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El café atómico

7,6
417
Documental The Atomic Café es una película sobre la propaganda americana pro-nuclear en la que los hermanos Rafferty y Jayne Loader trabajaron durante cinco años. La idea fue de Pierce Rafferty, que encontró en la librería de San Francisco un catálogo titulado “3433 U.S. Government Films”, material que le inspiró para hacer una película que pudiera alcanzar “verdaderas cimas del absurdo”. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
3 de julio de 2010
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nacia en el mundo, la Era nuclear, primeramente en los EE.UU, y posteriormente desarrollada en el resto del mundo, si bien el Atomo tiene muchas aplicaciones, en este documental, se centra en el poder destructivo de la energía atómica y el terror que conlleva el uso de "La Bomba", si el arma se utilizaba habría que estar preparado para la ocasión, el filme abunda en toda una serrie de medidas a tomar en tal situación, desde lo que había que tener a mano (desde un mantel, hasta un refugio subterraneo con abastecimientos varios), en caso de un ataque nuclear, tambien es una fiel muestra de la "moda atómica" y la creencia de que el Atomo era "bueno", y "casi" inofensivo, si se sabia "que Hacer"...Toda una muestra de "Inocencia" nuclear de los ´50s y los ´60s.
MARCELO
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29 de diciembre de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Atomic Café (The Atomic Cafe, 1982) es una auténtica locura. La película además supone una nueva vía documental[1], vía que ya estaba siendo investigada desde otros ámbitos cinematográficos desde hacía tiempo, como es el caso del filme español de Basilio Martin Patino, Canciones para después de una guerra (Canciones para después de una guerra, 1971). Y es que al igual que el filme de Patino, The Atomic Cafe combina exclusivamente imagen real documental para a partir de un documento visual no alterado, dar un nuevo sentido a unas (espeluznantes) imágenes. Bien es cierto que mientras que en la película de Patino había un elemento externo que sí estaba alterado, como era la música (que además era la que daba un nuevo sentido a las imágenes) en The Atomic Cafe, los directores Jayne Loader y los hermanos Rafferty sólo recurren a la imagen documental (es cierto que también aparece música, pero no de la manera tan importante como en el filme español).

En 1977 Jayne Loader, Kevin Rafferty y Pierce Rafferty fundan una compañía de producción, la Archive projects Inc.. A partir de entonces, se toman cinco años para recopilar imagen audiovisual relacionada con la guerra atómica y el contexto de la guerra fría para elaborar The Atomic Cafe. Cualquier vídeo es válido, provenga de donde provenga, y así en el filme vemos una construcción que emplea desde filmes militares (los más numerosos), anuncios publicitarios o programas televisivos. El Objetivo es sencillo: Demostrar la absurdidad de aquel período en el que los presidentes norteamericanos no tenían ningún tipo de reparo en decir que la bomba atómica era el mejor camino para lograr la paz. En el filme, las imágenes hablan por sí solas, y el talento de los realizadores se descubre en el montaje, que es el que tiene el mayor peso en la película.

Cronológicamente el filme se inicia con el lanzamiento de las bombas atómicas sobre las poblaciones japonesas de Hiroshima y Nagasaki y termina en la década de los sesenta. En un primer momento se nos enseña las bondades de la bomba siendo lanzada sobre la población japonesa, para detener rápidamente la guerra. Posteriormente el filme pasa a las pruebas nucleares en ciertos atolones perdidos de la mano de dios. Desde luego esta primera parte nos deja imágenes memorables, como las sacadas del propio ejército americano, que nos tratan de enseñar lo amable que son los americanos delante de los nativos, cuando nada más lejos de la realidad, les están desalojando para siempre de sus casas.

Siguiendo adelante en el tiempo, en The Atomic Cafe también hay una importante vena que nos trata de demostrar la paranoia anticomunista de los años cincuenta. Mediante diversas imágenes propagandísticas se nos muestra la tensión de la Caza de Brujas, que contrastan precisamente con otras imágenes que nos muestran una comunista en los USA mientras lo demás ciudadanos le reprochan que en Rusia no podría hablar tan libremente. O el Caso de la pareja Rosenberg, que fue ejecutada por ser supuestamente espías soviéticos (caso que ha sido borrado con el paso del tiempo).

La Publicidad también tiene un hueco especial en el filme, mostrándonos el negocio real que existía detrás de la guerra nuclear, como la propia locura de la construcción de los refugios nucleares (que benefició a más de una imbobiliaria). El Lenguaje que utiliza este medio se entronca perfectamente con los propios vídeos militares y su retórica artificial, que trata de ensalzar el sistema norteamericano como el único valedor de los derechos fundamentales del hombre.

