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Weekend (Week-end)

Comedia. Drama Particular visión del cataclismo de la burguesía a cargo del polémico y genial director francés. Una fábula apocalíptica, desencantada y satírica, definida como un nuevo viaje de Gulliver a través del colapso de la sociedad de consumo representada en una joven pareja de burgueses. Consiguió en general muy buenas críticas, que en cualquier caso avisaban: "puro territorio Godard". (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
9 de octubre de 2007
134 de 202 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estaba con mis amigotes fumando heroína con papel de plata en la vía del tren, pero el cercanías siempre viene con retraso y mi amigor Rodrigo en lugar de gritar su tradicional "el último que se aparte maricón!" va y dice "a que no hay huevos de ir a la filmoteca ahora que están dando un ciclo de Jean-Luc Godard!" y somos demasiado duros como para no aceptar un desafío tan loco, así que levantamos el culo de los raíles, nos tomamos unos cafés y nos encaminamos hacia el horror de la nouvelle vague y la madre que la trujo.

La peli era sobre unos burgueses que estaban en un atasco.

Un día leí un texto de Alain Bergala que decía que el cine de Godard era demasiado complejo y profundo para que los espectadores ocasionales tuviésemos derecho a juzgarlo. Que hay que enfrentarse a él sin impaciencia. Que hay que aproximarse a su mundo de forma lenta, viendo todas sus películas una y otra vez hasta acceder a su intimidad. Y que esa intimidad es la que lleva al gozo. Que sus películas sueltas pueden parecer refractarias pero que vistas en conjunto son la repolla.

Y bueno, confieso que Week End me pareció refractaria, absurda y tontísima, y que me quedé con la misma cara que se me pone cuando llamo al servicio de atención al cliente de telefónica, pero confieso también que es que me falta ver el conjunto global de su obra.
La pregunta es ¿tendré agallas para ver algo más de este genio del séptimo arte?

A la salida del cine teníamos hambre y fuimos a un bar en el que nos sirvieron una tapas caras, minúsculas y rancias. Le dijimos al camarero que no nos godardeara así, que ya nos habían godardeado en el cine. Y a la salida nos paró un punki pies-negros solicitando monedas y le dijimos que se fuese a godardear a su puta madre.

FIN.
Listocomics Puntocom
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25 de julio de 2005
52 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película cierra la primera etapa de la filmografía de Godard, en la que realizó un cine muy a la manera de la "nouvelle vague". Se centra en historias relacionadas con la vida diaria, se ocupa de personajes comunes, rueda a compo abierto en escenarios naturales apenas retocados, se sirve de la iluminación natural y construye las obras como una secuencia de historias juxtapuestas a la manera de un "collage". En estos términos, realiza "Weekend", en la que el nexo entre los diversos capítulos viene dado por la historia de un matrimonio, Roland y Corinne, que decide salir en coche de la ciudad para pasar un agradable fin de semana en el campo. Los episodios vienen marcados por la descortesía, el lenguaje grueso, la hipocresía y la violencia verbal y física, que usan en sus relaciones habituales los personajes de la película. A ello se añaden escalofriantes accidentes de coche, el asesinato a sangre fría y la presencia de unos extraños revolucionarios antropófagos. Los dos capítulos más sobresalientes son el titulado "Análisis", de una sensualidad pocas veces igualada en cine, y el que describe un larguísimo embotellamiento de coches en la carretera, inspirado en un cuento de Julio Cortázar, que se ha de ver con ojos de 1967, cuando el parque automovilístico era muchísimo menor que el actual. En el episodio "Lucha de clases" el discurso ideológico se hace deliberadamente largo, monótono y tedioso y se torna incomprensible cuando se mezcla con una disertación sobre las condiciones de vida de los hipopótamos.

