El knack... y cómo conseguirlo

Esta película es sin lugar a dudas una de esas pequeñas joyas que siempre que nunca son recordadas en la memoria de los cinéfilos debido a su simpleza y a su excesivamente paranoica historia. Pero a pesar de ello, no deja de ser la muestra de un nuevo cine que surgió en esa época, fruto de la nouvelle vague y del free cinema, acompañados por las nuevas modas sociales, tanto estéticas, como musicales y artísticas, y The knack es una especie de documento filmado de una nueva época en que las drogas y la libertad se confundían constantemente. Y de esa nueva moda, entronca directamente con las pelis de The Beatles del propio Lester y con Blow Up, del maestro del sueño, Antonioni.

La película en sí misma es muy ligera, sin apenas pretensiones, aunque ciertamente podría pecar de pedante al carecer de un argumento sólido y ser una especie de arte por el arte. Pero dentro de esa aparente carencia de hilo argumental, se podria apreciar el retrato que hace Lester de la juventud de la época, contado de una manera desenfadada, y cuya única intención es entretener al público. Para ello se vale de un montaje realmente novedoso, una narración vertiginosa, apoyada en un guión de humor surrealista y absurdo, con situaciones disparatadas, y que exploraba algunas de las obsesiones de la época, como el cambio generacional, personificado en las personas mayores que observan a los jóvenes despotricando, o el sexo, o mñas bien, la frecuencia con que este se realiza. Unos diálogos realmente brillantes, aunque complicados más de una vez, y unos personajes con los que el espectador acaba sintiéndose emocionalmente implicado, ya sea para bien o para mal. El encantador Tolen, seductor irremediable; Colin, buenazo aunque soso; Nancy, guapísima, aunque desorientada, como toda esa generación; y Tom el pintor... es probablemente el personaje más enigmático y surrealista de la película, y el más cómico también.

Lester despliega una puesta en escena totalmente novedosa, una ruptura con lo anterior, con un montaje influenciado por el mejor Truffaut de Jules y Jim o el Godard de Al final de la escapada. Aunque por momentos puede aparecer sobria, con unos escenarios muy "limpios", Lester sabe darle la fuerza para que parezcan más barrocos de lo que son, con una narración totalmente adelantada a su tiempo, aunque se venía mascullando ya desde hacía tiempo, y una fotografia de Warkin que consiguen hacerte creer que estás en los 60, pase el tiempo que pase. Pero lo que más destaca de la cinta, de aspecto artístico, es su música. John Barry mezcló el blues, el pop y demás movimientos de moda en aquellos tiempos, y logró crear una partitura ágil, divertidísima, y muy fácil de escuchar. Hoy lamentablemente Lester está denostado, y es poco recordado, a pesar del gran nivel de entretenimiento y diversión que proporcionaron sus películas, sobre todo en su primera época, la de los 60, con películas como esta, que cuando las acabas de ver, sólo piensas una cosa: ¿Qué acabo de ver?

Hay películas que requieren de una mirada diferente, ser vistas a través de unos ojos que no son los ojos con los que vemos la mayoría de los films. También existen otras películas que no es que se queden viejas, sino que directamente nacieron para quedarse así, fruto de una coyuntura muy específica. Estamos ante una de esas películas, de esas que no se puede negar que son hijas de su tiempo.

Podríamos hablar casi de la existencia de una conjunción astral que convirtió este film en uno de los títulos imprescindibles de la década. Es hasta cierto punto comprensible que esta variante algo chusca del "Jules et Jim" truffoniano ganara la Palma de Oro en Cannes hace justamente ahora medio siglo, aunque escuece comprobar a posteriori que “El coleccionista” de Wyller, “La tienda de la Calle Mayor” de Jan Kandar o “El más allá” de Kobayashi eran algunas de sus rivales en aquella edición.

La eclosión reciente de la nouvelle vague y el free cinema, la liberación de la mujer en pleno desarrollo, las drogas, la irrupción de los mods y las bandas urbanas, el pop… los sesenta en una palabra. Y el estilo libertario del primer Lester que venía de rodar “A hard´s day night” (con unos chavales de Liverpool que luego grabaron algunos discos y tuvieron cierto éxito y tal), germen de los futuros videoclips y de esas performances que al final se nos han terminado atragantando un poco a todos. Bien pensado, se dieron todos los ingredientes para el triunfo de una propuesta que sin duda en su día resultaba transgresora. Hoy esos ingredientes han derivado en razones más que suficientes para tener en consideración esta reliquia anárquica y juguetona, para convertirla, pese a sus evidentes carencias, en una parada casi obligatoria en el camino del buen cinéfilo.

