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A Roma con amor

Comedia. Romance Cuatro historias independientes con un escenario común: la ciudad de Roma. En la primera, un matrimonio americano (Woody Allen y Judy Davis) viaja a italia para conocer a la familia del prometido de su hija (Alison Pill). En la segunda, un italiano (Roberto Benigni) se hace famoso sin motivo de la noche a la mañana. En la tercera, un arquitecto californiano (Alec Baldwin) visita Roma con sus amigos donde conoce a un estudiante (Jesse ... [+]
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Críticas 162
Críticas ordenadas por utilidad
9 de septiembre de 2017
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A Roma con amor (2012) es una película con un nexo común: Roma y cuatro coloridas historias donde afloran los suegros, el descubrimiento del amor, la nostalgia, y la efímera fama. Un policía que regula el tráfico (Pierluigi Marchionne) nos presenta el escenario y los personajes.

Jerry (Woody Allen) y su esposa Phyllis (Judy Davis) viajan a Roma para conocer al futuro marido de su hija Hayley (Alison Pill) prometida de Michelangelo (Flavio Parenti), hijo de Giancarlo (Fabio Armiliato), con un gran don en su garganta…solo bajo la ducha, y la temperamental madre Mariangela (Rosa Di Brigida). Tras las presentaciones y después de haber podido escuchar la increíble voz de Giancarlo, le propone el montaje escénico de Pagliacci interpretando a Canio. Solo un superable inconveniente desvirtúa la excentricidad de la puesta en escena ideada por Jerry. Finalmente, tras haber solucionado algún altercado familiar y presenciar la singular actuación de Giancarlo, la normalidad se instala en las familias.

Antonio (Alessandro Tiberi) y Milly (Alessandra Mastronardi), son dos recién casados en luna de miel. Alojados en un hotel, deciden arreglarse para recibir a los tíos de Antonio. Milly ha de encontrar una peluquería fuera del hotel para acicalarse, llevándole por la urbanita ciudad, cansada de buscar se cruza con un rodaje, conociendo a dos de sus ídolos: Pia Fusari (Ornella Muti), y el galán Luca Salta (Antonio Albanese) idolatrado por Milly. Un ladrón de hotel (Riccardo Scamarcio), no tardará en formar parte de la historia. Por su parte, la confusión con Antonio al que Anna (Penélope Cruz) le cree ser el premiado con sus particulares servicios como el regalo sorpresa de unos amigos, se complica con la llegada al hotel de los parientes de Antonio que tendrá difícil solución.

John (Alec Baldwin), es un reputado arquitecto de vacaciones en Roma donde rememora su pasado por la ciudad, casualmente le reconoce Jack (Jesse Eisenberg) estudiante de arquitectura y pareja de Sally (Greta Gerwin) quien ha invitado a pasar unos días a su amiga Monica (Ellen Page), actriz desencantada por una experiencia sentimental vivida, es recibida por la pareja además de por John, el reciente amigo y su perspicaz veteranía que no tardará en utilizar para beneficio de Jack y Sally, pero, como el destino es esa cosa impredecible que se presenta sin llamar, soluciona las dudas de la pareja, abriendo los ojos a la verdadera realidad de Mónica.

Leopoldo (Roberto Benigni) es un oficinista corriente, sin otro objetivo que el de conservar su trabajo y su cotidiana vida familiar, a lo que le ayuda Sofia (Monica Nappo) su esposa, los hijos y la espectacular Secretaria (Cecilia Caprioti) que se unirá al sorprendido Leopoldo en su breve y efímero paseo por la estelar pasarela de los famosos: el interés nacional por Leopoldo llena los noticieros, los medios, se multiplican las entrevistas, le agobian hasta el punto de seguirlo en directo en el matutino aseo personal. No entiende nada del repentino interés que por su vida privada tiene los medios pero, como viene, se va, al pasar por el lugar alguien atrae la atención de la prensa, iniciándose así un nuevo bucle mediático.

Jerry convierte en real la puesta en escena de Pagliacci con la portentosa voz de Giancarlo y su original coreografía. Antonio y Milly llenos de inesperadas sorpresas, afrontan sus primeros días como reciencasados. John ha podido utilizar su experiencia en Roma para solucionar algún previsto desajuste amoroso. Leopoldo, lleno de felicidad parece que recupera su discreta vida social con la familia y como oficinista. Finalmente, el policía que regula el tráfico desde su particular tarima, lo sigue haciendo con disciplinada alegría, desde donde todo lo ve, al ritmo que le marca la circulación, quien sabe si al melodioso tempo de "Volare", "Amore mio" o "Arrivederci Roma", entre otras tantas inolvidables canciones italianas.

Amable película, destacando el gozoso disfrute que da ver la escena completa de il Pagliacci y la ducha, desde el estirado pianista, a la interrogante y expectante mirada del público, la sobriedad por parte de Giancarlo en todo el desarrollo de la escena y el grado de normal aceptación alcanzado por el conjunto del aforo, ¡una maravilla!.
avanti
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16 de octubre de 2019
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176/11(10/10/19) Woody Allen en su enésimo film demuestra que aún tiene ideas sabrosas, en cuanto a efervescencia dialéctica y creación de situaciones surrealistas y realismo mágico, por supuesto esta obra no es de sus mejores ni siquiera está en su top 20, pero es mucho mejor que muchas hechas este siglo, por ejemplo la penosa ‘Vicky, Cristina, Barcelona’ o ‘El Sueño de Casandra’. Este es un pasatiempo ameno, realizándose en Italia el neoyorkino ha querido hacer un homenaje a realizadores transalpinos, Fellini, Monicelli o De Sica que a de mediados de siglo pasado hicieron films mezclando varias historias que por sí sola no tendrían entidad pero al juntarlas dan un mosaico interesante con un reparto estelar, Allen entrecruza cuatro relatos que tienen lugar en Roma, no tienen nada que ver uno con otro, incluso son un caos temporal, pues no suceden en el mismo tempo, y de hecho es Roma pero podría haber sido cualquier otra urbe, nada lo arraiga a la tierra que vemos, solo se entiende desde tener un hermoso marco de fondo, Woody se nota se lo ha pasado a gusto rodándolos. Todos los relatos rezuman buen humor y ganas de vivir, con un humor que camina entre lo metafísico, lo simplista, lo absurdo, lo existencialista, lo caricaturesco, el vodevil, el enredo, También resultan desiguales y apenas cohesionadas, donde la profundidad de personajes ni está ni se le espera, la complejidad es inexistente, las actuaciones dejan buen sabor, pero no dejan huella.

En una de las historias un matrimonio de americanos Phillys (buena Judy Davis) y Jerry (buen Woody Allen) viajan a Roma a conocer a los padres del prometido Michelangelo (Flavio Parenti) de su hija, Hayley (correcta Alison Pill), allí además del choque de culturas, Jerry cree descubrir un filón musical al oír cantar en la ducha como un tenor a su consuegro, Giancarlo (el tenor genovés Fabio Armiliato), esto deriva en un final de gran surrealismo hilarante; Es la mejor de todas, el zorro de Woody se ha guardado la mejor porción de tarta para él, se despliegan diálogos frescos y chispeantes con su mujer, discusiones, réplicas y contrarréplicas que recuerdan al mejor Allen, ejemplo la divertida del avión. Woody hace de lo que siempre ha hecho y le sale tan bien, el neurótico, cínico, sarcástico y siempre mosca cojonera. Además hace una reflexión sobre el arte y la relatividad que su maestría encierra, sea en el campo que sea, esto ya lo abordó en ‘Un Final Made In Hollywood’, donde un mediocegato director de cine hacia una película horrible, en USA la vapuleaban y en Europa la ensalzaban, brillante, aunque algo redundante. El lunar es que la historia de amor entre Hayley y su novio transalpino aporta entre poco y nada, está metida con calzador.

En otra un matrimonio de italianos, Milly (inane Alessandra Mastronardi) y Antonio (sobreactuado Alessandro Tiberi) viaja a Roma, allí se separan por casualidad y él tiene un fortuito encontronazo con una prostituta, Anna (histriónica Penélope Cruz), derivando en que al encontrarse con la familia de su esposa con la meretriz, esta debe hacerse pasar por su esposa. La verdadera esposa haya en Roma al actor que es su amor platónico, Luca Salta (insípido Antonio Albanese) entablándose una relación entre ellos, los equívocos están servidos; Pues esta es la más floja de todo me ha sido muy simplista, un vodevil sin gracia ni chispa, todo está demasiado sobrepasado, no me ha movido a emoción alguna, es de tal fatuidad que lastra en mucho el ritmo del film. Un despropósito impropio de la mente mordaz de Woody. Segmento inspirado en ‘El jeque blanco’ (‘Il sceicco bianco’, 1952) de Fellini.

Otro segmento gira en torno a Leopoldo (notable Roberto Benigni), tipo ordinario al que un buen día sin motivo, comienza a ser una celebridad. Los medios de comunicación le abordan allá donde va, se interesan por todo lo que hace, como ha dormido, que ha desayunado, como se afeita, lo llevan a programas a entrevistarle, le hostigan los paparazis; Es una delirante sátira sobre el mundo de la fama efímera, de cómo vivimos un tiempo en que cualquiera tiene sus cinco minutos de notoriedad, de cómo los medios amarillos crean juguetes rotos, es bastante simple, incluso podría ser un sketch de José Mota, pero la reflexión que nos deja es de las que deja gran carga de profundidad, de una enorme mordacidad. Además se agradece que el histriónico Roberto Benigni tenga mesura y no sobreactúe. Aunque en su debe está que se estira demasiado el chicle sin aportar más allá de su original arranque.

