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El imperio de los sentidos

Romance. Drama Una pareja de amantes vive una historia de amor llevada hasta límites inimaginables. La pasión se ha adueñado de ellos. El sexo ha pasado a ser lo único importante de sus vidas. Las ansias de la mujer por poseer a su hombre parecen inagotables y crecen cada día más hasta llegar a confundir el placer con el dolor. (FILMAFFINITY)
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
22 de junio de 2007
15 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy sobrevalorada cinta, debido a la glorificación que se le concedió en su día. ¿Y por qué llamó tanto la atención? Evidentemente por mostrar un sexo tan explícito. En los 70/80 el sólo hecho de mostrar en cámara un pecho femenino desnudo escandalizaba. Pues imagínense que suponía, por poner un ejemplo, mostrar a un hombre comiendo un huevo "recién puesto".
No es que sea mala, pero tampoco es para que se codee con las película llamadas "Obras maestras".

Yo, para hermosear la película, le hubiese metido un par de escenas de sexo entre féminas. Y es que, como diría Steve Zahn en "Freak talks about sex": "No se me ocurre ninguna película que no pueda mejorarse con una escena de sexo lésbico".
JuanCádiz
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17 de noviembre de 2009
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El azote de celuloide erótico que invadió las salas en los setenta no solo llevó de cabeza a un público curioso, sinó a unos censores nerviosos (remilgados obsesivos que aprovechaban visionar antes de dar el tijeretazo definitivo y un que “os den” al resto de los mortales y no sin antes haber dado rienda suelta a sus ocultos deseos de “voyeurs” calenturientos) que no perdonaban pero que su agotamiento acabó siendo la cruz de una manufactura que no paraba de producir Emmanuelles y un largo etcétera. Pero el erotismo pasaba a un plano cansino. Por otro lado algunas pocas quedaron relegadas a circuitos de arte y ensayo con las firmas de reconocidos autores como Bernardo Bertolucci (El Último Tango en París) o Pier Paolo Pasolini (la trilogía de la vida y “Salò”) con sus categorizadas piezas de culto en la actualidad al saber equilibrar reflexión y provocación a la vez.

Al film de Oshima no lo encasillaría en ninguno de estos dos grupos mencionados anteriormente. El título original en japonés de “El Imperio de los Sentidos” es “Ai No Corrida” que, a modo de echarse unas risas algunos la mencionan como “No Ai Corrida” (se puede tomar a cachondeo pero de corridas las hay). No se le puede negar que es un film porno a la antigua usanza pero sin llegar a las tomas y primeros planos que Gerald Damiano detalló en “Garganta Profunda”, para citar un ejemplo de que las secuencias de sexo en lo relativo a lo más agresivo e impactante a fin de herir sensibilidades. Sí, ya sé que cualquier comparación puede ser odiosa, pero si la cinta de Damiano ya exhibía la pornografía sin tapujos ni prejuicios, “El Imperio de los Sentidos” muestra el sexo con tal sensibilidad acorde a la historia de amor formulada; Kichi-San (Tatsuya Fuji) y su criada Sada (Eiko Matsuda), antigua prostituta, enloquecen por el placer de restregarse juntos por una habitación a merced de las curiosas miradas de criadas y gheisas, hasta tal punto que la obsesión por la carne y el intercambio de fluidos corporales llega a límites insospechados hasta que sudan y apestan. Y es que la obsesión de Sada por ser objeto de sumisión y deseo por parte de su amado se convierte en el no va más. El romance en su definición pasa a un plano fantasmagórico que sigue prevaleciendo en el aislamiento de la pareja del mundo exterior. Los dos se envuelven aletargados por la felación, la masturbación y el sadomasoquismo (él se deja pegar, ella estrangular, y viceversa. Vamos, la pareja perfecta) como atractiva vía hacia las puertas de una Muerte que debería cerrar el círculo entre tanto edén de deseo.

