We Need to Do Something

"We need to do something" es un reiterativo y más alegórico que otra cosa thriller psicológico de encierro, sacado adelante durante El Encierro, con brochazos de horror incapaces de ponerle freno a su notable falta de ideas. Más allá de esa doble lectura en la que el gobierno norteamericano de Trump queda retratado frente a la crisis del Covid-19, imposible sacarle jugo a esta ópera prima de Sean King O'Grady basada en la novela homónima, y también pandémica, de Max Booth III. Quien también firma el guion.
"We need to do something" es de esas propuestas, incitada seguramente por sus pandémicas condiciones de producción, que sugiere más que muestra. Cosa más que aceptable si el placebo entregado hasta que llegue la sorpresa final es digno. Pero es que aquí, ni hay tal placebo, ni mucho menos sorpresa final. Fruto de ello da verdadera lástima ver a cuatro personajes, poniendo empeño además los actores en sus interpretaciones, navegar en círculos completamente a la deriva. Y lo dicho, para rematar la faena, si cuando llega la hora de confirmar lo intuido te rajas con medias verdades, fruto de unos autores cobardes y tan a la deriva como sus personajes, pues aumenta más aún la sensación de broma de mal gusto y pérdida de tiempo.
En definitiva, nada sacado adelante durante la pandemia y con ella de fondo, bien sea de manera velada o manifiesta, merecerá jamás la pena. Y "We need to do something" vuelve a demostrarlo.

Hay que reconocer que pare ser una película independiente y con bajísimo presupuesto, tiene sus partes meritorias, como algunas escenas que llegan a sorprender o su plantel de actores, en cambio hay un "pero" bastante grande, y es que se hace pesadísima, el tedio me sobrevino demasiado, numerosas escenas donde no vemos ningún tipo de aporte a la trama y un escenario reducido que agota y harta.
Aborda temas como la locura, el desorden mental y trazas de brujería en las que pretende abarcar tanto que al final resultan poco desarrolladas y algo "rayantes".
Hay algo de gore, tampoco es que sea un festival, pero sus escenas tiene.

Tiene un presupuesto bajísimo y muy pocas ideas interesantes, por no decir ninguna. Si encerras por 90 minutos a 4 personajes y cuando no va sobre ellos es el estúpido romance y brujería de la hija adolescente, vas a aburrir, si encima a lo único que recurrís es a los golpes bajos y el morbo, peor.
Lo mejor: la música, y al principio cuando juega con el misterio y lo perturbador que pueda haber detrás de la puerta, pero no saben sostenerlo y se vuelve cualquier cosa.
Lo peor: los personajes son muy desagradables, la única con la que se empatiza es la madre. Hay escenas horribles, sensacionalistas que solo buscan causar impacto.

Estamos ante otra película claustrofóbica. De aquellas que en un solo decorado, nos explican una historia llena de matices pero que, en esta ocasión, tira por la tangente como se suele decir. Esa contundencia le resta algo de credibilidad y es que, a pesar de su aparente realismo, se esconde algo mucho más siniestro de lo que en principio puede parecer. Lo malo que esto último no está muy bien explicado, quedándonos en ese objetivismo, cosa que, por otra parte, ya da para mucho.

¿Qué mejor sitio para esconderse de una tormenta, con pinta de tornado, que en el lavabo de la casa? La familia de Melissa toma esta decisión sin saber las consecuencias que esto traerá. Quizás no todo esté encerrado entre esas cuatro paredes.

Sean King O'Grady hace su debut en el largometraje con este film. Desde luego se aparta bastante de los cánones establecidos. Sin ser una obra de vanguardia, se arriesga en tirar para adelante unas situaciones las cuales tienen que estar muy bien medidas para no acabar cansando al espectador. La mayor parte de la cinta pasa en esa localización que, por suerte para los protagonistas, es bastante amplia. Los recursos para salir de ese atolladero cinematográfico es que pasen cosas. Y a fe de que pasan, algunas, por cierto, rodadas con bastante mala leche provocando asco, angustia y terror. El guion, a nuestro entender muy potente y que está a cargo de Max Booth III, juega un poco con el público ya que provoca la sensación que incluso nosotros nos encontremos allí con ellos.

Por otro lado nos encontramos ante una familia típica, aunque escarbando un poco, salen a relucir una serie de problemillas también visto en familias de nuestro entorno. Esta proximidad le da cierta profundidad y la hace bastante creíble. No del todo por eso. Tiene elementos que nos descolocan. Y eso nos gusta. En la parte más negativa su escaso atractivo para cierto tipo de público que ame la acción y el terror bien juntitos. Pero no hay que negarle su originalidad.

Destacar, en la parte más técnica, la fotografía cuyo encargado es Jean-Philippe Bernier (Turbo Kid, Summer of 84). Rodar en algo tan reducido sin que nada se resienta tiene su mérito.

Las interpretaciones son de altura. Empezamos con un viejo conocido: Pat Healy (Cheap Thrills, The Pale Door) en un papel con algún que otro momento Nicolas Cage, vosotros ya me entendéis. Seguimos con una excelente Sierra McCormick (Some Kind of Hate) que interpreta a una adolescente con bastante imaginación. Completan el reparto Vinessa Shaw y un jovencísimo John James Cronin. Aunque no le veamos el careto, tenemos que nombrar a Ozzy Osbourne. Con su voz ya tenemos bastante.

We Need to Do Something es un film que, a pesar de su innovadora puesta en escena, hará las delicias de todos los aficionados al terror. Puede que alguien no esté del todo de acuerdo conmigo, pero sí que hay que alabar su innovación y riesgo.

https://www.terrorweekend.com/2021/10/we-need-to-do-something-review.html