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La noche de Halloween

Terror Durante la noche de Halloween, Michael, un niño de seis años, asesina a su familia con un cuchillo de cocina. Es internado en un psiquiátrico del que huye quince años más tarde, precisamente la víspera de Halloween. El psicópata vuelve a su pueblo y comete una serie de asesinatos. Mientras, uno de los médicos del psiquiátrico le sigue la pista. (FILMAFFINITY)
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Críticas 162
Críticas ordenadas por utilidad
18 de agosto de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin medias tintas ni matices, Halloween (1978), tercera película de John Carpenter, funciona a partir de un villano que es una máquina de matar. Se trata de la obra que dio origen al subgénero de films que se engloban bajo el término ‘slasher’.

Por Nicolás Bianchi

Es imposible dejar de mirar Halloween después del brillante plano secuencia que abre la película. Carpenter nos lleva a observar una típica casa suburbial estadounidense desde afuera. Dos jóvenes adolescentes se besan y tocan en el sofá del living hasta que deciden subir hasta uno de los cuartos. La cámara ingresa por la puerta trasera. Unos pasos apenas audibles nos indican que se trata de un personaje y no, solamente, de un punto de vista, lo que se confirma cuando quien sea el dueño de esa mirada prende la luz de la cocina y toma un cuchillo. Mientras tanto, el muchacho que antes estaba en el living se despide de su amante y se va por la puerta principal. Ella ahora está sola. Subimos por la escalera. El personaje se pone una máscara porque es el Día de Brujas, lo que nos hace seguir viendo la escena por las ranuras de los ojos. Cuando la cámara se aproxima a la muchacha, que está frente al espejo semi desnuda, ella solo alcanza a decir el nombre del personaje. Michael. Una andanada de cuchillazos termina con su vida y hacen que la sangre salpique. El personaje baja y sale de la casa mientras llega una pareja de adultos que de nuevo pronuncian el mismo nombre. Michael. Corte por primera vez en la película. La escena se toma de frente y no, el asesinato no era lo más aterrador. Un adulto le saca la máscara a un niño de seis años disfrazado de payaso y con un cuchillo ensangrentado en la mano. Como si fuera el uno dos de un boxeador de pegada firme Carpenter sacude a la audiencia con el ataque primero y, sobre todo, con la identidad del asesino después.

En Halloween desde la música, a estas alturas un hit instrumental de la historia del cine, hasta la trama es elemental pero sumamente efectiva. Todo en la película es concreto y funciona muy bien. Varios años después Michael se va a escapar de la prisión donde lo mantienen cautivo para volver a su pueblo, a su casa y a la cuadra de donde se lo llevaron cuando era un infante. Quien devela la personalidad del villano es el psiquiatra que estaba a cargo de la custodia del ahora joven de veintipocos años. El doctor Loomis (Donald Pleasance) lo va a definir muy concretamente: es pura maldad.

En su regreso fugitivo a Haddonfield, Illinois, Michael se obsesionará con la joven Laurie (Jamie Lee Curtis), seguramente para recrear el asesinato de su hermana, o al menos intentarlo. La maldad que persigue al sexo, la belleza y la juventud se instala en el cine mediante el arquetípico personaje que crea Carpenter. Más, o menos quizás, que un hombre, Michael Myers es prácticamente una entidad, que como en aquel crimen fundacional aguarda fuera de la vista de los demás, viste una máscara y respira fuerte.

Todo lo que Carpenter dispone está en función de apretar las clavijas de la tensión. La música con esa melodía que anuncia los cuchillazos y la respiración cargada, como de una bestia, son los principales recursos sonoros. Los hogares de madera pintada, ejemplares sitios de felicidad familiar, ahora lucen como prisiones del horror. No es que haya un decorado que así lo indique sino que es la atmósfera que crea la película. Cientos de films tomaron estos preceptos y los volvieron franquicias, amén de la misma Halloween que se transformó en una fábrica de sagas, aunque siempre con otros directores. Pero claro, nunca tan original, nunca tan efectivo, nunca tan aterrador.
El Golo Cine
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31 de octubre de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitchcock puso la semilla, también Mario Bava. Durante los 70 fue germinando en diversas obras, giallo y proto-slasher, y finalmente toma forma en esta obra magna de John Carpenter, el cual filma la película en solo 20 días, con un presupuesto ajustado, una máscara comprada en la esquina y una siniestra música compuesta por él mismo. Nace así el subgénero del slasher.

