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La casa roja

Intriga. Thriller Un granjero decide enfrentarse a los misterios que oculta un viejo caserón, donde suceden continuamente extraños fenómenos que asombran y aterrorizan a los habitantes del lugar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
6 de noviembre de 2010
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta no hace mucho tiempo, la apreciación humana de los bosques era muy distina a la actual; donde hoy vemos naturaleza pura y entornos sanos y hermosos, antaño localizábamos miedos, inquietudes y peligros de toda índole. En efecto, el temor al bosque, a su umbría, sus equívocas sendas, los seres ocultos y acechantes que lo habitan, es uno de los miedos atávicos en el ser humano, tal vez un débil y atenuado recuerdo de un tiempo pasado en el que aún éramos presas, y nuestros depredadores vivían en las selvas. Las leyendas, los cuentos y la literatura han explotado ese miedo hasta sus últimas consecuencias (véanse los cuentos clásicos como "Caperucita", "Blancanieves", "Hansel y Grettel", etc), y es lógico que el Cine haya seguido sus pasos, como ocurre en la película que nos ocupa.

En ella vemos que el objeto que aparentemente genera el miedo, la inquietud, es una casa a la que se asocian recuerdos ominosos, los cuales son, por otra parte, rápidamente intuidos por el espectador, que fácilmente anticipa el desenlace de la trama. Por tanto, el argumento y su desarrollo no son en absoluto sorprendentes, y es el recurso a la fórmula clásica del bosque antes mencionada lo que aporta casi todo su encanto al filme. Y es que si los bosques han sido fuente de temor, también han encarnado, por eso mismo, el espacio propicio para la audacia y la aventura, aspectos característicos de la rebeldía adolescente, bien reflejada en la película; como el bosque es un lugar prohibido, que alberga secretos y temores, es un lugar de enorme atractivo, un reto de madurez. Los protagonistas del filme sienten la llamada del bosque; para unos esa llamada encarna el pasado trágico que desearían olvidar pero que les persigue inexorablemente, y para otros significa una iniciación, un ejercicio de libertad y audacia.

Realizada por un clásico como Delmer Daves, la película encuentra sus puntos fuertes en las secuencias situadas en el bosque, especialmente las de ambientación nocturna, en las que el viento y la oscuridad aportan las sensaciones dramáticas requeridas (apréciese que el bosque no es tan terrible durante el día, pero que por la noche conjura todos los miedos posibles), reforzadas gracias a la acertada iluminación, casi tenebrista, y a la notable y sugestiva partitura de Rozsa. El guión, del propio Daves, no es ninguna maravilla, con algunos diálogos innecesarios, pero tampoco devalúa el resultado global, del mismo modo que no lo hacen unas interpretaciones desiguales, entre las que destaca la de Robinson, que encarna al personaje más torturado y con mayor interés.

