Ojo por ojo

Western a la italiana, lento, con largos silencios, miradas profundas ... Algo así como decir "Caló el sombrero, empuñó la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada". Nada o muy poca cosa es lo que queda en claro después de ver "Ojo por ojo". Si, va de venganzas, sobre todo después de cinco años en el truño entrenando sin parar el manejo de la pistola y pensando en acabar con quien te ha llevado a la cárcel y ha matado y violado a tu esposa, como se nos recuerda en blanco y negro para que lo distingamos bien de la narración en presente.
El resto, un reclutamiento de cuatro pistoleros al estilo de "Los Siete magníficos", tal como ya se ha apuntado. También se evoca esta obra cuando aparecen cabalgando en lontananza los "magnìficos". El malo, novedad, es un japonés, también es posible que sea como un homenaje a Kurosawa. Pero, claro, de una a otra cinta va lo mismo que del gato a la liebre. O más.
Media película contratando pistoleros y en la escena siguiente aparecen los "comancheros" asaltando una diligencia. Sin más preámbulo. Y ahí está el malo que, después de cinco años robando por ahí, como no parece tener bastante ya está preparando otro golpe. Los orientales son trabajadores, pero con este es un no parar.
En fin, película menor en todos los sentidos recomendable para los que gustan de los spaguetis.

Mediocre western europeo, verdadero "spaguetti "por cuanto es cien por cien producción italiana.
Comienza bien, remitiendo sin trampas a películas como "Los siete magníficos" pero en esta ocasión, en vez de con siete, con cinco buenas pistolas, "gatillos de oro" como se la conoce en algún país.
Aunque el arranque es prometedor y por lo menos va en serio, no siendo en ningún momento una parodia del género (eso vendría poco después con la saga "Trinidad" y demás...), poco a poco va haciendo aguas aunque el resultado final es mejor que muchos de sus congéneres. Pero podría haber sido más competente.
En su haber la buena banda sonora a cargo de Ángelo Francesco Lavagnino, la estupenda fotografía de Sergio D'Offizi y que cuando reciben los balazos los malosos no den piruetas extravagantes, al modo de muchos malos westerns europeos.
Y la culpa de que al final casi todo se vaya al traste, aunque con cosas salvables, es del chapucero guión, nada menos que a cargo del propio realizador y de ¡Darío Argento!, antes de que descubriera la vena del giallo y terror/fantástico.
El flash-backs donde podemos saber de dónde viene el odio entre los dos antagonistas de la historia, no puede ser más chapucero y mal narrado, así como el ritmo impreso interno del film, muy irregular, con alargamiento de las escenas nocturnas en el bosque.
Brett Halsey, en los títulos de crédito aparece, al menos en la copia que he visto yo, como "Montgomery Ford" actúa penosamente, sin mover un sólo músculo de la cara, resultando ridículo en todo momento. Así como el, por otra parte normalmente buen actor japonés, Tatsuya Nakadai, aquí algo patético.
En definitiva, que menos mal que sale el bueno de Bud Spencer. Su personaje sí tiene carisma, es serio y se apropia sin dificultad de los poquitos momentos de humor.
La peli se puede ver y no molesta mucho, pero al final a mi me ha decepcionado.

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Rencor. Los cinco magníficos.
Magnífica, y sin ironía (ninguna), justas las bromas. La primera media hora es perfecta, presentación de personajes llena de gusto, síntesis e inteligencia, el final es una locura, derrama hermosura por los cuatro costados, obra maestra, y por el camino algo aburre no lo neguemos, pero cuánta ambición (artística) humana bien entendida y gracia (terrenal y divina) desprende o le contempla, qué recreación de atmósferas y géneros, qué paseo por Oriente y Occidente, del animismo al cinismo, del amor y la guerra, del caño al coro, del cómic al mito, de Dersu Uzala a Samurai a John Sturges y Leone, de Bergman al zen, sueño, rito, frito, fiesta, orgía, hurra, y bravo.
Un estudio sobre dos tipos de hombres, el de acción, el nipón, quién lo iba a decir, o no, y el nativo que es pasivo, deseo, como siempre en estos casos pintiparados, es costumbre o tradición, homoerótico (poco) reprimido y (algo, no nos pasemos tampoco) sublimado, de la rumia y la casa, y una mujer, India, la india, como el tercer palo del sombrero. Dos hombres y un destino.
Y duelos, persecuciones, buenos diálogos, gran banda sonora llena de efectos sorprendentes pertinentes, y grandes interpretaciones, bueno, una sola, la del maloso, inmenso, se caga en todos, homérica, llena de matices, del pavor al terror al humor al placer al dolor a la compasión a la compresión a la muerte y la vida, todo le cabe, nada humano le es ajeno, ningún sentimiento le resulta extraño, lo hace suyo, toda la gama o rango, infinito, enorme, gigantesco, adorable, querido, reclinatorio, hinojos. Masacre: Ven y mira. Panteísmo bélico por encima de cualquier cosa o mundo por conocer y concocido.
Lo tiene todo, el cuerno de la abundancia, es completamente excesiva partiendo de una conceptualidad espiritualidad ascética estoica miniaturista bonsai, el silencio de un hombre. Y rima, en círculo, la cuadratura, cierra, el final y el principio casan y pegan, espejean, se reflejan, se miran, deleitan, arroban, follan, hermafroditan.

Spaghetti western italiano injustamente olvidado.

No es que sea la cima de dicho tipo de cine, pero está más que entretenida. Duración y ritmo adecuados, no decae en ningún momento, y los combates o matanzas típicas de esta temática de películas están bien resueltas sin caer en el exceso también típico de estas...

El tío Bud como siempre llenando la pantalla solo con su presencia, se permite repartir un par de guantazos de los suyos, eso sí no esperes que se vaya a liar a cada escena.

Wayde Preston inconmensurable, con esa especie de recortada que maneja apenas le hace falta hablar, los otros 2 protagonistas parece que estén de paso, y la verdad desentonan bastante (esos cortes de pelo no ayudan en nada), con esas pintas de haber salido de la discoteca antes de haber llegado a entrar.
Música acertada y tanto interiores como exteriores cuidados con mimo.

A momentos parece que quiera beber de Los 7 Magníficos, igual la presencia de Tatsuya Nakadai es un guiño del director o del productor a Kurosawa..., a lo mejor ambos 2 eran así de cachondos.
Puede...

Lo que está claro es que entre los 2 logran un Spaghetti western diferente, pocas palabras, música nada estridente ni repetitiva, y primeros planos cuando hacen falta, no por falta de recursos visuales.
Hora y cuarenta para disfrutar.

Yo soy así de cachondo también.

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¡"Ojo"!