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Caza humana

Thriller Dos convictos evadidos (Shaw y McDowell) son perseguidos en un inconcreto país latinoamericano. Allá donde van, siempre les intenta dar caza un amenazante helicóptero negro. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
7 de diciembre de 2008
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un trabajo de Losey no muy conocido con dos presos evadidos (Robert Shaw y Malcolm McDowell) huyendo de un helicóptero que intenta darles caza.

La estructura es perfecta, con unas tomas aéreas y panorámicas sensacionales, sacando todo el potencial de la gran pantalla, la cuidada fotografía, el poderoso vigor narrativo o el uso de la música cuando surge el helicóptero, que da un aire siniestro a sus apariciones asemejándose a un depredador que persigue su presa y juega con ella antes de devorarla.

Durante la escapada hay enfrentamientos con armas propios del cine bélico escenificados con un pulso soberbio y en la tensa relación entre los fugitivos no falta el componente más común del cine de Losey, la dominación, si bien el mayor protagonismo lo tiene el paisaje, unas veces aliado, otras enemigo, pero a la postre espectador de una contundente lucha del hombre contra el hombre.
Ennis
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8 de mayo de 2009
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
174/01(01/05/09) Extraño film del realizador británico Joseph Losey, sobre una persecución a dos tíos (Robert Shaw, también guionista y Malcolm Mcdowell) huidos de no se sabe dónde, no se sabe por qué estaban presos, no se sabe hacia dónde van y sus perseguidores dan la impresión de ser fantasmas que les siguen casi como zombis. Huyen por paisajes inhóspitos, donde la aridez de los lugares quieren transmitirnos la asfixia de los huidos, acechados por un fantasmal helicóptero que se conforma con asediarles, sin dispararles, me recuerda bastante al espectral camión de la posterior "El diablo sobre ruedas" de Spielberg. La cinta pretende ser una reflexión sobre los límites del ser humano ante la presión, pero a mi entender no funciona, carece de la fuerza necesaria y se convierte en algo rutinario, con algunas escenas muy forzadas para mandarnos el mensaje, que pretende más de lo que alcanza. Recomendable a los amantes de de historias de persecuciones. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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19 de mayo de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conocemos sus apellidos, tan sólo se llaman Mac y Ansell; no sabemos por qué huyen ni en qué país están; tampoco sabemos quién los persigue ni adónde van, es decir, son dos personajes que sirven de alegoría para cuestionar la llamada justicia y para resaltar los valores que pueden poseer los perseguidos en cualquier lugar del mundo. Algo así, ya lo habíamos visto en “The defiant ones” (1958), el brillante filme de Stanley Kramer, y entre otros títulos, en “Lonely are the brave” (1962), magnífica realización de David Miller.

Lo realizado por Joseph Losey, no consigue el impacto de aquellos dos filmes, pero conserva un halo de sensibilidad tan sólo reconocible en los grandes artistas, pues nos permite entrar tan íntimamente en suficiente cantidad de comportamientos, ideas y sensaciones de sus protagonistas, al punto que conseguimos entenderlos en sus aciertos y desaciertos, quedando fuera de nuestro criterio la posibilidad de condenarlos, pues, condena y aniquilación no es siempre justicia, Justicia es, con mayor frecuencia, conocimiento y comprensión.

La película está basada en la novela homónima de Barry England (1932-2009), primera que éste publicara en el año 1968. En el libro, Ansell y MacConnachie, son dos soldados profesionales que escapan de una columna de prisioneros de guerra que están siendo llevados a territorio enemigo, pero Losey ha preferido dejarnos ampliamente desinformados a fin de que los ubiquemos donde y como queramos, pues su propósito va más allá de los datos externos para adentrarnos en lo comportamental y emocional de sus personajes, a fin de que podamos determinar si los condenamos o conseguimos sentir que se merecen otra cosa. En este sentido, un final a la manera de la película de Kramer hubiese sido más afortunado, pero Losey o quizás las juntas de censura, determinaron lo que ocurre y el final se convierte así en una resolución predecible que no deja ese gusto a complacencia. Y cuando uno mal se siente, la que ha perdido suele ser la verdadera justicia. Por supuesto, es también esa otra respetable manera de decir las cosas, aunque no la compartamos.