El último tiene como protagonista a Jack (correcto Jesse Eisenberg), un estudiante estadounidense de arquitectura que vive en la ciudad con su novia, Sally (correcta Greta Gerwig), hasta allí va Monica (estupenda Ellen Page), una amiga de ella, Jack es atrapado por el encanto sensual y despreocupación sexual de Monica, teniendo Jack como consejero a John (buen Alec Baldwin), al que conoció por casualidad en las calles romanas, y que su espíritu le estará acompañando, convirtiéndose en su la voz de su conciencia; Reflexión sobre la sempiterna disyuntiva entre aceptar la estabilidad ya rutinaria de lo que tienes o aventurarse en la pasión eléctrica, con el añadido cuasi-melancólico del mentor (algo ya manejado en la filmografía alleniana), alguien que no quiere que cometas los errores de su pasado, algo que Allen ya ha tocado en varias de sus cintas, en este caso lo hace con agudeza y con una pareja Ellen y Jesse que desprenden mucha química. Me resulta una historia que promete mucho pero termina por diluirse al no ser valiente en su acabado. Woody Allen dice se inspiró en el Decameron, sacando de aquí el temario sobre la astucia, el erotismo, los enredos y los efluvios de vitalidad.
TOM REGAN
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27 de julio de 2020
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Hablamos de una obra menor del genio (que ya de por sí es mayor que la mayor parte del cine que se rueda) pero divertidísima. Quizás la única comedia de su última época que no es más amarga que divertida, y que más directamente entronca con su peculiar humor clásico de gags. Hablamos de “A Roma con amor”, la más discreta de las cintas surgidas de su periplo europeo, pero tiernamente hilarante. Un bello homenaje alleniano a las comedias de episodios del cine italiano de la década de los sesenta.

Una película coral siempre es desigual, interesando más unas historias que otras, unos personajes que otros. Para sí mismo, el genio neoyorquino se reserva la mejor y la más divertida con diferencia. Ese misántropo norteamericano que descubre la capacidad innata para cantar ópera de su consuegro italiano en la ducha y rápidamente ve el negocio que se esconde tras semejante descubrimiento guarda algunos de los gags más divertidos de los últimos tiempos allenianos.

Siempre profundizando en las idas y venidas de las relaciones sentimentales, el triángulo que forman las maravillosas Greta Gerwig (por muy mágica que sea como actriz, yo ya siempre la quiero en la dirección tras enamorarme de su “Lady Bird” para siempre y admirarla por la mejor versión de “Mujercitas” que haya visto), Ellen Page (siempre espléndida) y Jesse Eisenberg (que suele funcionar como alter ego de Allen) es de esos que llevan el sello indeleble de Woody Allen. Ojo al papel de Alec Baldwin como consejero sentimental imaginario de Eisenberg, autohomenaje expreso a “Sueños de un seductor”.

Lo de Penélope Cruz como prostituta no tiene precio. Lo más lucido de la función. Entra en escena a revolucionar la película como ya hiciera en “Vicky Cristina Barcelona”. Sin duda, Allen sabe sacar su mejor vena cómica y la hace trascender en su faceta humorística. Esta historia de joven pareja pueblerina perdida (en todos los sentidos) en la gran ciudad, es el más expreso homenaje de Allen a la comedia italiana.

Más floja me parece la historia de Roberto Benigni (puede ser que quizás me deje llevar por mi incompatibilidad expresa con ese señor), una historia un poco tontorrona pero aunque esconde un mensaje de fondo de enorme calado.

Y luego está la dirección de fotografía, llena de colores saturados que enamoran, de nuevo en manos de Darius Khondji, directo herededero de Storaro.
Sergio Berbel
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24 de septiembre de 2020
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Todo el mundo canta bien en la ducha. Cualquiera en cualquier momento puede ser super famoso sin saber por qué motivo, sin tener ningún don (generalmente porque a la prensa 'se le antoja' y ya está) y puede caer en el anonimato del mismo modo como llegó aunque quién te fue leal siempre te recordará y estará allá para servirte. Lo absurdo de lo cotidiano, tu amigo invisible o conciencia al estilo "Play it again, Sam". Lo viejo y lo nuevo. El origen y la evolución. Alguien habló de "Midnight in Paris", para mi la de Roma es bastante mejor, aunque el desenlace de algunas historias es mejorable. Allen tiene mucha mecha y mucho ingenio todavía. Personajes sencillos, cotidianos (hasta las grandes estrellas), unos 'arriba', otros 'abajo' se relacionan y se entrelazan sin más, y tocan la fibra, a mi me la ha tocado de nuevo, Sam. Muy bien caracterizados y entrelazados los rasgos latinos con los norteamericanos. La necesaria crítica social y la débil distancia que hay entre la entrega total y la traición amorosa que puede convertirse en una constante, tanto por parte femenina como masculina y, que a veces, es más una predisposición mental y voluntariosa que un asunto del corazón o del sentimiento (Te quiero porque quiero quererte no porque lo siento así siempre). Algún momento puntual y mesurado para la gran carcajada y poca cosa más. En definitiva, Matrícula de Honor, sin poder creer por qué tanta gente no entendió nada.
JORDI GOMARA itaca2000
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13 de noviembre de 2020
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A Roma con amor (Woody Allen, 2012)
En el increíble arco de redención que estoy sufriendo con Woody Allen aparece esta película que seguro que está muy en segunda división pero me ha divertido bastante. La idea de varias historias no le da demasiada solidez o desarrollo pero los diálogos cómicos irónicos y surrealista son maravillosos.
PD: El final se alarga bastante
Paleocinéfago
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