El francotirador

Quizá me paso con la nota negativa, pero como veo que los usuarios la votan con bastante generosidad y a mi no me ha gustado nada, voy a discrepar totalmente. Esta película es, como diría mi vecina, una castaña. ¿Por qué nadie hace crítica?

Hay que reconocer que «El francotirador» tiene el valor de mostrar la sociedad y los ideales tal cual se consideraban en aquellos momentos; aquí no vale el lavado de cara ni la crítica política veinte años después. Así, por ejemplo, vemos que las ideologías antisistema, de corte terrorista e imaginamos que socialista, son quienes promueven una liberación sexual denigrante (llamada cinematográficamente «el destape») que convierte a la mujer en un objeto de pornografía barata y negocios sórdidos. El fotógrafo Moisés se queja de que «ahora» no se puedan hacer fotografías «tan artísticas», encima. Me pregunto si, hoy por hoy, lo consideran un mérito o se avergüenzan de ello. Yo me avergonzaría intensamente.

Ambientada en un año indeterminado de la Dictadura, al protagonista Lucas (Paul Naschy) se le ocurre matar a Franco tras la muerte de su hija en un accidente de lo más estrambótico: explota una bomba, el coche al que va dirigida (coche gubernamental, por supuesto, quizá del propio Franco) se sale de la carretera y atropella a la niña, dándose luego a la fuga. Esto, señores míos, es lo nunca visto, lo inconcebible. En fin. Entonces, se apodera del pobre relojero Lucas unas ansias de venganza que no comprendo: ¿por qué al Jefe del Estado, y no al grupo terrorista? ¿Por qué no hay ninguna crítica al atentado en sí? Ah, por qué será... La venganza le lleva a Madrid y, finalmente, a mezclarse sin querer con unos terroristas (¿los mismos?) que amenazan y coartan, igual que amenaza y coarta el sistema político. Lucas, el hombre libre que está en medio, tendrá que decidir qué hacer y cómo hacerlo llegado el momento.

Carlos Puerto (¿también él está en medio?) cita a Baudelaire, no sé cómo se atreve, y realiza una película de desnudos femeninos a granel, casposísima, pretendidamente dramática, social y política, pero a la que no le encuentro ninguna utilidad. Yo lo único que veo es una aburrida cinta en la que estaba deseando que ocurriera algo de acción. Al final la hay, pero qué mal hecho está todo, de verdad.

Pésima, no hay nada más que decir.

Rareza que descubrí por casualidad en una página dedicada al cine clásico, aunque en este caso no pertenezca al mismo.
La película comienza de manera interesante (6) y poco a poco se acerca a lo pasable (5) para acabar siendo un regular (4), sin olvidar que hay secuencias de calificación mala (2) o muy mala (1).
Me explico a continuación:
La película rodada durante la transición plantea una idea atractiva, está claro que la película cuenta con pocos medios, un ejemplo es la secuencia del accidente. El guión a partir de ahí, podía haber sido algo que no fue.
Nos deriva en una venganza llevada a cabo por lo que hoy conocemos como un lobo solitario, pero existe el problema que nos topamos con la época del destape, y es ahí donde la peli hace aguas por todas partes, llegando a ser infumable. Toda la parte de "amor" es directamente una basura que no hace otra cosa que romper el ritmo y destrozar la peli. Añadir también que el director juega con la historia y plantea de forma sutil pero evidente (no hay más que ver la matrícula del coche) la situación política de la época y la actuación de un grupo que desempeñaba la lucha armada.
Paul Naschy está en su línea, sin sobresalir, pero roza el patetismo en las secuencias antes mencionadas. El resto sin más.
La verdad es que es una pena, ya que un guión bien elaborado y una dirección más apropiada, hubiese dado para mucho más y además para una peli muy muy interesante y entretenida.
Una lástima.

Aburrida película que además de carecer de cualquier maestría que la hiciera sobresalir, muestra las inclinaciones políticas de su director hacia el régimen dictatorial de Franco en España. Ni es un thriller, ni hay crímenes -la muerte de la niña es un accidente-, ni el pretendido terrorismo del que hace gala en su sinopsis llega a inquietar.

Estamos ante un cine plano, simplista y sumamente retrógrado. Paul Naschy no es creible. Pero tampoco lo son los personajes que le rodean, en especial la mujer que ocupa su espacio emocional.