido en un bien escaso y muy codiciado. Mad Max, héroe solitario, inicia una lucha sin cuartel para ayudar a una colonia de supervivientes constantemente atacada por un grupo de violentos guerreros que intenta arrebatarle un tanque de gasolina. Max decide ayudar a los defensores del tanque... (FILMAFFINITY)
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Críticas 104
Críticas ordenadas por utilidad
18 de marzo de 2009
147 de 205 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mira y llora, Michael Bay: tus mierdas caóticas y ruidosas no le llegan ni a la suela de los zapatos a la MARAVILLA dirigida por George Miller a inicios de los 80.

Porque "Mad Max 2" sigue siendo GRANDE.

Y es que la acción a la vieja escuela nunca envejece. Antes de los efectos digitales, el guerrero de la carretera sentó cátedra con la mejor secuencia automovilística de la historia del cine.

Y el guión no se queda corto: donde parece haber únicamente un grupo de personajes luchando por la supervivencia, hay mucho más: referencias al Western (el asalto al fuerte/refinería), al cine medieval (esa escena nocturna con antorchas, digna del un filme de vikingos), al monomito de Joseph Campbell (se sabe que Miller es un fan de este autor) e incluso a la travesía del desierto de Moisés (que, al igual que Max, ha de ayudar a llegar a una comunidad a la tierra prometida mientras se les persigue por el desierto... para quedar solo entre las dunas, vagando).

Lo dicho. UN CLÁSICO.

Probablemente una de las más grandes películas de acción de todos los tiempos.

Y punto.
metabaron
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18 de abril de 2006
59 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
La lógica secuela no se hizo esperar mucho y todo el equipo de la primera parte se reunieron para este estupendo film con más reminiscencias del western. Un fuerte, en este caso el campamento de una diligencia que es el camión, unos indios que son los camorristas y un vaquero que es el héroe, Mad Max. El argumento igual de simple que la anterior, pero rellenado con más acción. Un auténtico clásico del video club de los ochenta donde el trabajo de especialistas, la fotografía y una atmósfera muy bien lograda, dió como resultado un film notable de acción, y un homenaje al western.
La mejor película rodada por George Miller (mucho más que su "El aceite de la vida"), y dentro del abundante (y muchas veces patético) cine de acción de los ochenta esta es una de las mejores.
Mel Gibson está mejor que en otras ocasiones (lo cuál tampoco es decir mucho) y parece que se iba metiendo en el papel, tal y como hizo con "Arma letal".
No siempre se cumple aquello de segundas partes nunca fueron buenas, y en este caso, como en "El padrino II" se supera a la primera.
De todas formas no quiero sobredimensionar la película, que hay que valorar en su justa medida como película de género destinada a entretenar, y eso lo consigue sin lugar a dudas.
La aceptable saga se debió de terminar, porque la tercera parte iba a hacer que perdiese mucho de su encanto.
vircenguetorix
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6 de marzo de 2009
40 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película innovadora, una serie de ciencia ficción de nuevo trazo que dio lugar a muchas secuelas sobre argumentos futuristas. Ambientes desérticos, grupos tribales, salvajes, donde el vandalismo por fin se impone en la sociedad, es el principio de la Historia; el más fuerte será el Rey y luego vendrán las fronteras de los territorios, las materias primas, su comercio y de nuevo la civilización se irá imponiendo y vuelta a empezar.
Solamente Mad Max no caerá en el engaño. Entrará en el círculo de defensa, pero por propio interés. Esta vez las leyes no cuentan para él. Sobrevivir. Punto.
Mad Max: su perro, su indiferencia ante la destrucción, hierros para tullidos en una pierna, su coche, su recortada…
Es una película tan audaz, tan soberbia, tan completa, que hasta tiene su historia de amor, escueta y valiente, de tragedia griega, porque las miradas que se echan, Max, el guerrero, y la rubia, Diana cazadora, son primitivas, antecesoras.
Así es el amor para Mad Max, efímero, no hay hueco en su vida para un amor duradero.
Darle un cartucho y una lata de gasolina y moverá el mundo.
floïd blue
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17 de mayo de 2010
32 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Echando la vista atrás, si nos ponemos a revisitar el cine de acción que mamamos en los ochenta, uno no puede evitar la nostalgia por una forma de realizar celuloide que parece casi extinta. Con cojones.

Una historia dura, nada complaciente, cruel y emocionante, enmarcada en un futuro devastador de lucha por el escaso recurso que separa la vida de la muerte: la gasolina. Ahí está Max, antaño responsable policía y padre de familia reconvertido en guerrero de la carretera tras perderlo todo. Ya conocemos su historia y no se reitera en ella, así que Miller nos embarca en una secuela diferente, que se puede disfrutar independientemente de su precedente, en la que el caos reina y ya no queda residuo alguno de civilización u orden.

La batalla entre los supervivientes que poseen la gasofa contra los punkarros expoliadores, capitaneados por el inmenso y desfigurado Humungus, uno de mis malvados preferidos sobre todo cuando coge el micro, se decide a través de las acciones del loco Max en una pugna constante que desemboca en un tramo final de persecución por el desierto antológico. Estéticamente influyó más que su primera parte en casi todo el cine postapocalíptico de serie B desde entonces para adelante, dando lugar a múltiples explotaitions e imitaciones siempre con menor fortuna.