‘Halloween’ es el primer slasher como tal, su influencia en el cine de terror es tremenda, popularizando una marea de películas de corte similar que copiarían todas sus características, convirtiéndolas, así mismo, en parte del subgénero como tal. El asesino enmascarado que parece no morirse nunca… La chica final… Los jóvenes promiscuos que serán víctimas de espantosas muertes… Los padres ausentes… La policía incompetente… El “Ahora vuelvo”… Todo está ahí.

La película da mal rollo, una imprescindible del 31 de octubre, y todos los años me pone los pelos de punta. Carpenter roda con maestría, con secuencias muy elegantes, jugando con los segundos planos y los puntos de vista, la cámara se pone del lado del asesino en varias ocasiones, produciendo escalofríos en el público. La música está muy bien usada, siendo una de las principales claves de la atmósfera asfixiante que se crea. Michael Myers es un asesino que da miedo por su ausencia de motivación, el mal por el mal, el hombre del saco. Que no haya un motivo para sus crímenes siempre me resultó inquietante. Además se deja caer que es un mal que está en todas partes, paciente, incansable, esperando el momento. Su respiración puede aparecer en cualquier lugar, apuñalando la tranquilidad. Un mal que no muere, y desata su sadismo en Halloween.

Geniales Donald Pleasence y Jamie Lee Curtis, ambos referencias a ‘Psycho’ (Sam Loomis era un personaje de la película, y Jamie la hija de Janet Leigh). Bajo la máscara se encontraba Nick Castle, amigo de Carpenter de la universidad.

Escenas para el recuerdo: todos y cada uno de los asesinatos, así como la “decoración” de los crímenes; los diálogos alarmistas del Dr. Loomis; el plano subjetivo inicial, que nos hace cómplices de Michael, produciendo una extraña sensación de culpabilidad; las resurrecciones de Michael; todo el clímax con Laurie; el final. Elogiar también el gran trabajo de iluminación, especialmente en los interiores una vez cae la noche.

Clásico inigualable, el primer y mejor referente del slasher. Imprescindible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Biopunk
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2 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final, todo se torna en una clara propaganda al libre comercio de armas de fuego. Su efectividad es tal, que el desplazamiento que produce en un cuerpo es envidiable para las armas blancas. Gracias a los creadores, vimos el juego que dan las armas blancas, un acierto.
Donatello
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4 de noviembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno se dispone a ver una película de terror, más concretamente del género slasher, espera ciertos tipos de comportamientos. Tal fue mi sorpresa cuando en Halloween de John Carpenter, o como se llamó en España, La noche de Halloween (nos gusta mucho especificar), este tipo de patrones no solo no se cumplen, sino que parece que aquí se fijan ciertas características que más tarde se copiarían y experimentarían hasta la saciedad. Estamos ante los inicios de este género, y como no podía ser de otra forma, en su versión más cruda y básica.




Durante la noche de Halloween, el pequeño Michael Myers asesina a su hermana y, a raíz de esto, es internado en un manicomio. Después de quince años encerrado, Michael escapa de allí para volver a su barrio donde, una vez más, su sed de violencia le hará cometer una serie de asesinatos.



Estamos ante el "sota, caballo y rey" del género. La trama no podría ser más sencilla, pero, estando en sus inicios, no podemos tacharlo de falta de originalidad, pues creo que si algo destaca en esta película es su originalidad. La secuencia inicial, en la que nos encontramos en los ojos del propio asesino, es una de las escenas más épicas que he visto en mucho tiempo, sobre todo en este género. El giro final de esta escena es magistral.




Quizás esta maestría se pierde un poco durante toda la parte central de la película, donde vemos escenas muy insulsas que solo se salvan por algún que otro juego de cámaras, en el que podemos intuir, a veces de manera muy muy sutil, a nuestro asesino acosando a la protagonista de la cinta, una debutante Jamie Lee Curtis que se pone en la piel de Laurie, una estudiante que trabaja como niñera durante la noche de halloween, y de la que parece que Myers se ha obsesionado, sin una razón aparente.




