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España España · Madrid
Críticas de Fendor
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Críticas 125
Críticas ordenadas por utilidad
7
19 de noviembre de 2012
59 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo el mundo sabe a estas alturas quién es Clint Eastwood, el lugar que como actor (y director) ocupa ya en la historia del cine, y la capacidad que tiene para impregnar de espíritu y personalidad a todos los personajes que ha caracterizado a lo largo de su carrera, convirtiendo cada nueva película en un guiño a su pasado, pudiendo verse en ellas, incluso, una evolución del propio mito, desde sus inicios hasta su vejez, todas unidas por una coherencia intrínseca llena de significado (hasta en el doblaje en castellano), capaz de convertir a todos sus personajes en uno solo, y al que la gente se referiría como Harry el Rubio.

Con Golpe de efecto (2012) sus seguidores (y los amantes del cine en general) vuelven a tener la suerte de verle en pantalla, después de que nos hiciera creer que se retiraba como actor tras Gran Torino (2008), film de espíritu crepuscular con el que guarda cierta relación esta nueva cinta, ópera prima en la dirección de Robert Lorenz, conocido hasta ahora por ser el asistente de director y productor ejecutivo en gran parte de la filmografía de Eastwood.

La gran diferencia entre Gran Torino y Golpe de efecto, es que la primera trasciende la sencillez de su argumento con una resolución perfecta, que engrandece la leyenda del actor y deja poso en la memoria cinéfila, mientras que en esta Eastwood, haciendo prácticamente el mismo personaje, queda relegado a un segundo plano en favor de una sencilla y típica comedia romántica protagonizada por Amy Adams (The Master, On the Road) y Justin Timberlake (In Time, La red social) -ambos correctos, aportando el primero de los tres el drama y la consistencia necesaria -a través de su presencia y sus frases lapidarias, llenas de humor y aspereza, que permite convertir en largometraje una película que sin él sería puro convencionalismo, y que probablemente ni habría llegado a nuestras pantallas de cine (tratando encima como trata sobre baseball).

Lo que queda, pues, al final de todo, es el placer de poder ver en pantalla a dos grandes como Clint Eastwood y John Goodman juntos, dejándose llevar por un producto correcto y cuyo mayor valor está en la personalidad de su personaje principal, en ciertos diálogos llenos de gracia y en un pequeño homenaje que encantará a todos sus fans.
Fendor
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World of Tomorrow (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2015
7,2
1.544
Animación
9
2 de abril de 2015
45 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la mente de Don Hertzfeldt se esconde algo que muchos cineastas poseen, pero no a un nivel, en mi opinión, de este calibre: un inmenso universo propio y unas manos con la increíble capacidad de desarrollarlo sin apenas limitaciones. Hace 20 años desde que Hertzfeldt realizara su primer cortometraje (Ah, L’Amour) y desde entonces, ya han sido varios los atraídos y los que han llamado la atención alrededor del imaginativo, delirante y cruel universo de Don Hertzfeldt —en palabras del usuario Grandine—. Con el paso de los años, ha ido mostrando, bajo su aparentemente simple animación, una visión de las cosas y un sentido del humor muy especiales. Un trabajo siempre de una calidad en aumento, cada vez más enriquecido y con unas situaciones cuyas reflexiones llegan de manera extraña a nuestra mente, captando nuestra atención por su formato y por su esencia.

En 2012, bajo el nombre It’s Such a Beautiful Day, Hertzfeldt realizaría su primer largometraje, en realidad un compendio de los cortometrajes Everything Will Be Ok (2006), I Am So Proud of You (2008) e It’s Such a Beautiful Day (2011). Un maravilloso relato y la confirmación definitiva de su talento. Si con Bill —protagonista de los tres cortometrajes— ya sentíamos que estábamos ante una persona de tres dimensiones rica en matices, al contrario de lo que indicaba su aspecto, ahora es el turno de Emily y el cortometraje World of Tomorrow, disponible desde esta semana en Vimeo.

Con una duración de 16 minutos, el propio director cuenta que World of Tomorrow nace como ejercicio para enseñarse a sí mismo los conceptos básicos de la animación digital. En resumen, este es su primer trabajo dibujado exclusivamente en una Tablet y no en papel. Un experimento que no le ha impedido mantener sus señas de identidad estéticas, ni mucho menos seguir desarrollando sus pensamientos como siempre.

Emily es una niña del presente que será contactada por una mujer del futuro. Fin e inicio de la trama. A partir de aquí, entrada al futuro: una imaginación única y una amplia paleta de sensaciones, inquietudes e ideas contadas con abrumadora facilidad y con algunas simples frases humorísticas que nos harán sentir como si fuéramos niños ante la inmensidad. Un resultado final espontaneo, producto de un duro trabajo de asimilación del medio en el que ha trabajado el propio artista, pero con la disposición de llevarlo a cabo de una manera diferente.

Punto y aparte para Emily Prime. Si Bill era un más que convincente ser humano en It’s Such a Beautiful Day, Emily consigue ser una de las niñas más divertidas y agradables que servidor ha podido ver alguna vez en el cine, sin contar la animación japonesa, claro. Interpretada por la sobrina del autor, de tan sólo 4 años, grabó sus improvisadas frases mientras dibujaba junto a su tío y hablaban sobre el mundo.

A la mujer del futuro pone voz la ilustradora Julia Pott. Algunos de los mejores momentos también vienen de la mano de su personaje, pues en realidad es el que más habla. Habla, sí, desde el futuro, un futuro que, como suele ocurrir en las mejores películas de ciencia ficción, se muestra muy cercano, de una manera existencial, metafísica, evocadora y triste. Tanto, que en ocasiones aterra y cautiva, y en otras libera y atrae, pero siempre fascina, pues en cualquiera de sus formas podemos sentirnos orgullosos de nuestra tristeza, quiere decir que estamos más vivos, y nuestros recuerdos son de lo más cercano a un alma que tenemos.

Amantes de las películas de animación y personas que las llaman “pelis de dibujos”, acercaros a esta obra y experimentar lo que se siente al ver algo tan pequeño siendo tan grande. De verdad que lo merece, y al igual que sus trabajos anteriores, admite revisiones. Quién no querría vivir en Outernet…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fendor
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7
25 de octubre de 2012
47 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos días, rememorando mi etapa en el instituto, me acordé de un profesor que tuve los cuatro últimos años (desde 3º de ESO hasta 2º de Bachillerato). Enseñaba Matemáticas. Su método: resolvía un problema en la pizarra, y el día del examen ponía un problema similar en el que, recordando lo que él hacía, paso a paso, sacabas un 10. La gran mayoría de sus alumnos suspendía, a pesar de ello, y le culpaban a él. ¿Qué más podía hacer? ¿Explicarles el “truco”? En clase nadie le prestaba atención, no conseguía imponerse, se encaraban con él, y tenía fama de ser el peor profesor del instituto; la clase no callaba cuando él lo pedía, ni le respetaba; en la mayoría de situaciones seguía escribiendo en la pizarra como si nada; cada año la relación profesor-alumno iba a peor, hasta que acabó pidiendo un año sabático cuando me encontraba en 1º de Bachillerato.

Los profesores se enfrentan cada día, año tras año, al reto de enseñar, de educar, de transmitir valores a sus alumnos y, entre medias, al reto de vivir sus vidas sin que todo lo anterior les afecte. Se merecen todo el respeto, y sin embargo, cada vez reciben menos apoyos.
El Profesor (Detachment) –dirigida por Tony Kaye (American History X) y protagonizada por Adrien Brody (El Pianista), es una película que debería ser de visión obligada en todos los colegios… para los profesores. Una visión pesimista del sistema educativo, que muestra en su primer tramo cómo muchos padres, que no saben educar a sus hijos, se dedican a dar lecciones y a exigir a los profesores que se encarguen del problema, y cómo, de otro lado, para muchos la solución consiste en privatizar, cual mercado inmobiliario. Trata, finalmente, sobre el distanciamiento y el desapego de la sociedad actual, tanto a nivel educativo como global, ya sea como vía de escape para unos, o como parte del tipo de vida para otros.

Con un estilo que recuerda a otras películas de temática similar (Half Nelson, La Clase), la película carece al principio de cercanía y de implicación por parte del espectador, precisamente generado por su estilo pseudo-documental lleno de primeros planos. No obstante, su mayor defecto acaba por convertirse en su mayor virtud, y gracias al desarrollo de la historia y a las interpretaciones de todo su elenco, la película acaba elevándose por encima de la media, y especialmente, lo que hace de esta historia algo memorable, es la realidad que retrata, que te toca y te invita a la reflexión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fendor
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8
23 de octubre de 2013
39 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que se ha puesto de moda en Japón eso de hacer remakes, y no sólo de películas antiguas de su filmografía –Hara-kiri: Muerte de un samurái, remake de Harakiri, de Masaki Kobayashi-, sino también de películas norteamericanas más o menos recientes –Unforgiven, remake de Sin Perdón, por ejemplo-. Ahora, previo paso por la Seminci de Valladolid, podremos ver en nuestro país Una familia de Tokio, revisión moderna de la gran –y atemporal- Cuentos de Tokio, de Yasujiro Ozu.

Yôji Yamada (El ocaso del samurai), debía saber del reto al que se enfrentaba al hacer esta película, al igual que lo sabría Takashi Miike al realizar Hara-Kiri: Muerte de un samurái -quien resultó bien parado en cuanto a críticas, finalmente-. En ambos casos nos encontramos ante dos películas (las originales) consideradas obras maestras, no ya dentro de la cinematografía japonesa, sino a nivel mundial, por lo que va a ser un reto, también, para el que suscribe, realizar esta crítica intentando mantenerme al margen de comparaciones.

Una familia de Tokio trata sobre una pareja de ancianos que viaja a Tokio para visitar durante una semana a sus hijos, ni más ni menos. Como suele ser habitual en este tipo de cine, el ritmo de la película es tranquilo y la puesta en escena elegante y natural sin excesos. La dirección es sobria y clásica, por lo que no presenta grandes cambios con respecto a la original. Cuenta una historia contada antes, pero emociona de igual forma, por su universalidad, y las relaciones paterno-filiales están mostradas de manera realista y veraz, sin necesidad de melodramas ni de gritos.

No es una película intimista (ni pesimista), y puede que películas como Dejad paso al mañana nos resulten más cercanas, pero hay cosas que son universales, y la familia es una de ellas, por lo que es una película recomendada para cualquiera, sin duda; no juzga a ningún miembro de ella ni tampoco lo justifica (más de lo que se podrían justificar ellos mismos), pero deja poso, porque ya se sabe que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el tuyo propio.

Por otra parte, el único cambio real en el argumento con respecto a la original es su gran acierto. La aparición del hijo menor de la pareja de ancianos, cuya vida es más desastrosa que la de sus hermanos, permite que la película ahonde en los problemas actuales de Japón. Mientras en Cuentos de tokio Japón se enfrentaba a la pérdida de identidad y a la occidentalización por parte de los Estados Unidos y sufría las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, en Una familia de Tokio los japoneses llevan años viviendo una crisis económica de prosperidad sin crecimiento, o crecimiento cero, a la que se suma la crisis mundial actual, y la consecuente actitud vital de algunos jóvenes adultos, por no mencionar la catástrofe ocurrida en Fukushima.

Finalmente, lo que queda es un bonito homenaje a Cuentos de Tokio y a esos padres imperfectos que, como Barkley y Lucy Cooper (Dejad paso al mañana), Shukishi y Tomi Hirayama (Cuentos de Tokio), Kyohei y Toshiko Yokoyama (Still Walking) o Shukichi y Tomiko Hirayama (Una familia de Tokio), no hacen más que ver cuál es el legado que dejan; las victorias, los fracasos, las decepciones y las alegrías que se obtienen al criar a unos hijos y verlos madurar e independizarse con el pasar de los años.
Fendor
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8
1 de febrero de 2015
38 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que vi actuar a Mélanie Laurent fue en Je vais bien, ne t’en fais pas (2006), película inédita en España y dirigida por Philippe Lioret. En ella la conocí con el apelativo de Lili, un nombre que por varias razones no he olvidado, aunque una de ellas y la principal es la canción U Turn (Lili), tema principal de la banda sonora original del film, que el personaje de su hermano le dedica en el mismo y que interpretaba el dúo francés Aaron. A pesar de que desde entonces seguí su carrera con interés, no fue hasta su primera incursión musical en 2011 —En t’attendant— que atrajo definitivamente mi atención. Su belleza imperfecta y única, llena de carácter y personalidad, se unía entonces a una voz plena de sensibilidad y acento francés —que en la música viene a ser lo mismo—. Tras estos dos acercamientos, diría que fui seducido por su talento e inteligencia interpretativos tanto como por su mirada. Hoy, sin embargo, creo que me ha superado y desarmado; Mélanie Laurent también dirige, Respira (2014) es su segundo largometraje y el flechazo, tras los títulos de crédito, ahora se siente permanente. ¡Qué sencilla parece la desnudez!

