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Invasión extraterrestre

Ciencia ficción. Acción. Terror En 1999, la UNSC (United Nations Scientific Council) ha reunido a todos los grandes monstruos en una zona de la isla de Ogasawara denominada Monsterland, con el objetivo de estudiarlos a fondo, controlándolos mediante un complejo campo electromagnético. Entre los monstruos kaijus se encuentran nada menos que: Godzilla, Mothra, Ghidorah, Rodan, Baragon, Varan, Kumonga, Manda, Minilla, Gorosaurus y Anguirus. Sin embargo los Kilaaks, una ... [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
15 de diciembre de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que “Pacific Rim” mereció mejor suerte en el boxoffice norteamericano —pese a que salvara los ‘trastos’ en la taquilla internacional convirtiéndola, de momento, en la 13ª película que más ha recaudado del 2013—, me parece en cierta medida una de las cintas más sobrevaloradas del año por el público. Obviamente no existe ninguna otra producción con la que poder compararse actualmente en el mainstream y millones-y-millones de geekboys agradecerán a Guillermo del Toro un proyecto con un acabado y producción envidiables. Otra cuestión es que se valoren más las intenciones que los resultados a nivel narrativo y sus innumerables deficiencias, pese a un resultón conjunto. Posiblemente muchos hayan olvidado que las monsters movies tienen ya películas infravaloradas o desconocidas como “Invasión extraterrestre” (Destroy All Monsters) de Ishirô Honda, la mejor y más completa en mi opinión.

La cinta de Honda combina perfecta los Kaijus con alienígenas pero el peso dramático y narrativo es llevado por los humanos, soportando el auténtico timón y protagonismo. E incluso habita un contexto ecológico en esa premisa (y desenlace) en la que los seres mundanales y diminutos y los territoriales/destructivos monstruos (Godzilla, Rodan, Mothra, Anguila, Gorosaurus, Spiega, Minira, Varan, Manda, y Baragon) han hallado un equilibrio para convivir sin hacerse daño entre sí dentro de una Monster Island AKA Monsterland. Atacar a “Invasión extraterrestre” ciñéndose al previsible y paradigmático guión del cine cutre-retro-vintage-nipón —muertes cutres, material reciclado, efectos especiales de antaño, desfase kitsch y ese larguísimo etcétera— no debería aminorar el alcance del conjunto.

No falta ni un super-villano-Kaiju (el pérfido Rey dragón Ghidrah) que avecina su póster ni viajes espaciales o un plan sibilino y perfectamente hilado por los extraterrestres para hacerse con el control del planeta y transformarlo en una sociedad científica, poniendo a los monstruos en contra de nuevo de los humanos y arrasando con Moscú, Nueva York… Las tramas están perfectamente combinadas y resaltadas acertadamente, siendo un perfecto homenaje y recopilatorio de los logros de las películas de Toho Studios. Puede que los personajes se ajusten los típicos arquetipos y tengas hasta una historia de amor con femme falale emulando incluso al cine de James Bond, como nueva pieza de oportunismo y aprovechamiento de un gran crossover cinematográfico acaparador de elementos externos.

El cóctel puede resultar tan hilarante como contraproducente, con ese sumatorio de ideas tan desfasadas como interesantes, y es ahí precisamente donde la considero como una de las mejores películas de ese loable sub-genero de asesinar a millones de personas y asolar metrópolis con un bicho más grande que la mala leche de Ultrón. Que los edificios de Tokyo, después de cuantiosos ataques monstruosos, ya tengan lanzacohetes integrados y líneas eléctricas inflamables me parece un ejercicio de defensa perfecta. Pero “Invasión extraterrestre”, pese a ceñirse al modelo de la tradicional monster movie con más monsters y movies en el menú, decide ceder en su recta final a los ecos conmovedores y épicos para alzarse como monumento entrañable y carismático más allá ese imposible 1999… donde el dibujo sobre el futuro que estampó Ishirô Honda multiplicó sus numerosos elementos para redoblar su recuerdo.
Maldito Bastardo
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1 de agosto de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ingredientes ( incompleto):