Curtis interpreta el papel por el que será recordada toda su vida y, según tengo entendido, seguirá haciéndolo en las secuelas de la saga. Poco se puede destacar de su interpretación, —o de ninguna interpretación de la película—, pues el personaje es bastante plano, y se limita a poner cara de sospecha cuando nota la presencia del asesino stalkeandola desde fuera de las distintas ventanas a las que mira durante toda la mayor parte de la película.




En la parte final, nuestra protagonista tendrá un poco más de espacio para actuar, cosa que aprovecha bastante bien, dejándonos notar a la perfección el miedo y angustia que una persona perseguida por un asesino debe sentir.



Una vez más, nuestra analista feminista, Cristina, nos recalca que esta película vuelve a pasar el test de Bechdel. Parece que en el género de terror, la presencia femenina con papeles importantes es mucho mayor que en el resto. Al menos tenemos un refugio feminista, aunque sea para que las pobres acaben siendo acuchilladas por un demente que mata solo porque está loco...



No puedo dejar de comentar la banda sonora, que ejerce un papel fundamental en el tono de la película, pues es la melodía que se repite en varios momentos la que nos hace entrar de lleno en la tensión de la película. Sin esta banda sonora, la cinta puede no dar miedo en absoluto. Un gran trabajo del propio Carpenter.



Las técnicas usadas por el director son excepcionales, los juegos de cámara son tan geniales que no es de extrañar que a partir de aquí, todas las películas de terror hayan intentado emularlos. La esencia de esta película recae en los planos en los que primero vemos a Myers, y cuando la protagonista deja de mirar, ya no está allí, dejándote en la incertidumbre de dónde se ha metido. Esto crea una tensión que te hace creer que va a aparecer en cualquier momento.



Pero una vez más, la película me sorprende y los sustos no se basan en estos cambios de cámara, sino que cada vez que aparece nuestro asesino, el ritmo se apacigua mucho, dejando un poco de lado esa tensión de los momentos previos a cualquier matanza. Esto crea una sensación de que ya todo está perdido, no tienes escapatoria, vas a morir.


Si le concedemos que el ritmo de la parte central sea demasiado lento y pueda dar la sensación de que no está pasando nada, la película te deja con un gran sabor de boca, y sienta muy bien las bases de lo que vendrá a partir de ahí. Tengo muchas ganas de ver el resto de la saga, que comentaré aquí en breve.

¡Cuidado! ¡Mira detrás de ti!

Una curiosidad: El guion inicial de la película se titulaba "The Babysitter Murders" ("El asesinato de las niñeras"), y estaba pensado para que la trama sucediera durante varios días, no solo en la noche de Halloween.

Valoración: 7/10


https://fotogramayalfondo.blogspot.com.es/2017/11/la-noche-de-halloween-1978.html#more
IvánPérez
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4 de diciembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
257/01(01/11/17) Icónico film de terror dirigido (co-escrita con Debra Hill) por John Carpenter, obra independiente capital por su exitosa rentabilidad (con presupuesto de $300,000 recaudó $47 millones en taquilla en USA, $23 millones a nivel internacional), elevó el slasher (aunque había habido precedentes con “ La matanza de Texas” y “Black christmas”, ambas en 1974) ha convertirlo en sub-género taquillero mega-popular provocando multitud de películas con similares mimbres (“Viernes XIII”, “Pesadilla en Elm St.”, “Scream”, y muchas más), y deriva así mismo en franquicia con varias secuelas (7) y reinicios (2). Instauró en la cultura popular varios recursos, como la chica final, la scream-queen (remanente de “Psycho”), el asesinato de personajes no políticamente correctos con la América políticamente correcta (los que consumen drogas o practican sexo extramarital), o el leit-motive para el psicópata, pero sobre todo inventó uno de los más tóxicos tropos, el del asesino que vuelve varias veces a la vida después de creerlo todo el mundo muerto (Carpenter tiene el perdón de ser el original y sorprender con ello, pero los posteriores plagiadores merecen el infierno). Cinta de terror que sugiere mucho y muestra poco, sabe jugar con la sutilidad, con el fuera de plano para que la mente del espectador rellene los huecos, apenas hay sangre, no como en muchas de su burdas imitaciones que se hunden en el morboso gore. El director juega con el suspense de modo magistral, impacta en su genial inicio, para después ir componiendo un increscendo pétreo de latente y creciente temor al horror a punto de estallar, genera escalofríos en varios tramos, creando Carpenter un sublime prólogo en subjetivo desde el asesino, sumando encuadres opresivos, profundidades de campo sugestivas, respiraciones inquietantes (la de Michael tras su máscara) silencios cortantes, y atomizando las imágenes con una música de sintetizador que marcó escuela, todo enfocado a emitir sensaciones de zozobra. Michael Myers se convierten un elemento moralizante para el que se desvíe del “buen” camino, un cuasi-ente que llega a una comunidad tranquila, pero en la que subyace cierto aire libidinoso, y el criminal se erige juez-verdugo de esta lujuria promiscua juvenil, ello frente a la inocencia y pureza de la final girl. En su debe queda un guión plano de contenido, personajes más planos que el cerebro de Forrest Gump, un desarrollo sin sustancia, todo sucede porque lo marca el guión, este con muchos agujeros, pero se agradece que ofrezca algunas viñetas que perduraran. En 2006, la película fue seleccionada para ser preservada en el National Film Registry de los Estados Unidos por Library of Congress como "cultural, histórica o estéticamente significativa".

