La diligencia
28.612
Western
Personajes muy variopintos emprenden un largo, duro y peligroso viaje en diligencia. Entre ellos, un fuera de la ley en busca de venganza, una prostituta a la que han echado del pueblo, un jugador, un médico, la mujer embarazada de un militar, un sheriff. Las relaciones entre ellos serán difíciles y tensas. Además, durante el viaje, tendrán que afrontar el ataque de una partida de indios apaches. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2006
204 de 230 usuarios han encontrado esta crítica útil
La diligencia es uno de los mejores westerns de la Historia del Cine y por ende una de las mejores películas de Ford. Los nueve personajes que viajan en el carromato tirado por seis caballos nos van desvelando poco a poco, plano a plano, sus diferentes vidas y sus distintas motivaciones para llegar a buen puerto tras cruzar territorio comanche.
-El sheriff, a pesar de su inicial presentación como un hombre inflexible con sus responsabilidades, suaviza el caracter a medida que el film avanza.
-Thomas Mitchell, nuestro doctor borrachín, se llevó un merecido Oscar amen de parecerme el mejor actor del reparto. Será el encargado de dotar al film de sentido del humor y de humanizar el sinsentido de la diferencia de clases.
-Claire Trevor, la prostituta, encarna a los desfavorecidos del mundo burgués que tanto gustaba a Ford plasmar en sus obras. Al final, todo esa hipocresía inicial se va diluyendo como un azucarillo.
-El jugador de cartas es uno de los principales inquilinos de la diligencia. Caballeroso, peligroso, atractivo, inteligente y soñador. Uno de los personajes más ricos del films y más atormentados. Siempre piensas que él y Kid van a liarse a tiros en cualquier instante y Ford templa de manera magistral la tensión que se supone puede existir entre ambos.
-El banquero realiza una actuación notable. Cuando se enfada o cuando se disculpa asume su rol de mezquino con una sobriedad asombrosa. Parece el tipo adecuado para ese papel.
-Louise Platt interpreta a la mujer de buenas costumbres, antagonista de Claire Trevor y deliciosamente protegida por nuestro jugador de cartas. La relación entre las dos mujeres también tensa el ambiente. Memorable la escena del vaso de agua.
-John Wayne está inconmensurable. Su primera aparición en la película se ha convertido por derecho en un icono del mundo del cine. Y además el desenfoque no queda nada mal. Su actitud hacia el sheriff durante todo el film es un acierto cuando se le supone una rebeldía y unas ansias de venganza que nublarían la vista a más de uno.
-El pasante de whiskey, así como el conductor del carromato son elegidos por Ford para dar vida a la gente corriente y buena que abunda en toda su filmografía. Gente común con vidas nada peligrosas y con pequeños sueños y metas que a menudo los malosos no les dejan llevar a buen puerto.
Además Ford nos regala bonitas panorámicas, primeros planos dónde todos y cada uno de los actores responden a la perfección, y encuadres en el interior de la diligencia que son de chapeau.
La secuencia de la carga india es un prodigio de técnica para aquellos tiempos. Merece una mención aparte la inestimable aportación de los especialistas en esa secuencia. Se juegan el tipo saltando de caballo a caballo. Es una de las escenas más recordadas por los profesionales del sector. Impresionante.
Uno de los mejores westerns que se han rodado nunca y que el tiempo deja tan impoluto como hace seis décadas. 9.8
"Este país lo que necesita es más cogorzas."
-El sheriff, a pesar de su inicial presentación como un hombre inflexible con sus responsabilidades, suaviza el caracter a medida que el film avanza.
-Thomas Mitchell, nuestro doctor borrachín, se llevó un merecido Oscar amen de parecerme el mejor actor del reparto. Será el encargado de dotar al film de sentido del humor y de humanizar el sinsentido de la diferencia de clases.
-Claire Trevor, la prostituta, encarna a los desfavorecidos del mundo burgués que tanto gustaba a Ford plasmar en sus obras. Al final, todo esa hipocresía inicial se va diluyendo como un azucarillo.
-El jugador de cartas es uno de los principales inquilinos de la diligencia. Caballeroso, peligroso, atractivo, inteligente y soñador. Uno de los personajes más ricos del films y más atormentados. Siempre piensas que él y Kid van a liarse a tiros en cualquier instante y Ford templa de manera magistral la tensión que se supone puede existir entre ambos.
-El banquero realiza una actuación notable. Cuando se enfada o cuando se disculpa asume su rol de mezquino con una sobriedad asombrosa. Parece el tipo adecuado para ese papel.
-Louise Platt interpreta a la mujer de buenas costumbres, antagonista de Claire Trevor y deliciosamente protegida por nuestro jugador de cartas. La relación entre las dos mujeres también tensa el ambiente. Memorable la escena del vaso de agua.
