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El rey y yo

Musical. Romance Adaptación de un musical basado en una novela de Margaret Landon. En 1862, Anna Leonowens, una institutriz inglesa, llega al palacio real de Siam para hacerse cargo de la educación de los hijos de un autoritario monarca, quien, cautivado por su gran personalidad, la convierte en su confidente (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
30 de abril de 2007
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como siempre hago en las críticas, sopesaré lo bueno y lo malo de la película.
Lo malo:
-No hay nada que merezca ser tildado de malo. Lo que sí apuntaré es que todo el tiempo da la impresión de ser como una obra de teatro filmada; los escenarios, pese a ser grandiosos, dan una impresión un poco estática. Además, creo que con tanto meter canciones (lo cual es lógico siendo un musical), las cuales restan desarrollo, han querido aprovechar el tiempo restante metiendo las escenas demasiado a la ligera; hubiera gustado que éstas se desarrollaran menos bruscamente, con más calma. Por ejemplo, ella llega a Siam y en la escena siguiente de golpe ya han pasado varios meses. Me habría agradado ver cómo ella se iba adaptando. También las escenas entre Anna y el rey a veces son un poco bruscas y se resuelven de forma insatisfactoria. Los musicales (excepto "La Bella y la Bestia") no son mi género preferido, porque las canciones que se intercalan, pese a ser hermosas y a transmitir muchos sentimientos, ralentizan y quitan el espacio a otras escenas que podrían haber sido cruciales para que la película hubiera quedado más completa.
Lo bueno:
-Las interpretaciones, pese a resultar a veces un poco afectadas y exageradas (cada época del cine ha tenido sus patrones interpretativos y no debemos comparar en base al cine actual); como decía, las interpretaciones, sobre todo las de los protagonistas, de la primera esposa del rey y de los niños, son bastante buenas. Yul Brynner y Deborah Kerr parecen quemarse con sus miradas. Pese a que no se dicen palabras de amor, éste queda patente en el modo en que se miran. Sublimes las escenas en las que se ve a todas luces cómo se van enamorando y se sienten turbados por ello. La mirada de él es tan intensa que derrite a una pobre Anna que no puede menos que sentirse atraída por un rey tan atractivo (¡hay que ver lo bien que está Yul Brynner en esta peli, está buenísimo!). Él, pese a tener muchas esposas, ha descubierto ahora a la mujer de su vida y ambos saben que es un amor imposible. ¡Qué bonito!
-Los decorados están muy cuidados, con bellos detalles, y el vestuario es precioso y exótico.
-La convivencia entre dos culturas, la siamesa y la occidental, es interesante, mostrándonos los roces y las concesiones entre ambas. El rey inteligente, instruido y comprensivo que está dispuesto a abrirse y a ser más tolerante, influido por su amor a Anna, conmueve.
Es una bonita película, en definitiva. Hay que tener en cuenta que tiene más de 50 años y que las formas de hacer cine han cambiado mucho, pero sin duda aquella fue una época dorada del cine.
Vivoleyendo
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30 de noviembre de 2013
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy por creer que el “secreto” romance entre la institutriz Anna Leonowens de Inglaterra y el rey Mongkut de Siam (hoy Tailandia), es una de las más bellas historias de amor que nos haya contado la literatura y el cine. Era Anna una mujer viuda, tenía un hijo de unos 10 años y se había aventurado a viajar con él hasta la exótica Siam para hacer las veces de intitutriz de las decenas de niños que tenía el machista rey (a los que se irían sumando todos los que nacieran), y de paso, debía enseñar inglés y buenos modales a las también decenas de mujeres con que contaba en sus noches el galgo Mongkut, mientras seguía en la lucha contra los afanes de colonización que tenían los ingleses (y por supuesto los franceses) al saber de las riquezas con que contaba su país. El argumento era simple: “El rey es un bárbaro y su pueblo está pasando por toda suerte de vejámenes. Hay que destronarlo”.

Mongkut se había empeñado entonces en occidentalizar la cultura de su pueblo, y con la presencia de Anna daba inicio a este nuevo proceso, con lo que esperaba borrar de tajo la imagen que albergaban y promovían los imperialistas.

Conservada primero en los diarios de Anna Leonowens; convertida después en una novela, “Anna y el rey de Siam”, por Margaret Landon, la cual sería llevada al cine, en 1946, bajo la dirección de John Cromwell; y transformada luego en un exitoso musical por Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II, la ya mítica historia de amor resonó en los escenarios, emocionó a millones de personas, motivó elogiosos comentarios… y dió al actor de ascendencia rusa, Yul Brynner, el personaje por excelencia con el que cargaría durante el resto de su vida. Hizo primero 1.246 representaciones que le merecieron el premio Tony. La representó luego en el cine y se llevó el premio Oscar. Volvió con la obra a Brodway en 1977, y finalmente la representó en 1981, a sabiendas de que lo venía consumiendo el cáncer, pero terminó triunfante en Broadway a solo cuatro meses de que terminara su vida. Al final, había alcanzado la cifra récord total de ¡4.625 representaciones! Definitivamente, ese gran actor y mejor persona que fuera Yul Brynner, ¡fue la encarnación del rey Mongkut!

Con un solvente presupuesto de 6.5 millones de dólares (el más alto del año 1956), el director Walter Lang, consiguió dotar a “EL REY Y YO” de una escenografía de lujo, un vestuario de alta costura, y un equipo técnico que aseguró una impecable banda sonora, una esplendorosa fotografía y una cálida iluminación que resalta el romanticismo que emana de los personajes, impecablemente representados por Brynner, Deborah Kerr (quien fuera doblada en las canciones por Marni Dixon) y Rita Moreno, más bella que nunca en su conmovedor papel de Tuptim.

