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Marjorie Prime

Drama. Ciencia ficción. Romance Marjorie, de 86 años, pasa sus últimos días con un Prime, una simulación holográfica de su fallecido esposo que le transmite la historia de su propia vida. Sus interacciones se desarrollan y resulta claro que cada uno tiene una relación compleja tanto con las historias que comparten como entre sí. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
9 de noviembre de 2017
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La memoria sigue siendo el continente más desconocido que alguna vez hemos explorado.
Capaz de provocarnos los más inmensos placeres y los más dolorosos arrepentimientos, crece su valor a medida que disminuye su precisión.
No deja de ser irónico que nunca nos preocupemos por ella hasta que falla, y a la vez encierre todo lo que somos, todo lo que seremos, todo lo que alguna vez quisimos ser.
Es el centro mismo de la experiencia humana, lo único que, en algún futuro, nos dará el alivio de ser algo más que células y fluidos.

'Marjorie Prime', como una muñeca rusa, encierra todas estas ideas en su interior, desgranándolas a través de una familia que, gracias a una tecnología futurista, habla con réplicas de los que ya no están, algunas veces buscando simple compañía y otras reflexionando sobre un pasado que duele, sangra o se desvanece.
Así vive la propia Marjorie, junto a una réplica cuarentona de su marido Walter, tratando de capturar recuerdos que se le escapan, arena demasiado fina para su deteriorada memoria, que su pareja ausente va reordenando para contar las maravillosas historias de un romance hermoso, en el que lo de menos es si pudo haber ocurrido.
Se abre una puerta a la especulación, a la mentira cuando Marjorie corrige la banalidad de lo que vivieron por otra más idílica, pero también a la esperanza: ¿queremos recordar lo que pasó, o quedarnos con una sensación contada por alguien que, en nuestro recuerdo, la vivió?
Si la propia memoria ya es engañosa, ¿qué mal puede tener hundirse en un engaño deseado?

Ese Walter, tranquilamente plantado en un rincón del sofá, sigue preocupándose por ella, está ahí, permanece atento, paciente y cariñoso, y sólo una ligera inflexión robótica de la voz (monumental Jon Hamm) podría delatar que su homólogo ya hace diez años que falleció: detalle mínimo cuando provoca tantas pequeñas satisfacciones, y hasta tiene la amable gentileza de expresar su opinión sincera sobre las capacidades de su pareja, clásica manía que sólo tendría quien te quiere.
En la misma casa conviven la hija de Marjorie y su marido, Tess y Jon, pendientes de que la anciana no se suma demasiado en las brumas de la memoria, aunque también arrastran sus propios anhelos imposibles: Tess todavía guarda rencor y reserva a una madre que nunca entendió ("amamos, pero no nos atrevemos a demostrarlo; a veces la gente hace eso") y Jon se muestra visiblemente fascinado por la consciencia de un Walter digital, que trata de llevar al límite de lo humano siempre que puede.
En un espacio reducido, la historia habla del querer, de conectar con los queridos y lo que somos, y expone que todos los traumas y fantasmas habitan en la memoria, esa jueza implacable que nunca nos dejará ser quienes fuimos o conservar quienes somos ahora, por lo que tendremos que aprender a movernos a su ritmo, aprovechando las ventanas de tiempo que nos deja para querer, o fingiendo que nunca vivimos lo que hemos sentido.

La cuestión es que aquí ya se propone la solución al problema: hologramas que nunca sentirán distinto a lo que querremos que sientan, relaciones en las que las decepciones únicamente vendrán de uno mismo y no de un ideal romántico que nos formamos de nuestra pareja, y recuerdos que nunca serán fotocopias difuminadas de una memoria que se va disolviendo.
Los Primes abren la puerta a una realidad más apacible, más amable con nosotros mismos, que lejos de separarnos para siempre de aquello que amamos, nos permite reconciliarnos con el pasado, y con todas esas cosas que nunca volverían.
Tal vez lo único que lamentar sea, que en nuestro dolor de querer que todo fuera perfecto, acabemos contaminando esas versiones sinceras con las experiencias que quisimos, pero existe un sentimiento de paz en pensar que, al final, esa persona especial permanecerá como siempre la quisimos contemplar.

Porque las personas se rompen y mueren, las memorias fallan y se hunden, los que queremos nos decepcionan y se van.
Pero que maravilloso fue poder amar a alguien, al final.
Esa es una huella que nada reemplazará.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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26 de octubre de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una leve idea de ciencia ficción convertida en poesía pura. Expresado lo anterior cabe aclarar que no creo que sea para todos los públicos.

Tal vez me agarró con la guardia baja y por eso es que esta película me fascinó. Las relaciones matrimoniales, filiales y de amistad mostradas a través de un ingenioso juego de espejos (imposible profundizar en el argumento porque sería cometer spoiler) en el que solo al final uno puede encajar las partes pero ya con el corazón y las emociones a flor de piel, en un filme abrumador por la forma y el contenido de su mensaje.

La actuación de una octogenaria Lois Smith es sencillamente brillante. Ni hablar de Geena Davis, Tim Robbins y todos los secundarios que también son excelentes. Si quieres ver una película diferente, insólita, exquisita y emotiva, ármate de paciencia porque el ritmo tiene una cadencia más bien tranquila y no te pierdas esta película que recomiendo con todo mi corazón.
Atilio
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8 de septiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marjorie, que da título a la película, es una mujer de 86 años que vive con su hija y su yerno junto a una representación holográfica (un prime) que le ayuda a llevar mejor la vida sin su marido. Un software se encarga de confeccionar y perfeccionar la personalidad del ser querido del que no puede despegarse. En este punto recuerda a Her. Puestos a elegir opta por la imagen de su marido en sus mejores años y una personalidad que por mucho que quiera será reflejo de lo que ella misma recuerda y creyó entender de esa otra persona.

Este planteamiento es la semilla para reflexionar sobre el peso de la memoria y los recuerdos sobre nuestra forma de actuar y lo que somos. Sin quererlo, y tal vez sin verlo, Marjorie convive con un sustituto del ser querido que seguramente difiere más de este de lo que ella cree, o no. En todo caso, no voy a hacer ningún spoiler pero queda claro que la opción de poder retener “de alguna forma” a los seres queridos es apetecible para toda persona que pueda permitírselo.

El holograma, tan perfecto que puede deformar la superficie del sofá cuando se sienta (ejem, ejem), representa a la máquina que al asumir los recuerdos como propios se va humanizando y parece sentir hasta el punto de que, tal vez, podría llegar a dejar de percibirse a sí mismo como máquina.

Esta adaptación al cine de una pieza teatral de Jordan Harrison, nominada al premio Pulitzer, deja la sensación, por el tono y contenido, de haber visto un capitulo largo de Black Mirror. Más aún teniendo en cuenta el casi total protagonismo de Jon Hamm que pudimos ver en el genial capitulo: Blanca Navidad. Precisamente como parte de una obra teatral su planteamiento escénico es simple, contando básicamente solo con cuatro personajes representados por actores de renombre y la acción desarrollada en un único lugar. El continuo dialogo y la escenificación puede llevarnos a la sensación de lentitud pero es fundamental para desarrollar las relaciones entre ellos y sus efectos.

Las reacciones de los espectadores en la proyección de cines El Prado en Sitges, este año con butacas nuevas, fue muy variada pero pienso que no defraudó. En este caso el tráiler muestra claramente lo que vamos a ver.

En fin, es de las películas que si se quiere se le puede dar vueltas y preguntarse cosas como: ¿Son fiables los recuerdos?¿En qué medida se ajustan a la realidad?¿Importa?¿Qué futuro tiene nuestro pasado?¿Cómo se generan y cómo cambian los recuerdos?¿Es necesario corregir el recuerdo de otra persona si tal como lo conserva le ayuda a vivir?...

Si quereis leer más críticas de cine os recomiendo visitar mi blog a través de este enlace: https://montagmira.wordpress.com
MONTAG75
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28 de enero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un futuro existe la posibilidad de contratar un servicio de hologramas que recrea personas fallecidas, entre más interactúen estas con los familiares que contrataron el servicio, más se asemejan a su forma de pensar y de ser. Esta es la parte de ciencia ficción de un largometraje que se sirve alrededor del dialogo y las reflexiones, a partir de la interacción con estos personajes y por sobre todas las cosas, con la muerte que sacude a esta familia.

Marjorie (Lois Smith) es la protagonista, una mujer de avanzada edad que padece de demencia senil, su esposo Walter murió años atrás, sin embargo, un holograma de él en su juventud (Jon Hamm) le hace compañía, conversan y trae acotaciones que ella ha olvidado. Viven en una casa cerca de la costa junto a su hija Tess (Geena Davis) y Jon (Tim Robbins), el marido de ella.

Marjorie Prime es una película que se desarrolla con un ritmo pausado, como se mencionó previamente, se da un amplio énfasis al dialogo, pero no solo a esto, sino también a los gestos, las miradas y los rencores. Vale la pena darle la oportunidad a esta intima propuesta, especialmente porque detrás de su supuesta simpleza narrativa, hay muchas ideas expuestas alrededor de la vida, la muerte, el amor y el olvido, aparte que el filme es cero condescendiente con sus protagonistas.

Michael Almereyda es el director y guionista de este largometraje, cineasta de autor de perfil bajo que ha navegado a lo largo de su carrera entre la ficción y el documental, hombre que trabaja en el cine independiente, apartado donde calza a la perfección esta obra que fue estrenada en el Festival de Sundance del 2017, donde se llevó el premio Alfred P. Sloan, entregado por una fundación.

La idea que expone Almereyda es en suma atractiva, incluso debatible desde múltiples aristas, planteando entresijos morales, pero sin ser excesivamente tedioso a la hora de mostrarlo, lo mismo de los diálogos, no existe la necedad en el guion de sobre explicarse, por el contrario, va de la mano por completo con su dirección, sobria y perfectible, sin necesidad de mostrarse pomposo, entiende que lo de su filme es el sentimiento.

Aunque también se encuentra alejado de toda muestra sentimentaloide, consigue un equilibrio perfecto, la enfermedad se trata con completa naturalidad, lo mismo que la muerte, todo está comedido a pesar de esos cruentos giros que tiene el guion. Sin duda, la propuesta de Almereyda es completamente valida, entre más se piensa el filme más gana lo cual es algo positivo, lo construye en base al recuerdo y el anhelo, doloroso y emotivo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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29 de octubre de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo al ver la tapa de "Marjorie Prime" pensaba que era una película de ciencia ficción como era "La Mosca" pero nada que ver. Era un drama.
La mejor actuación de Lois Smith y de las mejores de Geena Davis.
Es triste, conmovedora y entretenida de principio a fin.
Me encantó "Marjorie Prime". Es excelente desde mi punto de vista.
Es una de esas películas que vería de nuevo no veo porqué no.
cripta
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