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La ley del deseo

Drama. Thriller. Romance Pablo (Eusebio Poncela) y Tina (Carmen Maura) son dos hermanos, dedicados al mundo del espectáculo, que están marcados para siempre por la separación de sus padres y, sobre todo, por un oscuro secreto de Tina. Pablo, que malvive enamorado de Juan (Miguel Molina), conoce a Antonio (Antonio Banderas), pero entonces su vida se complicará aún más. (FILMAFFINITY)
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
26 de abril de 2015
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En general, la película no me acaba de gustar/entretener. Se me ha hecho algo larga y en algunos momentos absurda. No me acaba de meterme en la historia.

Aún así, me quedo con el Madrid de los 80, el "ambiente", los pisazos tanto de Tina como de Pablo, Carmen Maura y algunas escenas que comento en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Hurakan
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8 de marzo de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ley del deseo un film que nos presenta el Madrid de finales de los 80, curioso ver como era la plaza de los cubos en aquel entonces, aparece una cafetería en ella que hoy desgraciadamente se ha convertido en una taberna de cerveza y montaditos.
La película nos presente a Pablo (Eusebio Poncela) un escritor homosexual enamorado de Juan (Miki Molina), Juan es un chico ambiguo, bisexual quizás chapero, que no corresponde a los sentimientos de Pablo. Buscando su camino emprende viaje hacía Cádiz, a la maravillosa playa del Palmar y a modo de metafóra a ver si encuentra su guía en el faro de Trafalgar.
En su ausencia aparece Antonio, que se enamora de Pablo, aunque ahora es este el que no corresponde al amor del primero. Aunque Antonio cuida, ayuda y ama al escritor este se muestra un ser esquivo, huidizo sin ganas de vivir un amor real con alguien que le da lo que el necesita busca en un hombre (como el mismo reconoce en la entrevista con Rossy de Palma), prefiere aquel amor imposible con Pablo.
El comienzo de la película es realmente notable, a partir del asesinato de Pablo por parte del personaje de Banderas la película entra en una espiral de escenas más propias de telefilm que de un thiller, mal enlazada el curso de la historia y con un ritmo bastante lento que resulta aburrido en muchas ocasiones.
Carmen Maura da vida a Tina la hermana transexual de Pablo y su musa a la hora de escribir muchas de sus novelas, es el personaje que más me gusta de toda la película Carmen como es habitual, borda la actuación, mítica escena del refrescante manguerazo a modo de eyaculación en las calurosas noches madrileñas. Por poner un pero a este personaje me parece demasiado "dramatico" a su condición de transexual le añadimos abuso por parte de un cura y relación incestuosa nada más y nada menos que con su padre ¿alguien da más? Este personaje bien hubiese podido dar una película para cada historia que le acontece, si bien Almodovar en su película La Mala Educación retoma parte de ese guión.
Poncela y Banderas también estan a la altura intrepretativa, actores como Rossy o Fernando Guillén Cuervo o la madre de Antonio una maravillosa Helga Line, con la cual te quedas con ganas de que hubiese tenido más escenas en la película, no desentonan al conjunto del film, no podemos decir lo mismo de Miki Molina, Bibi Andersen o Fernando Cuero cuyo nivel no esta a la altura.
Lo que más suele gustarme de las películas de Pedro es casi siempre la banda sonora, y esta película no es la excepción, maravillosa Ne me quitte pás o Lo dudo de Los Panchos que ponen la música a esta historia de amor y deseo que entrelazan los dos actores
¿al final Pablo acepta sus sentimientos por Antonio? yo creo que si, ya que se da cuenta de que nadie le querra de una manera tan loca pero tan entregada como lo hace él. Y es que el deseo es lo que mueve el mundo, aunque a veces ese deseo nos queme por dentro.
Ms_Critica
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28 de agosto de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
1986. La movida se acaba. Da sus últimos coletazos y la frescura desquiciada del punk más despendolado, promiscuo y politoxicómano se va encauzando en formas culturales y sociales más políticamente correctas. El bello sueño en el que la libertad carecía de límites resultó no ser cierto. El santo vicio, el bendito desenfreno y el glorioso sexo pasaron de moda. La mierda sin etiquetas está “out” y la basura que no huele ni mancha está “in”. La larga marcha está a punto de llegar a su fin porque ya no puede continuar más. Sólo queda el desencanto mezclado con la angustia porque lo auténtico acaba y será sustituido por el vacío. “La Ley del deseo” es el punto y final fílmico y personal de un Almodóvar que sabe que una etapa de su vida ha llegado a su fin. Almodóvar debe abandonar poco a poco y sin que se note la provocación más rabiosa y vital para ponerse la lucrativa etiqueta de “enfant terrible”, porque todos le dicen (y él se lo cree) que esta etapa ya ha llegado a su fin, debe llegar a su fin. Pero no es el fin (nunca es el fin), porque 18 años después Almodóvar haría otra película sobre la movida (y sobre otras muchas cosas), “La Mala Educación”, una película estrechamente vinculada a ésta, complementándose ambas en una unión de realidades y recuerdos. “La ley del deseo” es la realidad de lo inmediato, del amante que está apunto de perder aquello que le hace sentir vivo. La infelicidad es el estado idóneo del escritor porque en esos momentos es cuando sus demonios internos afloran con más fuerza. Amamos lo que no tenemos y queremos lo que sabemos que vamos a perder. La química entre dos cuerpos es algo tan vulgar y biológico que parece casi un insulto que una función corporal tan trivial nos subyugue de semejante manera. Los mejores amores son los que no tienen ninguna razón de ser, son los que más rápidamente aparecen y los que se consumen (y te consumen) con más facilidad. En “La ley del deseo” el alter-ego de Almodóvar, Eusebio Poncela, es una persona perdida en lo personal cuyo única vía de escape es el trabajo continuo y cuyo único refugio es su familia: su hermana (Carmen Maura) y su sobrina (Manuela Velasco pre-REC). Las drogas y el sexo son pobres consuelos para la eterna insatisfacción del artista y la búsqueda de un alma gemela es una vana esperanza. El amante, el enemigo, el amor deseado, encontrado y perdido (Antonio Banderas) es el elemento caótico que enturbia y pone a flor de piel los sentimientos del director. El director cree querer a un muchacho (Miguel Molina) pero lo que no sabe (o no quiere saber) es que lo que realmente le atrae de esa relación es la imposibilidad del chico a quererle con la misma intensidad que él. Es el punto trágico que el director necesita para poder seguir trabajando, escribiendo, dirigiendo (que es lo que realmente le llena). La adoración del personaje de Antonio Banderas es conveniente y satisfactoria durante un tiempo, pero no tarda en volverse tediosa e insoportable para el director. Y yo me pregunto ¿era capaz el director de enamorarse de alguien? El hilo de la trama, el asesinato, las persecuciones, la amnesia son solo elementos circunstanciales que otorgan frescura y entretenimiento a la película. El fondo del film es esa ley no escrita de la que nadie escapa. Una dura, descarnada y cruel historia de amores correspondidos y no correspondidos que, como las buenas historias, trasciende una condición sexual determinada para reflejar sentimientos universales con los que te puedas identificar.
SUSTOVISION
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28 de enero de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
'La ley del deseo' demuestra que Almodóvar fue una voz plenamente irreverente aún cuando la tentación de la Movida y su reproducción podían ser un garante seguro de su éxito. 'La ley del deseo' es hermosa y extraña, estructurada en un bolero de Los Panchos, es una historia de amor entre dos hombres, uno escritor (Eusebio Poncela) y el otro inocente y apasionado (Antonio Banderas). Por el camino, una aspirante a actriz a la que da vida una estupenda Carmen Maura.

Lo dudo y los movimientos de cámara siguen atrapados en mi memoria; la ternura irresistible de Banderas es erótica y también tristemente trágica y Eusebio Poncela parece condensar en cada gesto el pathos esencialmente almodovoriano: La ley del deseo está llena de arrebatos de belleza y puertas que conducen a sus películas posteriores. Con una fotografía nocturna espléndida y localizaciones entre Andalucía y Madrid, Almodóvar encontró la energía y las historias que solamente él podía contar.
Alvy Singer
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19 de junio de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desesperación de un hombre recién iniciado en el sexo homosexual al comprobar que la persona de la que está enamorada no siente lo mismo que él. Si bien el argumento se escapa un poco de la realidad, como siempre, puede ser posible. Así es el director manchego, una persona que parece recoger noticias de sucesos (como hacía Fele Martínez en 'La Mala Educación') y unos cuantos clichés y crea películas. Pero qué películas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
algallegojuan
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