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Sin techo ni ley

Drama Mona (Sandrine Bonnaire) es una joven vagabunda que es encontrada muerta. La historia mostrando en flashback sus últimos meses de vida, su desarraigo social y sus relaciones con la gente que conoció.
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
12 de marzo de 2008
45 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este si es un filme merecedor del "león de oro" que le dieron en Venecia. Su argumento narrado de manera muy original y realista, nos sobrecoge, nos aprieta el corazón hasta apesadumbrarnos con dolor espiritual.

La joven "Mona" (Sandrine Bonnaire) es una vagabunda, ¿por qué?, no se sabe. Algunas personas que la han visto pasar hablan de ella como con cierta admiración o incluso con algo de envidia, quizás porque simboliza a la persona valiente que opta nada más y nada menos que por la libertad total, con todas las consecuencias; sin embargo, la libertad es en gran medida un mito, un espejismo, ir tras ese ideal casi siempre supone tener que pasar por un sinvivir torturador, de marginalidad, de penurias y lenta ruindad-soledad, como se ve que le ocurre a la joven "Mona".

El precio que un ser humano ha de pagar por la libertad es grande y si esa libertad es radical entonces el coste resulta demasiado terrible, máxime porque luego en realidad no se consigue la tan ansiada libertad sino más bien lo que se obtiene es soledad, angustia, lamentable y suicida desmoronamiento del deseo de ser o existir.

Todo ello está sobria y estremecedoramente filmado por Agnès Varda, hasta tal punto que nos deja en el alma la misma sensación que a muchos de aquellos protagonistas que conocieron por unas horas o días a esta muchacha transeúnte que vive a la intemperie: nos transmite la sensación tristísima de alguien que a todas luces está buscando (sin deseo de llegar a avanzada edad), salirse del viaje de esta vida, bajarse de la dinámica de este universo e irse más allá, mucho más allá, al descanso trascendente; en definitiva, de alguien que se está autodegradando, automatando de forma patética en su plena, fuerte y espléndida juventud.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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10 de abril de 2008
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace menos de un mes, en unas jornadas sobre "Los sin techo", tuvimos la brillante idea de proyectar esta cinta que casualmente logré encontrar en la web dando infinidad de vueltas de tuerca. "Varda", me dije, "sinónimo de notabilidad".
- Es muy dura, ¡qué desagradable! -plañía más de una como una desesperada tras la proyección.
- Si quieres le echo azúcar -pensé, pero no lo dije, claro. ¡Cómo si la vida fuera fácil!
Mona, la protagonista real (no lo olvidemos) de "Sin techo ni ley" tiene algo de Francisco, de Rafael, de Antonia, de Loli, de Fernando... de cada un@ de las personas que, todas las semanas, estuve visitando durante varios meses, en su trocito de calle. También temo encontrar algún día a Francisco aterido, muerto en medio de la nada donde habita. Mona es perfecta, no porque personalmente lo sea, sino porque es una sin techo de verdad, con el morro y el descaro que les caracteriza, con la libertad y la soledad que los nutre y atormenta... con lo que ayuda a aprender.
Varda es una eminencia en el género documental como recientemente demostró con "Los espigadores y la espigadora", y aquí lo confirma una vez más. La estructura narrativa del film nos hace ser espectadores y testigos directos de la vida que decidió vivir Mona y que muchos no estamos dispuestos a soportar, porque la odiamos porque a veces nos cuestiona.
Ya quisiera Loach (al que ciertamente aprecio) lograr la cuarta parte de realismo e "invitación al suicidio" que logra Varda.

Muy buena, Varda, sí señora.
poverello
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23 de octubre de 2009
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cuántas formas de afrontar la vida existen?
¿Y son mejores unas que otras?
A responder a este tipo de preguntas se han dedicado miles de páginas en la filosofía, en la antropología, en la sociología, en la pedadogía y en la metafísica.
¿Miles de páginas?
Millones.
Miles de ensayos.
Varda realiza su ejercicio en esta película.
Hay que verla.
No ofrece soluciones.
¿Cómo hacerlo?
ÉGIDA
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23 de enero de 2006
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconstrucción imaginaria y documental ficcionado basado en un hecho real, de las andanzas de una joven y enigmática vagabunda. Agnès Varda, tras los rastros de esa realidad va configurando un personaje que es la encarnación del desarraigo más absoluto, moviéndose en los límites de la libertad, la vida y su entropía.
roscao
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3 de septiembre de 2019
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras cada ser humano que muere queda plasmada una historia. Algunas son más largas y otras más cortas; algunas son profundas y otras más superficiales; algunas nos son indiferentes, según como se miren… y otras nos inspiran, sobre todo, si las hemos conocido directamente o si han sido bien contadas por alguien que tenga una amplia capacidad de abstracción.

Agnès Varda, consiguió demostrar una honda sensibilidad a lo largo de su obra cinematográfica. Amaba y le dolía la gente del común, y fue, ésta, la fuente de inspiración de la mayor parte de sus realizaciones. Gracias a la manera como consiguió financiar muchas de sus películas, logró que su cine fuera libre, y casi siempre dijo lo que quiso decir sin mayores obstáculos con los productores.

<<SIN TECHO NI LEY>>, es Varda en toda su esencia: Tiene ese gusto a mujer inconforme con la sociedad que le ha tocado padecer, pero, a la cual admira irremediablemente. Contiene ese sabor a gente decente como la que vimos en su documental “Daguerrotipos” … pero ahora -por ser una visión más plena de una sociedad-, tampoco falta uno que otro desadaptado… y finalmente, posee ese gusto a valoración de los seres más “insignificantes”, pues, va a demostrar con creces, que también dejan una sensible huella en todos aquellos que se cruzan -aunque sea fugazmente- en sus vidas… y esto, quizás sea lo más valioso que pueda hallarse en esta impresionante y muy humana historia.

El Juego de la Vida queda muy bellamente plasmado: Una muchacha -Simone Bergeron, mejor conocida como Mona-, no se siente cómoda con lo que hasta ahora sucede en su existencia -trabajaba como secretaria- y un día decide tomar un morral con lo estrictamente necesario, incluida una pequeñísima carpa, y decide recorrer el país por la zona rural haciendo autostop y comiendo lo que puede gracias a la generosidad de la gente o trabajando a ratos, pero, sin ningún plan trazado ni mayores deseos de establecerse.

La suerte de personas que se cruzarán en su vida, le va brindando -como en un mostrario que tiene su límite- la gran variedad de opciones que podrían dar un significado a su vida, pero, por aquello del libre albedrío, será casi siempre ella la que debe elegir… y de cada elección obtendrá un claro resultado.

La lección que nos queda, es que nadie ha sido totalmente olvidado y las más de las veces, somos nosotros los que malogramos las oportunidades que la vida pone en nuestro camino… y al final, siempre recogemos el resultado de nuestras decisiones.

Magnífica actuación de la joven, Sandrine Bonnaire, quien asume su rol con tanta naturalidad que pareciera estar recreando su propia historia, y el premio César a Mejor Actriz, fue un justo reconocimiento por su ardua y convincente labor.

Con, <<SIN TECHO NI LEY>>, Agnès Varda vuelve a dejar una sensible huella.
Luis Guillermo Cardona
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