Por tanto, un buen ejercicio de suspense que proporciona entretenimiento asegurado, y que nos trae a la memoria aquella clásica advertencia de los cuentos infantiles: "niños, nunca os adentréis sólos en el bosque tras la puesta del sol..."
Continúa en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quatermain80
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27 de octubre de 2010
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me la compré ayer porque me atrajo el reparto y la sinopsis. Por la noche decidí verla y, disfruté de 90 minutos de cine del de antes. Vale que tiene algunos puntos mejorables pero, realmente, es entretenida, intrigante y es de esas "con magia añeja". Edward G. Robinson es genial aunque sea cierto que esta interpretación no sea de las más memorables. La historia atrapa aunque pienso que por momentos estiran demasiado el chicle y le sobran algunos minutos en total. El personaje de Tibby es muy sexual y descarado para la época (¡1947!). Sorprenden algunas frases y escenas del guión pretendida y claramente carnales y atrevidas para esa época en la que recordemos que las mujeres no sólo debían ser santas, castas y puras sino, parecerlo. Ella desde luego no va de eso.
Increible y fantástica pese a sus escasas apariciones la presencia de Judith Anderson (el ama de llaves de Rebeca para los amigos) que llena la pantalla con ese físico aterrador e imponente.
Echo de menos que no se haya explicado un poquito mejor el meollo del misterio y tengo la impresión de que se han quedado muchas cosas interesantes por utilizar y que, habrían hecho de esta película algo más redondo. Aún así, me gustó. Un 7 creo que es justo.
EVA
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8 de abril de 2009
27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenemos a Edward G. Robinson en el papel de un viejo granjero lisiado (una pierna de madera), que vive con su hermana en una apartada granja de manzanas enfrente de un inquietante bosque y una joven que los llama “tíos” y que fue adoptada por estos cuando era niña. La joven se siente atraída por un audaz mozo del pueblo, al que lleva a la granja y convence al tio para que le de trabajo, cosa que este acepta y al haberse hecho de noche y tener que volver dicho joven al pueblo, donde vive con su madre, el viejo le previene de que no acorte por el bosque, pues al anochecer se oyen unas voces que se te meten en la cabeza y no te abandonan de por vida, consejo del que el audaz joven hace caso omiso y ante la oscuridad y extraños sonidos que le envuelven cuando esta dentro del bosque, vuelve nervioso a la granja refugiándose en el granero para pasar la noche, donde al encontrarle el viejo por la mañana, le dice que volvió porque estaba sugestionado por la charla que le dio, pero que de miedo nada, y ahí tenemos al audaz mozalbete la noche siguiente entrando en el bosque, donde esta vez sufre un misterioso y desconocido ataque.
Por otra parte el joven esta liado con una procaz (a causa de su innata coquetería tiene revolucionado a un malote muchacho), amiga de la chica de la granja, con el evidente disgusto por parte de esta (que queda de manifiesto cuando los ve besarse delante de ella durante una excursión exploratoria que han emprendido los 3 a plena luz del día en busca de la misteriosa casa roja que hay en el interior del bosque y sobre la cual pesa una leyenda que dice que está encantada).
Todo esto a modo de presentación durante los primeros minutos de metraje, a partir de aquí, a través de un guion bien engranado, nos encontramos con un absorbente y digno film de suspense, en base a una trama que va descubriendo lentamente, a base de dosificadas y escalonadas escenas, algunos de los enigmas que nos veníamos planteando, dejando para el magnífico final, la resolución del misterio., todo ello aderezado por el elemento que es uno de los pilares fundamentales a la hora de meterte en la película: la extraordinaria música de Miklós Rózsa.
Edward G. Robinson esta excelente (como de costumbre), el resto del reparto acompaña dignamente la función y como apunte final (y no por ello menos significativo), me gustaría ver la cara y oír la respuesta de M. Night Shyamalan ante la pregunta de si sabía algo de esta película antes de escribir el guion de “El bosque” (que yo sepa, nunca la ha mencionado como “inspiración”)
Absolutamente recomendable.
tiznao
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12 de febrero de 2011
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para quienes no la conozcan, simplemente, les diré que es una de las películas preferidas de Martin Scorsese. Puro cine desde el primer hasta el último plano, donde no sobra nada y donde lo que se se sugiere es más importante que lo que se muestra.
La vi hace tiempo y no puede hacer una crítica demasiado precisa más allá del poso que aquélla me dejó. Y, éste, no puede ser mejor; película de atmósfera inquietante que te envuelve desde el principio y que no te suelta hasta el final.
Les recomiendo a todos los amantes del cine que la recuperen en cuanto puedan para degustarla con avidez.
Por último, Edward G. Robinson demuestra una vez más porque es uno de los mejores actores de la Historia del Cine, dotado de un carácter y una fuerza únicas para la actuación.
morecas
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24 de abril de 2015
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dado que es una película que no alcanza la excelencia, más vale quedarse con lo bueno que tiene y destacarlo por encima de todas las cosas. Su protagonista, todo un clásico, Edward G. Robinson, es a quien sí debería recordar cuando con el tiempo venga a mi memoria "La casa roja", por encima de la trama, por encima del resto de actores, por encima de todo y todos.

No es mala película, tiene el encanto de lo añejo gracias al ancla que la tiene inmovilizada en el año de su realización. Ese autocar del colegio, las ropas, los peinados y la actitud de los granjeros (bueno, los paletos no cambian con el tiempo y estos sí nos los seguimos encontrando aún hoy) la hacen especial, pero sobre todo la intriga que crece y crece ante lo desconocido (por parte del espectador). Me da la impresión que si Edward G. Robinson fuera una rubia estúpida sería la película favorita de Alfred Hitchcock, o tal vez si la hubiera realizado el director británico se hubiera cargado al propio Edward G. Robinson que, insisto, es sencillamente lo mejor de la película.

La clave es lo que esconde este hombre, porque si la película es aceptable, es gracias a los ojos del inmenso protagonista con el que contó Delmer Daves. Vemos su sufrimiento, su apatía, su desdicha... Con los minutos crecen y crecen sus paranoias hasta que lo atrapamos. ¿Podría haber sido mejor? Yo creo que sí, no sé cómo, pero la sensación es que con un pedazo de actor como Edward G. Robinson aquí se salvan los platos cuando había muchas opciones de ganarse el cielo...
Luisito
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