La cuestión es que uno se vuelve a mirar este pedazo de secuela, mi preferida de la trilogía, y se da cuenta de que se conserva magníficamente bien. Esto es debido a la efectiva y artesanal dirección de George Miller, que a base de realismo y especialistas jugándose la vida en las secuencias de acción nos ofreció una de las sagas más míticas, trepidantes y acojonantemente devastadoras de los ochenta.

Como bien apunta LordLeal en su crítica de Mad Max 3, que es la que me ha inspirado, deberían aprender tanto directorcillo de acción actual que a base de saturarnos con efectos digitales parece que hagan dibujos animados ¡Que vuelvan los cojones al cine de acción, ya!
RandolphCarter
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20 de julio de 2013
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guerreros de la carretera. Ese es el subtítulo de la secuela de Mad Max porque en Estados Unidos la primera llegó a poca gente y no se quería confundir al público que se preguntaría “¿y la primera?”… Y también se titula así porque esta película expone la ruta del viaje del héroe, enfrentándose a una guerra sobre el asfalto.

Pocas secuelas superan a la primera parte, por suerte Mad Max. Guerreros de la carretera es una de ellas. Si bien su antecesora era una buena historia de origen con varios hallazgos, aquí se gana el altar entre los fans. La degeneración del mundo es la misma que la del protagonista, Max, que ya no es el hombre que creyó una vez en la ley. Ya no existe la civilización al borde del ocaso como en la primera, ya no hay rastro de la policía, todo se ha perdido.

Tras un buen prefacio (que no se incluyó en la versión australiana), en el que se resume la situación de este mundo postapocalíptico: la lucha por la gasolina ha llevado a que la sociedad sucumba y surjan multitud de lunáticos y algún que otro valiente que le planta cara.

Aquí aparece nuestro protagonista Max, un hombre con un pasado horrendo, que perdió la razón y al que El Páramo le ha cambiado. No es raro rastrear en él las influencias al antihéroe que tanto popularizaron ciertas películas como La Trilogía del Dólar de Leone: ese mercenario maldito del que no se sabe nada, cuya única compañía es un perro que nos recuerda al personaje de la novela Soy leyenda de Richard Matheson (obviemos las adaptaciones cinematográficas).

Y el western se huele también no solo en la aridez o la defesa de cierto tipo de valores (cierto orden hacia el caos, véase films como El hombre que mató a Liberty Valance o la injustamente olvidada La venganza de Ulzana), sino también en ese protagonista que dice menos de veinte líneas en toda la película, pero que, cuando habla, quiere decir algo importante.

He aquí la lección. Max deberá caer y sangrar (una de las virtudes de Mad Max es que el héroe no queda siempre indemne), enfrentarse a sus decisiones erróneas (la espantada al estilo Han Solo), para aceptar lo que supone ser el héroe de un grupo de personajes perdidos. De ahí que sea el film favorito de la trilogía para un solvente Mel Gibson. Max deberá aprender a dejar de vivir de su pasado y aceptar el presente, que representan personajes como el Niño Salvaje (Emil Minty, el chaval que mejor ha sabido usar un boomerang en su vida) o ese piloto lunático (Bruce Spence), que nos recuerda al principio a Gollum (y luego fue “plagiado”, por cierto, personaje de la olvidable El regreso de la Momia). No es raro que El héroe de las mil caras de Jospeh Campbell (ese mito compartido por todos) reaparezca como esquema básico de la trama.

No podemos olvidarnos de los villanos, aún más terribles que los aparecidos en su antecesora. Siguiendo la estela del repulsivo Cortauñas, se nos presenta ahora a un villano icónico (bebe mucho del cómic o el cómic de la época beberá mucho de él): Humungus (Kjell Nilsson)- que debió ser el ídolo de Christopher Nolan y de ahí el guiño con su Bane a este anarquista que no lo es tanto-. Humungus es ese hombre que parece dar un mensaje de razón, que no es más que una broma pesada para este adorador del caos semidesnudo, con máscara de hockey y muy mala leche.

Visualmente (el presupuesto fue aproximadamente diez veces mayor), se nota más elaboración de este mundo apocalíptico, que se vuelve más creíble al igual que en argumento. Desde el asqueroso Toadie a uno de los villanos que todo el mundo desea que sea liquidado Wez. La influencia de Mad Max en futuras películas o videojuegos se nota a la legua, lo que hace al espectador actual que todo le recuerde a otras películas (como la ya citada en mi crítica de la primera película Doomsday u otras más actúales como Oblivion, en cuanto a diseño de los refugiados, por ejemplo).

En cuanto a la acción, no está nada mal y seguramente es gracias a que no se abusa de tanto ordenador y explosión sin sentido como en el cine actual con más auge en la industria americana. La persecución (la cámara temblorosa de Miller no molesta tanto como alguno de esos directores de hoy, con problemas de pulso) y la huida de estos refugiados sitiados por los villanos (excelente la música de Brian May, de Queen), incluyendo el giro final, ya merecen la pena ser vistos por el espectador.

Mad Max 2. El guerrero de la carretera fue un tributo a ese héroe enloquecido con un pasado terrible a sus espaldas, que tuvo que sangrar y ser destrozado para aprender la lección: es un héroe quiera o no.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ozymandias_Iskander
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