Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Natxo Borràs:
8
Romance. Drama Una pareja de amantes vive una historia de amor llevada hasta límites inimaginables. La pasión se ha adueñado de ellos. El sexo ha pasado a ser lo único importante de sus vidas. Las ansias de la mujer por poseer a su hombre parecen inagotables y crecen cada día más hasta llegar a confundir el placer con el dolor. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2009
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El azote de celuloide erótico que invadió las salas en los setenta no solo llevó de cabeza a un público curioso, sinó a unos censores nerviosos (remilgados obsesivos que aprovechaban visionar antes de dar el tijeretazo definitivo y un que “os den” al resto de los mortales y no sin antes haber dado rienda suelta a sus ocultos deseos de “voyeurs” calenturientos) que no perdonaban pero que su agotamiento acabó siendo la cruz de una manufactura que no paraba de producir Emmanuelles y un largo etcétera. Pero el erotismo pasaba a un plano cansino. Por otro lado algunas pocas quedaron relegadas a circuitos de arte y ensayo con las firmas de reconocidos autores como Bernardo Bertolucci (El Último Tango en París) o Pier Paolo Pasolini (la trilogía de la vida y “Salò”) con sus categorizadas piezas de culto en la actualidad al saber equilibrar reflexión y provocación a la vez.

Al film de Oshima no lo encasillaría en ninguno de estos dos grupos mencionados anteriormente. El título original en japonés de “El Imperio de los Sentidos” es “Ai No Corrida” que, a modo de echarse unas risas algunos la mencionan como “No Ai Corrida” (se puede tomar a cachondeo pero de corridas las hay). No se le puede negar que es un film porno a la antigua usanza pero sin llegar a las tomas y primeros planos que Gerald Damiano detalló en “Garganta Profunda”, para citar un ejemplo de que las secuencias de sexo en lo relativo a lo más agresivo e impactante a fin de herir sensibilidades. Sí, ya sé que cualquier comparación puede ser odiosa, pero si la cinta de Damiano ya exhibía la pornografía sin tapujos ni prejuicios, “El Imperio de los Sentidos” muestra el sexo con tal sensibilidad acorde a la historia de amor formulada; Kichi-San (Tatsuya Fuji) y su criada Sada (Eiko Matsuda), antigua prostituta, enloquecen por el placer de restregarse juntos por una habitación a merced de las curiosas miradas de criadas y gheisas, hasta tal punto que la obsesión por la carne y el intercambio de fluidos corporales llega a límites insospechados hasta que sudan y apestan. Y es que la obsesión de Sada por ser objeto de sumisión y deseo por parte de su amado se convierte en el no va más. El romance en su definición pasa a un plano fantasmagórico que sigue prevaleciendo en el aislamiento de la pareja del mundo exterior. Los dos se envuelven aletargados por la felación, la masturbación y el sadomasoquismo (él se deja pegar, ella estrangular, y viceversa. Vamos, la pareja perfecta) como atractiva vía hacia las puertas de una Muerte que debería cerrar el círculo entre tanto edén de deseo.

Sada y Kichi-San representan unos outsiders del Japón de primera mitad del siglo XX (esa sociedad anticuada y post-feudal tan añorada por Yukio Mishima en las descripciones de la mayoría de sus novelas) en su eterno viaje pasional. Por lo que una vez visionada la película se llega a la conclusión de que se trasta de una de las mejores películas románticas de la Historia del Cine.
Natxo Borràs
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow