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El séptimo cielo

Drama Chico (Charles Farrell) es un joven que trabaja en la limpieza de las alcantarillas de Paris. Diane (Janet Gaynor) es una chica muy desgraciada que es víctima de los abusos de su atrabiliaria hermana mayor. Un día, mientras ésta la golpea, Chico la rescata y se la lleva a vivir con él a su buhardilla, en el séptimo piso de un edificio de Montmartre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
7 de octubre de 2006
51 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película muda y en b/n realizada por Frank Borzage ("El ángel de la calle", 1928). Adapta la obra de teatro "Seventh Caldwell" (1922), de Austin Strong. Fue objeto de un remake en 1937, de Henry King. En la primera edición de los Oscar ganó tres (director de drama, guión adaptado y actriz). El productor fue William Fox.

La acción tiene lugar en París y en el frente entre 1913 y 1918. Narra la historia de Diana (Janet Gaynor), de 16/17 años, sincera y angelical, maltratada por su hermana mayor, Nana (Gladys Brockwell), que es salvada de los azotes de Nana en la calle por Chico Robas (Charles Farrell), limpiador de alcantarillas, que desea ascender a barrendero. Para evitar la detención de Diana por la policía, acusada de vagabunda por su hermana, Chico declara que está casado con ella. Ante la previsible visita de un agente para comprobar la veracidad de la declaración, la invita a pasar la noche en su casa, un séptimo piso de un edificio de Montmatre, que a ella le parece "el séptimo cielo".

La película plantea el problema de la fe religiosa, su pérdida y recuperación, en terminos que vistos con ojos actuales resultan anacrónicos, aunque documentalmente interesantes. Exalta el optimismo de Chico, su amor a la vida, sus deseos de superación, la confianza que tiene en si mismo, su disposición a luchar para salir adelante, la defensa que hace de las personas maltratadas y la ayuda que da a los desamparados. Su conducta solidaria se inspira en valores éticos y cívicos, ajenos a los religiosos. Aconseja a Diana que supere los miedos y temores, adquiera confianza en si misma, cuide su autoestima y aprenda a defenderse de las agresiones enfermizas de su hermana. El film crea una tensa situación emocional en el espectador, que entiende enseguida que Diana está enamorada de Chico y que es la mujer que busca, mientras él no lo advierte ni lo sospecha. La película evoca un hecho singular que ocurrió en París en 1914: la caravana de taxis y coches particulares incautados para trasladar las tropas parisinas al frente. Durante el conflicto Diana demuestra su fortaleza en el trabajo en una fábrica de municiones y en el rechazo del asedio amoroso del coronel Brissac (Ben Bard). Denuncia la hipocresía de los ricos, como la de los tíos llegados de los Mares del Sur que rechazan a sus sobrinas por pobres y porque no son buenas.

La fotografía ofrece travellings brillantes, planos contrapicados y picados (ojo de la escalera de 7 pisos), closeups emotivos, escenas de vértigo y composiciones de muy buen dibujo. El guión desarrolla una historia sencilla e ingenua, dotada de un crescendo dramático bien administrado, con una escena desgarradora (intento de suicididio de Diana). La interpretación de Gaynor y Fuller los convirtió en la pareja mítica del momento: colaboraron en otros 11 films. La dirección crea tensión dramática y romántica, de tintes dulces y tristes, protagonizados por personajes sencillos y humildes.

Película admirable.
Miquel
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14 de julio de 2009
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Frank Borzage se le calificó como el poeta de la ternura y de la intimidad amorosa en los films interpretados por Janet Gaynor y Charles Farell. Esta era la pareja de moda por aquellos años, interpretando juntos Lucky Star (Borzage, 1929), Street Angel (Borzage, 1928) o The man who came back (Raoul Walsh,1931) entre otras y especialmente El séptimo cielo.

Viendo El séptimo cielo podemos comprender fácilmente el porqué de tal calificativo. La película es un "in-crescendo" de ternura y al mismo tiempo que Chico (Farell) asciende de las pestilentes alcantarillas a una superficie no menos sórdida, asciende en sensibilidad y su aparente dureza se hace añicos frente a la fragilidad de una Janet Gaynor magistral.

Janet Gaynor es parada obligada. Cuando un día no muy lejano me descubrí ante Murnau para agradecerle aquel Amanecer maravilloso, pequé, no por pensamiento ni por palabra y mucho menos por obra, sino por omisión. Y omitir a una actriz que ganó el Oscar a la mejor actriz por 3 películas es pecado mortal. Y como esta película tiene sus moralinas religiosas en forma de deudas divinas completamente saldadas y medallas salvadoras, pues viene como anillo al dedo de mi arrepentimiento. Y en penitencia (agradabilísima) quedo obligado a visionar cuantos trabajos se pongan a tiro de esa cinematográfica diva de expresivos ojos tiernos.

