La historia interminable

Un clásico semiolvidado que todos los niños de hoy deberían ver, ya que rezuma en todo su metraje, principios y valores que en este siglo en el que vivimos ya no se valoran.
Bastián hace un nuevo amigo, gracias a leer un libro que hasta la fecha le era desconocido. Se trata de Atreyu, el joven guerrero de las llanuras. Fuyur, el dragón blanco de la suerte, simboliza al amigo inquebrantable, dice un proverbio esquimal " no sabrás quién es tu verdadero amigo hasta que se rompa el hielo".
La vieja Morla es la metáfora de la eternidad, todo el mundo puede cambiar y una tortuga sobrevive al humano, al todo y a la "nada".
La Emperatriz infantil ( Tami Stronach) es la niña mujer, protectora de todos los habitantes de Fantasía. Fue su debut y única participación en el cine, ya que su vocación era la danza.
La misma suerte corrieron Barrett Oliver ( Bastián) y Noah Hathaway ( Atreyu), sus carreras en los posteriores años no prosperaron.
La música es entrañable y la canción principal de Limalh es sencillamente genial.
Y una lástima que la película se de por finalizada a los 90 min. (¡justo a la mitad de la novela!), el señor Petersen no muestra como se reconstruye el reino de Fantasía, que seria muy bonito de visionar. Michael Ende no quiso figurar en los títulos de crédito, pero inexplicablemente es autor del guión de las secuelas.
No olvides jamás tus sueños, pero tampoco esta película.

Meta-texto o meta-peli por donde se la vea, La historia interminable sale a nuestro encuentro y demanda de nosotros un recuerdo palpable. La gente ya no lee, esto no es ni infantil ni bobo, es una realidad incontrovertible, yo incluso pienso mientras escribo..."¿Quién va a leer esto?". Se trata de un pesimismo al que la peli toma por los brazos y lo sujeta para que le veamos bien la cara: Atreyiu debió hacer un viaje épico con sus respectivas pérdidas (la escena del pantano es angustiante) para recobrar lo sagrado que se pierde con el avance de la NADA. Ese enemigo feroz es temible incluso ahora que los años han pasado, pero muchos de nuestros sueños siguen ahí y el dragón vuela junto con ellos y les pide un segundo más de vida.

Autosuperación y paisajes míticos varios, esta peli "mete mano" en todo aquello que no ha sido manoseado en siglos y que debería serlo: duendes, dragones y hasta esfinges que vigilan la reliquia más grande: nuestro derecho a exigir y obtener eso que nos están quitando, el placer de leer y crear nuestros propios dioses, de seguro más validos que los de cualquier libro de autoayuda.

Una cinta prodigiosa desde el nivel visual, un filme muy atractivo desde lo meramente estético y desde las composiciones técnicas.

La historia es fantasía pura, un relato literario interactivo donde un ser humano con sus sueños puede llegar a interrelacionarse con personajes ficticios.
La trama es simplista pero creativa, aunque sin muchas variantes como para absorber más de la cuenta y ello era esperable dado que el metraje apenas dura hora y media, y además estaba destinado para el público infantil.

Allá por la década del ochenta fue una cinta que llamó la atención de la comunidad cinéfila amante de la fantasía, pero vista hoy día exhibe bastantes limitaciones desde el nivel de “absorción” que logra en el espectador, pues el tono demasiado pueril y la ausencia de elaboraciones más complejas desde el entramado narrativo hacen que la cinta no llegue al nivel de efectividad de obras fantasiosas competidoras como “Legend” de Ridley Scott o “Labyrinth” de Jim Henson.

El discurso de fondo es una oda a la imaginación y a la esperanza de la humanidad que no encuentra límites, es un positivo alegato a las ganas de vivir, las cuales son la clave con la que se debe vencer a la frustración y a la depresión que vendrían a estar representadas metafóricamente por “La Nada”, ese personaje abstracto que va provocando la destrucción del mundo donde interactúan los personajes del relato.

También son destacables los efectos especiales, el nostálgico tema "The Neverending Story" interpretado por Limahl, y la extraña partitura musical que combina melodías sinfónicas adecuadas para acompañar el espíritu aventurero del relato y otras composiciones musicales más comerciales y modernas.

En fin, nadie niega que una generación creció degustando esta historia de fantasía interminable, pero también convengamos que analizada fríamente desnuda falencias, y si la comparamos con otras opciones coetáneas sale perdiendo.

De niña, no sé cuántas veces llegué a ver esta película, y con el paso de los años volví a verla en alguna otra ocasión, cuando la daban por la tele.
Y es que posee una fascinación tan poderosa que es capaz de hechizar el alma de cualquier niño/a que se siente a verla, de cualquier niño/a (y no tan niño/a) que desee dejarse arrebatar por su inagotable magia.
Representa lo que muchos niños desearían en sus vidas: aventura, acción, riesgo, peligro, retos, conocer otros mundos, otros seres, probar su valor para superar duras pruebas y rescatar a princesas o príncipes que corren el peligro de caer en el olvido.
El niño protagonista vive en el mundo real y pasa por los problemas y conflictos habituales por los que suelen pasar los niños. Se siente un poco infeliz e insatisfecho y anhela una vida más plena. Cuando encuentra un libro muy especial y se sumerge en la historia que éste le cuenta, descubre que no se trata de un libro normal y corriente; es un libro vivo, un libro interactivo que hará participar al niño en la historia. Éste será testigo de las alucinantes aventuras de un chico y su dragón volador, que tendrán que llevar a cabo una peligrosa misión para salvar a su reino, Fantasía, de las nieblas del olvido que lo están devorando.
La historia, ideada por el escritor Michael Ende, nos deja el mensaje de que no debemos permitir que nuestra acelerada y prosaica existencia elimine la fantasía, no debemos dejar que ésta sea devorada por la dejadez y el olvido. Debemos dar a nuestros niños la oportunidad de vivir sus fantasías y así prepararse para una vida adulta más plena.
Narrada con gran imaginación, mostrando escenas increíbles, heroicas e incluso duras, personajes variopintos que nos revelarán reflexiones inteligentes, es una película que realiza un gran despliegue de medios para hacernos soñar, pensar y, sobre todo, disfrutar hasta el final, sin que la atención decaiga.
Ah, y esa banda sonora, sobre todo ese "Never Ending Story" de Limahl, que todavía hoy sigo escuchando y que no me cansa.
Una de las grandes obras maestras que marcaron mi niñez.

De las mejores películas infantiles, que marco época... es preciosa en todo sentido.

Una Hermosa historia y una todavía más divertida aventura, una excelencia que nos otorga el cine, rico en contenido para cualquier niño y también para cualquier adulto. Podría considerarse un clásico, con todas las letras, en cuanto a película infantil se refiere, de lo mejor que podemos encontrar.