El guión de Ernest Lehman resulta bastante atinado, contiene estupendos diálogos, nos habla del amor que puede darse entre seres bien diferentes, de los grandes valores que puede haber en un hombre en apariencia tosco, y de la manera como la mujer puede llegar al corazón del hombre más difícil, sirviéndose de la sutileza y de la confrontación elegante. Etcétera, etcétera, etcétera.
Luis Guillermo Cardona
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30 de agosto de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este musical de 1956, aunque no es de mis favoritos, reconozco la innegable calidad con la que se hizo. La gran cantidad de talento que aportó una de las parejas inolvidables dentro de la pantalla. El futuro “Tarasbulba” y cabeza rapada, Yul Bryner. De presencia importante y acentuado gusto por el baile y la música. Con su mirada imponente, contrastaba con la fina y agradable presencia de la británica Deborah Kerr. En un duelo de actuaciones que nos dio un resultado mágico. A pesar de ser una historia inverosímil.
Y es que solo un personaje como el de Deborah. Una institutriz británica arrastrando costumbres victorianas. De fuerte temperamento puede hacer frente al poder de un rey bígamo, en una corte donde predomina el rojo y el oropel, de un reino en un lejano país.

Analizando el trabajo de Kerr. En cintas como “The hucksters” “De aquí a la eternidad” “La noche de la iguana” vemos que la sobriedad de la actriz inglesa, tiene aquí un modo de explayarse. Y es a través del musical donde sus manos y sus pies llenos de magia invitan a bailar a un monarca, terco, obstinado. Que se niega a ser vencido por una fuerza que es como una ola descomunal que azota las rocas. Una ola que se llama amor, y que la piedra más dura sucumbe a su desgastante arremetida.
Yul y Deborah se reunirían unos años más tarde. En otro baile, en otro encuentro. Pero la danza final, aún la siguen bailando, porque su recuerdo es eterno. El rey y la dama… para la posteridad.
RAMON ROCEL
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14 de enero de 2006
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La biografia de Anna Leonowens, escrita por Margaret Landon, ya dió origen, en 1946, a la película "Ana y el rey de Siam", dirigida por John Cronwell, donde los papeles de Yul Brynner, Deborah Kerr, Rita Moreno y Terry Saunders eran interpretados por Rex Harrison, Irene Dunne, Linda Darnell y Gale Sondergaard, respectivamente. "El rey y yo", obtuvo en 1956 cinco óscars: Mejor actor (Yul Brynner), mejor decoración en color (Lyle Wheeler, John DeCuir, Walter M. Scott y Paul S. Fox); mejor vestuario en color (Irene Sharaff); mejor sonido (Carl Falkner) y mejor adaptación musical (Alfred Newman y Ken Darby). Cabe destacar que en esta película se respetó, por una vez, la coreografía creada en Broadway para esta obra por el gran Jerome Robbins.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
pablo
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18 de mayo de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película El Rey y Yo está basada en musical de Rodgers y Hammerstein estrenado en Broadway en 1951, basado a su vez en un libro de Margaret Landom, que contaba la historia de Anna Leonowens, una mujer inglesa contratada como profesora de los numerosos hijos del rey de Siam.
Esta película ganó en 1956 cinco Oscar, entre ellos el premio a la mejor banda sonora y al mejor actor. Lo mejor de la cinta es sin duda la presencia de Yul Brynner, un actor único, muy especial y realmente fantástico. Habiendo trabajado como acróbata en un famoso circo, podía bailar, tocar la guitarra y cantar. Su maravillosa voz grave y su exótica apariencia le hacían ideal para representar papeles autoritarios o personajes no caucásicos, como este del rey Monkgut. Brynner representó el papel del rey en este musical hasta su muerte en 1985, lo que representa un total de más de 4600 actuaciones.
Fue una gran suerte para Brynner ser contratado para este papel, que le acompañó durante el resto de su vida, y la verdad es que había nacido para ser el rey de Siam, pero no es menos cierto que fue una gran suerte para los realizadores del film haber encontrado a Brynner (se había pensado en contratar a Brando, que bailando era un patoso).
Las diferencias entre las dos culturas (la siamesa y la inglesa) son tratadas ampliamente en la película, como también lo es la relación entre Anna y el rey, que llega a ser de profundo respeto y comprensión mutuos. El amor aparece entre ellos, pero no de un modo explícito, y esto es precisamente lo que hace interesante la película: todo en ella es sutil, delicado y mágico, y esta sutilidad es lo que la hace tan atractiva.
Por otro lado, la personalidad del rey está llena de matices: puede ser autoritario, sabio, divertido y tierno, peculiaridades que junto con la diferencia de costumbres entre una y otra cultura dan pie a situaciones graciosas que hacen que el tono de la película sea de un humor exquisito.
Las canciones de Rodgers y Hammerstein son preciosas, especialmente "Getting to know you", "Young lovers"y "Shall we dance". No hace falta decir que la mejor escena es la del baile entre el rey y Anna en el suntuoso salón. Algo tan simple, sólo dos personas bailando al son de la música, resulta tan ardiente (¡qué mirada la de Brynner!) como elegante (¡qué vestido el de Deborah Kerr!). No es posible describirlo: la mejor escena de un musical para el rey de los musicales, una película que sobrepasa las dos horas y que no desearías que terminara nunca.

Lo mejor: Yul Brynner, el rey y sus rarezas ("sólo tengo 106 hijos, no llevo mucho tiempo casado")
Lo peor: que el musical no exista hoy en día.
Scott
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