El film se ve con placer, es entretenido e imaginativo, está muy bien construido, contiene algunas de las referencias constantes del director (Bardot, Mozart, Revolución francesa, etc.). La película se posiciona contra la violencia, el consumismo y la hipocresía. La concepción de la persona que asume es profundamente pesimista, de acuerdo con los postulados del "existencialismo" en boga en la Francia de los años 60.
Miquel
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1 de julio de 2005
22 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película absolutamente alocada de Godard, eterno revolucionario del lenguaje cinematográfico. En ella carga furibundamente (te hace dudar de si estás viendo una peli o te has comido un tripi) contra la sociedad de consumo, la clase media acomodada, el capitalismo... Llega el automóvil y a la vez el caos y la violencia. Metáfora obvia pero divertida y efectiva, directa al cuello. Era el año 67 y tocaba una godardada política de tendencias hacia la extrema izquierda, con inevitable aire de panfleto. Hoy quizás nos parece un poco pasada de rosca y superada en cuanto al tema (quizás es que el coche ha matado del todo las posibilidades de revolución, o quizás es que la metáfora y la ironía en esta película son demasiado elementales), pero me sigue pareciendo interesante. De sal gruesa en ocasiones (hippies devoradores de burgueses) pero fiel a su estilo, está (como todo Godard) en esa frontera que le puede hacer caer en lo pretencioso y aburrido para el gran público, pero que a día de hoy (sobre todo a día de hoy) supone aire fresco para el anquilosado panorama cinematográfico actual. No faltan, por supuesto, metarreferencias al cine (como siempre) en una curiosa discusión entre lenguaje literario y cinematográfico. Pero en esta película la virulencia con que el director muestra sus posiciones políticas deja poco lugar a otras consideraciones.
Bloomsday
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7 de septiembre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Weekend (Weekend, 1967) es una obra que pertenece a la etapa de Godard como cineasta-ensayista. Insostenible para muchos, una obra maestra para otros, lo que queda claro es que es una obra a todas luces controvertida.

Weekend a priori parece que no cuenta nada (tremendo error sería afirmar que no lo hace). El filme utiliza unas estructuras parecidas a otros filmes coetáneos del director francés de aquella misma época, como pudiera ser La Chinoise (La Chinoise, 1967), película con la que por cierto comparte unas mismas ideologías. En ambas ocasiones Godard no se dedica a registrar una historia, sino que lo que le interesa es mostrar un retablo artístico que sirva como plataforma para expresar sus ideas, para que luego sea el espectador el que decida o no asimilarlas. Hay cierto momento en Weekend que recuerda ostensiblemente a otro film de la etapa discursiva de Godard, como es One Plus One (Sympathy For the Devil, 1968) y que nos sirve perfectamente para ejemplarizar el porqué esta etapa del Godard cineasta recibe este nombre.

En ambas películas vemos una larga secuencia en la que un protagonista, que sirve como el alter ego del director francés, se dedica a realizar un discurso político (en Sympathy for the Devil el que declama es un miembro de las Panteras negras) con la intención de convencer al espectador. Godard, que por aquellos años había empezado a discrepar políticamente de sus antiguos compañeros de la Nouvelle Vague, estaba abrazando públicamente las ideas maoístas, y por eso imbuye a sus películas estas ideas que estaban también en el aire europeo del momento. Estas singularidades pueden molestar a más de uno (no hablemos ya si el espectador mantiene una postura política opuesta a la del realizador), y no hay porque ocultar que Godard condiciona totalmente con este tono la factura del filme.Weekend no es una película al uso, de verse y tirar.

Montada a partir de diversos fundidos en negro, con intertitulos de los que sinceramente sólo Godard sabe que significan, Weekend nos muestra un gran batiburrillo de ideas, algunas brillantes y otras mediocres. El nexo de unión, totalmente mínimo, es el seguimiento de una pareja de burgueses, interpretados por Mireille Darc y Jean Yanne, a los que la cámara de Godard seguirá en sus andanzas, aunque sin mucho interés realmente, pues apenas son un simple pretexto.