Sada y Kichi-San representan unos outsiders del Japón de primera mitad del siglo XX (esa sociedad anticuada y post-feudal tan añorada por Yukio Mishima en las descripciones de la mayoría de sus novelas) en su eterno viaje pasional. Por lo que una vez visionada la película se llega a la conclusión de que se trasta de una de las mejores películas románticas de la Historia del Cine.
Natxo Borràs
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3 de febrero de 2010
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nagisa Oshima nos ofrece otra historia que merece la pena ser contada. Basada en hechos reales, nos presenta la historia de amor entre la prostituta Sada Abe y Kichizo Ishida, propietario de un restaurante en Tokio, en los años 30 del pasado siglo. Cómo se conocen, su curiosa relación y el sorprendente desenlace que ha hecho mundialmente famosa la historia y provocó todo un fenómeno social en Japón.

La película funciona como una magnífica descripción y reflexión acerca del amor posesivo. El director, lejos de ofrecer una mera representación fría y objetiva de los testimonios e informes policiales, elabora una película altamente emocional y explícita en su contenido sexual que, lejos de caer en sensacionalismos, interpreta los acontecimientos ayudando a comprender a los personajes y sus motivaciones.

Pese a las cortapisas y diversos problemas de rodaje sufridos debido a lo polémico de su contenido, la cinta posee una calidad formal más que aceptable, y una excelente interpretación por parte de los actores. Totalmente recomendable.
Strider
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4 de junio de 2008
51 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema de ver cine es que al final te acabas creyendo las cosas.

A los pocos meses de ver esta película tuve la suerte de liarme con una nipona. En el momento de la verdad, esperaba que me hiciese masajes extraños y felaciones bañadas en aceites exóticos mientras gemía y lloriqueaba al mismo tiempo, pero resultó ser tan rancia como las españolas.
Y qué decir de ellos... ¡no saben hacer bolas de fuego soplándose las manos! Vaya decepción. Me llevé un día a mi colega Kamatari a los pies de la M30 y le pedí que cruzase los 6 carriles de un salto gritando yiahh. El tío no entendía nada. Yo le daba empujoncitos y le decía "venga, salta", pero nada, me miraba asustado, más blanco que amarillo.

A él le pasaba lo mismo. Flipó cuando me vio fallar un lanzamiento de lata a una papelera a dos metros. Se pensaba que éramos todos yongüeines infalibles y encendíamos las cerillas raspando en la barba. Incluso un día que fuimos a echar un pádel, en las duchas dejaba caer la pastilla de jabón a ver si sonaba la flauta. Menudo trucho el jodío.

Es por ello que tomo esta película como ejemplo de lo distorsionado que a veces se ve el mundo cuando se nos dibujan sus tres dimensiones en una pantalla plana, y aunque es casi imposible distinguir lo falso de lo cierto, sí debe mantenerse, al menos, la prudencia. Una película política debiera haber sido la elegida, pero no me ha dado la gana.

Así que nada, si quieres conocer otra forma de entender el sexo, visiona esto, y si consigues permanecer despierto hasta el final (para ello es necesario no tocarse durante el metraje), mete el CD en la caja, pestañea y verás que es como si nada hubiese ocurrido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sines Crúpulos
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30 de septiembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había leído en varios sitios de cine algo sobre esta película japonesa y pude verla por fin, sin embargo me he quedado con una extraña sensación, la misma sensación que cuando con unos amigos de la secundaria nos reunimos en casa de uno de ellos y vimos una parodia porno con un título bien gracioso que nos llamó la atención. Nos sentimos decepcionados porque la película se rayó a la mitad y casi se daña el DVD en el que lo veíamos.

Pues me he sentido igual, aunque, en esta ocasión si he visto el film completo, pero he sentido como que está incompleto, no sé como explicarlo, la falta algo, y no me refiero a la duración, que para mí fue casi una tortura. Pero bueno voy a catalogarla:

Aburrida, pues si es, y a ratos produce hasta sueño.
Apasionada, no, no tiene nada de pasión.
Enfermiza, si y mucho.
Artística, no sé, tengo mis dudas, fue una película porno aburrida con pretensiones de transgresora en aquellos conservadores años 70 y hoy en día creo que no ha pasado de ahí. No comprendo porqué le han dado tanta importancia.

No me gustó y estoy empezando a tener más cuidado a la elegir películas, especialmente en el género erótico.
darkman
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