"Un docente a sus compañeros de trabajo:
- Lo más acertado es tirarle a un alumno una tiza al ojo. Yo siempre lo intento pero nunca acierto".

Pues como dice el comentario de "Filmaffinity":

"Anárquico clásico de la cultura mod con una música genuina del swinging London".

Bien, no seré yo quien diga lo contrario. Lo que sí digo y afirmo después de verla (ya había tenido ocasión de haberla visto hace años pero pasé de ella pensando que sería muy intelectual para mi...) es que es una magnífica cinta, llena de imaginación desbordante, humor sí, inteligente, pero comprensible y con una dirección del gran Lester que consigue que con su original y cachonda puesta en escena, estés interesado en todo momento por la un tanto absurda trama, a la vez que te ríes un buen número de veces y tienes dibujada la sonrisa en el rostro prácticamente durante todo el metraje. Y es que sus tres protagonistas son de comer aparte pero resultan simpáticos y muy cercanos en su humanidad, siendo tan distintos entre sí. Un pelo locuelos y absurdos, pero como todo/as nosotros/as en el fondo, ¿no?
Quizás la peli tarde un poquito en entrar en materia y comiences un tanto perdido, pero poco a poco, minuto a minuto, te va atrapando el argumento y al final te deja un inmejorable sabor de boca.
En su día, además (y supongo que hoy en día también puesto que evidentemente hemos retrocedido en el tiempo... para mal) tuvo que ser polémica por algunos de sus diálogos, como el del conquistador amigo del protagonista, que le dice a este:

"- Hay que tratar a las mujeres no como personas sino como simples objetos. En todo momento el hombre tiene que dominar".

Algo que en aquél entonces no sé yo cómo sería recibido pero hoy oiríamos y leeríamos comentarios para todos los gustos y supongo que no precisamente positivos.
La película, enormemente entretenida y condensada en menos de hora y media, deja sentencias como puños, diálogos chistosos y llenos de mala leche y fina y no tan fina ironía, y le pega a todo cuanto se menea... de forma muy amena.
Por supuesto que totalmente recomendable, posee una exquisita banda sonora de John Barry y una bella fotografía en blanco y negro a cargo de David Watkin.
¡Ah! Y por supuesto que felicidades al guionista Charles Wood, capaz de imaginar y escribir un libreto tan rico desde todo punto de vista.
Apariciones vistas y no vistas de Jacqueline Bissett, Charlotte Rampling y/o Jane Birkin (la verdad, ni me di cuenta cuando la vi).

https://filmsencajatonta.blogspot.com

Tras filmar y firmar Qué noche la de aquel día y antes de hacerlo con Help, Richard Lester se olvida por unos momentos de los cuatro fantásticos de Liverpool para desarrollar una loca loca historia que puede circunscribirse en la comedia absurda de la que hizo gala en esos inicios de su carrera. El Knack… y cómo conseguirlo se salta todos los patrones de la comedia al uso y propone un ejercicio de espontaneidad, iconoclastia y muy muy libre comicidad. Una manera de hacer cine que en la época sorprendería a propios y extraños, y que ahora con el paso del tiempo no lo hace tanto. Y además se ha quedado desfasada.

Aplaudible son el punto de arranque y las formas de Lester. Incomprensible a los ojos del que espera encontrar una estructura habitual de comedia, el director británico opta por un desarrollo no lineal de la trama, dejando bastantes huecos para el espectador. ¿Sería Qué noche la de aquel día pero sin canciones? Quizá no, pero el espíritu Lester es el mismo. Libérrimo y anti-sistema.

Te hacen gracia los protagonistas, a veces te pierdes entre el caos formal, pero al menos le reconoces a Lester el intentar esa tercera vía, que no es ni comedia loca del screw ball pero tampoco del todo la comedia del free cinema. Es simplemente Lester. Película que no desmerece ser vista, pero que con el paso del tiempo…

Si, como leen. Impagable. Si esta película no existiese habría que inventarla. Naturalmente que no es una obra maestra. Ni siquiera un gran película. Pero tras de sus premios y "momento" tiene un poso que hoy queda. Es la típica película superada por su tiempo que hoy se ve como curiosidad, pero que al hacerlo nos descubre cosas muy interesantes.
Estoy deseando ver lo poco que me queda por descubrir de Lester, quien aquí demuestra ser un retratista de su generación tan bueno, que asusta.