Lo más irónico de The Atomic Cafe, es que las imágenes que nos ofrece son tan surrealistas, que en cierto sentido el espectador no puede dejar de sentir que se encuentra ante una comedia negra, muy negra. El Aparato de la propaganda queda al descubierto mediante un montaje que no tiene tapujos en demostrar cómo funciona el Poder. Sin duda alguna, uno de los fragmentos más delirantes que nos ofrece el filme lo encontramos en el de Bert la tortuga, un vídeo dirigido a los más pequeños sobre cómo sobrevivir a una bomba nuclear.

Finalmente añadir que la Música de The Atomic Cafe es una recopilación de diversas canciones populares, que muestran su apoyo incondicional al gobierno. Los Cineastas las combinan con las imágenes para acrecentar el mensaje de tensión y estupidez máxima que se vivía en aquellos momentos.

[1] Stella Bruzzi en New Documental, Ed. Routledge, New York 2006 habla extensamente sobre el filme, incidiendo en la importancia que tiene como una de las obras que abren una nueva vía documental.


http://neokunst.wordpress.com/2014/12/28/the-atomic-cafe1982/
Kyrios
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23 de noviembre de 2013
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos levantamos de la cama. Son las 12 del mediodía. Bostezamos. Miramos por la ventana. Vivimos en una sociedad en constante efervescencia, recién salida de una guerra cuyo fin rogaba todo el mundo. La bomba puso el punto final, pero pocos entendemos todavía qué es la bomba, a parte de aquello que nos dio lo que tenemos. Agarramos con los dedos el asa de una taza de café con impotencia, o indiferencia, y seguimos viendo lo que pasen por la tele. Somos ricos: tenemos casa y coche, mujer, niños y perro. Somos felices, y poco más importa. Ha empezado el juego, pero ¿qué juego? ¿El nuestro? ¿El suyo? ¿Quién son ellos? ¿Quién somos nosotros?

Los peones del tablero quedan retratados como reyes en la fantasía colectiva de la propaganda. El documental es más que un compendio de revelaciones de la guerra nuclear, más que una muestra del ridículo prototipo de sociedad posindustrial que se inaugura. Es una lectura entre líneas del vacío de los cráneos bien alimentados por una ideología masticada y vomitada inserida con embudo. Una sugestión de que la ilusión y la ignorancia son hermanas, y de como se ha aprovechado de ello el televisor convirtiendo al personal en gente-butaca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sr Mandarina
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16 de marzo de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante documental que une el metraje encontrado de la propaganda pre-nuclear americana. La inocencia de los 50 y 60 tratando la bomba atómica como casi un "inofensivo juguete militar" para hacer el bien. Una manera entretenida de entender la historia del siglo XX a través de la historia de la propaganda audiovisual. Un documental a tener en cuenta.
xurxobranco
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7 de abril de 2023
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Es el título de un film, donde se recogen fragmentos de películas de los años 40 y 50 de los archivos documentales del gobierno estadounidense. Muestra la propaganda educativa relacionada con la energía nuclear y la bomba atómica. Se trata de una visión escalofriante y sarcástica de la paranoia que vivía la sociedad norteamericana y de su inconsciente campaña de mentiras y desinformación.

The Atomic Café inicia con el lanzamiento de las bombas atómicas sobre las poblaciones japonesas de Hiroshima y Nagasaki y termina en la década de los sesenta. En un primer momento, se nos enseña las bondades de la bomba siendo lanzada sobre la población japonesa, para detener con rapidez la guerra.

Incluye escenas surrealistas que muestran a soldados ubicados en áreas destruidas por explosiones nucleares, protegiendo sus ojos con simples gafas de sol. Inmortaliza a una piara de cerdos vestidos de militares, abandonados en una zona de máxima devastación durante una prueba nuclear para comprobar si los seres humanos (cuya piel tiene la misma consistencia que la de los cerdos) pueden soportar la prueba y no mueren en el intento.

Nos muestra una película de dibujos animados donde “La Tortuga Burt” enseña a los niños de una escuela ocultándose bajo sus pupitres en el caso de que se produzca una explosión atómica.

The Atomic Café, evidencia la locura anticomunista de los años cincuenta, donde el aparato publicitario tuvo un rol muy importante en ese tiempo. Mostraba el negocio real que existía detrás de la guerra nuclear: la locura de la construcción de los refugios atómicos (que benefició a más de una inmobiliaria).

Es una fascinante cápsula del tiempo. Posee de todo un poco. Revela las verdaderas intenciones de varios personajes que veremos circular por las imágenes del documental. La supremacía que tenían (en su momento) de decidir en la vida y destinos de millones de personas. Influyendo en esencia sobre futuros líderes políticos, militares y de opinión.

Es una obra indispensable que nos muestra el poderío del aparato propagandista, al servicio de un gobierno, para someter a la población, manipularla e influenciarla sobre un tema tan importante y a la vez peligroso, como la utilización de la energía atómica, demostrando la estupidez y el absurdo de una época sin sentido.

El Pelado Investiga
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