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The Invocation of Enver Simaku

Terror. Intriga 18 años después, Julien vuelve a Albania con el objetivo de entender la muerte de su esposa Ángela. Con la ayuda de sus antiguos colegas, se adentrará en un mar de grabaciones, informes policiales y visiones del Más Allá. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
7 de octubre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El equipo de Marc Lledó Escartín elabora una propuesta ambiciosa, cuyo resultado a primera vista puede llegar a parecer de todo menos conseguido y eficiente, pero que bajo la desaborida sensación que deja al final, por lo menos da pie a formular más de una hipótesis, reflexión o lectura, si, una vez vista, al cabo del tiempo, su contenido ha logrado madurar lo suficiente.

En su único largometraje hasta la fecha, el realizador catalán nos lleva a un viaje a lo desconocido, en varios sentidos, partiendo de un tópico tan usado como simple, a la vez que generador de expectativas aventurescas, ubicándonos diegéticamente en la primera persona del protagonista: ese personaje calvo, luciendo perilla, que en el póster promocional aparece con los ojos cerrados, escudriñando la presencia de sonidos a los que parece querer invocar (valga la redundancia) para que le den respuestas. Un personaje en el que, a primera vista, se me antojó ver a John Malkovich. Pero no, es Julien Blaschke; y me van a decir: «¡vamos, se parecen lo que un huevo a una castaña!» (vale decir que Malkovich habría sido grande en este papel).

En su búsqueda por Albania, con la ayuda de antiguos contactos (Mariana, interpretada por una relativamente eficaz, delante de la cámara, Marina Talpalaru), dieciocho años después de su tragedia, de respuestas que le permitan completar el proceso de aceptación y asimilación del asesinato de su esposa y compañera de reportajes, Julien (coincide el nombre del actor con el del papel que interpreta) nos coje de la mano para llevar a cabo su investigación.

Lo más interesante de su periplo, y que es el factor fundamental en la génesis y sustento de la tensión dramática, es la progresiva transformación de la naturaleza de la dilucidación que Julien va a procurar dar a los hechos, desde la acérrima y más escéptica racionalidad, pasando por abrir la puerta a lo sobrenatural, hasta incluso como deseando su plausibilidad y, al final, intentar comprenderlo. Hasta conjurar aquello que, a pesar de ir intuyendo, y a la par hacer intuir al espectador durante el desarrollo del guion, de manera muy subterfugia, parece muy ajeno a su sistema de concebir el mundo.

El rollo de Marc Lledó, en sus ochenta y ocho minutos de duración, consigue zafarse de cualquier etiqueta de género, e incluso en primera instancia que nos olvidemos de la categoría del terror, para trazar algo que recuerda a películas como «Las Flores de Harrison» (2000), o incluso «Missing» (1982); ubicando el prolegómeno de la muerte de la mujer de Jean en el convulso episodio sociopolítico que vivió la república balcánica a finales de los 90: alborotos y revueltas que se saldaron con más de 2000 muertos, nos da la sensación de movernos más en una crónica de guerra de Pérez Reverté, que en una historia de espíritus y de demonios.

Hasta las referencias al oscuro folklore de los nativos del lugar donde tienen lugar las pesquisas de Julien, son incorporadas como un efecto más de la estampa o postal que se nos pinta de un país del que el común de los mortales bien poca cosa conoce, a parte de su bandera roja con el aguilucho negro bicéfalo, y su posición geográfica entre el Jónico y el Adriático.

El trabajo de María Santolaria, lo mejor de la factura técnica, nos va regalando hermosas vistas del ignoto país (de hecho, las más comunes y emblemáticas que podríamos encontrar en una guía turística), y retratos de sus gentes y su modo de vida, queriendo imprimar ese toque de realismo del que se hace gala en los primeros títulos, con letras rojas: «this is a true history», al son de balidos de ovejas y lejanos ladridos de perros, abriéndose el telón sobre tres hermosas postales, en lo que representa un amanecer en la campiña albana. La frescura de estos parajes exteriores contrasta con una rica diversidad de interiores (el rústico interior de la casa de los Simaku, la acomodada morada del sacerdote ortodoxo, la habitación del hotel donde se hospeda Julien…), todos ellos con un tratamiento de textura y luz diferentes, pero teniendo en común el plus de la atmósfera del misterio y lo siniestro.

