Haz click aquí para copiar la URL

El ladrón de Bagdad

Aventuras. Fantástico. Acción Un ladrónzuelo de dedos hábiles que actúa en las calles de Bagdad entra un día en palacio del Califa con intención de robar un tesoro. Allí ve a la princesa y se enamora de ella. Junto con un colega traman un plan para raptarla, aprovechando que se va a celebrar una audiencia de pretendientes para casarse con la princesa.
1 2 3 4 5 >>
Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
12 de abril de 2009
32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este siglo XXI donde el cine se ha beneficiado de una tecnología informática impensable unos cuantos años atrás, puede no parecer muy normal que nos sigan sorprendiendo los artesanales efectos especiales de una película rodada en 1924 por un cineasta de la talla de Raoul Walsh, pero les aseguro que así es. No hay comparación posible con los FX actuales pero tienen el encanto de lo primitivo, de lo arqueológico. ¿Que es mejor, un Velazquez o las pinturas rupestres de Altamira? Preguntas sin sentido en busca de respuestas con sentido.

El ladrón de Bagdad no puede verse con los mismos ojos que acaban de ver Matrix o similares. Con todos mis respetos para Matrix que me parece una excelente película. Hay que cambiar el chip. Disponernos a vivir el sabor de la aventura, de los cuentos de las mil y una noches en Arabia, en el Bagdad de los sueños y de las fantasías. Ver como vuelan las alfombras. Escuchar el canto de las sirenas. Hablar con el viejo del mar. Trepar por cuerdas imposibles. Ser Príncipe de los Mares y de las Islas por un día.

Es cierto que es una película de nuestras abuelas protagonizada por el Clooney de nuestras abuelas (Douglas Fairbanks), pero eso no descalifica la película "per se", sino que tan solo nos obliga a situarnos en una posición temporal distinta y a valorar en lo que se merece una película inmortal con unos decorados que son, ni más ni menos que aquellos cuentos con los que se arropaban nuestras noches infantiles. La sombra de Aladino e incluso la de Alí Baba se ciernen sobre nuestros ojos amigablemente.

Es cierto que Fairbanks anda algo pasado de teatralidad. Es cierto que la verdadera estrella femenina de la película es una Anna May Wong en su papel de esclava mongol. Es cierto que a la película le hubiese sentado de maravilla un color que estaba pero que no estaba. Todo ello es cierto. Como también lo es esa frase escrita en el cielo oriental de que la felicidad hay que ganársela. Les aseguro que viendo esta película, con los ojos libres, se gana antes.
FATHER CAPRIO
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2 de julio de 2010
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo pasado en el que la magia cinematográfica era el resultado de la pintura y el cartón, de la maqueta y el trucaje; la fantasía resultante era el premio al trabajo de unos hombres que sin ser reyes ni arquitectos creaban palacios, ciudades y reinos de ensueño, poblados por personajes de fastuosas vestimentas.

Todo eso y algo más nos recuerda el visionado de esta obra ambiciosa y audaz, fruto del empeño de Douglas Fairbanks (intérprete, guionista y productor), quien tras ver "Las tres luces" de Fritz Lang, quedando fascinado por sus trucos, se apresuró a rodar esta historia, no sin antes comprar los derechos de la película del director alemán, la cual retuvo sin estrenar para evitar comparaciones (principalmente en la secuencia de la alfombra voladora). No obstante, tuvo el buen juicio de rodearse de un triunvirato genial, compuesto por Raoul Walsh en la dirección, Mitchell Leisen en el diseño de vestuario, y William Cameron Menzies a cargo de los decorados. La brillantez de la obra se debe, fundamentalmente, a la labor de estos hombres. Walsh se nos muestra ya como un director especialmente dotado para la narración, con su tradicional dominio del ritmo y de la plasmación en imágenes de una historia cualquiera. En cuanto al vestuario y los decorados debe advertirse que desde un principio optan por recrear un mundo de ficción, en el que no importa si las murallas son desmesuradas, si los vestidos anacrónicos o la arquitectura irrealizable; en efecto, es en el mundo de la fantasía y la aventura en el que estas cosas carecen de importancia, en el que es posible derrotar a la muerte con una manzana, ver el futuro en un cristal o volar en una alfombra, y también donde al final siempre triunfan el bien y el amor.

