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El increíble hombre menguante

Ciencia ficción. Fantástico Scott Carey (Grant Williams) navega con su mujer en una lancha motora y, mientras ella va a buscar una cerveza, se ve envuelto en una extraña nube. Unos meses después, empieza a notar extraños cambios en su cuerpo: poco a poco va perdiendo peso y altura hasta hacerse casi invisible. A partir de entonces, su vida será una pesadilla, una lucha constante por la supervivencia, en la que lo cotidiano (un gato, una araña) representa para él ... [+]
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Críticas 98
Críticas ordenadas por utilidad
15 de mayo de 2009
162 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que sucede con ‘La metamorfosis’ de Franz Kafka, esta es una historia pavorosamente realista, salvo en la premisa con la que se abre el relato. Sucede un hecho incomprensible, sí, pero a partir de ese momento, todo es razonable: la obsesión, la irascibilidad, la alternancia de momentos de euforia y depresión, la variación continua de las condiciones del entorno, igual y diferente. La (des)proporción y la amenaza.

El cambio se inicia con un inconveniente de pequeña magnitud, la ropa empieza a estarle holgada al señor Carey…

Luego viene un carrusel espeluznante e in crescendo: la hipocondría, el deterioro de la vida conyugal, la condición de freak, el abandono forzoso del contacto con los suyos, la lucha por el alimento y la supervivencia.

La sensación de peligro se vuelve más oscura. Scott se asoma a los abismos de lo muy pequeño, pero sigue discurriendo como un hombre, y eso es lo que nos resulta sobrecogedor.

El ser humano, por lo general, busca su parcela de estabilidad a despecho de la segunda ley de la termodinámica. En esta cinta, es el propio individuo quien, con su mutación interminable, convierte un mismo elemento (un gato doméstico, una araña, unas tijeras) en algo muy distinto. Existe un único camino, el de la adaptación perpetua e inmediata. Un camino incierto, agotador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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21 de noviembre de 2006
75 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por Jack Arnold, especialista de la Universal en obras de terror y sci-fi. Se basa en la novela "The Shrinking Man", de Richard Matheson, autor del guión. Se rodó en la costa de California y en Universal Studios, con un presupuesto de serie B. Producido por Albert Zugsmith, se estrenó en abril de 1957.

La acción principal tiene lugar en LA, en 1956/57. Narra la historia de Robert Scott Cary (Grant Williams), empleado de una empresa de publicidad, de 1,85 m de altura y de 87 Kg de peso, felizmente casado desde hace 6 años con Luisa (Randy Stuart). Charlie Cary (Paul Langton), su hermano, próspero ejecutivo de ventas de publicidad, les deja su lancha motora para pasar una semana de vacaciones en la costa. Una extraña nube envuelve a Scott, mientras Luisa ha ido en busca de una lata de cerveza. Medio año más tarde, Scott advierte que pierde peso, altura y corpulencia, en un proceso que los médicos no aciertan a detener y que atribuyen a la suma de una exposición a un pesticida y a una nube radioactiva.

La película explora la psicología del protagonista enfrentado a situaciones diversas a lo largo del relato. Las incertidumbres iniciales, la falta de remedios y la pérdida del empleo, le llevan a un estado emocional de exasperación, frustración y agresividad, que descarga sobre Luisa. Mientras avanza el proceso, le invaden sentimientos de impotencia y fragilidad, que dan paso a actitudes tiránicas, despósticas y de sometimiento, que Luisa sobrelleva con estoicismo. Cuando mide 1,24 m y pesa 26 kg. conoce a una enana de nacimiento, Clarice Brown (April Kent), con la que entabla un romance, que le permite compartir afecto y sexo, lo que le devuelve parte del equilibrio perdido. Más adelante, constata con indignación y desolación que se ha convertido en víctima de discriminación y marginación social. La pérdida adicional de altura, le convierte en juguete y presa de Butch y, posteriormente, de una araña, hechos que despiertan en él los instintos primarios de lucha por la supervivencia. Dado por muerto, se enfrenta a la sed, el hambre, los depredadores, las trampas y la desproporción del entorno formado por elementos caseros, convertidos en fuentes de peligros insospechados. La obra denuncia los males de la contaminación radioactiva y química. Se refiere a las relaciones entre vida sexual activa, rica afectivamente, y el equilibrio psicológico personal. Muestra la pequeñez de la Humanidad, aferrada a prejuicios sobre la capacidad ilimitada de manipular la naturaleza.

La música, interpretada por el trompetista Ray Anthony, acompaña la acción con bonitas melodías jazzísticas, que animan y explican los sentimientos encontrados de Scott. La fotografía, en b/n, hace uso de efectos especiales ingeniosos y consistentes, que convierten el cómodo mundo cotidiano en una selva de objetos claustrofóbicos. El guión luce originalidad, imaginación y fantasía. La dirección crea una obra de culto inolvidable e imprescindible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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30 de junio de 2009
46 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque son los directores los que se suelen llevar la mayor parte de los éxitos cuando una película funciona, no son siempre ellos los grandes responsables de ese éxito. Por ejemplo Jack Arnold en general fue un cineasta voluntarioso y decidido en todas sus producciones de sci-fi de los 50, pero calidad tenía la justita. Hasta que un día apareció de guionista un señor llamado Richard Matheson.

Por si alguien no lo sabe, Matheson fue el autor de esa magnífica novela “El último hombre sobre la Tierra” que se ha llevado al cine en varias ocasiones, además de guionista de algunos de los mejores trabajos de Roger Corman o Terence Fisher, e incluso escribió para Spielberg el guión de aquella fantástica “El Diablo sobre ruedas”. Hablar de Matheson es hacerlo de uno de los cinco más grandes autores del terror y la ciencia-ficción de la historia del cine.

Pero fue aquí, en “El increíble hombre menguante” donde empezó su brillante carrera cinematográfica, facilitando lo que sería la mejor película de toda la carrera de Jack Arnold y creando uno de los trabajos más queridos, recordados y brillantes de toda la larga trayectoria de la serie B.

Podría haber sido únicamente una película atractiva y estimulante de género, pero es que además contiene un acercamiento y reflexión acerca de la existencia y de la vida después de la muerte de una intensidad muy por encima de lo que es habitual incluso en obras serias. Esa intención de presentar lo fantástico como algo más que mera diversión hedonista, convierte a esta película en una obra de arte con diferentes niveles de lectura, abierta a todos, desde los más jóvenes o triviales, a los más maduros e intelectuales.

Un clásico de los de verdad.
vircenguetorix
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2 de septiembre de 2008
34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fascinación me produce, tanto el libro (en mi caso posterior a la peli) como la adaptación que el mismo autor hizo en esta película de ciencia ficción, si...en el 57 (siglo pasado). Admirable demostración de como se puede escoger una trama tan kafkiana, comedura de tarro existencial en la que líricamente escarba sobre la situación del ser en el entramado del Universo y la capacidad de adaptación y supervivencia sean cuales sean las circunstancias (o algo parecido.....), meterle unos efectos especiales im pre sio nan tes para la época y convertir esto en un viaje alucinante, angustioso, divertido y trasmitirte como si tú mismo vivieras esa desazón, esa angustia vital que sufre el personaje.

Dejando a un lado los postulados psicológicos y metafísicos, excusas de esta, para mí, obra de arte de la ¿serie B?, "El increíble hombre menguante" es la mejor película fantaciéntifica que he visto.
De disfrute durante todo el metraje, sin bajones, con un ritmo y un desarrollo secuencial perfecto, escenas que rebosan energía y la dosis adecuada de tensión en cada una, pasajes memorables...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Siona
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15 de diciembre de 2005
32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las obras maestras del cine de ciencia-ficción, en absoluto envejecida en nuestros días, ni siquiera los efectos especiales (más reales a mi parecer que algunas películas modernas... como un mono gigante que yo me sé)
Fruto del singular talento de Richard Matheson (autor del guión y de la novela homónima), con su particular e irónica inversión de perspectivas (la cotidianidad más prosaica es un entorno aterrador y pesadillesco para una persona, con sólo ver menguado su tamaño) y su descomunal sentido del espectáculo cinematográfico, muy bien plasmados en imágenes por un Jack Arnold en plena forma.
lovekraft
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