La leyenda de Bill Doolin

Western crepuscular, admirablemente escrito y dirigido, no exento de ternura y sentido del humor al mismo tiempo. Lancaster bien, como siempre, y presencia de una futura bestia cinematográfica: Diane Lane.

P.S.: Me adelante a los acontecimientos. Escrito en mi ficha el 10/12/80. Diane no me falló.

En la vida lo acabas perdiendo todo, solo te queda el alma sucia y un montón de recuerdos.
Trata de mezclar la ternura candorosa orgullosa de ellas (el Oeste como mito, como una ficción, al perder realidad, al desdibujarse sus contornos y extinguirse o evaporarse su esencia presencia, gana en leyenda), increíble la cara de niña de Lane a sus dieciséis añitos, preciosa su relación con el tito Lancaster, el más grande, y está claro que a Tarantino le gusta esta película, lo digo por Amanda Plummer que está tremenda, esa de fuego mirada, con la brutalidad humorística bonachona de la banda y las persecuciones. El tono está bien logrado y está llena de momentos bonitos y otros bien escritos o interesantes, pero también adolece o tiene un aire como de cómic que no acaba de casar del todo con el realismo triste y hasta sórdido que se plantea o propone, hecho o contradicción que especialmente se nota en las apariciones extemporáneas* de otro que tal baila, el estupendo Rod Steiger.
Grandes nombres, además de los ya citados, tenemos al indio o mestizo Savage joven y al malote Glenn que me recordaba al Carradine de siempre.
Una película quizás mucho más disfrutable y querible que realmente buena, tal vez por las chicas que son muy simpáticas, más majas que todas las cosas, y porque la historia se la toman con distancia los que la cuentan, con esa sorna melancólica que nace de lo que está acabado o a punto de terminarse, la muerte que acecha y la vida tan cansada y lúcida que en su despedida se da un baño de juventud con esas dos rapaces tan encantadoras y mitómanas (disentería o guerra), el último brindis, la definitiva copa, the last dance, fin de fiesta.

Cinta basada en hechos reales, concretamente en las andanzas de la banda de Bill Doolin (Lancaster) y de Bill Dalton (Glenn) también conocida como "Grupo salvaje".
Estamos en 1893 y las cosas pintan mal para la profesión forajida, "La civilización ha venido aquí, tenga cuidado no le coja. -La civilización debe ponerse a la cola de los que me persiguen".
Los últimos asaltos a trenes se han saldado con un cerdo, equipajes de béisbol, juguetes ... y dos jóvenes muchachas que marchan al Oeste en busca de aventuras y de encontrarse a sí mismas, "Me niego a ser una esclava blanca". Se trata de Jenny (Lane) y Cattle Annie (Plummer) que se enrolan en la banda atraídas por lo que se cuenta en el Este del famoso Bill Doolin.
Tras las burlas de rigor, "Las chicas al río a lavar la ropa para la ocasión", pronto se van a convertir en las autenticas protagonistas.
Western tragicómico ambientado cuando la modernidad comienza a llegar al Oeste. Romántico y sentimental unas veces, con toques de comedia otras, "Esto es whisky irlandés, lo he hecho yo mismo".
El guion es interesante y la realización bastante dinámica, no falta acción, aunque se trate de infinitos tiroteos en los que apenas muere algún despistado. Con Doolin los personajes mejor trazados son los de las chicas, de hecho son los tres grandes protagonistas, el resto queda muy en segundo plano.
A destacar la banda sonora basada en piezas de estilo country compuestas por John Slocum y Sahn Berti, habitual este último en las películas de Lamont Johnson.
Algunas alusiones a muertes por tisis o alcoholismo, lo mismo que a las propiedades rejuvenecedoras de ciertas fuentes de aguas termales.
Obra interesante que a los aficionados al western hará pasar un rato distraído.