Para protagonizar este filme, que al tiempo luce como una historia de guerra y también como un western moderno, Losey eligió a Robert Shaw (también escritor del guion) quien, como Mac, representa al hombre duro y vengativo, pero un gran amigo cuando corresponde serlo. Y con él, Malcom McDowell, es el chico ilustrado que repugna de las acciones que reclama el combate, las cuales, a veces, se ve obligado a asumir.

Todo el ejercicio del paisajismo, desde el helicóptero que les persigue incesantemente –con lo que se justifica el título elegido- convierte a los dos fugitivos en una suerte de ratones que desesperadamente huyen del águila que juguetea antes de atraparlos. De paso, el recurso burdo de atentar contra las cosechas de los campesinos, devela la común actitud de arrasar con lo que sea con tal de lograr el cometido. ¿Habremos visto u oído de esto alguna vez?

“FIGURAS EN UN PAISAJE”, resulta un filme bastante atípico en la filmografía de Losey, pero contra todo, conserva esa necesaria pretensión de la búsqueda interior con que consigue ennoblecernos, ayudándonos a comprender un poco más sobre la naturaleza humana. En tal sentido, es un buen regalo el que nos hacemos viendo esta película.
Luis Guillermo Cardona
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3 de abril de 2021
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es fascinante lo que propone Joseph Losey con Caza humana. Un intenso thriller capaz de mutar al bélico, al terror o al wéstern sin perder en ningún momento su trepidante esencia de aventuras. Si bien puede recordar por momentos a Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969) tanto por la acción como por su valor intrínseco de buddy film, el director estadounidense se adelantó por los pelos al éxito de la ópera prima de Steven Spielberg, El diablo sobre ruedas (1971) en su concepción de implacable antagonista mecanizado que es, en este caso, un helicóptero que pareciera pilotado por el mismísimo Satanás.

Una de sus mejores bazas es el excelente pulso narrativo. Losey, desde el arranque de la película, consigue traspasarnos con pasmosa facilidad el sofoco y, sobretodo, la sensación de peligro y reacción de supervivencia de dos hombres en huida permanente de un imponente helicóptero negro. Dos hombres de los que no sabemos nada, ni falta que hace, característica desde la que construye la magnética esencia de thriller mientras nos embarcamos en la épica huida de sus protagonistas de ese engendro aéreo empleado como elemento activo para la elaboración de una estructura narrativa casi episódica en la que se forja la relación de dos personalidades muy diferentes.

Esas personalidades son las de Ansell (Malcolm McDowell), un joven chico de ciudad, y MacConnachie (Robert Shaw), un hombre duro y maduro que recuerda inevitablemente a ese arquetipo de bandido tantas veces llevado al wéstern de la mano de Eli Wallach. Dos hombres que, a la fuerza, establecen una huraña relación de dependencia que evoluciona con rápida naturalidad a unos íntimos y preciosos lazos que casi podrían considerarse paterno-filiales, haciendo que, aunque no sepamos nada de ellos ni lo que han hecho para verse en una situación tan peliaguda, nos encariñemos y nos pongamos de su parte aunque sea, moralmente, la equivocada.

Su estimación como wéstern, o, mejor dicho, como neo-wéstern, va ligado al argumento. Al fin y al cabo, es la historia de dos forajidos en busca y captura que recorren una inhóspita tierra sudamericana, casi primitiva, para encontrar la tan ansiada libertad que solo el asilo de los territorios tras la frontera puede brindarles. Algo así como esa película del hijo de Alfonso Cuarón, Desierto (2015), pero bien hecha, y donde la crítica hacia las duras leyes que persiguen al hombre que huye de la represión de su país para conseguir una vida digna y libre está infinitamente mejor trazada, ya que, obviamente, no es casualidad que se desarrolle en una localización sudamericana sin especificar. Aunque esa localización es, en realidad, el tan hermoso como salvaje territorio español de Sierra Nevada que las líricas miradas de Henri Alekan, Guy Tabary y Peter Suschitzky supieron captar para el desarrollo de la aventura.

