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La joven de la perla

Drama Delft, Holanda, 1665. Griet entra a servir en casa de Johannes Vermeer, el cual, consciente de las dotes de la joven para percibir la luz y el color, irá introduciéndola poco a poco en el mundo de su pintura. Maria Thins, la suegra de Vermeer, al ver que Griet se ha convertido en la musa del pintor, decide no inmiscuirse en su relación con la esperanza de que su yerno pinte más cuadros. Griet se enamora de Vermeer, aunque no está segura ... [+]
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Críticas 73
Críticas ordenadas por utilidad
18 de septiembre de 2007
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es lo que pasa con las novelas en las que abundan los pensamientos y las miradas perdidas en la nada, que las llevan al cine, y la cagan, ¿porqué? porque el espectador que no se haya leído el libro, verá a los personajes mirando por la ventana, o con la mirada perdida en la nada, y se preguntarán... ¿que cojones hacen estos con esa cara de bobos? es imposible apreciar ni tan siquiera imaginar, lo que pasa por la cabeza de Griet y por la del propio pintor. Para disfrutar de esta maravilla, mejor leánse el libro... y lean sobre la vida de Vermeer, increíble.
Sukina
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4 de agosto de 2007
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valorar esta película no es fácil, ya que depende mucho de que hayas leído (y recuerdes) el libro o no.
La película visualmente está muy bien, tanto por la interpretación de los actores como por la ambientación, y principalmente por ese trato que se hace la obra de Vermeer, no sólo del propio cuadro de La Joven de la Perla, sino incluso de otros cuadros del pintor, seguro que reconocéis en la película varios más de sus cuadros.

Sin embargo la adaptación es pobre, muchas de las cosas que pasan solo las entiendes si has leido el libro, si no simplemente pasan pero no te planteas porqué. Y eso sin olvidar el final, ¡¡¡si es que la deja a medio!!!.
A todos aquellos que hayan visto la película les recomiendo que se lean el libro, comprenderán algunas cosas mejor; y a los que se han leído el libro, procuren olvidarlo antes porque sino será una decepción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jjgomera
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12 de diciembre de 2007
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es clásica la contraposición que se establece habitualmente entre los libros y las películas. Películas basadas en un libro y libros basados en una película. Estos últimos suelen ser malos de solemnidad. Las primeras tienen a veces esa misma condición, pero en ocasiones suelen extraviarse y terminan siendo películas que podríamos llamar independientes.

De esas afirmaciones suelen librarse los libros y películas de pura acción, porque la acción se describe en imágenes o en palabras y ya está. Pero cuando media la menor interioridad de personajes, un mínimo rastro de su intimidad, sean dudas, pensamientos, intenciones o deseos, el libro y la película se ven obligados a recorrer formas absolutamente distintas de exposición que terminan generando obras imposibles de comparar.

Eso sucede a La joven de la perla, obra escandalosamente interiorista. Al mundo fundamentalmente interior de Vermeer lo acompaña el mundo interior de Griet. Junto a unos personajes accesorios y presentados como superficiales, Vermeer y Griet se nos muestran como pura interioridad que nos es vedada conocer y que simplemente podemos intuir.

La película refleja espléndidamente esos Países Bajos de siglo XVII y, más concretamente la vida urbana de una ciudad como Delft de la que apenas se muestra una calle. Y, más concéntricamente, una casa, la de Vermeer con su marco doméstico del que parece ser ajeno: mujer, suegra, servidumbre, mecenas. Y, por fin, el estudio. Y, al final, el cuadro.

Aunque no sea en todo momento, la película, con la autoría de fotografía de Eduardo Serra, refleja, sobre todo en las escenas de la segunda parte, el mundo pictórico de los interiores de Vermeer con su extraña luz que parece robada del exterior. También el color parece tener una importancia esencial: el azul, por ejemplo, que Griet elabora junto a Vermeer es un color que como pigmento utilizaba el carísimo lapislázuli machacado que el pintor nunca regateó y que empleó en el cuadro que da nombre a la película.

N es balde este cuadro pintado por Vermeer es definitorio: un rostro con una sonrisa y una mirada ambiguas sobre un fondo negro. Nuevamente la película nos hace un guiño refiriéndose a la cámara oscura utilizada por Vermeer.

Scarlett Johannson muestra no solamente un parecido suficiente a la joven del cuadro, sino un rostro que refleja todo un mundo que resume la sociedad de aquel momento histórico.

La música de Alexandre Desplat es espléndida. En escasas ocasiones uno se queda colgado de las interminables relaciones de nombres con que ahora se coronan la películas, En esta ocasión, la calidad de la música lo logra. El vestuario igualmente bueno.

En suma, un película con la que se disfruta.
RARRA
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24 de octubre de 2006
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contada a base de trazos de pincel, su puesta en escena se asemeja más a un cuadro de la época que a una obra cinematográfica. Su estupenda fotografía destaca por mostrarnos todo tipo de tratamientos de luces, y una perfecta plasmación de las situaciones metereológicas, con emocionantes escenas de sol, lluvia y nieve. La trama es algo inconsistente, y todo lo que sucede fuera de la casa donde la protagonista ejerce de sirvienta, parece sobrar, como por ejemplo la historia de amor con el carnicero, que carece de interés y que queda sin resolución. Por otro lado vemos a una Scarlett Johnasson poco favorecida, aunque esto nos da pie a fijarnos aún más en sus dotes interpretativas. Lo mejor, el misterio creado en la relación amo-sirvienta, donde la modelo atrapa al pintor, y este parece querer algo más que pintar un retrato histórico.
xeca
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11 de febrero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay dos cosas que definen esta película, son dos obviedades: 1) la imponente, absorbente y placentera plasticidad de la misma: se cuenta la historia de un cuadro, "La joven de la perla", pintado por el genio Vermeer en la Holanda de 1665, a partir del rostro inmaculado, perfecto, blanquecino a la par que resplandeciente de la nueva criada, la joven Griet; 2) y de esa joven surge la otra gran revelación de la película: la belleza atemporal, transparente, delicada, triste, melancólica, fascinante de Scarlett Johansson. No había un rostro más adecuado para este papel.
Y así, pese a que "La joven de la perla" pudo ser una obra magnífica que nunca es, se nos descubre, no obstante, un indiscutible y poderoso placer sensorial en la contemplación del film. Toda la película son pequeños cuadros, pequeñas obras maestras del genio Vermeer. Y ahí Eduardo Sena logra una fotografía avasalladora, delicada, puntillosa hasta lo más nimio. Se puede oler, tocar, saborear, sentir su ambientación, su atmósfera, todo lo que vemos. Adolece algo de ritmo y de más progresión narrativa y es una obra dónde el continente arrolla al contenido, pero Webber apuesta a caballo ganador y obtiene lo que busca: una obra memorable en algunos aspectos, un sedoso retrato de la luz de un pintor genial, hecho con ternura y enorme tacto a través de la imagen angelical de la señorita Johansson, hasta en los momentos más terribles.
kafka
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