El film, como buen film silente, tiene diversas lecturas. Una principal, la historia de un amor tierno, de esos que probablemente murieron con las viejas pantallas, los viejos cines y las viejas películas eternamente nuevas. Historias de amor donde olvidarse de crisis y desamores varios. Por ello no resulta nada extraña la popularidad de una amante pareja cinematográfica. Las otras lecturas dependen del espectador avispado, del que lee entre líneas, del que siente entre musicales silencios e imprescindibles textos. Ahí están la capacidad de superación de Diana por la fuerza del amor, la fidelidad sin límites, la esperanza hasta en los instantes más desesperanzadores...

El ascenso desde las alcantarillas hasta la superficie de las calles de un París algo más desfigurado que de costumbre (lo cual no convenció a los franceses) no es el único. Hay otro. Personal e íntimo. Fruto de la tranquilidad emocional y del amor. El ascenso al Séptimo cielo.
FATHER CAPRIO
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1 de junio de 2011
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
169/17(19/05/11) Afamado film mudo del realizador Frank Borzage, un experto en el melodrama romántico. La cinta es deudora de su tiempo, y como tal hay que verla, otorgándole las licencias que corresponden, como son su simplista desarrollo, y sus histriónicas interpretaciones, esto era la forma de salvar las barreras del lenguaje hablado. Su historia es un folletín con un desarrollo muy forzado, con un argumento que en su primera parte es casi la Cenicienta, la desdichada Diane (excelente Janet Gaynor) malvive en los suburbios de París con su pérfida y alcohólica hermana que la maltrata, en medio de una paliza por en medio de la calle es rescatada por un vitalista muchacho, Chico (excelente Charles Farrell), que trabaja en las alcantarillas, tras un encontronazo con la policía tiene que llevarla por un tiempo a su piso, este se encuentra en un reducido ático, una séptima planta, vemos subir a los personajes cada una de las plantas, en lo que es una metáfora para Diane de lo que es subir al Cielo, representación de la felicidad, allí poco a poco se van enamorando uno del otro, cosa bastante previsible para el espectador de hoy día, no sé cómo sería para el de su tiempo, pero cuando deciden casarse estalla la Primera Guerra Mundial que los separa no se sabe hasta cuándo, esta sería su primera parte, la segunda es la dura separación durante la contienda, en la que vemos la heroica defensa de París ayudado por taxis para trasladar las tropas al frente, así como la lucha en las trincheras. Los protagonistas Gaynor-Farrell demuestran una gran química, el poderío físico, la rudeza y energía de Chico se compenetra de modo delicioso con una enclenque Diane, su delicadeza e inseguridad se torna en ilusión y amor con la vigorosa personalidad de él, un tipo que se siente especial y que siempre mira hacia arriba, traspasan la pantalla en sus escenas domésticas en su idílica vivienda, es una especie de Edén donde todo es posible, hasta que un ateo Chico pueda llegar a Creer. Es uno de los aspectos destacados, su evidente mensaje religioso, otra vez vuelvo a lo mismo, visto hoy resulta algo casposo, pero esto no impide disfrutar de un film de extrema belleza visual, posee una puesta en escena soberbia, unos escenarios suntuosos que nos trasladan a unos bajos fondos de París de modo expresionista, muy cercano al estilo Murnau, envuelven la imágenes en sombras que nos emiten los sentimientos de los personajes, la escena en que Chico sube con Diane por vez primera la escaleras a “El Séptimo Cielo” que es su ático es de un poderío visual portentoso, así como las escenas bélicas son magnas, resaltaría la de la de los taxis, de una espectacularidad pasmosa, pero es que Borzage en las secuencias íntimas se crece, dotándolas de una sensibilidad excelsa, como en un simple corte de pelo, o en el tierno abrazo de Chico y Diane después de haberse prometido, es una notable combinación entre lo épico y lo espiritual. Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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6 de marzo de 2013
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En plena lucha... personal de fantasmas e inhibiciones, pues Borzage fue, toda su vida, un alma cándida con especial ternura y sensibilidad liberal cuya pasión inmediata por el teatro y el cine le hicieron cobrar con prontitud la conciencia de lo que suponía trabajar bajo el yugo de una industria emergente y capitalista de alto copete, esclavizando y acogotando ambiciones. Mayor responsabilidad teniendo en cuenta que este era su primer film realmente ambicioso.

En plena lucha... técnica y artística, pues planteó en Hollywood un lenguaje cinematográfico maduro y expansionista cuyas insólitas bases venían asentándose con escasa trayectoria temporal. A saber, el uso de plataformas verticales y travellings que otorgaban un dinamismo y liberación abrumadores a la cámara, componiendo complejos planos secuencia, fueron potenciados por F. W. Murnau en Alemania tres años antes (es decir, antes de ayer) en su excelsa 'El último'.

