The Good Heart (Un buen corazón)

El personaje silente de Nicolas Bro, sentado en la barra de aquel bareto, representa en cierto modo la posición del espectador con respecto a "The Good Heart", un film en el que Dagur Kári se abraza (ligeramente) a lo convencional para narrarnos una historia de redención moral, un poquito previsible (que no obvia), pero amena en todo momento. El film sigue la vida de un hombre cascarrabias que regenta un bar y que, tras sufrir otro infarto al corazón (ya el tercero) se encuentra con un chaval en el hospital, un mendigo (Dano) que se ha intentado suicidar cortándose las venas. Sorprendido por la actitud del joven, el cascarrabias (Cox) decide sacarle de la calle e instruirle para llevar su bar cuando él muera.

El problema del film de Kári es que, al contrario de lo que ocurría en su anterior "Dark Horse", aquí no encontramos claramente un objetivo: alternando drama con comedia, nunca se llega a sacar jugo de ninguno de los dos sitios, quedándose a medias; es demasiado fría como drama y poco mordaz como comedia. Funciona por momentos gracias a un fantástico trabajo de todos los miembros del reparto, tanto los principales como secundarios, tiene un par de golpes de guión potentes, pero la cosa no puede ir más allá de sus limitaciones intrínsecas. Tampoco intenta huir de ese género (ya un poco cansino) del "viejo cascarrabias que se ablanda", como "Gran Torino" o "Mejor... imposible", por poner dos ejemplos, sin aportar nada nuevo al margen de un par de personajes secundarios originales.

No le falta personalidad: Kári rueda como si estuviésemos dentro de viñetas de un cómic underground, cuenta con una fotografía muy opresiva, lúgubre; no es la típica película de Hollywood, pero está más cerca de éso que de su personal "Dark Horse". Pese a todo, no está mal: es moderadamente entretenida y tiene destellos de inteligencia en la construcción de algunos gags. Menos es nada.

Esta coproducción entre Islandia y Estados Unidos reúne a los actores Brian Cox y Paul Dano tras aquella estupenda 'L.I.E.' Y este nuevo encuentro confirma la calidad interpretativa de ambos, en una historia quizá algo vista y previsible pero potente, que es dramática y cómica cuando tiene que serlo.

Cuenta el encuentro en un hospital entre un joven vagabundo con tendencias suicidas (Dano) y el propietario de un bar (Cox) que ingresa por quinta vez por infarto al corazón. A partir de este encuentro ambos conectan, pese a sus abismales diferencias de carácter, y el viejo verá en el joven a su posible sucesor al frente de su negocio. Bien escrita, construida e interpretada, ‘The good heart’ ofrece un agradable -y agradecible- visionado.

Meterse en Un buen corazón implica suspender toda noción redentoria, esperanzada, dulce y optimista que podemos tener sobre el mundo que nos rodea. Su atmósfera es gris, como sus colores, como su fotografía. Pero no es ese gris producto de la mezcla entre el blanco y el negro, que vá; es un color parduzco, rabioso, profundamente pesimista, concientemente cínico y descarado.

Dos personajes que tramposamente parecen complementarse, una mujer que engañosamente parece traer el oxígeno faltante y como fondo un bar que, de sólo verlo, el antro de la taberna de Moe se nos antoja como una fiesta de quince. Seres oxidados, prescindibles, la humanidad dejada de lado y tan sólo una huella sanguinolenta como herencia natural: eso es The good heart.

Los hechos se suceden con una lógica extraña, tan extraña como los tonos y el humor que la peli transpira. Algunos de ellos obedecen a las leyes de este inframundo, otros resaltan como baches conceptuales o crueldades gratuitas, tal es el caso del final, o el gato bebé y su destino. Algunas reacciones no son, en sí, inverosímiles sino más bien precipitadas; como si la velocidad del tiempo narrativo no fuera de la mano con el ritmo que la obra exige.

No obstante, como universo personal, pese a sus notorios defectos, Un buen corazón es un retrato irreprochable de almas humanas que hace tiempo ya que perdieron su lugar, sólo resta la marginalidad social y afectiva. Será que hay que dar crédito a esa frase..."nunca te aseguré que la vida sea un lecho de rosas".

Tras haber degustado la anterior propuesta de este director islandés ("Dark horse"), sentía ganas de ponerme con su último proyecto y por fin he podido satisfacer mi interés. El resultado, sin embargo, no ha conseguido llenar, ni mucho menos, mis expectativas. Me he encontrado con una historia bastante blanda, con uno de los personajes principales (Paul Dano) muy poco creíble, descuidada en la evolución de actitudes, con cambios bruscos de registro sin demasiada justificación y con una parte final muy decepcionante, por enclichetada y redundantemente obvia. Se salva del fiasco por el peso que sabe darle a su interpretación un buen Brian Cox y por un cierto aire de cine diferente, más en el querer que en el saber, que mantiene sobre todo en su primera mitad.

Visualizable. Sin demasiado interés y con fácil borrado de memoria.

Excelente interpretación tanto de principales como de secundarios, buena narrativa y ritmo. Quizás algo previsible. Con detalles puntuales de gran carga emocional. Muy bien tratada la luz en la fotografía logrando el ambiente adecuado para cada situación tanto en interiores como en exteriores.
Tiene un pero: el final sobra absolutamente y a mi entender le quita puntos a la película. Aun así totalmente recomendable.