La primera secuencia ya es una buena muestra de los intereses que refleja el filme en todo el metraje. En ella vemos a una pareja de burgueses contar sus intimidades. La conversación que mantienen va subiendo de tono y ahí Godard pretende escandalizar al público, y más en concreto a la burguesía a la que está criticando, con la polémica diatriba. Pero además del contenido, esta secuencia nos muestra las intenciones formales del filme, donde Weekend trata de dinamitar todas las convenciones fílmicas habituales. El sonido de esta secuencia sube de manera ostensible cada vez que la intérprete femenina hace una revelación y casi que no llegamos a escuchar lo que está relatando. El espectador tiene que prestar toda la atención posible, y aún así a veces resulta difícil seguir la conversación. Cualquiera que haya seguido con interés la carrera del director sabrá que precisamente uno de sus mayores temas formales es el tratamiento del sonoro, siempre de una manera poco convencional, buscando nuevas posibilidades artísticas.

Aparte de eso, también resultan sorprendentes algunas cosas, como uno de los Travellings más largos en la carrera de Godard (el propio director, recogiendo una frase que ya había pronunciado antes Jacques Rivette, miembro de Cahiers, dijo que el Travelling era una cuestión de moral) y aparentemente sin sentido, pues el director recoge simplemente un atasco. A pesar de que esta secuencia puede resultar harto tediosa para el espectador, lo cierto es que nos sirve perfectamente para retratar la absurdez del mundo contemporáneo (observamos mediante el travelling las diversas reacciones que mantienen los implicados en el atasco) para encima darnos cuenta finalmente de que el motivo del atasco se debe a un sangriento accidente. La secuencia parece “gozar” de una cierta pátina nihilista.

Weekend destila un tono apocalíptico en muchos momentos de su metraje. Parece querernos decir el director en muchos de los momentos, especialmente cuando somos testigos de las víctimas que abundan en las carreteras (el director hace referencia a los domingueros, los burgueses que salen en fin de semana para tomarse unas pequeñas vacaciones) que este mundo que aparece representado está totalmente derrumbado y que su caída definitiva es cuestión de tiempo.

En definitiva, Weekend es una película ciertamente especial. Mala para iniciarse con el cineasta francés, la obra se encuadra claramente en una etapa en la que el director pretendía realizar una cine muy diferente al de sus inicios, y que para bien o para mal, nos dejó una innegable cantidad de imágenes que harán sacudir la conciencia del espectador.

http://neokunst.wordpress.com/2014/09/06/weekend-1967/
Kyrios
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21 de febrero de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Conceptual incomprensible": así titula Liniers, dibujante-caricaturista argentino, a algunas de sus tiras, y así podría llamarse perfectamente "Week-end".
El inicio del film es sencillamente genial; la narración de la mujer es una combinación perfecta entre guión, actuación y dirección de cámara. El problema es si luego, el espectador desea ver una narración similar a la anterior: el caos domina el film, y las escenas funcionan casi individualmente, como partes de un libro de cuentos; los recursos resultan tan interesantes como exasperantes (ver Spoiler).

Esta es una más de esas películas que retratan una época que amé según lo que vi a través del arte, la historia, la música y la literatura (los 60), pero a la que no puedo comprender desde el cine (me pasó con otras cosas del cine francés, y también con Anotonini y Fellini). Siento que requiere de un espectador con un nivel cultural e intelectual altísimo, y posiblemente, también exija un espectador contemporáneo (es decir, que viva en los 60). Los títulos y las constantes referencias cruzadas no hicieron más que confundirme: sabía que se hacía alusión a la Revolución Francesa (las letras que aparecen en medio de la pantalla dicen cosas como "Thermidor" o "La Vendée"), pero nunca pude entender por qué. Sólo me gustaron las autorrefencias al cine, y la certeza que tienen los personajes de que son parte de una película.

Como curiosidad, me pareció simpático que, en una parte, automáticamente me puse a pensar cómo se llamaba el autor de "Alicia en el País de las Maravillas", y acto seguido, la placa dice algo sobre Lewis Carroll: evidentemente, la escena se refería a ese libro. Sin embargo, no pude entender a cuento de qué venía...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nicobicho
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