En plena lucha... laboral, pues William Fox, el productor de productores, contaba a su disposición y en sus filas activas con los jóvenes Howard Hawkes, John Ford, Raoul Walsh, el mencionado Murnau y el propio Borzage, a quien tenía bastante marginado. Resulta delirante aceptar que sus 114 películas como director no le han impedido ser uno de los directores más infravalorados y maltratados del cine mudo y transición sonora que se recuerdan. Igualmente disparatado resulta que, mientras Murnau rodaba 'Amanecer', Fox pidiera al resto de sus directores que desatendieran sus proyectos para visitar los sets de rodaje del alemán y aprender de su destreza y maestría cinematográfica orquestal.

En plena lucha... egomaníaca, pues Borzage debía competir de forma descarnada contra aquellos que bien podría considerar sus colegas de profesión para alcanzar el puesto más alto en el escalafón mediático y crítico, mejorando contratos y asegurándose libertad creativa. Su desgaste y desilusión frecuente le hizo repudiar en adelante los grandes estudios, anticipando un severo desfase en su carrera.

En plena lucha... de peticiones interpretativas, pues rodó con Janet Gaynor en el mismo año este título y 'El ángel de la calle' en los tiempos muertos, digámoslo así, que la actriz tenía del rodaje de Amanecer con el colega Murnau.

En plena lucha, digo, se mantenía Borzage, un tipo que tuvo que sudar la gota gorda peleando constantemente por mantener un equilibrio entre su desbordante talento innato y las servidumbres propias de proyectos caros y controlados por la industria. Una rutina agotadora en términos financieros, administrativos, de fechas, horarios, llamadas de teléfono, requerimientos y objetivos mínimos pretendidos.

Directores como este y películas de esta valentía y arrojo no se ven todos los días.
Weis
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5 de julio de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El séptimo cielo es uno de los máximos exponentes del melodrama, hasta la actualidad se sigue perpetuando la idea, pero pocas veces se ha conseguido tanta originalidad creativa con los destellos de genialidad que nos brinda está obra de arte. Fue uno de los grandes portentos de la etapa final del cine mudo, consolidó una de las parejas románticas más famosas, en su momento grabaron más películas juntos, pero sobre todo, consagró la vertiente melodramática en el cine.

El dúo interpretativo forjó el ideal de pareja romántica, los personajes que interpretaron son inolvidables, Janet Gaynor consiguió mostrar una sensibilidad y delicadeza que inunda la pantalla, la representación de la inocencia, bondad y fidelidad. Charles Farrell representando el papel de Chico, muestra un carácter fuerte y honesto, promoviendo la autoestima y confianza en uno mismo. Juntos son la representación de la fuerza del amor como elemento primordial en el desarrollo del individuo por encima de cualquier otro condicionante. La película también hace incapié sobre la fe, como la religión puede ser el punto de apoyo en determinadas personas, como en ciertos momentos pueden perder la fe y la duda de si su recuperación es significativa.
Los principales valores que defiende la película son el optimismo, los deseos de superación, confianza y amor por la vida. De la faceta religiosa, en la actualidad se puede leer una apología hacia la religión cristiana, pero el transfondo de las situaciones y emociones pueden suscitar una puesta en duda, pues los valores que realmente se promueven son éticos y cívicos, ajenos a los religiosos. También se denuncia la hipocresía de los ricos y del gobierno, siendo el amor el leit motiv de la historia.

El apartado técnico de El séptimo cielo es muy alto, en su momento altamente innovador, con algunos encuadres impresionantes, como la agónica subida de Chico por las escaleras, un tipo de plano que años después tuvo su resonancia en grandes aportaciones de cineastas como Alfred Hitchcock. También se utilizaron travellings muy elaborados y creativos en su época, la primera vez que los dos personajes suben hasta la guardilla donde vive Chico, la cámara los acompaña sin corte alguno, creando un efecto muy llamativo. También destacar la iluminación, el uso de luces y sombras, la reminiscencia a la hora de utilizar la luz como elemento expresivo, mucho más allá de connotaciones religiosas, para resaltar la intensidad del amor hasta altas cotas expresivas fuera de cualquier justificación meramente poética. Toda la película está cargada de grandes frases y conceptos con una fuerte carga emocional, por lo mismo también ofrece el contrapunto al dramatismo con escenas cómicas muy elaboradas. La película es un cúmulo de sensaciones que in crescendo alcanzan un éxtasis enternecedor, con un desenlace que transciende más allá de la propia realidad, por encima de cualquier creencia o convencionalismo, eleva las emociones hasta el séptimo cielo.
Orlok
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