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Kicking and Screaming

Comedia. Drama Un grupo de estudiantes universitarios que acaban de licenciarse rondan todavía por el campus, incapaces de cortar los vínculos que los unen a su recién acabada vida académica. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
23 de noviembre de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco después de que Alejandro González Iñárritu acabara de estrenar Babel, recuerdo que un amigo mexicano me contó que entre el famoso director y Guillermo Arriaga —su guionista hasta aquel entonces— existía cierto resquemor porque el primero se jactó (más o menos) de ser el gran causante de las buenas críticas de sus películas. A Arriaga le gustaron poco sus palabras y, por este motivo o por otro que yo desconozco, sus trabajos colaborativos terminaron. Guillermo Arriaga dirigió Lejos de la tierra quemada en 2008 e Iñárritu hizo Biutiful en 2010. Las críticas de ambas cintas hablaban de la desaparición del otro, aunque las consideraran buenas por separado. Se echaba de menos que el producto conjugara ambos discursos.

Noah Baumbach, por su parte, ha ido forjando su carrera en solitario con cierto éxito de crítica —Kicking and Screaming, su ópera prima, es una prueba de ello—, pero parece que ha necesitado de la presencia y la contribución de Greta Gerwig para dar mayor prestancia a su labor. La estrecha colaboración y suma de ideas le ha llevado a mejorar su obra, a hacerla más universal. Su visión neoyorquina de la vida, esa que tanto hemos visto en el cine y que él, en cierto modo, renueva con el suyo, ha ido un paso más allá con dos películas: Frances Ha y Mistress America. Nadie parece negar que sean sus productos más completos. Como si la honestidad que él destilaba anteriormente en Una historia de Brooklyn o en Margot y la boda no estuviera tan bien acabada (a pesar de las buenas opiniones). Mezclaba drama y comedia y creaba poco a poco un discurso propio y reconocible, pero nunca total, nunca lo suficientemente generacional o extensible a un público más ecuménico. No sabemos cuánto durará esta peculiar visión global de Nueva York creada por Baumbach y Gerwig, pero esperamos que no sufran de los problemas de ego que tuvieron los autores mexicanos mencionados.

En Kicking and Screaming, que como he dicho, es su primer largometraje, se puede ver ese talento ya aceptado para los diálogos ingeniosos, simultáneos y hasta hirientes, su inteligencia para desplegar un guion ágil y cercano a través de la cámara, pero también se notan sus debilidades y defectos mucho más. Su tendencia al modernismo o hipsterismo (palabras válidas para decir lo mismo, aunque hablemos de 1995), su burbuja más impermeable y, claro, más afectada que la que nos muestra ahora. Pero es lógico, como cuando estás conociendo a alguien que te atrae y procuras parecerle interesante. Te exhibes, pero con cuidado y con pudor, intentas darte a conocer en todos tus ángulos posibles, pero dejando con la intriga de saber qué más habrá detrás de lo que puede ver en ti. Así también parece funcionar esta ópera prima, que intenta condensar todas sus neuras en tan sólo 90 minutos, como si temiera no volver a hacer nunca otra obra más. Es mejor intentarlo por si acaso y, si tienes suerte, aprender de los errores o fracasos.

