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Pistas para volver a casa

Comedia. Drama Dina trabaja en el turno noche de una lavandería; vive sola, es bastante devota y fuma sin parar. Pascual no trabaja. Tiene un hijo y una hija, y, desde que su mujer se fue de casa, una vecina veterana lo ayuda a criarlos a cambio de sexo. Dina y Pascual no tienen mucho en común, salvo que son hermanos, cuarentones y que fueron bautizados con nombres de cantantes italianos de los sesenta. Y también que no están muy emocionados con el ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
8 de marzo de 2015
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dina y Pascual, tienen poco en común pero sin embargo son hermanos, casi cuarentones y sin una familia normal. Ella vive sola y trabaja obsesivamente. Él no tiene empleo fijo aunque es ingeniero y tiene dos hijos pero su pareja lo abandonó. Dina es laburadora compulsiva, solidaria, mística, conciliadora y optimista; él es ateo convencido, pesimista y entregado a un sentimiento de pasividad que domina su vida, al punto de que gran parte de la atención de sus hijos corre por parte de una vecina que lo ayuda a cambio de sexo.
Pero un día esa opaca rutina circular se quiebra con la noticia de que el padre de ambos ha sufrido un accidente en un pueblito del interior y está internado en un hospital público sin movilidad y con bastantes lagunas mentales. Entonces, sin demasiado entusiasmo, los hermanos se unirán en busca del padre y emprenderán un viaje al interior en el auto destartalado de Dina, realizando un periplo que reflotará cuentas pendientes entre ellos, porque la convivencia los obliga a redescubrirse y necesitarse. El objetivo de ayudar al padre desvalido, les traerá noticias también de la madre ausente que los abandonó misteriosamente hace tres décadas.


“Pistas para volver a casa” es una historia de personajes y relaciones humanas que va oscilando entre lo emocional, lo absurdo y algo de odisea heroica con protagonistas muy perdedores pero capaz de regenerarse. Cada uno frente a la adversidad reaccionó de manera distinta, acorazado con diferentes capas de distintas cosas que vuelven a la superficie en la circunstancia límite del presente. La trama requiere que los personajes fueran redescubriéndose en distintos escenarios y, por eso, la película atraviesa muchas locaciones y personajes secundarios, al estilo de las roads movies de Sorín o de la reciente película cordobesa-uruguaya “Noche sin luna” de German Tejeira.
La directora Jazmín Stuart, actualmente con 39 años, se inició como actriz en programas de televisión noventistas. Ha actuado también en varios films, entre ellos el excelente “Fase 7” (2010). Escribió y dirigió la obra teatral “La mujer que al amor no se asoma” y “Pistas...” es su segunda experiencia como directora y guionista cinematográfica. A esta altura, afirma “que le gusta usar elementos de distintos géneros y que siempre termina escribiendo historias en donde el humor aparece inevitablemente”.
Aparte de no limitarse a realizar una comedia convencional, J.S. nunca pierde de vista el arco de los personajes ni el hilo tonal que enlaza las diferentes secuencias, cada una con su tono propio. y no esquiva escenas trabajosas con la cámara, con animales, debajo de la lluvia o con armas de fogueo. Así, en vez de una película intimista en dos locaciones, transita por muchas en el interior de Buenos Aires y en Capital Federal.

Entre la ligereza y la densidad, el film despliega un torrente de movimientos y emociones espontáneas. Desprejuiciada y despareja, pero al mismo tiempo llena de búsquedas y hallazgos, la historia se va revelando con muchos secretos y mentiras del pasado. Por momentos, la narración -como un espejo deformado- introduce situaciones típicas del cuento de hadas tradicional: Ver la secuencia nocturna en que Dina se pierde en el bosque y siente miedo de ruidos que provienen de la oscuridad. Desafiante, baja de su auto para afrontar lo que sea, cuando, inesperadamente, el temor se disipa con la aparición de un estilizado caballo blanco. De forma parecida, la pelicula repite ese constante -y difícil- juego entre géneros y tonos, transitando por micromundos emocionales no carentes de momentos punzantes, que remiten a una búsqueda genuina de algo cada vez algo más crudo, más expuesto y con un mayor nivel de riesgo.
Comedia absurda, melodrama familiar, película de aventuras, road movie, todas estas etiquetas pueden abarcar al contenido que, a partir de una premisa simple, se va cargando de peripecias extraordinarias, emociones y un sentido de la aventura similar a la búsqueda del tesoro, donde el botín a recuperar supera con creces su valor material.
rouse cairos
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12 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me enganchó en ningún momento, me costó un mundo acabarla, no cogí cariño a los personajes, intenta abarcar demasiado y se queda a medias de todo.
Demasiado lenta, demasiadas situaciones, demasiados actores secundarios que no aportan nada a la historia. Demasiado plana, floja.
Lo mejor sus dos protagonistas, su química, su relación. Un placer.
Megustaelcine
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29 de noviembre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermanos en lo bueno y en lo malo.

