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Los dientes del diablo

Aventuras. Drama Inuk (Anthony Quinn) se siente solo en su iglú, pues, no tiene a una mujer que le haga "reír"... pero la vida va a mostrarse generosa con él, y pronto llegarán dos guapas muchachas entre las que tendrá el privilegio de elegir. Las costumbres y los grandes valores de su cultura, van a quedar bellamente recreados.
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
13 de diciembre de 2006
32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a añadir nada a lo ya dicho por los usuarios anteriores. Desgranan a la perfección esta cinta.

Sólo insistir en el que es su ingrediente maestro. Ese punto que le da un salto más, un empujón hacia algo más elevado que una mera y entretenida película de aventuras.

Nicholas Ray está ahí. Su visión del mundo, su forma de pensar, su desazón. Se aprovechaba, como siempre, de la perfecta maquinaria cinematográfica para colarnos retazos de su perspectiva pesimista y, a su vez, esperanzada. Y es que a Ray, como a todos nosotros, no le quedaba otra que ser contradictorio en su forma de ver la vida y en su forma de trabajar.

Es decir, hay indicios claros de un discurso coherente y recurrente. Algunos dicen que ése es el rasgo que califica el cine como “de autor”. Sea como fuere Ray habla en esta cinta de sí mismo.

Aunque salgan esquimales.
Bloomsday
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6 de abril de 2008
28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1960 y con un magistral Anthony Quinn, Nicolas Ray firmó una obra maestra rodada en gran parte en tierras de Alaska y Canadá. Se trata de un extraordinario film sobre unos esquimales que viven al margen de la "civilización". Siendo Ray un hombre tan visceral y apasionado tanto en su vida como en su cine cobra especial interés la particular mirada de este sobre una forma de vida tan alejada del modo de vida occidental, y si bien por momentos puede caer en una visión cercana al mito del buen salvaje sabe contrarestar esa tendencia con otras situaciones nada idílicas por las que pasan los protagonistas del film. Quinn está asolutamente creible en esa versión de esquimal que a penas ha tenido contacto con el hombre blanco y la película, sin duda, merece ser vista. Y como valor antropológico, sobretodo, el poder plantear en el espectador, si lo desea, una reflexión sobre el ser humano y "el progreso"
manderlay puntoes
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27 de julio de 2006
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante intento de hacer antropología cinematográfica que ha resistido bastante bien el paso de los años. Sospecho que la voz en off diciendo cursiladas con la que se inicia la película fue un añadido ajeno a Ray para descafeinar el relato posterior, cosas de la censura de la época. Como era de esperar, magistral Anthony Quinn. Humor, drama y documental a partes iguales.
Francisco
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16 de diciembre de 2008
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran Ray (qué gran narrador era, qué bien te lleva sin perder el pulso de sus pelis). Gran Quinn (qué gran actor fue siempre, creible, vital). Y gran película, de aventuras, sí, y de más cosas: la vida, la civilización, la soledad, la alegría, la muerte, las dificultades, la inocencia, la brutalidad. No es un panfleto sobre "el buen salvaje" ya que, desde el minuto uno, nos muestra escenas brutales, como ese lanzamiento de lanzas al oso, atravesado realmente ante la cámara (hoy día dudo que se pudiera grabar, no es políticamente correcto y sí muy desagradable). Otra curiosidad: Yoko Tani, la mujer protagonista, sale desnuda, algo nada habitual en 1960.
hispavox
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5 de mayo de 2011
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como el cine documental suele ser bastante pesado, Ray añadió a este documental unas gotas de poesía, cierta idealización "a la bruta" y, lo peor, un ingrediente dramático artificial para llegar a un final con suspense, (el encuentro con el hombre blanco). Por supuesto, para llegar a ese final ha habido que atravesar al más torpón misionero que vieron los tiempos, (un tipo tan ridículo tendría que haber pasado ya la del pulpo en el propio barracón de hombres blancos). Qué manía de tapar la verdad pura y dura, (sobre todo pura y dura en este film), añadiendo ingredientes hollywodienses.
El oso es siempre el mismo, y está mal alimentado, (no me extraña, si todos los bocados son como el de la vieja). Puestas estas ligeras pegas, una película bellísima que nos hará sentir malos, muy malos en nuestros sillones. Anthony Quinn, qué tío más grande.
berenice
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