1.- Encargársela a los japoneses. Si hay alguien osado/ desvergonzado/ entusiasta en convertir los proyectos más disparatados en productos de culto, esos son los japoneses. Cultura admirable por muchas razones, su ausencia del sentido del ridículo les convierten en los idóneos para este tipo de proyectos. En este caso, se ganan la ternura, primero, el cariño, después, y el respeto y la admiración, siempre. Es algo así como lo que contaba Tim Burton en la inolvidable "Ed Wood". Definitivamente, Spain isn´t different, los que son diferentes son los japoneses.
2.- Ser un hombre/mujer de tu tiempo. Toda la estética de la película es muy pop, muy sixties, fotografía, diseño de producción, vestuario... aunque detestes el pop, como es mi caso, te ganará..
3.- Contar con unos buenos montadores de maquetas de aeromodelismo/ Playmobil. Los lanzacohetes, platillos volantes y artilugios de guerra varios, con mención especial para las pistolas láser tipo secador de pelo portátil que emiten unos sonidos a lo "marcianitos" al ser accionadas que nunca olvidarás.
4.- Vestuario.- Los trajes tipo plástico muy ajustados, casi antecesores del neopreno, te dejan epatado a más no poder. Los amarillos son amarillos de verdad, los rojos, otro tanto. Tanto que casi te duelen las pupilas por chillones, que casi me provocan un desprendimiento de retina. El diseño es histórico: más quisiera Donna Summer o Boney-M. haber llevado el peto plateado de la portavoz de los extraterrestres de esta película.
5.- Interiores y diseño de objetos: los más frikis del mercado. Diseño de las naves, la cueva Alí Babá, el emisor de ondas que puedes encontrar en cualquier feria de pueblo como una atracción en una maquina de monedas, la tecnología humana, los huevos marcianos (Alien, el octavo pasajero)... La imaginación al poder.
6.- Contar con una galería de monstruos mítica. Por instinto saben quién es su enemigo y a quién deben atacar. Son ambivalentes, en un momento son los enemigos de la humanidad y en otro sus salvadores. Los monstruos siempre tienen razón.
7.- Convertir los "defectos" especiales en arte. Esto requiere mucha literatura de la que no estoy capacitado para hablar, solamente confirmo los resultados.
8.- No olvidar cuál es tu origen. En un momento determinado, Godzilla saluda con una inclinación de tronco muy respetuosa y totalmente japo a su hijo. Hay que ser particular/ idiosincrásico para ser universal.
9.- Contar con al menos algún actor carismático. Sin duda, la portavoz de los extraterrestres. La escena en que la disparan y ella cuenta con un escudo protector que hace que ni la rocen y su cara entre burlesca y de cachondeo total nunca la olvidaré. Menudo vacile se comen los "agresores".
10.- Tener al director adecuado para que las partes funcionen en un todo.
11.- Crear un producto mítico por sus propios valores, casi sin necesidad de ningún guiño o predisposición del espectador. Que la película te gane por sí misma y , como consecuencia, tengas una legión de seguidores, eso del flojo oxímoron "una inmensa minoría".
12.- Que sin ser un conocedor ni un entusiasta del género (Monster movies), como es mi caso, la película te gane y caigas en sus redes.
13.- Hacer de un bajo presupuesto una ventaja. Siempre se suple con imaginación y creatividad
14.- Ser ameno y tener la suficiente ligereza para que incluso mandes mensajes más "serios" a la audiencia
15.-
...
...
...

De las películas menos conocidas e infravaloradas "en las que salen monstruos" ( no monster movies, que en ese género soy casi neófito) recomendaría también la homérica/ mítica "Jasón y los argonautas" y la más aventurera "Simbad y la princesa".
Bartleby
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11 de marzo de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca es suficiente, nunca para los invasores del planeta, nunca para las criaturas que nos asolan, al igual que para los productores empeñados en ofrecer más, más y más.
Pues bien, lo consiguieron. Este va a ser el summum de los espectáculos, la destrucción masiva, la conquista espacial. Esta es la invasión más grande de todos los tiempos...

