Para todos los gustos

Se habla de comedia de costumbres para referirnos sobre aquella película que está basada en la observación de personajes. Y aunque ambas palabras (comedia y costumbres) suelen ir ligadas para su definición, lo cierto es que normalmente casi nunca son comedias al uso, me imagino que porque las costumbres de la vida no suelen regalarnos tantas risas como quisiéramos. El cine francés cuenta con una importante tradición costumbrista que nos hace definir una película francesa de manera más o menos rápida y acertada. Y es según mi modo de pensar, en este subgénero, donde mayores aciertos y mejor cine nos suelen regalar los galos.

Agnès Jaoui debutaba con una comedia costumbrista con historias cercanas y un potentísimo guión. Quien me conoce sabe que los guiones donde el secundario está igual de mimado que el papel principal suele llevarse mis alabanzas. En esta película coral, Agnès Jaoui escribe junto su pareja y actor Jean-Pierre Bacri un guión compacto, cercano y tremendamente funcional donde no hay papel pequeño ni actor arrugado.

El secreto de esta película es que las cosas que se quieren contar, nos las están contando con un gran equilibrio entre el diálogo y la imagen. Algo completamente extraño y muy agradable. Y podemos apreciar esas frustraciones que todos conocemos, esas dudas con las que solemos acostarnos y unos sentimientos tratados solamente con la cámara. Ayuda (porque si no la cámara se queda huérfana) unos actores que están en su lugar, comprometidos con un guión que no se lo pone tan fácil pero que le da todas las herramientas para poder sobresalir como lo hacen.

Jaoui usa unos ajustados planos secuencias a lo Allen para acercarnos a sus personajes y llena la película de una exquisita banda sonora llena de melodías de una recuperada chanson francesa, óperas y Beethoven.

Un último fundido en negro. Una última escena: Claire (Anne Alvaro) busca una presencia. Sobre el escenario su rictus es austero. De pronto, un haz de luz la deslumbra y su sonrisa, deslumbra al espectador.

“Para todos los gustos” es una película que habla sobre las frustraciones, sobre la vida y sus costumbres, sobre los juicios rápidos y los años perdidos. “Para todos los gustos” habla de insatisfacciones por lo que me imagino que no será una película para todos los gustos pero que a mí, personalmente, consigue conmoverme.

Después de una amplia filmografía en Francia como actriz bajo el mando de gente como Klaplish o Resnais —con el que obtuvo un César en 1988— y contando con una buena experiencia como guionista, debuta Agnés Jaoui al cargo de la doble responsabilidad de directora y protagonista en “Para todos los gustos” Qué maravilla.

Una película de planos sencillos, texto polifónico e inteligente de influencias Allenianas al servicio de unos actores como Bacri, con representaciones teatrales brillantes.

Jaoui nos cuenta la necesidad y dificultad de traspasar ese pesado telón entre personas de diferentes condiciones sociales.
Historias y biografias que se entrelazan, personajes que desnudan su interior de manera paulatina, inspirando ternura, carcajada, compasión, fragilidad.


Para mi gusto: Excelente. Espero volver a verte Jaoui

Agnes Jaoui dirige su primera película entre amigos, en familia: Jean-Pierre Bacri, que encarna bien al protagonista, trabajó bastante en el guión, y la propia Jaoui, con varias películas ya como actriz, interpreta uno de los papeles principales.
Consciente de sus limitaciones técnicas, optó por cuidar el texto y filmar con la máxima sencillez, sin filigranas de imagen, y por eso hay tantos planos secuencia, que facilitan el trabajo a los actores.
Inicialmente, el tono se asemeja a Rohmer, aunque sin su alcance filosófico. En una entrevista [con Catherine Winphen] Agnes Jaoui cuenta que para rodar esta película volvió a ver todas las de Woody Allen. La influencia se nota en la búsqueda de fluidez y en el humor incisivo.

Castella, un inculto hombre de negocios que en la sobremesa cuenta chistes escatológicos sin darse cuenta de lo zafio que resulta, tiene la revelación de algo elevado que remueve su actitud vital. Le ocurre mientras asiste a un profundo monólogo de una actriz en un teatro al que ha ido a la fuerza, entre comentarios despectivos. Sus sinceros intentos de refinarse encadenan a partir de entonces situaciones que oscilan entre lo cómico y lo patético. En ellas intervienen su antipática esposa, decoradora pija, un asesor ultraprofesional, una actriz-profesora, un guardaespaldas quemado, un chófer bonachón, una camarera y su entorno bohemio…

Agnes Jaoui da a observar un reducido hábitat, descrito mediante hechos muy simples. Unos átomos de acción lo forman, con sus pequeñas órbitas por las que circulan corrientes sentimentales y eróticas.
Los personajes se definen a través de sus intervenciones en los diálogos, vivos y naturales: se muestran en lo que dicen, en esa vida de complicidades fugaces donde los diversos gustos contrastan.
La película no aspira a transmitir mensajes trascendentales pero es un ejercicio narrativo bastante conseguido, lo que no es poco.

Una película que deja exquisitas sensaciones, es decir, que no nos importará ver de nuevo en cualquier momentos e incluso más veces.

Uno de los temas que aborda y que lo hace de manera perfecta, es la psicología de la mujer; en concreto en su específico aspecto de negación, de rechazo al hombre que la pretende o en un momento dado le declara su amor, pero que resulta no ser su tipo de "principe azul" que le despierta enamoramiento sin más. Esto que suele ser bastante habitual, casi siempre va acompañado por una segunda o tercera etapa del mismo proceso, en la cual el mismo tipo de hombre que en modo alguno conciben como índividuo que pueda lograr enamorarlas, pero que insiste en su deseo hacia ella, pasa a ser de su interés, de su agrado, e incluso a posteriori se siente atraída por un pretendiente tan fuera de sus ideales mentales. ¿Por qué? Porque la ambigüedad es una condición humana y poco a poco llega un instante en que el cerebro se percata de que la opción descartada, por muy lejana que pueda aparecer dentro del paradigma de hombre deseable, merece una reconcideración, una importancia, en tanto y en cuanto ese hombre a priori no de su gusto, al menos demuestra que está interesado por ella, que la tiene muy en cuenta. Y si encima dicho hombre tiene dinero, poder, alto status social, etc., entonces las neuronas femeninas se tornan considerablemente flexibles a darle la oportunidad de ser él el espécimen masculino que la conquiste y gane la entrada a su organismo femenino, a priori tan exigente y a posteriori tan condescendiente.

Todo este tira y afloja del pretender a una mujer y ésta sentirse pretendida, altiva y luego con el tiempo flexible, está excelentemente filmado, de maravilla narrado, descrito y actuado.

Una película con buen regusto psicológico.

Fej Delvahe

Encantadora película del dúo formado por los guionistas y pareja en la vida real Agnès Jaoui y Jean Pierre Bacri, en la que la primera debuta en la dirección, tras haber firmado junto con Bacri varias comedias sentimentales francesas de los últimos años.

Celebra la vida, la amistad, los sentimientos amorosos y el teatro (algunos personajes son actores), y es admirable la forma en que está retratado el papel de Anne Alvaro, pasando del rechazo inicial del personaje que encarna el propio Bacri al enamoramiento.