-John Wayne está inconmensurable. Su primera aparición en la película se ha convertido por derecho en un icono del mundo del cine. Y además el desenfoque no queda nada mal. Su actitud hacia el sheriff durante todo el film es un acierto cuando se le supone una rebeldía y unas ansias de venganza que nublarían la vista a más de uno.
-El pasante de whiskey, así como el conductor del carromato son elegidos por Ford para dar vida a la gente corriente y buena que abunda en toda su filmografía. Gente común con vidas nada peligrosas y con pequeños sueños y metas que a menudo los malosos no les dejan llevar a buen puerto.
Además Ford nos regala bonitas panorámicas, primeros planos dónde todos y cada uno de los actores responden a la perfección, y encuadres en el interior de la diligencia que son de chapeau.
La secuencia de la carga india es un prodigio de técnica para aquellos tiempos. Merece una mención aparte la inestimable aportación de los especialistas en esa secuencia. Se juegan el tipo saltando de caballo a caballo. Es una de las escenas más recordadas por los profesionales del sector. Impresionante.
Uno de los mejores westerns que se han rodado nunca y que el tiempo deja tan impoluto como hace seis décadas. 9.8
"Este país lo que necesita es más cogorzas."
8 de mayo de 2008
159 de 205 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando un profano del cine de Ford hable sobre sus westerns o sobre su cine en general, siempre lo hará desde la perspectiva tópica del desconocimiento más supino que pueda existir y le llamará facha o rancio. También está la versión que te dirá que directamente no casa con el western porque cuenta historias también fachas, sobra decirlo, básicamente porque su atribulada cabecita, llena de videoarte, cine contemplativo y urbano y demás mariconadas varias, no entiende que el género supremo del cine únicamente cuenta historias actuales ubicadas en una situación espacio temporal distinta, aunque a ellos les siente como un tiro ver a gente con sombrero de cowboy. Obviamente, nunca sabrán argumentar por qué piensan que Ford es un facha, únicamente se lo oyeron a otro que lo oyó de otro colega que dice que un amigo, una vez, y de pasada, vio 5 minutos de una peli del oeste, por lo tanto reconducirán la conversación hasta el punto que a ellos les interesa. Si no, te dirán algo de los indios... siempre algo de los indios. ¿Por qué descargo mi odio contra aquellos diferentes a mí y hablo de Ford? Sencillamente porque el otro día me vi por enésima vez La diligencia, película de la que estoy absolutamente enamorado, y no sé si es por su sencillez en la propuesta, por su honradez, por su falta de maniqueísmo o por la ruptura de tabúes sociales en aquella época. Quizás, también, porque sea la primera obra maestra de mi género preferido y aquella que sentó las bases de dicho género en su vertiente más clásica y también, por qué no, del cine en general, siendo la más clara precursora de Ciudadano Kane, probablemente la película-tótem de la revolución cinematográfica, ya que Ford cambió el estilo de los encuadres, la planificación y el empleo de una fotografía que sabía aprovechar lo mejor del expresionismo pero dejando fuera a veces ese esteticismo tan insoportable en que te hacía caer el género alemán.
Pero creo que, por encima de todo, el motivo por el que me gusta tanto esta cinta del maestro es porque me da la razón en aquello que siempre digo, y es que Ford era, es y será el cineasta más social y progresista que ha habido en la historia del cine. Esas ideas, alejándonos de su cine "no western", iban desde la lucha contra el racismo, la censura en El hombre que mató a Liberty Valance o la redención y la victoria de los socialmente defenestrados frente a las clases pudientes. Y es que Ford, ferviente católico y alcohólico, era como un Jesucristo moderno, ya que sus personajes siempre eran desterrados, seres errantes sin hogar, putas o borrachos, y él les daba cobijo en su regazo. Obviamente, si le preguntásemos por las virtudes sociales de esta película saltaría de la misma forma en que le respondía a Bogdanovich cuando le preguntaba por su labor de poeta y me mandaría a la mierda, pero es innegable la ternura que Ford sentía por los socialmente poco aceptados y el lirismo que veía en cada una de sus bondadosas acciones.
