Una vida en tres días

Se hace insoportablemente lenta en lo que ayuda una música de tam, tam, tam, tam...
Y el título engaña, una vida en tres días y pasa casi una semana.
Todos están como alelados, silenciosos...
Una historia contada a trompicones, con unos flash back que no sirven de mucho.
Todo hubiera ido mejor con más ritmo, con un poco de marcha, pero avanza tan despacio que llega a aburrir porque el nudo de la historia no da para tanto. Un tío se escapa de la cárcel, se mete en la casa de una mujer medio depre con un hijo de unos once años y ella se enamora del convicto....

Una vida en tres días (Labor Day), de Jason Reitman, 2014.

Por desgracia, finalmente fallida, y es una pena porque está bien filmada y la idea no es mala, pero Jason Reitman se equivoca por completo, en mi modesta opinión, y es que la narración desde el punto de vista del chavalote (y lo que acontece a éste), no interesa lo más mínimo (desconozco el original literario, pero qué poco funcional la voz en off en el cine cuando no es necesaria). Cuando el chaval sale de casa nos vamos con él, cuando el interés está en la interacción minuciosa entre el fugitivo y Adele y en sus reflexiones sobre su pasado, su presente y su futuro. En cómo evoluciona esa relación y cómo concluyen que se pueden salvar la vida el uno al otro (y de paso, se nos hubieran contado de forma más inteligente todos los flashbacks claramente prescindibles). Se me ocurre que el punto de partida y la propuesta puede ser muy parecida a la de Los puentes de Madison, pero mientras un gran maestro como Eastwood pone exactamente el dedo en la llaga, Jason Reitman naufraga por completo yéndose por las ramas. También puede haber influido la "sugerencia" de un gran estudio para convertir el resultado final en una película familiar y bien intencionada, porque la frescura y el cinismo de "Juno", e incluso de "Up in the Air", no se atisba por ninguna parte.

Es indudable que la novela, “Welcome to Xanadu” (1968) de Nathaniel Benchley, que luego se convertiría en la atractiva película de bajo presupuesto que, Lee Philips, realizara con el título “Sweet Hostage” (1975), sigue interesando a más y más personas, porque es indudable que la escritora, Joyce Maynard, debió conocer una u otra (o quizás ambas obras) a la hora de comenzar a escribir “Labor day” (1993).

El cuento es exactamente el mismo: Un hombre escapado de un hospital, termina cometiendo una suerte de secuestro donde, la víctima de turno, no tardará en darse cuenta de que está ante un hombre muy cálido y humano, y entonces aceptará la relación con toda su voluntad y ya no como un secuestro, sino como la maravillosa ocasión de hallar a ese hombre Verdadero que toda mujer anhela tener en su vida y que, hasta ahora, a ella se le había denegado. Maynard, para variar, introduce a Henry, el hijo de la secuestrada (cuya relación con la precoz Eleanor, también me huele a deja vú, aunque no consigo recordar ahora donde vi algo muy parecido), pero en todo caso, el desarrollo de la historia mantiene el tono general de las obras antes mencionadas.

No obstante y contra todo lo dicho, siento que Jason Reitman, el director encargado de llevar "Labor day" al cine, ha logrado imprimir a este nuevo cuento una calidez y un romanticismo que, en lo que a mi respecta, ha conseguido sensibilizarme muy, pero muy hondo.

Este resultado tiene quizás que ver con el hecho de que, en particular, me afectan sobremanera los romances sinceros pero imposibles; me conmueve y halaga ver, ¡porque lo he vivido!, cuando dos seres -sintiendo cada uno por su lado que su corazón está apagado por los errores o golpes del pasado- de pronto se encuentran… y casi de inmediato, comienzan a fluir a borbotones hasta colmar el ambiente con ese mágico aire de fascinación y enamoramiento, que hace que hasta lo más simple resulte maravilloso. Pero también tiene que ver con el preciso y cálido ambiente que recrea Reitman, donde cada gesto cuenta y significa, y donde cada mirada y cada movimiento, a veces dicen más sobre los requerimientos humanos que un largo discurso.

Quienes sepan lo que es estar enamorados –furtivamente y acaso prevenidos contra el mundo entero- estoy seguro que captarán la magia y el esplendor de esa escena en la que, Frank, se dispone, con su alma en pleno vuelo, a enseñar a la solitaria Adele (y a su sensato hijo) a hacer una tarta de duraznos. Al salir del horno, se me hizo la boca agua, porque sentí que es la mejor tarta que alguien haya hecho en muchos años.

Josh Brolin y Kate Winslet, añaden una emocionalidad muy honda, de esa que pugna por salir, pero que tan solo se nos permite adivinarla en todo aquello que se contiene en sus almas y que, de tanto en tanto, se expresa con generosas acciones.

Reitman consigue ponernos en la piel de todos y cada uno de sus personajes, y así como sentimos a Frank, Adele y Henry profundamente, también nos conectamos con el impacto momentáneo de Evelyn y el de su hijo discapacitado, con la inquietud de la empleada del banco, con las percepciones del policía que acompaña al chico...

En fin que, aunque “UNA VIDA EN TRES DÍAS” no resulte un filme muy original, tiene emocionalmente un potencial tan alto, que lo lleva a superar a muchos de los que, en su estilo, se han hecho en el pasado.

Título para Latinoamérica: “AIRES DE ESPERANZA”

Cuando estás depre y aburrida porque tu marido te ha dejado y aparece en tu vida un tío macizo, que cocina como los ángeles, que es un padrazo para tu hijo adolescente, le enseña a jugar al rugby y hasta consigue que le guste pasar las tardes haciendo tartas en familia, (en vez de estar con los colegas dándole al botellón), que arregla todos los desperfectos de la casa, incluído el tejado (a la vista de todo el mundo, jugandose el tipo por más razones que la de caerse) , que es tierno y delicado y hasta tiene pinta de ser un machote en otras lides ¿te va a importar que sea un delincuente confeso? Vamos, a mí, como si es el estrangulador de Boston. Pues eso es lo que debe pensar Kate Winslet

Basada en la novela homónima de Joyce Maynard, el hijo del también director canadiense Ivan Reitman, más especializado en comedias (la saga “Cazafantasmas”), se encargó de adaptar y dirigir esta interesante y romántica historia.

Jason se mueve mejor en estos terrenos del drama, y había logrado cierto reconocimiento y cuatro nominaciones a los Oscars con “Juno” y “Up in the air”. A mí me gusta bastante la película, sobre todo las interpretaciones de la siempre estupenda Kate Winslet, Josh Brolin, y también del chaval (Gattlin Griffith).

Con acertados flashbacks sobre el pasado del protagonista, y contada en off desde el presente por el personaje del hijo, el relato siempre atrapa y conmueve, especialmente en su tramo final, y muestra con bastante clarividencia el interior de los tres “supervivientes” (sus miedos, sus traumas, sus anhelos…). Bonita banda sonora, créditos finales incluidos.