La diligencia

Puede que "La diligencia" sea el western más famoso de todos los tiempos, motivos no le faltan para ser tan reconocida. "Stagecoach", su títluo original, fue el renacer de los westerns y dio a conocer al mundo entero al gran John Wayne, quien no tuvo mucha fortuna con sus anteriores film.

"La diligencia" es un western clásico, y tiene todos los ingredientes del género. Una diligencia con personajes muy variopintos tiene que atravesar el desierto pese al peligro que supone partir por la amenaza de los Indios Apaches y de su jefe Jerónimo, a mitad de camino recogen a Ringo Kid (John Wayne), quien ha escapado de la cárcel para vengar la muerte de su hermano y su padre.

Es un film trepidante, con una excelente persecución de la diligencia, con historia de amor, con un médico alcohólico, un sheriff honrado, el quinto de caballería y un duelo a muerte. Un western inolvidable que resucitó un género. La palabra "Clásico" nació para films como "Stagecoach".

Es la primera película rodada en Monument Valley, el western llevaba unos años en decadencia, con films esquemáticos y sin profundidad humana. “La diligencia” aporta al género una nueva narrativa vital, con un estudio de personajes, en principio arquetípicos, pero que Ford los moldea y desarrolla dándoles personalidad propia, convirtiéndolo en un western adulto, ensamblado en el paisaje y dentro de un film itinerante, donde la aventura colectiva llana de dificultades, nos mostrará las diversas aristas del ser humano.

Vista bajo esta perspectiva, “La diligencia” se sirve de personajes típicos del género, pero enriqueciéndolos sicológicamente (nueve personajes en una diligencia), gracias al excelente guión de Dudley Nichols, conocido escritor que tomó como pretexto un breve relato de Ernest Hycox, para construir el armazón de la película. Las bases del conflicto se centran entre el sheriff (George Bancroft) y Ringo Kid (John Wayne), más allá del interés dramático, es la confrontación entre la aventura y el orden establecido, la ley natural y la ley social, Ford nos muestra el conflicto generacional.

“La diligencia” es un emotivo western que no alcanza la perfección de posteriores trabajos de Ford, pero que apunta detalles de puesta en escena que el maestro recuperaría en el futuro, como: la escena entre Dallas (Claire Trevor) y Ringo en la cocina de Apache Wells, casi exacta a la de Ramson y Hallie en “Liberty Valance”; o las sombras, encuadres y movimientos de los actores en las calles nocturnas de Lordsburg, antes del duelo entre Ringo y los Plumer, muy parecida al duelo nocturno de “Liberty Valance”.

Pero hay algo en esta película que la hace entrañable, a pesar de sus imperfecciones, y podría ser la dignidad con que sabe ejercer su condición de western-puente, en la gozosa reafirmación de alguno de los mejores esquemas del western primitivo, en la vitalista anticipación de los caminos emprendidos a partir de ella por el western moderno. Finalmente destacar el estupendo trabajo de todos los actores, y por encima de todo, la escena en que Ringo detiene la diligencia, una imagen para la historia del cine.

La agilidad con la que se desarrolla “Stagecoach” es alarmante, sobretodo para el resto de realizadores de la época, dominados y esclavizados por el genio de John Ford.
El ritmo galopa a lomos de los interesantes personajes, no solo el forajido Kid Wayne, sino la amargada Claire Trevor (que se avergüenza de lo impensable), y por supuesto el “apuesto” y galante John Carradine (cuya descendencia descanse en paz...).

Western con multitud de escenas en tono de comedia, de carácter general despreocupado, y con unos valores morales de agradecer. Todo esto la convierte en una obra trascendental de su época y perfectamente perdurable en la actualidad.

De hacerse un remake, probablemente quedaría una fábula insípida y sensiblera, y esa es una de las cosas por las que John Wayne era John Wayne: podía añadir testosterona a la mayor de las mariconadas.

Imprescindible.

Me ha parecido divertido titular la crítica con una analogía al film de Lumet, pero es que de algún modo "La Diligencia" me ha recordado al mítico thriller. Van en la dilligencia 9 personas que se juzgan constantemente, y que con la misma constancia se van aceptando, adivinando la Verdad más profunda: que todos los Hombres nacemos iguales pero pensamos de diferente forma. Tolerancia, súplicas de igualdad, y mimo a los más desfavorecidos de la sociedad son constantes en el cine de Ford, a pesar de que ciertos y ciegos espectadores quieran ver otra cosa. Me recuerdan al macartismo de los 50's que solo veía comunistas donde solo había artistas. Lastimoso.
Me estoy introduciendo, a marchas forzadas, en el cine fordiano, y una de mis primeras impresiones fue la de constatar que los cinéfilos valoran sobremanera los westerns. Antes las pelis del oeste americano patinaban en mi retina sin dejar apenas impresión alguna. Pero también a marchas forzadas voy aceptando varios hechos, tales como la importancia y grandeza de ciertos cineastas estadounidenses, y que estos decidan rodar acerca de la conquista y la colonización del oeste norteamericano. Partiendo de estas premisas, reconozco que el western da mucho juego a la hora de dibujar personajes que representen personalidades-tipo: la maldad, la venganza, la sencillez, los prejuicios, la soledad, etc.
Indudablemente no puedo negar la enorme influencia que ejercen en mí las críticas cinéfilas, pero una vez he roto mis cadenas espirituales, visuales y mentales, no puedo evitar comparar el cine de Ford, de Hawks, de Yimou o de Lubitsch, con el llamado "convencional". La elección es clara. Tengo toda una vida por delante (tengo 46 años) para ver el cine llamado "clásico", y ni un solo segundo que perder con el "convencional".
Con Ford me siento más completo y más útil. Y viendo "La Diligencia" me he sentido feliz. Mi mayor problema en estos momentos es discernir si me gusta más que "El Hombre Que Mató a Liberty Valance". ¡¡Menudo problemón!!
Ford nunca morirá, cual artista renacentista.

¿Que cómo me atrevo a semejante ultraje?
Pues es sencillo: independientemente de su valor histórico, que no voy a negar, La diligencia, vista hoy en día, es una película francamente aburrida.
Si uno repasa las puntuaciones de grandes películas del género, y las compara con la puntuación de ésta, sólo puede echarse las manos a la cabeza. Que "Río Bravo" tenga menos puntuación que "La diligencia" es simplemente grotesco.
Y es que, al contrario de otros muchos "clásicos", La diligencia envejeció fatal. Qué se le va a hacer.
En mi opinión, si un despistado, o un jovencuelo iniciándose en esto del cine se guía por las puntuaciones, y alquila esta película esperando encontrarse un western despampanante, no volverá a fiarse de las puntuaciones nunca más, y para salvaguardar la historia y sus visicitudes ya tenemos a los críticos. (recordemos eso de..."gran éxito de crítica Y público").