Shamus, pasión por el peligro

Ha sido una agradable sorpresa encontrarse este film y haber disfrutado con él viendo a Burt Reynolds, un actor con un cartel no muy bueno, dicen. A mí siempre me ha parecido del grupo de los tipos duros al estilo Bronson y demás, pero no se le puede encasillar porque interpretó en todos los géneros: comedia, romance, drama…, lo que está claro es que profundizó mucho en el tema policíaco y se movía en él como pez en el agua.

Esta “Shamus, pasión por el peligro” tiene tela y personalmente me ha gustado y creo que gustará a todos los entusiastas de los policíacos a la vieja usanza, de acuerdo que puede dar la impresión de ser una película cutre y al verla opinen que sí lo es, efectivamente, pero tiene sus méritos y el más curioso es que cumple escrupulosamente con toda la liturgia de los clásicos policíacos: Detective privado de los sin pasta, vacilón, duro, mujeriego, echado a perder y apenas con dos camisas en el armario. Correcto en todo.

Aquí Burt Reynolds se gana el sueldo en cada secuencia, en todas le toca correr, saltar, pegarse, no para. La ambientación es cojonuda, los exteriores son entrañables: rincones pordioseros, almacenes poligoneros, arroyos infectos, garitos increíbles… Y, por supuesto, todo un abanico de personajes del hampa bien retratados, en fin, policial para disfrutar por incondicionales del género.

Amena película típica de los 70 en donde nuestro héroe es un detective privado con poco dinero, mujeriego y siempre metido en problemas. Es contratado por un millonario para que recupere unos diamantes robados de una de sus joyerías, lo que comenzará a desenredar una madeja de conflictos involucrando a varios personajes. A medida que investiga más cosas nuevas aparecen permitiendo lograr, a pesar de sus años, ser un film entretenido especialmente gracias al carisma del gran Burt Reynolds, quien seria una especie de Bruce Willis de los 90 (no el que hace los bodrios actuales). Como secundario encontramos a la bonita, por ese entonces, Dyan Cannon. En síntesis es un film que puede verse sin inconvenientes logrando el principal cometido que es hacer pasar un momento entretenido.

Burt Reynolds en plan macho alfa, dando vida a un detective privado desaliñado, mujeriego, en busca de algo de dinero.
Es contratado por un extraño millonario por una cifra importante de dólares para recuperar unos diamantes, pero en la busca de estos, nuestro querido Burt se enfrenta a algo mucho más importante y peligroso.
Estamos en presencia de un Reynolds en estado de gracia, con su infaltable impermeable, con solo dos camisas en el armario y haciendo el amor en una mesa de billar que utiliza como cama, golpeando y siendo golpeado por variados malvivientes.
Película algo vetusta pero con el nostálgico sabor de los policiales setenteros, mostrando la cara oculta de New York, con sus garitos secretos, arroyos sucios, galpones abandonados.
La música es del gran Jerry Goldsmith, creador de infinidad de bandas sonoras, entre ellas Total Recall, Rambo, El Planeta de los simios, entre muchísimas otras más.
Desde acá mi mayor admiración y recuerdo para un grande.
Volviendo a la película en cuestión, es un policial que disfrutaran los amantes de los policiales de los años setenta y ochenta, los demás abstenerse.

Lo mejor: Burt Reynolds , en su mejor momento.
Lo peor: la chatura del director Buzz Kulik , lamentablemente del montón.
La escena: El final a todo ritmo, con un Reynolds corriendo, peleándose, saltando, lejos lo mejor de la película.