La banda sonora de Manu Ortega es tan decente (dentro de lo convencional que exige el tipo de narrativa de la película) como insulsa. Pues tampoco se le pide más, ya que su función no es otra que acompañar y alimentar la parsimonia del compás al que va avanzando la acción.

Los respectivos códigos de la dirección de fotografía, la banda sonora, ya marcan desde el principio la deriva que tomará, lentamente, hacia el mundo de lo sobrenatural. Usando siempre como puerta de entrada, estos elementos propios del tipismo tradicional i popular de los locales, cuyo sustrato se remonta a las antiguas tribus ilíricas que poblaban la zona, y con similitudes y paralelismos varios con la imaginería greco-romana.

Concretamente, esta cinta se centra en la figura mitológica del «kukudh», ser que, según la zona geográfica de influencia albanesa es concebido como un cadáver revivido de entre los muertos para embrujar a los vivos, equiparable al zombie, la momia o el vampiro («lugat», como se llamaría en lengua nativa); o un demonio hembra ciego, portador de la enfermedad.

Tomándose sus licencias, Marc Lledó toma a este fulano paticorto y con cola de cabra, y en esta diabólica figura centra el argumento de las averiguaciones emprendidas por un reportero que en su afán de encontrar al «asesino» de su esposa, sufrirá él mismo un proceso de transformación espiritual.

Estéticamente, el filme tomará la forma de una especie de pseudo-reportaje en primera persona, que echa mano (no podía ser de otra manera) de los recursos propios de la profesión periodística: la entrevista, la búsqueda y análisis documental…, de modo que Julien Blaschke aparecerá como una rara amalgama de Richard Kapuscinski e Iker Jimenez («Cuarto Milenio») en su papel.

El «script» describirá la metamorfosis del personaje de una manera muy sutil, y como en una espada de doble filo,
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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25 de octubre de 2018
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras reponernos del susto inicial de volver a visionar otra cinta found footage, nos acercamos con curiosidad a un producto que mezcla esto último, por suerte en pequeñas dosis, con un documental dramatizado. El cambio no nos ha acabado de convencer ya que no profundiza excesivamente en un género, el documentary, que ha dado grandes títulos y en el cual han participado grandes cineastas como por ejemplo Martin Scorsese con obras del calibre de My Voyage to Italy (1999) y No Direction Home (2005), y Jonathan Demme en sus ya celebres films acerca de un genio como Neil Young.

Suponemos que Marco Lledó Escartín no pretendía tanto ya que se queda a medio camino entre lo comentado anteriormente y una burda dramatización que tiene como telón de fondo posesiones satánicas provenientes de la siempre "electrizante" Albania.

Julien regresa a Albania con la determinación de esclarecer la razón por la que murió su esposa Ángela. Para ello cuenta con la colaboración de todo tipo de personajes de la población albanesa de la actualidad que a través de oscuros registros audiovisuales, archivos policiales y visiones del más allá intentan ayudar a su comprensión, hasta que el miedo libere el terror nuevamente.

Extraño film con una difícil digestión. A eso no ayuda para nada un ritmo algo lento y unas escenas cargadas de nostalgia rural, por cierto muy bien conseguidas. Pero no solo de escenografía vive el cineasta. Eso, con ser muy importante, no tapa lo verdaderamente importante como puede ser una buena historia. Y aquí nos encontramos con algo que hemos visto infinidad de veces, aunque utilice otros nombres sacados de la iconografía local, que dicho sea de paso, tampoco difieren mucho de lo que estamos habituados a ver en este tipo de films.

Llama la atención la acertada mirada acerca de un país perfectamente desconocido hasta 1991, año de creación de la actual República de Albania. ¿Antes?, pues un oscuro periodo que parte en 1944 con la creación de una democracia popular socialista, bajo el liderazgo del dictador Enver Hoxha. No creo que sea del interés de todo el mundo, pero es de agradecer el empeño en mostrarnos un país que si os ponemos un mapa ciego no sabríais ni donde está.

En el apartado técnico nombrar la fotografía a cargo de María Santolaria. Tiene la suerte de rodar en exteriores casi vírgenes, de los cuales más de un especulador soñaría con hacer un resort.

En las interpretaciones personajes oscuros, pero con algún que otro bagaje detrás, como por ejemplo Antonio de la Cruz, sin ser el protagonista. Este papel recae en Julien Blaschke que también presta su voz en off en todo el metraje. Del resto destacar a Paula Baixauli y las veteranas Tinka Kurti y Margarita Xhepa.

Ideal para todo aquel que ame los films novedosos con un trasfondo histórico. Quedará encantado. El resto de los mortales puede que tengan miles de alternativas.

http://www.terrorweekend.com/2018/10/the-invocation-of-enver-simaku-review.html
TerrorWeekend
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21 de abril de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
*La importancia de la narrativa visual

El terror tiene muchas formas de manifestarse. También el cine. En esta ocasión, el director alicantino, Marco Lledó Escartín, opta en su debut por realizar una ambiciosa y efectiva combinación entre documental y ficción. Nos sitúa en Albania, país que visitó a menudo con su padre y del que pudo empaparse para representar en pantalla algunos aspectos culturales con bastante credibilidad.

The Invocation of Enver Simaku utiliza distintos recursos narrativos para crear esa sensación de veracidad en lo que nos cuenta, según los créditos iniciales, basándose en hechos reales. Desde la cámara de vídeo VHS-C de los años 80 con un formato de pantalla de 3/4, hasta las cámaras digitales de hoy día con formato panorámico. Se utilizan imágenes de archivo y fotografías antiguas para acrecentar la leyenda que hay alrededor de la historia.

Por momentos, tendremos la sensación de asistir a otra incursión en el subgénero del found footage, pero en general, la película tiene un tratamiento más convencional, con las salvedades que hemos comentado. Esa conjugación de trucos expositivos, otorgan a esta película de bajo presupuesto, un aspecto visual con mayor capacidad de sugestión.

*Momentos de terror puro

The Invocation of Enver Simaku se excede con la verborrea. Hay una constante voz en off narrativa que no deja respirar a las imágenes. Se echan en falta secuencias donde el silencio sea protagonista. También, hay un exceso de información. La investigación paranormal se combina con multitud de reflexiones y datos sobre el país que terminan ralentizando el suspense y minando nuestro interés.

En cambio, la parte final me resulta precipitada. El hallazgo de unos archivos secretos que serán claves para desentrañar el sentido de las cosas, se produce de una manera demasiado casual. Lo mismo pasa en la secuencia final que termina con una elipsis que nos lleva al principio. Son momentos en los que el director podría haber extraído más jugo.

Sin embargo, hay que reconocer que hay destellos durante The Invocation of Enver Simaku que son realmente perturbadores y aterradores. Son instantes basados en la sugestión provocada por sus imágenes, breves apariciones espectrales que te hielan la sangre. Es muy meritorio alcanzar esa sensación en espectadores tan habituados como yo en ver cine de género, lo que demuestra que hay talento tras ese director.

*Conclusión

The Invocation of Enver Simaku es un film de terror español, rodado en Albania, que supone el debut en el largo de Marco Lledó Escartín. Es una ópera prima imperfecta, pero francamente interesante y prometedora. Con una producción de bajo presupuesto, saca partido de sus imágenes con su inteligente combinación de recursos narrativos.

Abarca el falso documental o el found footage con grabaciones de audio y vídeo, introduciendo elementos intrínsecos a la historia de Albania. También apela a su mitología con la aparición del Kukuth o Kukudh, una criatura demoníaca que devora el alma de los infelices que posee. La figura del Kukuth albanés se podría asociar con la del Coco o Cuco de nuestra propia mitología. Ese ser maligno también aparecía recientemente en la estupenda serie El Visitante (The Outsider).

En el fondo, las historias de terror que más miedo dan son las que nos vinculan con nuestros terrores infantiles. The Invocation of Enver Simaku tiene momentos que dan miedo. Recomendada para fans del cine de género más independiente y buscadores de rarezas.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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10 de abril de 2019
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor: el enorme mérito del autor (aunque parezca incierto debuta detrás de las cámaras en el séptimo arte) a la hora de coger el testigo de un subgénero como el que ocupa (el de las posesiones e invocaciones), venido a menos con el paso de los años (no por la cantidad de producciones que lo aluden sino por la pésima calidad de las mismas), afrontando el reto con tanta firmeza como personalidad para, con registros tan exactos como la hora de inicio del pase de prensa celebrado en la imponente sala cuatro de los renovados Cinemes Verdi de la ciudad barcelonesa, firmar multitud de escenas verdaderamente estremecedoras a base de mucha sugestión y escasa explicitud; la malsana sensación que a uno le invade tras visionar la cinta (podría entenderse como un alegato negativo pero es precisamente lo que se busca), y es que la recreación de los acontecimientos es, a grandes rasgos, sensacional, transmitiendo el elenco las vivencias de sus personajes como propias hasta alcanzar cotas muy próximas a la realidad en la mayoría de compases; el telón de fondo de índole bélica que, partiendo de la clásica confrontación ideológica entre creyentes y escépticos con la consecuente dualidad entre cuerpo y almas, sirve para exponer una sufrida investigación de ciertos hechos acaecidos para dilucidar si deben atribuirse a los ejecutores carnales o a una criatura fantasmagórica proveniente de la mitología albana (“responde al nombre de “Kukuth”), remontándose a un famoso conflicto mesopotámico para contextualizarla debidamente.

Lo peor: el devenir de la trama resulta poco sorprendente (valga mencionar como ejemplo la advertencia introductoria sobre el anonimato de los verdaderos protagonistas por expresa “petición de los supervivientes”, de lo cual se deduce que tendrán lugar varias muertes), y es que el cóctel de algunos elementos (en especial visiones e informes) no termina de cohesionar sólidamente como para trascender más allá del mero entretenimiento, lográndose generar suspense pero no terror; la demora en estrenar la película en salas comerciales (y decidir hacerlo de manera muy limitada) tras exhibirse en multitud de festivales (entre ellos el popular Sitges film festival en su edición de dos mil dieciocho), pudiendo este hecho impacientar hasta el errático punto de no conceder ahora una oportunidad a la propuesta como, de hecho, ha ocurrido con la citada proyección, pues la popular expresión “éramos cuatro gatos” se aplicó tal cual (exactamente esa cantidad corresponsales nos encontrábamos en la proyección); el relato está muy bien documentado aunque no tan gratamente ejecutado (la historia en sí atrae sin remedio pero se pierde el interés a menudo por la lentitud de la que se dota al ritmo narrativo), interviniendo en ello el ansia por presentar un producto multilingüe (a lo largo del metraje tienen se recurre a varios dialectos y ni siquiera el título está en el idioma patrio proviniendo del mismo), dando la impresión de querer desvincularse de los orígenes en aras de un mayor éxito internacional cuando, obviamente, una cosa no conlleva la otra.

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
Tithoes
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13 de mayo de 2019
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La opera prima del cineasta alicantino Marco Lledó Escartín tiene la virtud de no parecerse a nada que hayas visto antes. Aunque uno pueda pensar que está a punto de tragarse una versión balcánica de 'The Black Door' o 'El Proyecto de la Bruja de Blair', 'The Invocation of Enver Simaku' es otra cosa. Una imersión en las simas de la obsesión y del trauma.

Julien, el escéptico protagonista, intenta superar el suyo intentando averiguar la verdad tras la extraña muerte de su esposa, pero a lo largo del viaje descubre una presencia que le acompaña y se va apoderando de él como antes lo ha hecho de otros. ¿La extraña criatura a la que algunos acusan de una serie de desgracias acontencidas en varias ciudades albanesas? ¿El devorador de almas? ¿Llevamos todos a la criatura en nuestro interior?

Con una fotografía preciosista de María Santolaria, (que refuerza la sensación de estar ante un interesante experimento de terror atmosférico) la película coquetea de forma lograda con el cine de metraje recuperado. Sobria, contenida, llena de metáforas y planos hipnotizantes, alguna de sus escenas te perseguirá días después de su visionado, y te hará hacerte preguntas. ¿Controlarás tu curiosidad o dejarás que te devore?
Sueco loco
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