Pero creo que, por encima de todo, el motivo por el que me gusta tanto esta cinta del maestro es porque me da la razón en aquello que siempre digo, y es que Ford era, es y será el cineasta más social y progresista que ha habido en la historia del cine. Esas ideas, alejándonos de su cine "no western", iban desde la lucha contra el racismo, la censura en El hombre que mató a Liberty Valance o la redención y la victoria de los socialmente defenestrados frente a las clases pudientes. Y es que Ford, ferviente católico y alcohólico, era como un Jesucristo moderno, ya que sus personajes siempre eran desterrados, seres errantes sin hogar, putas o borrachos, y él les daba cobijo en su regazo. Obviamente, si le preguntásemos por las virtudes sociales de esta película saltaría de la misma forma en que le respondía a Bogdanovich cuando le preguntaba por su labor de poeta y me mandaría a la mierda, pero es innegable la ternura que Ford sentía por los socialmente poco aceptados y el lirismo que veía en cada una de sus bondadosas acciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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22 de noviembre de 2008
72 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Memorable western realizado por John Ford. El guión, de los especialistas Dudley Nichols y Ben Hetch (no acreditado), se basa en el relato breve “Stage To Lordburg”, de Ernest Haycox, publicado (10-IV-1937) por Collier’s, que se inspira en el cuento de guerra “Boule de Suif”, del francés Guy de Maupassant, ambientado en la guerra franco-prusiana de 1870. Se rueda en escenarios naturales de California (Calabazas), Colorado, Arizona y Utah (Monument Valley); en exteriores de Iverson Ranch y RKO Enciso Ranch (LA); y en los platós de Samuel Goldwyn/Warner Studios (Hollywood). Nominado a 7 Oscar, gana 2 (actor secundario y banda sonora). Producido por Walter Wanger y John Ford para UA, se estrena el 15-II-1939 (L.A., preestreno).
La acción dramática tiene lugar en la población de Tonto (Nuevo Méjico), en el camino de postas que cruza el territorio apache de Nuevo Méjico, con paradas en Dry Fork y Apache Wells, y en la población de Lordsburg (Nuevo Méjico), a lo largo de 2 días y 1 noche, en el otoño de un año de 1880-85.
Ocupan la diligencia diversos pasajeros que encarnan prototipos de la sociedad del Oeste. Hartfield (Carradine), antiguo oficial confederado, es un vanidoso jugador profesional; Samuel Peacock (Meek) es un apocado representante de ventas de whisky; Henry Gatewood (Churchill) es un banquero que huye, tras cometer un desfalco y abandonar a la familia; Lucy Mallory (Platt) es la altiva esposa de un capitán de Caballería; Josiah “Doc” Boone (Mitchell) es un médico alcohólico; Dallas (Trevor) es una prostituta de buen corazón; Curly Wilcox (Bancroft) es el comisario que persigue a Ringo; y Buck (Devine), ingenuo y bondadoso, es el conductor del vehículo. Peacock y Buck representan a las personas sencillas y corrientes. En el camino se les une Harry “The Ringo Kid” (Wayne), forajido, que se ha escapado de prisión, es noble, valiente y de pocas palabras. Dallas y Boone acaban de ser expulsados de Tonto a instancias de las damas de la “Liga de la Ley y Orden”. Ringo va camino de Lordsburg para vengar el asesinato de su padre y su hermano a manos de Luke (Tyler), Hank y Ike Plummer.
El film suma acción, western, drama y romance. La acción, rápida e intensa, se desarrolla a lo largo de un recorrido de unos 200 km., que cruza territorio bajo control de los apaches liderados por Jerónimo, tras abandonar la reserva de San Carlos (Arizona) y retomar las acciones de guerra. La cabina de pasajeros de la diligencia constituye un espacio reducido en el que tiene lugar una representación abreviada (a escala reducida) de lo que es el mundo y la vida. Los personajes variopintos que la ocupan protagonizan relaciones de simpatía, afecto, respeto, apoyo, tensión, conflicto y enfrentamiento, según las circunstancias.
(Sigue en el spoiler sin revelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en la población de Tonto (Nuevo Méjico), en el camino de postas que cruza el territorio apache de Nuevo Méjico, con paradas en Dry Fork y Apache Wells, y en la población de Lordsburg (Nuevo Méjico), a lo largo de 2 días y 1 noche, en el otoño de un año de 1880-85.
Ocupan la diligencia diversos pasajeros que encarnan prototipos de la sociedad del Oeste. Hartfield (Carradine), antiguo oficial confederado, es un vanidoso jugador profesional; Samuel Peacock (Meek) es un apocado representante de ventas de whisky; Henry Gatewood (Churchill) es un banquero que huye, tras cometer un desfalco y abandonar a la familia; Lucy Mallory (Platt) es la altiva esposa de un capitán de Caballería; Josiah “Doc” Boone (Mitchell) es un médico alcohólico; Dallas (Trevor) es una prostituta de buen corazón; Curly Wilcox (Bancroft) es el comisario que persigue a Ringo; y Buck (Devine), ingenuo y bondadoso, es el conductor del vehículo. Peacock y Buck representan a las personas sencillas y corrientes. En el camino se les une Harry “The Ringo Kid” (Wayne), forajido, que se ha escapado de prisión, es noble, valiente y de pocas palabras. Dallas y Boone acaban de ser expulsados de Tonto a instancias de las damas de la “Liga de la Ley y Orden”. Ringo va camino de Lordsburg para vengar el asesinato de su padre y su hermano a manos de Luke (Tyler), Hank y Ike Plummer.
