Espejismo

Espejismo es una película que te impacta desde su presentación inicial, con esa música contundente, profunda y con un destello de misterio desde ese apagón inicial, lo que te dice que aquí hay cine a nivel muy alto que observar. Con un excelente guión de amplias repercusiones en nuestras vidas, como el cuestionamiento del hombre sobre su moralidad, esa dualidad entre el bien y el mal, las profundas paradojas y responsabilidades de la psiquiatría, la soledad en la infancia y un gran amor que busca volver a germinar. Gran dirección de Edward Dmytryk con toques de Alfred Hitchcock en ciertas secuencias, magistral musicalización de Quincy Jones y notables actuaciones. Los laberintos del cerebro humano, mostrados de una manera vertiginosa y que nos cuestiona la realidad que vivimos.

"¿Sabe que un médico ya no puede
detenerse ante un accidente en la calle?
Si nos detenemos a ayudar a un herido
grave, somos legalmente responsables.
Por eso debemos dejar
que se desangre en la calle.
En el mundo complicado de hoy,
el bien se convierte en mal, y
el mal en bien."

Desconocido thriller psicológico de Edward Dmytryk que navega a la sombra del estilo de Alfred Hitchcock en "Recuerda" Además del mago del suspense ‘Espejismo’ también combina elementos de una obra de Stanley Donen "Charada" . Se trata de un entretenido relato de misterio que mantiene al espectador atento en todo momento intentando comprender qué le ha sucedido al protagonista.
De narración clara y concisa, planea de forma muy equitativa por las paranoias sobre conspiraciones, sobre los problemas de identidad, y cómo no, sobre el amor. Por otro lado la película no adolece de ciertos toques de comedia, que aunque pocos, encuentran en Walter Matthau su mayor aportación.
En definitiva nos encontramos con un admirable Gregory Peck intentando encontrar los eslabones perdidos de su cadena de recuerdos, con un sobrevio Walter Matthau intrigado por una trama que se le escapa entre los dedos, con una bella Diane Baker aportando algo de luz a la trama y con un despiadado George Kennedy saliendo de los mismos infiernos para que la brutalidad física sea real. El espejismo es real. Basta con ver esta película.

El film tiene un tipo de trama en donde todo lo que se dice nos es verdad y la mentira no se puede clarificar. Ya hemos visto a Gregory Peck (1916-2003) en dos ocasiones con este tipo de film, “Spellbound” (1945) en donde también padece de amnesia y “Arabesque” (1966) una película llena de intrigas y mentiras.

Este film es sumamente entretenido y a la vez inquietante e intrigante. Una extraña empresa dedicada al negocio armamentista tiene de cubierta una organización pacifista en donde sus líderes simulan muy bien lo que son, pero su afán de poder y lucro los lleva a confrontarse.

La actuación de Gregory Peck es extraordinaria, que junto a la de Walter Matthau y Diane Baker son las mejores del film. La película generó por la venta de taquillas la cantidad de $3 millones en EEUU solamente, más $1,5 millones por la venta de alquiler en los videoclubes, además recibió una nominación al “San Sebastián International Film Festival” el cual resulto ser ganador del premio “Concha de Oro”.

Existen películas que no soportan el paso de los años, que resultan un sufrimiento de ver por distintos motivos, pueden ser obras con apenas diez años de haber salido a la luz, u otras que simplemente añejan mal, que se noten descontextualizadas, fuera de foco y que por tanto no generan interés.

En estos casos queda para la crítica contemporánea intentar salvar los elementos más válidos de la producción, por más que con la mirada subjetiva no podamos obviar lo que nos parece negativo. Pero, ¿cómo pedirle a un actor que actúe de otra forma si en sus tiempos la actuación era de otro estilo? ¿Cómo pedirle más a unos efectos especiales de hace ochenta años?

El caso del filme estadounidense Mirage, ganador de la Concha de oro de San Sebastián en el año 1965, es opuesto, una gran sorpresa la fluidez narrativa y el ingenio argumental que logran Dmytryk como director y Peter Stone como guionista, en un largometraje con más de medio siglo de haber sido estrenado.

¿Puede acaso un evento traumático producir una amnesia?

David Stillwell (Gregory Peck) es el protagonista del filme, un tipo que tras un apagón en la ciudad de New York, comienza a vivir una situación bastante particular, donde su vida personal no encaja con los recuerdos que tiene, donde los últimos dos años de su vida parecieran no existir, por este motivo intenta a lo largo de los 108 minutos de metraje dar con su identidad, donde lo que vemos no siempre es la verdad.

Claro que la situación es mucho más compleja, alcanzando un nivel de intriga bastante alto que se mantiene así en todo momento, siendo un logro que pocas obras pueden alcanzar La película está basada en la novela Fallen Angel (1952) del escritor Howard Fast.

Mirage es también una propuesta que se mantiene muy vigente, con ideas sobre organizaciones armamentistas que pueden trasladarse perfectamente a la actualidad, un guion inteligente y una narración que recurre constantemente al flashback, la edición de Ted J. Kent logra llevar a buen puerto estas intenciones narrativas.

Otro aspecto de la viveza que tiene la trama se da gracias a los chispazos del dialogo, el humor es constante, con una buena dosis de sarcasmo. A pesar de que tiene el típico corte clásico estadounidense de cine negro, hay por ahí aires de cine clase B, y además también se podría decir que bebe de la Nueva ola francesa, para lograr con toda esta mezcla una identidad muy contemporánea, y que como ya se ha hecho mención engalana a la perfección lo actual que se siente el filme.

Mirage termina siendo una gran sorpresa, casi un milagro, una pequeña joya de un cineasta que debe estudiarse más.

Gran plano general. Exterior noche. Siluetas de rascacielos recortándose contra el cielo nocturno con sus ventanas iluminadas. Repentinamente, las luces de uno de los rascacielos se apagan. Este es el inicio de una intriga de lo más hitchcockiana con su macguffin y todo. Un hombre es perseguido por unos tipos con muy malas intenciones que quieren de él algo que él no sabe lo que es. Pues eso, el macguffin.

El protagonista, repentinamente, se da cuenta de que no recuerda nada de los últimos dos años e inicia sus pesquisas para averiguar quien es y porque le persiguen. Visita a un psicólogo, contrata a un detective, pero quien más información le proporciona es una joven que se le aparece constantemente y que le trata con gran familiaridad.

Comienza muy bien, con las secuencias del apagón brillantemente resueltas y dejando en el espectador una inquietante sensación de desconcierto muy próxima a la del protagonista, pero a medida que la trama se enreda sobre sí misma, el desconcierto se convierte en aburrimiento y en lo único que pienso es: “Bueno, ya me lo explicarán al final”. Y como la explicación, tirando de psicoanálisis para iluminar el apagón de la memoria (¡anda que lo de árbol!), me convence entre poco y nada y el macguffin me parece de una ridícula solemnidad, y como comparada con otras películas del género sale bastante malparada, no encuentro extraño que esta sea tan poco recordada.