Kicking and Screaming se centra en otros ámbitos más lejanos a los luego vistos, y aunque en realidad son partes de una misma cosa (el crecimiento personal de estar perdido), aquí también se siente como algo más coral, sin una estrella principal que dé con todo. Una búsqueda mayor, más visiones sobre la falta de ambición o la incapacidad para saber qué es lo que estamos esperando de la vida ni lo que queremos conseguir de ella. La idea de que sólo hay dos caminos que tomar a cierta edad, especialmente a partir de los 18 años, cuando es hora de decidir si sigues estudiando o empiezas a currar (considerando que la opción de acomodarte con tus padres sin futuro es más perjudicial). La memoria de tiempos pasados, cuando aún se es joven, las esperanzas y las amistades del momento. Baumbach evidencia aquí un intento de voz propia y visión subjetiva, y un intento de desarrollar historias con un pequeño toque existencialista sin grandilocuencia y con humor. Nada nuevo, pero apreciable por su humanidad, aunque se dediquen sólo a hablar.
Fendor
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11 de noviembre de 2018
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tenía noticia de “Kicking & Screaming”; claro que, habida cuenta del número de críticas hasta la fecha aquí publicadas (una), no parezco ser el único. Ni que decir tiene que su visionado me ha causado una sorpresa por demás agradable. Gracias le sean dadas a Netflix por la recuperación de joyas, cómo ésta, caídas en un injusto olvido.
Hace años —décadas incluso— que no se ruedan cintas en las que aliente un espíritu tan desacomplejadamente generacional. Sospecho el porqué. El “millennial” está tan ensimismado en la insignificancia de su propio ombligo digital que no concibe siquiera la posibilidad de pertenecer a nada más amplio que sí mismo, salvo los grupos de “whatsapp”, páramos intelectuales donde sólo se oye el eco de las decenas de solipsismos compartidos. Si acaso, y en (sobre) explotación del boyante negocio de la nostalgia, se nos adormece con estilizados sucedáneos “revival”, mentirosa recreación de una época cuyas imposturas se hacen especialmente flagrantes cuando topa uno con obras de la talla de “Kicking & Screaming”.
La película de Noah Baumbach es una delicia “indie” en el sentido original del término y no en la actual versión IKEA del mismo: sus protagonistas fuman como carreteros y visten enormes pantalones de pana. Si bien es cierto que algunos diálogos resultan poco creíbles dada la abundancia de referencias cultas con que vienen salpicados —o quizá sólo hoy, cuando nuestros universitarios no tienen ni idea de nada, siquiera vergüenza de su ignorancia—, no lo es menos que el realismo exacerbado no se cuenta precisamente entre las metas principales de “Kicking & Screaming”. Antes al contrario, Baumbach —quien también firma el guión— apunta a una reflexión, en absoluto superficial pese al despreocupado envoltorio, acerca del paso del tiempo, el acceso a la vida adulta y el lógico anhelo, una vez desvelada su gris crueldad, de regresar a un pasado arcádico, por desgracia ya irrecuperable.
En fin, nadie lo dijo mejor que Jaime Gil de Biedma en sus versos eternos: “Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde”. Por mi parte, no hay día que no añore los veintidós años, y pronto habrán transcurrido quince desde entonces.
Carorpar
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10 de enero de 2019
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Te rodeas de gente aburrida sin ser como ellos hasta que un buen día, sumergido en la perpetua ignorancia, te conviertes en uno de ellos. Las cosas van mal si es divertido preguntar quién se ha masturbado hoy, hay que levantar la mano admitiendo ese cinco contra uno para seguir hablando de cosas aburridas con apenas veinte años. La película es un buen ejemplo de chavales aburridos de clase media estadounidense que han superado sus estudios universitarios y siguen siendo amigos, tal vez condenados a serlo como se intuye en una de sus últimas conversaciones, anclados a sus propias costumbres y de verdad, de verlos juntos en la vida real, para salir corriendo.

No todas las películas de universitarios tienen que basarse en el tipo de cine derivado de las juergas, las fraternidades y las tías buenas. Pero esto es otro extremo, son chavales que recién han roto el cascarón y apenas tienen sangre en las venas. Una fiesta toga es mejor que un club de lectura y siempre, siempre, cualquier concurso de beber alcohol será más humano que pretender escribir una novela con veintipocos.

Supongo que el que firma la película, Noah Baumbach, quiso autoreferenciarse en cada uno de los numerosos personajes que aparecen ante la pantalla, dándose el homenaje que todos mereceríamos si fuéramos cineastas. No se trata sólo de que esté bien hecha o no, esto va de divertir o ser interesante, de ambas cosas o de ninguna. A mí, las conversaciones de estos medio hombres me parecen irreales por su tedio.
Luisito
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6 de febrero de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con 26 años Noah Baumbach presentaría su primer largometraje, un intento de comedia romántica con un motivo por lo menos interesante: un grupo de jóvenes recién salidos de la universidad se niegan a abandonar los pasillos del campus, divagando lo que puedan antes de dar el paso final para llegar a la vida adulta a la que claramente, no quieren llegar.

El guion fue escrito como de costumbre por el propio Baumbach, en dicha ocasión basado en una historia de Bo Berkman, el realizador va a comenzar a dejar marca de lo que será su estilo con sus característicos diálogos y situaciones que se van dando a lo largo de ese año posterior a la graduación de los protagonistas, que esta es la secuencia con que inicia el filme.

Kicking and Screaming es una clara muestra de un filme que envejece mal, su visualización a casi treinta años de su estreno no es nada agradable, puesto que sus chistes y referencias no dan gracia, aparte de algunos detalles intelectualoides que no ofrecen mayor relevancia para la trama que se desarrolla sin mayor sobresalto e interés.

Una propuesta que si de algo sirvió fue para cimentar las bases de la carrera de Baumbach, que va a despegar a lo largo de las próximas décadas, afianzándose como una de las principales caras del cine independiente estadounidense, dentro del género de las comedias dramáticas y ni que decir dentro del movimiento cinematográfico Mumblecore.
10P24H
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