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Despertar en el infierno

Drama. Thriller John Grant, un excelente profesor que llega a una ciudad de mineros situada en un inhóspito desierto, decide pasar allí la noche antes de coger un avión para Sydney. Pero pasan cinco noches y parece que Grant se está acercando poco a poco a la autodestrucción. Cuando los efectos del alcohol empiezan a distorsionar su percepción de las cosas, surgirá un aspecto de su personalidad muy poco agradable, que se traduce en un gran desprecio por sí mismo. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
5 de octubre de 2014
58 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un realismo apabullante, "Wake in fright" nos introduce poco a poco en lo que sería un auténtico drama psicológico.
La primera impresión que se nos da es la de un John Grant culto, inteligente y bien presentado en un contexto ignorante, sucio y atrasado. Es la propia impresión que tiene el mismo Grant. Superado y siempre a la expectativa de salir de ahí y de las grandes cosas que le esperan a alguien como el.

Sin embargo, lo que le hace el "outback" a Grant no es nada mas que sacar la oscuridad que ya estaba dentro suyo. Es el quien decide todas y cada una de la acciones que lo llevan inexorablemente al mismísimo infierno. En un principio, casi consciente y cómplice y después, ayudado por el alcohol, cada vez mas inconscientemente se va sumergiendo en su propia sombra y expandiéndola sobre la gente que va conociendo.

El elenco es perfecto, cada uno de los personajes son absolutamente creíbles. Hasta hay puntos en que uno no sabe si está viendo a actores o si es una cámara oculta a gente de verdad. La dirección también es perfecta porque es una obra muy difícil de llevar a la pantalla sin volverse absurda o explicada con recursos como voz en off. Además de una atención infalible al detalle, algo que por lo menos yo, agradezco mucho. Y una narración muy efectiva y gradual. Insisto con esto, en que es una película muy difícil de hacer. Si se hace mal, puede llegar a ser muy mala.
También es muy interesante el manejo de los diferentes géneros. Se siente el thriller en su momento, hay otros de auténtico terror psicológico, hay momentos cómicos y también muy dramáticos. La música también cumple, resulta hipnótica y es imposible escucharla sin recordar el paisaje.

En spoiler, algunas observaciones específicas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nico
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20 de febrero de 2015
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wake in Fright (Despertar en el Infierno, 1971) es una película de nacionalidad australiana (en realidad, una coproducción) dirigida por Ted Kotcheff (que no nació en Australia, sino en Canadá). Se trata de un filme desconocido para el público mayoritario (incluso para el espectador con una cultura cinéfila más amplia) y sin embargo, resulta sumamente atractivo. Tan atractivo como una pesadilla.

A pesar de que leyendo la sinopsis nunca definiríamos el filme como perteneciente al género de terror, lo cierto es que la película tiene en esencia una idiosincrasia muy cercana al ámbito del horror. Y no sólo por los métodos que emplea, sino sobre todo por los resultados que consigue. Visionar Despertar en el Infierno resulta una experiencia tan terrorífica como ver El Ángel Exterminador (El Ángel Exterminador, 1962). Y como veremos más adelante, el filme de Kotcheff comparte ciertas semejanzas con el de Buñuel.

La historia, que tiene unos toques surrealistas bastante importantes, nos cuenta las aventuras de un joven profesor, que debe realizar un viaje a Sidney. Sin embargo, lo importante del filme no lo encontramos en su destino final (que por cierto, sobre el que nunca llegamos) sino en el desarrollo del camino. Nuestro protagonista se ve atrapado en una aldea rural, de la que no podrá salir. Poco a poco se irá integrando con una serie trabajadores rurales con los que entre ellos surgirá una atracción más que enigmática.

