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Bilbao

Drama. Thriller Leo, un psicópata, concibe una progresiva fascinación por Bilbao, una bailarina de striptease que para llegar a fin de mes ejerce como prostituta. Leo sigue a Bilbao a todas horas, estudia sus movimientos y termina por raptarla, como si se tratase de un objeto más que añadir a su colección erótica. Una historia de amor y posesión. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
26 de marzo de 2011
23 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un año antes de que Iván Zulueta removiera y expandiera la capacidad expresiva del cine español con su "Arrebato", realizaba Bigas Luna la obra maestra de su carrera y una de las películas más insólitas, excesivas y geniales de la Historia del cine español. Enriquecida hasta lo insaciable por detalles de creatividad cinematográfica, es la simple crónica de una obsesión: Jové (qué soberbio, complejo e inmaculado trabajo el suyo), un erotómano obsesivo, coleccionista de todo tipo de fetiches, va concibiendo progresivamente una ilimitada fascinación hacia Bilbao (Pisano), una prostituta y actriz de "strip tease" hasta secuestrarla para incorporarla a su colección de objetos.
Partiendo de "El coleccionista" de Wyler, Luna traza su original relato literario (no olvidemos que la película parte de un cuento del propio Luna) en original y personal universo cinematográfico, con una aparente dejadez en la puesta en escena, en realidad un magistral ejercicio de estilo lleno de inteligencia y detalles.
Es ese rasgo, la inteligencia, el que prima aquí. No tiene guión propiamente dicho, todo es un monólogo interior de Jové, quién al lado de un cúmulo de símbolos y objetos suponen una irreductible, depurada y poderosa narración, tan sencillamente sofisticada, tan inteligentemente compleja como cualquier guión elaboradísimo. Así, una cámara de fotos, un trozo de salchicha, los recortes de prensa, una cinta de música, unas braguitas, la leche o un cepillo mecánico de dientes cobran desde su heterogeneidad la virtud de ser unos personajes más.
Pero no hay mayor y más sublime objeto en Bilbao que ella misma, la culminación fetichista y delirante, la cumbre obsesivo-erótica de Jové. Bilbao es una muñeca inmejorablemente platónica (como inmejorable es la elección física de Pisano para el papel: normal, rellenita, nada bella, antiplatónica).
Resulta demencial la obsesión de Jové: es capaz de cometer uno de los actos más abominables y valientes del ser humano, un secuestro, cuando en realidad él no es más que un personaje introvertidísimo, solitario recalcitrante, pero sobre todo terriblemente miedoso. Habría que hablar mucho de a qué género pertenece "Bilbao". Para mí es una tragedia brutalmente íntima, un poema trágico y doloroso, para nada un film erótico, sino todo lo contrario, es algo casi antierótico, pues soterra toda sensualidad al desarrollo y comprensión de la tragedia. Eso sí, contiene dos momentos sublimes de lo mejor del cine erótico en toda su Historia: el riego de leche que hace Jové sobre el trasero de María Martín y toda la parte en que Jové tiene colgada a Bilbao de las cuerdas, mientras la rasura el coño, siendo un acto que de puro morboso es muy hermoso.
"Bilbao" es la justificación de Luna a toda su carrera, una obra maestra total y absoluta de nuestro cine que casi nadie aprecia. Amo esta película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kafka
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29 de diciembre de 2010
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera prima de José Juan Bigas Luna (Barcelona, 1946) puede ser digna de cualquier aficionado debido a su sencilla exposición de imágenes. Rodada con una pobre fotografía (obra de Pedro Aznar), el realizador de “Son de Mar” (2001) aprovechó con unos asfixiantes y densos primeros planos un ambiente turbio y casi oscuro. También la cámara fija el rostro inexpresivo e inerte del actor Ángel Jové, aunque la añadida voz en off (del actor y director teatral uruguayo Mario Gas) transmite los profundos sentimientos que se ciernen en tan oscura personalidad.