Era una realidad el que a finales de los '60 las carteleras estaban atestadas de seres y monstruos de todos los tamaños y formas; mientras Daimajin y Gamera salían de Daiei a liarse a tortas con Gappa, el bicho de Nikkatsu, por el horizonte de Shochiku se asomaba Girara y a gritos pedía paso Yongary desde Korea, nada menos. Ya no había espacio pero el lagarto atómico continuaba infatigable ante estos adversarios (la mayoría muy pobres, todo hay que decirlo); sin embargo no es el que era, pues desde la desavenencia de Ishiro Honda con los ejecutivos de Toho para seguir colaborando en la saga y su contrato en televisión, el timón había sido gobernado por Jun Fukuda...y a poco que estuvo de hacer naufragar la nave...
Godzilla pasó a ser el entretenimiento de los niños, cuyos padres les acompañaban porque no les quedaba más remedio; "El Hijo de Godzilla" marca un punto bajísimo en esta malograda serie, con introducciones ridículas y un enfoque infantil y sensible que invita a la náusea; la compañía entonces pone de nuevo a Tomoyuki Tanaka al frente de un proyecto de expiación, también de resurrección, pero cuyas intenciones son dar carpetazo por todo lo alto a las peripecias de su monstruo estrella. Con el considerable aumento presupuestario recuperan al gran compositor Akira Ifukube, a Eiji Tsuburaya para los efectos y lo más importante, a Ishiro Honda.

Huelga decir que lo último hecho por el director (esa versión de "King Kong" con un simio robótico de antagonista y una trama delirante de espías al estilo "James Bond") no es una maravilla precisamente, pero aquí regresa para redimirse...si bien con la promesa de que todo va a acabar de una vez por todas para Godzilla. Sin embargo la inclusión se va a extender hasta límites abrumadores, pues regresa la isla de los films anteriores pero con los principales monstruos de Toho y otros invitados más habitándola en total armonía, toda una curiosidad.
Unas diez bestias tienen cabida en "Kaiju Soshingeki", cuya historia central se preserva firme de principio a fin sin subtramas románticas ni tragedias dramáticas como pretexto, lo cual es de agradecer; la historia, por otro lado, no es sino una revisión de la llegada alienígena que se lleva practicando desde "Godzilla contra Ghidorah", con la mayor parte de la intriga tomada de "Los Monstruos invaden La Tierra". Desplazando la acción a un tiempo futuro, todo esto se escora a la pura fantasía, a una aventura de ciencia-ficción nada oscura y muy extravagante; básicamente una raza espacial llamada Kilaaks planea arrasarnos si no se les da plena libertad de conquista.

Atención, porque la mejor forma de hacerlo, claro, es manipular las mentes de toda la cuadrilla de monstruos que habitan en aquella isla y mandarlos a atacarnos sin piedad; sin profundizar en el por qué los humanos querrían tener en un lugar a decenas de bichos gigantescos (invirtiendo en comida y energía para ellos, no se crean...), lo cierto es que esto forma parte de la gran estrategia de Toho: dejar los entornos selváticos e insulares de las entregas previas de Fukuda y promover el caos de nuevo en plena civilización...¡y a escala global!
Así podremos ver a las principales metrópolis del Mundo convirtiéndose en un amasijo de escombros tras el paso de Radon, Mosura (sin las gemelas para que la ayuden) y, cómo no, Godzilla, que aquí no es el protagonista sino uno más de este grupo salvaje monstruoso; Tsuburaya y Sadamasa Arikawa filman la destrucción sin escatimar en derribos y explosiones que cruzan de un lado a otro la pantalla, incluso podremos ver al lagarto regresando a Tokyo y paseándose por las (fabricadas) costas de New York (idea que sería aprovechada dos décadas después para una revisión de Godzilla emprendiendo una nueva invasión americana de la que más vale no acordarse...).

Por otra parte, lejos de la destrucción masiva, la trama se arrastrará por cauces un tanto tediosas al centrarse en la búsqueda de la base de los alienígenas Kilaaks por parte del capitán Tatsuo y su tropa, alrededor del monte Fuji; Honda es el encargado de filmar estas secuencias, pero el ritmo no es el adecuado pues se alarga con diálogos e interacciones innecesarias, y termina resultando un extenuante aburrimiento, deseando el espectador, por supuesto, que vuelvan a salir los monstruos para animar un poco la fiesta. Pero obtenemos lo que queremos.
¡Vaya si la animan! Ver unidos como héroes intrépidos a todos los protagonistas, con Godzilla a la cabeza, y con la ayuda de secundarios como Anguirus, Manda, Gorosaurus e incluso el puñetero Minira, enfrentándose contra el súpervillano Ghidorah (obligado a volver a La Tierra después de las palizas que ya le habían metido, al pobre), es un épico festival "kaiju" cuyo disparate se eleva a tales alturas que sin duda acaba siendo una pura delicia para el fan (si bien durante la lucha los bichos se comportan más como humanos que como seres bestiales, lo cual viene siendo una costumbre desde hace ya tiempo...).

Rematada con una simpática secuencia donde los esforzados Akira Kubo, Yukiko Kobayashi y Yoshifumi Tajima (hay que poner mucho empeño para creerse sus diálogos y actuaciones) se despiden de todas las criaturas, de nuevo reunidas en la isla esperando vivir tiempos más apacibles, "Kaiju Soshingeki", muy exitosa a nivel internacional, viene en realidad a finalizar una era, la del propio "kaiju-eiga".
Por desgracia las hazañas de Godzilla iban a contar con más entregas, pero ya nada iba a ser lo mismo...y menos sin volver a tener juntos a Ifukube, Tsuburaya, Tanaka y Honda, las cuatro piezas esenciales que sostenían el ensamblaje de la saga.
Chris Jiménez
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13 de enero de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debido a la tendencia decreciente de espectadores de los últimos films de Godzilla, se pensó en dar carpetazo final a la saga con un mínimo de dignidad. Lo cierto es que el espectro de público interesado en el saurio radiactivo estaba cambiando drásticamente: del público adulto de los inicios a un público juvenil, de ahí a uno adolescente hasta llegar al público infantil, el cual estaba destinado a ser el único sector que seguiría apoyando al saurio radiactivo.
Para crear esta gran traca final era necesaria una jugada que movilizara a los espectadores. Se decidió reunir a los 4 pilares básicos de la saga de nuevo (y por última vez) : Ishiro Honda, regresando a la dirección de su criatura, Eiji Tsuburaya, a los efectos especiales, Akira Ifukube a la banda sonora y Tomoyuki Tanaka, en producción.
Tras dos films de ambientación selvática, era evidente que la audiencia reclamaba volver a los terrenos de la destrucción masiva urbana, así que se recuperaron las tramas de invasiones extraterrestres controlando a esta vez no 1, ni 2, ni 3... sino a ¡¡¡11 monstruos!!!; y ahora la amenaza es global porque se incrementaría el presupuesto para que se pudieran construir maquetas de las principales ciudades del mundo, y así las simpáticas bestias gigantes pudieran destruirlas.De estas premisas nació el clásico Invasión extraterrestre, aunque como pudimos ver, ni mucho menos acabó con la saga.
En 1999, la UNSC (United Nations Scientific Council) ha reunido a todos los grandes monstruos en una zona de la isla de Ogasawara denominada Monsterland, con el objetivo de estudiarlos a fondo, controlándolos mediante un complejo campo electromagnético. Sin embargo los Kilaaks, una raza extraterrestre, pretende esclavizar la Tierra y boicotea los sistemas de comunicación de la isla y controla mentalmente a los monstruos, que se lanzan a una frenética carrera de destrucción por todo el mundo.
Invasión extraterrestre es un film que ofrece muchos elementos atractivos para el fan. La idea de presentar una Monster Island donde están recluidas y aisladas todas las bestias es muy sugerente, y se explotaría en futuras producciones.
