Después de la boda

A simple vista y a los pocos minutos de comenzar, nos da la sensación de que es una película más de crítica social, de esas que ahora parecen estar a la moda y de las que en ocasiones ya se nos hecen algo cansinas. Poco a poco, y apenas sin darnos cuenta, nos va sumiendo en una trama perfectamente elaborada, calculada al milímetro y cargada de emoción y desgarro. Nos presenta a los personajes como son a simple vista, pero va más allá, nos los va desnudando hasta llegar a lo más secreto y profundo de su alma. Todo esto ayudado por primeros planos de los ojos de los mismos, y por palabras que no llegan a pronunciarse, hace que se cree esa tensión y ese ambiente de dolor contenido que va aumentendo en cada escena.

En las películas de Susanne Bier suelen aparecer pequeños núcleos familiares que tienen ‘esqueletos en el armario’, así como pasados turbulentos enterrados en el jardín, listos para explotar como minas antipersona.

En una película anterior de la directora danesa, “Problemas de familia” (1993), el protagonista descubría que era adoptado, y con la búsqueda de su madre biológica se daba pie a una historia bufa y fallida, en buena parte por oscilar indecisamente entre lo cómico, lo trágico y lo grotesco.

En “Después de la boda” ya no hay esa vacilación: es un drama nítido que evoluciona hacia lo trágico conforme el nerviosismo inicial de la cámara se sosiega y el argumento se abre a una dimensión de fatalidad.

Estabilizado ese tono hondo, la película da que pensar sobre lo legítimo de disponer del destino ajeno, aunque sea con la mejor intención. También sobre lo engañoso de los prejuicios: las personas tienen varias capas y pueden, de pronto, mostrar un fondo opuesto al aparentado. Ocurre en la evolución de los personajes, con sorpresa y complejidad.

Los guiones abiertos de Susanne Bier dejan bastante margen de improvisación a los actores. Rolf Lassgard, quien encarna al millonario Jorgen, apura ese margen con un trabajo muy físico y devorador que eclipsa el brillo de los demás actores. Las interpretaciones son a ratos exaltadas. Dan momentos de patetismo un poco sobrecargado que hurga en el lagrimal, pero apenas enturbian el clima alcanzado por la progresión del relato.

La directora persigue la mayor intensidad emocional. Abundan los primerísimos planos de ojos, no sólo de los personajes sino también de los animales disecados en la pared como trofeos de caza. El efecto de la alternancia es muy inquietante.
Defiende que el tratamiento por ella escogido no es melodramático, porque la emoción buscada no se apoya en los códigos de tal género, sino dramático, basado en el impacto conmovedor de los hechos narrados.

Sea como sea, lo cierto es que ese impacto conmovedor se da…

Cuando se estrenó "Mar Adentro", muchos criticaron a Amenábar y Mateo Gil por un guión que manipulaba tanto al espectador, a la hora de crear drama en la ficción. Y es cierto. Lo manipulaba hasta la extenuación (Cosa que no creo que sea negativa. Es más, yo lo considero esencial).

Los mismos que la criticaron podrán ver saciadas sus expectativas con este maravilloso y muy recomendable filme danés que como "Celebración (Festen) de Thomas Vinterverg nos habla de bodas, secretos familiares bien gaurados e intrigas entre amantes.

Y es que no solo no nos sentimos manipulados, sino que participamos de la trama y descubrimos la información a la vez que sus personajes.

Susan Bier logra emocionarnos (He de decirlo. Consiguió hacerme llorar en la butaca) con unas interpetaciones sobresalientes apoyadas en unos diálogos al servicio de una historia cruda como la vida misma.

Se me había olvidado ya la magia que un primer plano puede proporcionar a la gran lona blanca sobre la que las imágenes son proyectadas.

Susan Bier proyecta en primros planos muchas miradas. Ojos abriendo y cerrándose. Manos agarradas con fuerza. Lágrimas queriendo salir tímidamente... No recordaba tantos sentimientos mejor narrados.

Por cierto. Que yo recuerde... Con "El camino a casa" de Yimou o "Volver" de Pedro Almóvar en últimas ocasiones... Me encanta cuando sin yo quererlo, una lágrima se desliza por mi ojo y recorre mi cara al ver una sucesión de fotogramas en una pantalla.

Cuando un cineasta con el fruto de su trabajo en puesta en escena y dirección de actores logra tal acontecimiento personal en el interior de uno mismo, hace que el mundo siga girando.

..."mi fin supremo será hacer que la verdad salga de mis personajes y del cuadro de la acción…": Así reza el voto de castidad de cada alumno del Dogma 95, movimiento cinematográfico publicado en 1995 por parte del realizador Lars von Trier y basado en diez reglas bien establecidas. Susanne Bier nos acerca a los actores con primeros planos donde la emoción traspasa la pantalla, y a partir de ese momento los personajes no son más que una emoción, sin cara, sin nombre, pero de todas formas tremendamente vivos.

La trama da golpes de timón con giros inesperados, pero a pesar de ello el espectador no se siente manipulado, sino que participa de la trama y descubre la información a la vez que los personajes.

Acurrúcate en un amor demasiado amplio, en placentera guerra de los sentidos y prepárate a saltar la pantalla, y a mirar a los personajes a los ojos. Una extraña sensación te mantiene pegado al sofá cuando los créditos se van perdiendo y te parece que con ellos se extingue poco a poco la magia que minutos antes te había hecho sentir completamente hipnotizado. "Después de la boda" es dolorosa, emotiva, profunda, dura... una obra maestra.

Una historia repleta de reflexión donde la fuerza de lo inesperado donde la fuerza de lo inesperado se cobra sus víctimas. Sólo hay que dejarse llevar por la intensidad que desprenden sus actores. Con tales interpretaciones, el compromiso del espectador es absoluto.

Créeme, llorarás.

Sí la recomiendo.No todo en ella me ha gustado. Pero está por encima de la media general. Es un drama con sentimientos fríos como no podía ser de otra forma viniendo de donde viene. Buenas interpretaciones.
A favor: Los sentimiento humanos reflejados, los actores en general y el padre millonario en particular, la textura Von Triersiana de la película, la luz de Dinamarca.
En contra: El mareo que produce la hiperactividad de la cámara, sobretodo al principio. Las estampas de la India aportan poco al meollo de la trama, lo poco que me ha transmitido Mikkelsen en comparación al resto del elenco.
Nota: 6,35.
Saludos a todos y valorad esta crítica como se merece: bien o mal según vuestra magnánima opinión.