Pequeños delitos

Una ópera prima de este director, E. L. Katz, que él mismo escribe y que para disfrutarla hay que entrar en su juego, en su ambiente y en su ritmo, que no tiene pegas ninguna.

Nos presenta una sociedad americana en donde al estar permitidas las armas, un mal endémico sin solución, la violencia a causa de las mismas no es tan ajena como aquí podría serlo. Por tanto, la película es violenta de por sí, añadiendo una historia de corrupción policial que en ningún momento intenta aclarar al espectador. Y esto es un gran acierto porque nos mete en una trama de arreglos de cuentas entre policías y mafiosos en los que quedaron cabos sin atar, contada con ese recurso diferente de ir un poco apartado del espectador, y esto es algo de agradecer.

Por otra parte no es una historia de redención ni tonterías de esas, aunque al principio sale un cura tratando de convencer del buen camino al protagonista, y se habla mucho de los delitos saldados en la cárcel y el derecho a pasar página e integrarse en la sociedad. Más tonterías. Cada uno es como es y no se cambia nunca. No obstante, no se queda ahí la cosa, la película nos ofrece una interesante historia de amor, una relación entre el policía que ha cumplido condena con una extraña enfermera y en fin, que se puede disfrutar si se tiene amplitud de miras y no se está, como siempre, a lo que uno quiere ver, sin darse cuenta que las cosas son también, como los demás las ven.

Tenia ganas de ver estar película, sobretodo por el maravilloso elenco que tiene, pero tampoco me esperaba una película 10, porque en el trailer ya se ve que la historia es simple y muy usada en el cine. Un ex-policía alcohólico tratando de poner su vida en orden después de salir de prisión.
La película es oscura, lenta y usa muchos de los clichés de las películas de antes que contaban la misma historia.
El misterio de su pasado, y una muy buena interpretación del protagonista, hacen que sino tienes nada que hacer un sábado- domingo por la tarde, puedes mirar estar película.

Pequeños delitos es una película equivocada, pero no mala.
Está equivocada porque había posibilidad de haber hecho una comedia criminal negrísima, pero no han aprovechado la oportunidad. Una pena. Con todo, se trata de una interesante y sobre todo muy entretenida propuesta de cine negro. Eso ayuda a pasar por alto sus defectos, como un cierto descontrol en la narración y unos personajes secundarios que apenas sabemos quiénes son y qué hacen por allí, ya que no están demasiado bien definidos. Por suerte, el protagonista sí ha recibido un buen trato, así como también su relación con la enfermera, una nota de luz entre tanta mafia, a pesar de su apresurado y algo extraño final (sin entrar en detalles ni hacer spoilers).
Una vez más, como también ocurre en Shot caller (una película superior a esta, por cierto), lo mejor de la función es el trabajo de ese excepcional intérprete que es Nikolaj Coster-Waldau. Veremos qué ocurre con su carrera y la de todos los demás actores de Juego de Tronos cuando termine la ficción que los ha encumbrado, pero el danés merece toda la suerte del mundo. Es uno de esos actores de pico y pala, que quizás no vaya a ser nunca una súper estrella tipo Brad Pitt, pero cuyos trabajos son ejemplo de dedicación, seriedad y garantía de calidad. En una película que, como hemos dicho, hubiera debido ser más divertida, Coster-Waldau se las arregla para introducir él los puntos de humor que le faltan al guión, y clava las escenas más dramáticas (ver el epílogo, sorprende cuanto menos).
En definitiva, una cinta correcta, muy entretenida y sin nada realmente malo u ofensivo.

Lo mejor: Nikolaj Coster-Waldau, excelente.
Lo peor: Le falta humor y más orden narrativo.

Desigual película, actualización del cine negro, va sobre un ex policía corrupto quien una vez liberado luego de cumplir 6 años trata de reencontrarse con su familia, sin ninguna chance. La historia tiene algunos giros interesantes y coherentes, sobre todo el final, no me lo esperaba, aunque es gratuito, pero a los villanos que son casi todos los personajes les falta carisma, al protagonista algo que nos haga no sé si empatizar pero al menos interesarnos por su suerte, ya que por lo menos yo, no quería que terminara bien precisamente.
La dirección no sabía muy bien lo que quería tampoco, si explotar el humor negro, o la sobriedad trágica, y hace una mezcla de ambas que termina logrando que ninguno de los 2 elementos destaque.

Nos encontramos ante una película opaca, que intenta narrar con pulcritud escasamente concreta, la historia de un policía caído en desgracia, donde los anclajes emocionales han desaparecido y no le quedan mas que dos padres maduros... El silencio del padre, y la negativa actitud de su madre.

Nikolaj Coster-Waldau, con su actuación serena y contenida, podría hacer creíble lo que se cuenta, si el fallo no estuviese en el propio guion: sombrío, oscuro y melancólico.

No resulta aburrida, pero tampoco entretiene debido a sus dispersas secuencias que lastran el resultado. Una hora y media de inconcreción, dan al traste con su posible huella.