La labor de los intérpretes es bastante buena, aunque resulta oscurecida por el hiperprotagonismo de Fairbanks, que abusa de sus poses y cabriolas, resultando algo cargante. Destacan algunas secuencias, dominadas por los soberbios decorados de Menzies (al nivel de los de "Intolerancia" por su grandeza y variedad), como la entrada en palacio de los príncipes, el periplo aventurero de Fairbanks en pos de su cofre mágico (de una imaginación y creatividad desbordantes), y el asalto final a Bagdad con tropas surgidas de la nada. En conjunto, una película para ser disfrutada mil y una noches.
Quatermain80
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2 de octubre de 2013
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Ladrón de Bagdad de Walsh es una obra de calidad notable, destacando por varios factores, por ejemplo el desarrollo de la historia qué sigue perfectamente las pautas tradicionales de cualquier obra, aunque en ciertos momentos en la búsqueda del tesoro del Ladrón parece un juego de rol, las actuaciones qué son interesantes, aunque se acercan con tanto gesto desmesurado al del teatro, los escenarios gigantescos pero tremendos y atractivos y lo qué más atención merece son esos efectos especiales y su entramado, y es qué aunque a día de hoy algunos pueden llegar a parecer de chiste, me imagino que para aquellos tiempos, tendría que ser algo tremendo e inaudito, y más qué en una misma película se utilicen varios y qué sean efectivos.

La única pega, es exceso de metraje, es un poco larga, y ante la falta de acción directa o de suspense, con la música de fondo, consigue en algún que otro momento dar cabezadas.

Tres cosa anecdóticas, me han llamado la atención, que las dejo en el Spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ranxomare
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
29 de noviembre de 2019
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá de las riquezas terrenales, el ladrón tropieza con la mirada turbada de una joven, la hija del califa, de la que cae enamorado al instante.
Para su desgracia, ella es una princesa descendiente de la divinidad y él sólo un pobre miserable al que colgarían por cualquiera de sus fechorías...

Hablar de "El Ladrón de Bagdad" es hablar de Raoul Walsh, un aventurero sin profesión definida que llegó a ejercer de cowboy, periodista de sucesos, dinamitero o cronista deportivo antes de llegar a Hollywood y quedar fascinado por la posibilidad de entrar a formar parte de esa nueva industria en la que poco a poco, de la mano de hombres como David W. Griffith, aprendió los rudimentos del manejo de la cámara; debido a su carácter indómito y gusto por la acción, Walsh dirigiría su primera obra en México, un antecedente del actual documental. Apenas doce años más tarde había aprendido de sus maestros y la experiencia.
De ésta sacó varias conclusiones que se alejaban de la pretenciosidad académica de esos maestros de cine ruso o alemán y de la solemnidad de los films de Griffith; de ahí se desprendería toda una filosofía que buscaba la emoción y la identificación del público con sus protagonistas y con las fuerzas que los impulsan, sin renunciar por ello a una equilibrada mezcla de sobriedad y verosimilitud, virtudes reconocibles en todos sus trabajos, y en especial en aquellos realizados durante la etapa del cine mudo, en los que la ausencia de sonido implicaba una mayor acentuación de los aspectos visuales.

Estas son las principales señas de identidad de "El Ladrón de Bagdad", rodada a mayor gloria de su concepción del espectáculo y de las habilidades acrobáticas del impetuoso Douglas Fairbanks, modelo de héroe del celuloide en el que habrán de mirarse generaciones enteras de estrellas masculinas. Basada en varios relatos de "Las Mil y una Noches", la peícula cuenta las aventuras de un ratero ingenioso y encantador que une a su amor por lo ajeno una increíble habilidad circense que le permite volar, casi literalmente, por los tejados de la mítica ciudad de Bagdad (ya sabemos de donde le viene la inspiración a "Assassin's Creed").
En una de sus correrías nocturnas, el ladrón llega hasta las murallas del palacio del califa, de donde pretende coger cualquier pieza de los innumerables tesoros que según la leyenda se acumulan en el interior. Allí se encuentra con la chica, la princesa, pero el romance, además de imposible, es peligroso; él se hará pasar por un príncipe y así declararle su amor. Ella descubrirá el engaño aunque sucumbe al atrevimiento y los encantos de su insólito galán...quien no tarda en ser descubierto; comienza así su mayor aventura, en la que aparte de arriesgar su vida por amor tendrá que poner en juego toda su habilidad delictiva, todo su encanto personal y toda su suerte.