Hermanos en busca del tesoro, económico y sentimental, físico y emocional pues ¡por qué elegir si se puede tener un dos por uno!, desconexión de hace tiempo sufrida que se reduce a esa restablecida relación de quien se ve obligado a pasar tiempo juntos por circunstancias del momento.
Porque no hay otra, aunque no guste ni se quiera, un padre enfermo y necesitado solicita de sus moribundos hijos cuyas vidas, en paralelo, circulan con tristeza, desolación y un abatido agarrarse a lo que se pueda que no ofrece muchas alegrías y esperanzas sino soledad y desespero de quien trata de sobrevivir a su propio desorden, desgana y ansiedad.
Una dura historia familiar, abandono materno sin aviso ni explicación en una niñez que quedará por siempre marcada, un caótico relato paterno que no se sabe si procede de su novedosa alucinación, de una fantasía de viejo o es verídica la existencia de lo que cuenta, cuatro oídos que atentos escuchan mientras se miran atónitos y, a partir de ahí, a seguir los indicios que nadie, ni ellos mismos, tienen claro en que desembocarán o a dónde les llevarán.
Únicamente es obvio esa oportunidad de conversación sincera que les ofrece la vida para entenderse, de recuperar el tiempo y saber del otro, de unir lo distanciado, más una serie de destartalados pasos de una trágica pareja que lleva la comicidad apostada a su desgracia.
Un guión sencillo, que funciona en su dejadez de andadura, en su simpleza de requerimientos, en su franqueza de reproches, acudir a auxiliar a un padre impedido más ese camino de conducción por carretera, de parada imprevista, de estancia aburrida que da para intercambiar existencias, rememorar el pasado, intercalar anécdotas y volver a sentir que se tiene un hermano, incluso puede que el hallazgo de esa familia disuelta que resurge para aportar pistas de cómo volver a casa.
Porque están perdidos, solos y extraviados, porque tras una ingrata obligación se puede esconder un encanto de experiencia, esa precisa solicitud que parte del fastidio ingrato, irrepetible, entrañable, sólida y solicita por las carencias de años que cubre y resuelve con ese inesperado encuentro; Jazmín Stuart escribe y rueda una narración intimista e introvertida, con esparcidos toques de ridiculez humorística, que poco a poco se abre para no comunicar mucho pero sí lo mínimo y válido para volver a mirarse y realmente verse, eliminar la distancia de años y encontrar al ser querido, ese abrazo que tanto se echaba de menos.
Quiere ser tierna y lo consigue a su manera, quiere ser divertida y por tramos lo logra, quiere ser dramática y con esa carta se presenta, más gotas de cinismo, de culpa, de crítica y de olvido, Erica Rivas y Juan Minujín simpatía actoral que queda reflejada en su buen entendimiento ante la cámara más un espectador que conoce a los personajes con interés, sigue su trayectoria con curiosidad y es testigo de su devenir con grata apetencia, alguna sonrisa de por medias y una aptitud abierta y disponible a digerir con gusto lo que el argumento ose y desee construir.
Dos monedas antagónicas, él ateo, seco, deprimido y apático, ella religiosa, conformada y apaciguadora buscando la tregua y el consenso, uno afronta lo que el difícil destino le trae, con lamento, pasividad pero sin abandono, la otra se esconde temerosa de participar y perder en lo que ni siquiera le hace feliz, Buenos Aires queda atrás, presente hay un viejo hospital que se cae a pedazos y la cabeza poco lúcida de un patriarca que ya no es el que era, se mueven los dados, se apuesta a la ruleta y van surgiendo notas absurdas que facilitan la aventura de ir en busca de una fortuna y hallar a una madre.
Reconciliación de un clan perdido, unas veces con oferta espesa e inmóvil, otras con logradas escenas graciosas que mezclan lo inverosímil, lo afectivo, lo místico y la creencia y, en resumen, un conjunto ameno, apetecible, que se consume con facilidad y atrapa por lo ofrecido, que hace buscada mezcolanza de lo patético, lo dramático y lo irrisorio, que encuentra su punto sensible sin profundizar y crear un ambiente positivo, emocional, de bonanza que permite no te arrepientas de haber seguido sus pistas y llegada a casa; no es gran mansión, no es de lujo, ni tiene gran decorado, sus pisadas son pobres, austeras y surrealistas pero oferta acogedor afecto sin apenas darte cuenta.
Dos perdedores que saben ganar la victoria de su tiempo y estima.

Lo mejor, la honestidad y sensibilidad de su trama
Lo peor, la mezcla de géneros hace que ninguno de ellos prevalezca, se diluyen sin comandar ninguno

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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