Respira traza un camino y sus planteamientos son claros. Dependencia, desequilibrio e inmadurez emocional. Gente, en apariencia vacía, que nos llena. Nos atrae su mundo, la energía que transmiten, el entendimiento mutuo, la complicidad. A veces, sin darnos cuenta, estas personas no son sino un reflejo de lo que significamos nosotros a su vez para otras personas. En esta película, asistimos al nacimiento y evolución de una relación protagonizada por dos chicas de 17 años, personificadas por las actrices Josephine Japy y la femme fatale Lou De Laâge.

Al comienzo de la cinta, los personajes no se presentan, se van conociendo a través de las distintas capas que conforman su personalidad, a medida que avanza la película. Las evoluciones, los cambios, la psicología, son mostradas en una suerte de directo para nosotros, somos parte. Destaca, en este sentido, la naturalidad de las actrices, perfectas en sus respectivos papeles. Naturalidad interpretativa, por cierto, que explicaría por ejemplo por qué el doblaje —en ocasiones— es completamente innecesario.

Quizá influenciada por su trabajo bajo las órdenes de otros realizadores, la actriz, cantante y aquí directora Mélanie Laurent, demuestra en cada plano una destreza visual pocas veces vista en alguien de su edad —31 años— y sin necesidad de grandes alardes técnicos. Destaca el plano secuencia que sigue a la actriz Lou de Laâge en su trayecto a casa y que termina siendo un travelling. Una narración llena de virtudes, magnética, de un encanto pocas veces visto, veraz y espontánea. El relato emerge de la profundidad y los silencios hacia altas cotas de cine.

A veces, cuando se habla de algunas películas, se suele decir que éstas respiran vida. Respira la absorbe de golpe, se llena de ella y la expulsa de forma constante, exhalando ráfagas más enérgicas en determinados momentos del metraje, como lo haría un enfermo de asma en pleno ataque. Respira es vida y sentimiento, pasión, contenida en algunos casos, liberada en otros. Pocas veces fondo y forma han explotado de forma tan sincronizada las virtudes y defectos de lo juvenil y de las relaciones forjadas durante esta etapa. Su gran defecto, por decirlo de alguna forma, es el de haber nacido eclipsada por la alargada sombra de La vida de Adèle (2013). Es difícil no acordarse y compararla con aquella al principio, porque si algo queda claro viendo ambas, además, es que el azul es el color más cálido, realizándose aquí un perfecto uso de los colores y de una más que notable fotografía. Sin embargo, poco tienen en común más allá del entorno.

Respira es emocionante, emocional, personal y cercana. Un estudio de las relaciones humanas, siempre en busca de contacto. Plantea cuestiones e incertidumbres, ¿somos, en el fondo, como nuestros padres?, ¿cuando llega el momento de experimentar sus mismas vivencias, hemos aprendido algo de sus errores? ¿La pasión nos hace más libres o monopoliza nuestro ser hasta convertirse en obsesión? ¿Por qué siempre perdonamos? Porque siempre perdonamos, ¿no? Aunque algo siempre queda en el recuerdo.

Castillos de arena efímeros. Humo que sale de los cigarrillos. La brisa. Una noche más, fragilidad. El borde de la cama. La amistad. Tú y yo. Baños públicos. Nuits fauves. Los días dedicados sólo a ella. Serotonina. Planes de verano. El agua bajo tus pies. Giros del destino suspendidos en tus manos. En su aliento…
Fendor
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