La posibilidad de poder ver a los monstruos destruyendo las principales ciudades del mundo (Godzilla ataca New York, Rodan a Moscú, Gorosaurus a París...) es fantástica, y debido a esto, el film vuelve a ser una orgía de destrucción como en los viejos tiempos, teniendo como clímax la obligada secuencia de destrucción de Tokyo realizada por 4 monstruos a la vez (Godzilla, Rodan, Manda y Mothra). Se intenta dar un elemento humano vistoso y entretenido en la linea de Los monstruos invaden la Tierra (1965), pero quedándose a medio camino a nivel de interés. El diseño de las extraterrestres Kilaaks es deliciosamente naif.
Todo esto hace que los primeros 40 minutos del film sean sorprendentemente entretenidos pero... una vez Tokyo es destruida, la historia se centra en la odisea de los héroes humanos intentando vencer a los Kilaaks, paseándose con su cohete por unos alargados minutos que hacen decrecer el interés. De hecho, el propósito de Honda era aumentar aún más los minutos de los monstruos en el film, pero el presupuesto, a pesar de ser superior a anteriores entregas, apretaba e hizo añadir más escenas con los humanos.
La historia tampoco es muy original a estas alturas. Se repite la misma de la clásica Los monstruos invaden la tierra, sólo que con el triple de monstruos. Los efectos especiales son ya bastante decadentes y muy de cómic, pero consiguen buenos momentos especialmente en los momentos de destrucción.
A pesar del bajón de ritmo en su parte central, el film se recupera con una escena final que es sin duda maravillosa y clásica, como es la reunión de todo el bestiario de la saga juntos y revueltos en las faldas del Monte Fuji, metiéndole una soberana paliza al dragón de tres cabezas, Ghidorah (10 contra uno, pues claro...); una batalla irresistible.
Además, Akira Ifukube vuelve a salirse con una sintonía musical que se ha convertido en mítica con el paso de los años y hace erizar el bello corporal de nuevo.
Invasión extraterrestre es repetitiva, la parte humana cojea en algunos momentos, pero supone un festival de monstruos inigualable, hecho con amor y cariño por parte de sus responsables. Un homenaje con corazón a unas criaturas gigantes que llevaban pisoteando los cines de todo el mundo durante 15 años.
Y ahora algunas curiosidades. Algunos de los trajes de los monstruos más "oscuros" o poco conocidos como Varan o Baragon, estaban muy deteriorados por lo que sus apariciones son bastante cortas y de fondo. La cabeza de Manda, la serpiente gigante, se parecía demasiado a Ghidorah, por lo que se remodeló. En EEUU, el film se tituló con el mítico título de Destroy all monsters y gozó de una fuerte proyección internacional por lo que se convirtió para el resto del mundo en una de las entregas más recordadas de la saga. No pasó lo mismo en Japón, pues solo 2,5 millones de espectadores acudieron a ver el film.
Invasión extraterrestre marcó el fin de una era para el kaiju, pues a partir de aquí todo fue cuesta abajo.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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29 de agosto de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabía más o menos lo que venía a ver pero aún así me pareció muy cutre. Los monstruos no creo que estén del todo mal hechos, a mí personalmente me gustan pero tiene algo esta peli que me resulto aburrida. Reconozco que tiene su gracia ver a todos los monstruos juntos pero poco más. No soy un fan de Godzilla y esta es la primera película japonesa sobre el monstruo que veo de esta época. Me vi otra llamada Shin Godzilla de 2016 y esa sí que me resultó horrible, aunque el bicho tenía su gracia.

Estamos ante un genero que ha ido dando bandazos hasta que Kim Jong-il dió un golpe sobre la mesa y obligó a hacer 'Pulgasari'. Tampoco la he visto pero siendo de Korea del Norte seguro que es buena.

No me extiendo más porque me aburrió y acabé por desconectar un poco de la peli.
Mankuku
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