Bigas Luna refleja, no de manera directa sino sugerente, la decadencia de una clase burguesa que se va evidenciando cada vez que vamos conociendo la complicada abstracción obsesiva del desheredado Leo (Ángel Jové), un hombre perturbado que vive con María (María Martín) que le hace de tutora y amante, a la vez del tío de él (Jordi Torras) que lleva las riendas de la empresa familiar; un matadero del que controla los beneficios a espaldas de Leo. Mientras María incita al chico, que la aborrece aunque no puede sentirse solo sin ella, a sus juegos y perversiones sexuales. Leo encuentra su única salida de escape saliendo por la Barcelona de noche, en locales de striptease, coleccionando recortes y obsesionándose cada vez más por Bilbao (Isabel Pisano), una bailarina y prostituta que quiere hacerse suya. Para ello empleará todo cuanto tiene a su alcance para seguirla, comprar y olfatear las mismas prendas de ropa interior que usa ella y haciéndose con otros objetos relacionados con su nombre; incluido una postal de la capital vizcaína.

No es un film erótico al uso, que empezaban a aparecer en esa época de transición y destape, ni tampoco se puede considerar un film experimental. Bigas Luna, que trabajaría con Jové en “Caniche”, rodó un film tan serio como transgresor como el que representa “Bilbao”, para mostrar los oscuros y morbosos pensamientos de un perturbado que, desde su inocencia, materializa en los más perversos actos de los que disfruta con una indiferencia compulsiva.
Natxo Borràs
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14 de mayo de 2018
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Relato de “amour fou” (amor loco) con bizarro triángulo amoroso de fondo que puede leerse como un catálogo de perversiones (“voyeurismo”, fetichismo, travestismo) e ingredientes que aderezan una narración que versa sobre la soledad del hombre contemporáneo y su obsesión por poseerlo todo. Con una estética “underground” conscientemente desaliñada, el casting responde igualmente a la tendencia y búsqueda de cierto tono “amateur”. Construida a partir de la dicotomía entre el tono onírico de los pensamientos del protagonista (personificados en una voz en “off” incesante que actúa como hilo conductor del relato) y la realidad sucia y gris que le rodea, la cinta se convierte en un viaje febril y alucinado por los laberintos de su deseo fetichista.
Isidoro Feria
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28 de julio de 2015
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Érase una vez un señor de aspecto gris, voz engolada y temblorosa, objeto de chanza y parodia por parte de todos los aspirantes a humoristas, y pope de la crítica cinematográfica de la década de los setenta. Me refiero, cómo no, a D. Alfonso Sánchez. Y fue él quien encumbró esta película a la categoría de obra maestra, y este humilde servidor, devoto admirador de D. Alfonso, fue a verla sobrecogido en su estreno. Ciertamente quedé impactado, y compartí al cien por cien la opinión del divino Sánchez (Dios lo tenga en su Gloria).
Pero, como dice el tango, "los años han pasado, terribles, malvados" y micer Bigas Luna, nos ha ido obsequiando con multitud de pelis, cortadas todas con el mismo patrón: tetas, culos, pubis y sexo cutre a troche y moche. Revisada "Bilbao" -el revisionismo ha sido el peor pecado desde el punto de vista marxixta- libre uno de prejuicios progres y absurdas servidumbres a los ídolos de barro de la crítica peliculera, se nos muestra la dizque "obra maestra" en lo que de verdad es: una absurda historia sin pies ni cabeza cuyo único objetivo es sacar en pelotas a la hermosísima Isabel Pisano y a Dª María Martín (un respeto, hombre, con la tercera edad) y polarizar en ellas todas las repugnantes fantasías del afamado Bigas. Eso sí, jamás le negaré al encumbrado artista su excepcional dominio de este complicadísimo oficio que es dirigir cine. Sabe mover la cámara, dirigir actores, crear ambientes, dominar la fotografía, encontrar los temas sonoros adecuados a cada situación, ilusionar al espectador prometiéndole lo que nunca le va a dar, haciéndole creer que asistirá a una historia tremebunda y coherente, a una tragedia griega, a un orgasmo psicoanalítico... Y todo queda en luctuoso coitus interruptus cinematográfico, en aburrida bacanal, en "árbitro la hora". Y, con cara de tontos, vemos que simplemente nos han colado un asfixiante remedo de peli porno con ínfulas de transcendencia bergmaniana. Y lo que en el 78 nos dejó con una notable erección y la boca de par en par, a día de hoy la única erección que nos aporta son una cejas enarcadas, asombrados por tanta sandez, y la boca se abre, cual león de la Metro, para emitir un grandioso e interminable bostezo.
krusellas
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19 de octubre de 2005
20 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enfermiza, obsesiva y arriesgada película que muestra la Barcelona post-franquista a través de un perturbado personaje. Injustamente infravalorada pasa por ser una de las mejores películas del cine español. Notable alto.
racsovito
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