La cinta ya imanta desde su sugerente comienzo, un memorable plano-secuencia en primera persona convirtiéndonos en los ojos del desconocido (por lo menos unos minutos), con alguien haciendo de voyeur en una noche, espiando a una pareja de jóvenes “jugueteando” en el sofá, par a después ante la ausencia de los padres irse a seguir en la cama, nos damos cuenta de que el fulgor de la adolescencia hace que “la caidita de roma” sea rápida, el chico sale de la casa y deja a la joven en el dormitorio, el desconocido coge un cuchillo de la cocina y se pone una máscara, con lo que nuestra vista se restringe, subimos unas escaleras y vemos a la joven peinándose tras el éxtasis frente al espejo y entonces se gira y ve alguien calzando un cuchillo y este le acribilla, ella grita, en una viñeta con reminiscencias a “Psycho”, el objetivo sale del dormitorio, baja las escaleras, sale de la casa, aparece un coche y de pronto cambia el plano y vemos que el asesino (con el cuchillo aún en la mano) es un angelical niño, todo acompañado por la epidérmica música, escalofriante estampa. Tras este prólogo hay una elipsis de 15 años, hay una escena de terror cuasi-zombi con la visión bajo la lluvia nocturna a varios locos vagando, tras esto el ritmo baja, se serena y comienza una cocción lenta pero fluida, haciendo palpitar la tensión, dosificándola en el marco de una bucólica urbanización del medio oeste USA, Carpenter cambia sabiamente al día emparejando esto a la luz y espacios abiertos, aquí cual ente sobre-humano aparece y desaparece ante la vista de la virginal protagonista, quizás como alegoría moral de que solo la bondad de su carácter es capaz de ver el Mal, mientras las corrompidas (por el sexo) mentes delasjovenes no lo pueden atisbar. Navegamos en este bloque por la calma que todos sabemos precede a la tormenta, el temor se masca con recursos hábiles, con esas profundidades de campo para acoger de modo neurálgico al asesino, vemos un microcosmos de personajes en los que se contrasta en la juventud el libertinaje sexual de las hormonas en ebullición frente a la inocencia pura de la protagonista Laurie. Este segmento sirve paraedificar un clima de tensión e intriga



Y cuando llega la noche la tempestad se desata, pero con espléndida gradualidad manejada por Carpenter, en un in crescendo excelente, hasta estallar de modo vibrante, tras varios asesinatos, tras momentos de terror, se produce duelo entre el Bien encarnado por la pura Laurie frente al mal absoluto en la figura de Michael Myers, enfrentamiento que en su momento debió ser la caña, hoy tras tropecientos ejemplos la emoción y la previsibilidad la han arrugado, pero dejando entrever el aura de encanto que rebosa, de la frescura de estar explorando los límites del horror pesadillesco, la home invasion, el serial-killer, la misoginia psicópata, ello rebosando un clímax épico.

Michael Myers es una figura totémica, sin motivaciones, sin pasado, sin más presente que matar, carácter cuasi-sobrenatural, no habla, no gesticula, especie de sombra sin rostro, sin sentimientos, acecha en la noche, mata por matar, silueta que se mueve en la noche con calma, es la oscuridad que cubre esta localidad idealizada, de pose fantasmagórica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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