El film suma acción, western, drama y romance. La acción, rápida e intensa, se desarrolla a lo largo de un recorrido de unos 200 km., que cruza territorio bajo control de los apaches liderados por Jerónimo, tras abandonar la reserva de San Carlos (Arizona) y retomar las acciones de guerra. La cabina de pasajeros de la diligencia constituye un espacio reducido en el que tiene lugar una representación abreviada (a escala reducida) de lo que es el mundo y la vida. Los personajes variopintos que la ocupan protagonizan relaciones de simpatía, afecto, respeto, apoyo, tensión, conflicto y enfrentamiento, según las circunstancias.
(Sigue en el spoiler sin revelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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23 de julio de 2009
57 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando los indios se lanzan a perseguir a la diligencia, el contraplano los capta en dirección contraria a ésta. Qué forma más rara de perseguir a nadie, quizás era una costumbre apache, maestros del despiste como táctica guerrera.
Luego, el primero que cae no lo hace por disparo de los viajeros, sino porque una pata de su caballo ha sido atada a un evidentísimo cable que se tensa y disloca al pobre animal. Lo que no obsta para que el indígena en cuestión se lleve las manos al pecho.
El indio que se sube a los caballos de la diligencia se dedica a saltar como un trapecista sin motivo alguno, a menos que sea un masoca que le guste servir de tiro al blanco. Naturalmente se cae, pero tiene bien estudiada la caída, como si la hubiera ensayado mil veces, se aparta mientras la diligencia pasa y luego se levanta sin más. Un contraplano de los viajeros aplaudiendo hubiera sido oportunísimo.
Otro apache cae de su caballo alzando las manos como si estuviera cantando una zarzuela; lo hace a velocidad inusualmente lenta y por un instante parece que vamos a ver la escena marcha atrás, y luego adelante más lento aún, repitiendo la acción punible para sacarnos de dudas.
¿De verdad esto lo ha filmado el mejor director de la Historia? ¿Esta chapucera colección de cantadas de raccord que no cometería ni Mariano Ozores?
Luego, el primero que cae no lo hace por disparo de los viajeros, sino porque una pata de su caballo ha sido atada a un evidentísimo cable que se tensa y disloca al pobre animal. Lo que no obsta para que el indígena en cuestión se lleve las manos al pecho.
El indio que se sube a los caballos de la diligencia se dedica a saltar como un trapecista sin motivo alguno, a menos que sea un masoca que le guste servir de tiro al blanco. Naturalmente se cae, pero tiene bien estudiada la caída, como si la hubiera ensayado mil veces, se aparta mientras la diligencia pasa y luego se levanta sin más. Un contraplano de los viajeros aplaudiendo hubiera sido oportunísimo.
Otro apache cae de su caballo alzando las manos como si estuviera cantando una zarzuela; lo hace a velocidad inusualmente lenta y por un instante parece que vamos a ver la escena marcha atrás, y luego adelante más lento aún, repitiendo la acción punible para sacarnos de dudas.
¿De verdad esto lo ha filmado el mejor director de la Historia? ¿Esta chapucera colección de cantadas de raccord que no cometería ni Mariano Ozores?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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1 de junio de 2006
44 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ford, representante, antes que del western, del género de la belleza, pertenece al amable coto de los líricos sencillos.
La diligencia, con su poética latente, su palpitante ritmo interior y su olor de vida trasladada a la pantalla, cubrió de melancolía al rudo modelo del far west. Con la mirada despejada, Ford despojó de intelectualidad a la pieza artística y de vulgaridad al género al entregar una honesta pieza maestra de brisa cinematográfica.
Configuradoras de un estilo erróneamente tildado de “invisible”, sus imágenes no envejecerán jamás.
Ojalá siempre existan en el cine los caballos intocables y las avionetas delirantes, mientras sigan siendo a nuestros ojos, simplemente, “caballos” y “avionetas”. (Para -mucha- más información, léase -y disfrútese- la crítica de Bloomsday).
La diligencia, con su poética latente, su palpitante ritmo interior y su olor de vida trasladada a la pantalla, cubrió de melancolía al rudo modelo del far west. Con la mirada despejada, Ford despojó de intelectualidad a la pieza artística y de vulgaridad al género al entregar una honesta pieza maestra de brisa cinematográfica.
Configuradoras de un estilo erróneamente tildado de “invisible”, sus imágenes no envejecerán jamás.
Ojalá siempre existan en el cine los caballos intocables y las avionetas delirantes, mientras sigan siendo a nuestros ojos, simplemente, “caballos” y “avionetas”. (Para -mucha- más información, léase -y disfrútese- la crítica de Bloomsday).
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