Y más aún cuando se sume a las pruebas impuestas por el califa para decidir cual de los muchos caballeros del reino será el elegido como esposo de su hija, pruebas en las que habrá de arrebatar a sus competidores tesoros legendarios como la rosa azul, el cristal mágico y la alfombra voladora de los príncipes de Persia. Rodada íntegramente en estudio, "El Ladrón de Bagdad" une a la espectacularidad de sus inmensos decorados (que reproducen una visión legendaria, colosal y onírica de una de las ciudades cuna de la civilización), la agilidad, la violencia y el gusto por la aventura propios de otro género ya practicado con éxito por el propio Fairbanks.
Es el llamado "cine de capa y espada", que previamente había impuesto en Hollywood la sana costumbre de adaptar las grandes obras de la literatura de aventuras. Ese es el origen de títulos como "Robin de los Bosques", "Scaramouche", "Los Tres Mosqueteros" o éste que nos ocupa, del que se rodarían cuantiosas versiones una vez llegado el cine sonoro y en color. Esta primera versión de la historia de Walsh, por su extensa duración, su acertada dirección artística y las muy sentidas interpretaciones de Julanne Johnston, Brandon Hurst, la exótica Anna May Wong, Charles Belcher y, cómo no, el protagonista (quien salta, corre y ríe entre piruetas haciendo las delicias del público de la época), es un auténtico espectáculo.

Un espectáculo visual y narrativo de primer orden al que benefician además la cuidada edición del guión, escrito entre Lotta Woods, Walsh y Fairbanks, el cual toma de referencia literaria varios cuentos más o menos relacionados entre sí por un nexo común, y la composición de una notable partitura musical que acompaña todo el metraje (dicha banda sonora resultaba un añadido extra en las proyecciones que tuvieran lugar en los lujosos cines de las principales ciudades de Europa y EE.UU., si bien se ha conservado íntegra y ha podido ser disfrutada por espectadores de otras generaciones).
De una forma u otra, "El Ladrón de Bagdad" original (mis disculpas a la tremenda versión de 1.940) sigue siendo una obra inmortal de la Historia del cine, divertida y mágica, y una prueba irrefutable del talento, el genio y el gusto por contar historias de ese pionero llamado Raoul Walsh. Intentemos mirarlo desde otra óptica, no precisamente la de la generación actual, descerebrada y manipulada por los artificios del frío espectáculo digital dominante en la industria, que lo que es a mí no me cautiva ni lo más mínimo; veámoslo desde la óptica de un niño inmerso en un mundo de fantasía.

Porque eso eran las películas de aquellos tiempos remotos, reemplazadas sin piedad por ese infernal invento llamado "remake" del que tanto se sirven los productores para llenar las arcas de sus compañías.
En "El Ladrón de Bagdad" se respira la esencia de la verdadera fantasía, magia que parece real, de la que traspasa la pantalla y atraviesa tus sentidos sumergiéndote en un universo donde todo es posible. Hay que dejarse llevar. Quizá podamos volar también en la alfombra como el dicharachero Fairbanks.
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4 de mayo de 2016
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que vi este filme fue un viernes de madrugada. Con una portentosa música de Carl Davis, que adaptaba Sherezade de Rimsky-Korsakoff de una manera magistral, daba cabezadas frente al televisor por cansancio de trabajar toda la semana. Así entreveía la fantástica recreación de Bagdad, los barrancos en llamas, el bosque con formas humanas, el misterioso fondo del mar, las escaleras hacia el tesoro..., aunque trataba de despertarme, la visión entrecortada de las escenas de la pelicula me resultaron mágicas, por cuanto mostraban una fantasía obsoleta pero desbordante.

El ladron de Bagdad es uno de los ejemplos mas brillantes de ese concepto de espectaculo sin complejos que ofrecia el cine mudo. Ofertaba al espectador, anclado a una vida cotidiana, la oportunidad de escapar por dos horas y vivir una fantasia sin igual. Ver la escenografia, el vestuario, la gesticulación, al portentoso Fairbanks y sus piruetas reales, las escenas con grandes movimientos de masas, con ejércitos de cientos de extras, y unos efectos especiales en ocasiones sorprendentes por su sencillez y efectividad, te permite hoy en día, evadirte de nuestra realidad y sentir lo que nuestros antepasados vivieron al ver esta pelicula: la felicidad de vivir algo único.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quinto Sertorio
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow