El mal ajeno

uiiii que poquita nota tiene... Pues a mi, la verdad, me gustó mucho. No sé si tiene algo que ver que aparezcan Belén Rueda (que grandísima actriz) y Eduardo Noriega, pero me dejó clavada a la pantalla.
La recomiendo totalmente, no sólo para pasar un buen rato, sino porque es interesante, y original.
Ahí va un 8.

Al calor de otras películas de parecida temática, El mal ajeno se aprovecha de la producción de Amenábar para hilvanar una historia con tintes de misterio y sobrenaturales, todos ellos mezclados con algo de drama, que siempre da bastante consistencia.

La verdad es que por momentos es una historia buena, que tiene su punto fuerte en que durante todo el metraje no deja que te vayas, te atrapa y, aunque no hay grandes sorpresas, siempre te deja con sensación de intranquilidad.

Lo mejor en estos casos es no explicar nada, no vaya a ser que te metas en un jardín y ya no sepas salir. Aquí parece que lo va a hacer, pero al final casi se arrepiente, así ganamos todos.

Buena labor actoral, destacando a los protagonistas, pero sin olvidarnos de los secundarios (que le dan empaque a cualquier película), se echa de menos que la atmósfera sea un poco más agobiante, pero es solo un detalle que no empaña el producto final.

La primera cinta de un director que promete bastante.
Aunque a este tema se le puede sacar mucho mas partido el director nos deja con una historia de lo mas original, una trama bien montada, escenas bien filmadas en todo momento, actuaciones bastante notables y un director que me ha sorprendido.
Lo mejor: Su historia.
Lo peor: Su final, no termina de explicar las cosas con mucha claridad.
Mejor escena: La explicación.
Esperando con ansia lo nuevo de este director.

Al ver que Amenábar es uno de los productores, he pensado en que este thriller dramático podría haberlo escrito él, pues tiene su sello y su estilo. La dirección corre a cargo de Óskar Santos (no lo conocía, veo que es el de "Zipi y Zape y el club de la canica") y el guión, a cargo de Daniel Sánchez Arévalo, cuyo trabajo sí conozco bastante bien y que hasta ahora no me ha decepcionado. Lo cierto es que los dos aquí están a la altura, o casi, de mi realizador español favorito, el autor de esas pedazo de películas que son "Tesis", "Abre los ojos", "Los otros", "Mar adentro" y "Ágora".
No voy a destapar nada porque estos thrillers hay que experimentarlos de primera mano, si es que uno a pesar de tantos kilómetros recorridos todavía disfruta con la intriga mezclada con emoción y desenlaces impactantes.
Sólo diré que es muy interesante, entre otras muchas sugerencias, el viaje de sensibilización y despertar interior del aletargado protagonista, y el dilema sobre la implicación afectiva de quienes ejercen el oficio de curar.
¿Qué es mejor, aprender a distanciarse de los pacientes, inmunizarse contra el sufrimiento ajeno porque no sería posible para un sanador soportar ser testigo de tanto dolor? ¿Vivir acorazado contra los sentimientos para que nada afecte?
¿Qué medicina es más efectiva, la fríamente científica, académica e impersonal que no se para ni a mirar a los que padecen, o la del calor y la bondad humana, la de una mano que te toca no solamente para auscultarte o tomarte el pulso, la de un oído que te escucha y un rostro que te sonríe aunque sea un instante para darte ánimos?
¿Hasta dónde está uno dispuesto a sacrificar muchas cosas?

Como indico en el título de la crítica no se ha aprovechado un guión interesante y unos grandes actores, por lo que creo que la culpa quizás sea del director, que al ser novel no ha sabido llevar esta historia como debiera y eso que ha estado bien arropado con un productor de lujo y con un guionista reputado.
Los actores estan en general muy bien, algunos desaprovechados como Belén Rueda y Jose Ángel Egido, la verdad es que le falta algo más de desarrollo de sus personajes.

Un apunte el maquillaje de algunos actores, véanse las canas de Noriega y Ejido muy justito, con pinzas.

La película engancha, pero te deja un regusto amargo, le falta un punto de genialidad para que te deje un sello en tu memoria cinéfila