Como decía anteriormente, hay algo en el filme que nos acerca a la película de Buñuel. Nuestro personaje nunca es obligado a punta de pistola a seguir bebiendo y a formar parte del ecosistema rural. Sin embargo, de alguna manera de la que nunca somos capaces de adivinar, hay una especie de supra estructura que mantienen atado a nuestro personaje a ese círculo de autodestrucción. Parece como una trampa para osos, que se coloca en el momento en que nuestro protagonista entra en la sala de las apuestas, y que inmediatamente lo atrapa para no soltarlo hasta el último momento. Secuencia, la de la sala de apuestas, rodada de manera brillante (abstrayendo a nuestro protagonista sobre el ruido y la fiesta con unos fondos negros que recortan su silueta mágicamente).

Nuestro protagonista, interpretado por Gary Bond, es un personaje que aparece definido en los primeros compases del filme como un hombre bastante culto y formal. Típica clase media perteneciente a una ciudad pequeña. El viaje, cambia totalmente su vida. Se integra en un tipo de ambiente del que precisamente siempre parece haber rehuido y al igual que las diferencias entre su comportamiento y el de los hombres del pueblo. No define, nuestro cineasta, precisamente un lugar amable, sino todo lo contrario. El proceso de asimilación que se produce en nuestro protagonista está totalmente pintado como una pesadilla de la que resulta imposible escapar. El filme propone una inmersión en un Modus vivendi, que al igual que para nuestro protagonista, resulta totalmente extraño y amargo para el espectador. La secuencia más significativa de este proceso la encontramos en la famosa caza de canguros. Y es que los hombres del pueblo llevan a nuestro protagonista a realizar una caza de este animal. Ahí nuestro protagonista deberá abatir con sus propias manos uno de estos animales para demostrar que a pesar de sus prejuicios iniciales, es en realidad una bestia más como los aldeanos.

Formalmente la película recoge un tono abigarrado y totalmente excesivo. Pero es que si la propuesta formal no funcionara, nunca habríamos entendido lo que pretende transmitir el filme. En efecto, cualquier recurso es poco para Kotcheff, cuando nos muestra el sinsentido de la situación de nuestro protagonista. Desde los constantes fundidos en blanco, que simbólicamente tienen la intención de, aparentemente, reiniciar la situación (como el despertar de una borrachera), un montaje desenfrenado en determinados momentos (primeros planos fijos de las caras de los habitantes, colocadas una detrás de otra) o la utilización de fondos totalmente abstractos.

Algunos han definido la película como un intento de nuestro protagonista por adentrarse y ser aceptado en la sociedad rural, dominada exclusivamente por los hombres[1] (pensemos en el papel de la mujer en el pueblo y las connotaciones homosexuales que se desprenden en más de una secuencia). Lo único que hace nuestro protagonista durante los días en los que se encuentra en este pequeño pueblo es lo mismo que tópicamente se dice de por ejemplo, los Hillbilly sureños de Norteamérica o en nuestro caso más concreto, la España profunda: Berrear ante una mujer, tomar cerveza y cazar animales.

El espacio donde transcurre la acción, cobra una función simbólica y vital en el filme. El desierto de Australia, es un reflejo del inmenso proceso de autodestrucción por el que se adentra nuestro protagonista. Las secuencias iniciales que nos muestran el páramo desolado se graban a fuego en la memoria.

[1] V.V.A.A, Passionate Histories: Myth, Memory and Indigenous Australia, Ed. Anu E Press, Canberra 2010

https://neokunst.wordpress.com/2015/02/20/despertar-en-el-infierno-1971/
Kyrios
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28 de septiembre de 2010
20 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
La recuperación y posterior re-estreno de esta obra maestra australiana es uno de los acontecimientos cinematográficos de los últimos años. Sorpresa absoluta para el que escribe. Una original y cruda visión del descenso a los infiernos de un profesor que no consigue escapar de la cárcel gigantesca que supone el "Outback", la desértica región central australiana. Una película a la que la etiqueta "de culto" se le queda pequeña, híbrido entre "Under The Volcano" y "Walkabout", más seca y sucia que el propio Outback. Entre mares de cerveza, el pobre John Grant intenta desesperadamente despegarse de la extraña hospitalidad que le ofrecen los habitantes de "Bundanyabba", gente que deja a los "rednecks" más peligrosos de las películas americanas en nada.

La calma de Ted Kotcheff para desarrollar la trama, en forma de episodios con los diferentes lugareños, la sensación de suciedad y opresión o la credibilidad de los actores en sus papeles son los puntos fuertes. Todo consigue formar una película muy particular, con mucha más profundidad de lo que pueda parecer, una visión espectacular de la claustrofobia que puede sentir uno cuando está en una de las áreas abiertas más extensas del mundo.
Tago Mago
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15 de febrero de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Título olvidado y salvado providencialmente de la destrucción, Wake in Fright tiene la factura de un clásico y revela la mano de un gran director. Su historia se desarrolla en el desierto australiano -Outback- donde comenzamos viendo en un aula de Tiboonda al protagonista, el profesor John Grant -Gary Bond-, desentonando un poco de traje y corbata en medio de ese desierto abrasador. Una ruda tarima hace las veces de estación de tren. Un reloj sin agujas se luce sobre ella, como si el Outback descansara un poco más allá del tiempo y el espacio ordinarios. Y así lo sienten sus singulares habitantes, excepto Grant, quien, el postrer día de clases, espera pacientemente el último segundo antes de despedir a sus alumnos que lo observan expectantes. Pero su civilizada formalidad resultará conmovida durante los acontecimientos que pronto sucederán. De retiro hacia sus vacaciones pasa por Yabba, el centro de atracción del Outback, donde experimentará el primer acercamiento a los misteriosos habitantes del desierto. Encuentra allí una hospitalidad un tanto sofocante en ese bar atestado de hombres primitivos hermanados por el ritual de la cerveza, sumergidos en un estruendoso espíritu de juerga, entregados a la risa y a las apuestas. De a poco, ese espíritu colectivo lo irá ganando. Será el primer paso de un viaje aterrador hacia lo desconocido, hacia las ignoradas profundidades de sí mismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Danivtar
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7 de noviembre de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insólito film australiano con referencias, tan sorprendentes —no se me ocurren cinematografías más alejadas, en lo geográfico al menos— como indiscutibles, a “El ángel exterminador” (ídem, 1962) (Atención, spoiler)*.
A medio camino entre la comedia negrísima y el drama de adicciones, todo ello ribeteado con toques de thriller e incluso western—muy sui generis ambos, como no podía ser de otra manera—, “Wake in Fright” plantea un sórdido retrato de la naturaleza humana. De la mirada implacable del talentoso Ted Kotcheff no se libra ni el sofisticado urbanita que se quiere (y mucho) un Gary Bond cuyo hieratismo inicial acaba convertido en veraz desesperación, previo paso por los diversos grados del estupor. Tampoco, por supuesto, los animalizados habitantes del devastador “Outback”, ese desierto sin fin, verdadero infierno en la tierra que explicitan tanto la versión española del título como su protagonista, en impagable intercambio de impresiones con el sheriff de turno. El embrutecimiento de aquéllos se encarna con turbadora eficacia en el médico borrachuzo compuesto por un Donald Pleasance bastante lejos del apocado falsificador que interpretara en la celebérrima, y divertidísima, “The Great Escape” (La gran evasión, 1963).
“Wake in Fright” tiene el mérito añadido de, aun sin pretenderlo, resultar tan inquietante, si no más que cualquier cima del género de terror —alcanzadas muchas de ellas, por cierto, en aquellos ásperos setenta.
Mención aparte merece la durísima escena cinegética, inacabable como el omnipresente “Outback”. Sus imágenes terribles remiten poderosamente a “La caza” (ídem, 1966) de Carlos Saura, no en vano epígono aventajado del citado Buñuel, antes, eso sí, de dejarse llevar por el vacuo esteticismo de los últimos años —décadas, cabría ya decir, pero ése es otro cantar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Carorpar
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