En muchos momentos no solo aspira, sino que consigue cambiar radicalmente a un minimalista cine bélico que funciona como un apabullante clímax que nos atrapa, junto a sus heroicos protagonistas, en una marabunta de balas donde el frenetismo de la dirección consigue llevarnos a unas delirantes y sucias secuencias de acción que nos hacen sentir como en una trinchera. Siempre buscando, y consiguiendo, que las circunstancias de los protagonistas parezcan demasiado grandes para ellos. Para esto Losey emplea ingeniosos recursos para destacar la indefensión, la obvia vulnerabilidad de los dos hombres; en primer lugar, más de media hora de planteamiento estos llevan las manos atadas mientras son acosados por ese ángel negro de la destrucción, con el que comparten plano para que apreciemos esa diferencia de tamaño que hace verlos todavía más indefensos, casi como insectos. Por otra parte, los grandes planos panorámicos, aparte de describirnos las pedregosas tierras latinas, empequeñecen a los protagonistas a unos niveles que, vistos desde los POV usados para introducir en escena al helicóptero, no supongan una amenaza real. Por último, la gran cantidad de extras empleados funcionan como una sola unidad (de ahí que ni si quiera estén concebidos como personajes en el argumento) a las órdenes del macabro mariscal de campo en el que se convierte el helicóptero, como una enorme máquina de guerra capaz de aplastar a los protagonistas en cualquier momento y con suma facilidad. Huelga decir la excelencia de Gilbert Chomat a los mandos de esa aeronave, haciendo peripecias absolutamente demenciales.

La banda sonora de Richard Rodney Bennett pone los pelos de punta. No solo los esquizofrénicos chirridos que componen el leitmotiv del helicóptero, sino la indecente capacidad para adentrarnos en un marco de horror inolvidable como la impresionante secuencia del velatorio, extraída directamente de una pesadilla. Por último, ambos actores están soberbios antes de ser conocidos internacionalmente; Robert Shaw, que, curiosamente, adapta la novela de Barry England, consigue en su personaje una arrogancia paternalista sin precedentes, en perfecta sintonía con la inseguridad que Malcolm McDowell tiene engrilletada. Una película impresionante, con un final todavía más impresionante.
Tiggy
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8 de febrero de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un duelo actoral entre Robert Shaw y Malcolm McDowell en una cinta continuadora del género de las de escape -- y de alguna manera precursora de otras de temática similar como "Papillon" (Franklin J. Schaffner, 1973) e incluso otras similares en cuanto a la tensión fílmica entre dos actores a lo largo de toda la cinta como "La huella" (Joseph L. Mankiewicz, 1972).
La ieda del director es interesante, Losey siempre plantea cosas muy interesante, y el desarrollo de la historia avanza con calma pero en una directriz demasiado intelectual para el escenario que plantea.
No se narran las peripecias de dos evadidos (no se sabe de dónde) sino que es un estudio detallado de la evasión en sí misma. En 'Un condenado a muerte se ha escapado (Robert Bresson, 1956) la temática es la huida, aquí es la evasión. Son conceptos distintos. En esta cinta la evasión no se sabe si es razonable o no, justa o injusta, ni qué habían hecho los evadidos para estar sometidos. En la de Bresson es evidente que te posicionas desde el primer minuto con el preso que plantea y organiza su fuga del presidio.
Aquí no sabes qué ha ocurrido, ni por qué. Situándote en la angustia vital que siente el evadido. Allí analizas la esperanza de la fuga, aquí la violencia de la evasión. Dos planteamientos distintos.
Llega por momentos a ser verdaderamente claustrofóbica, sobre todo porque no conoces más detalles que los de la propia evasión, ni te ha mostrado el director más información sobre los evadidos, su pasado o sus delitos.
Desde luego son dos arquetipos diferentes de seres humanos. Uno duro y curtido en mil batallas y otro menos relacionado con la violencia pero que asume -con desgana- la necesidad de combatir. Por momentos me recuerda, sobre todo cuando correr por el campo, a la sensación que se tiene viendo "Intemperie" (Benito Zambrano, 2019): la intensidad en la persecución, el agobio que se siente al no tener un momento de respiro...
El resultado final es más que interesante. No me parece una cinta tan alejada de los propósitos de Losey. La dominación, que puede catalogarse como una de sus constantes, encuentra una derivación en esta cinta.
Me ha gustado. No es de lo mejor de Losey, que para mi siguen siendo La clave del enigma (1959) y El sirviente (1963), pero me ha gustado.
ÁAD
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