El profesor (Detachment)

Como película engancha, a pesar de que se ven venir las olas de pesimismo, negrura y desolación.
La enseñanza no está bien, pero no tan mal. Mucho simbolismo, alguna que otra confusión de guión, porque al querer contar tantas historias, deja casi todo en el aire.
De lo mejor, la voz de Brody y lo bien que dice las cosas, incluso cuando son tópicos del tipo de "todos fracasamos". Alguna vez, digo yo, hacemos algo bien. Yo he dado clases durante veintiocho años y era feliz y la gente conmigo. Pero, ya se sabe, lo que más vende es el drama.
Menos mal que parece que el tal profesor Barthes hace feliz a la putilla buena, o eso creo haber entendido.
No es una película corriente, pero está sobreactuada en lo negativo. Sursum corda,

Desde Semilla de Maldad hasta Profesor Lazar, el género de cine en las aulas ha dado muchas películas, no todas buenas.

En El Profesor, encontramos una visión de desencanto. Parecería que Adrien Brody puede ser otro más de los heroicos profesores, que como anteriormente Glen Ford, Sidney Poitier o Michelle Pfeiffer convierten a una pandilla de inadaptados en alumnos de sobresaliente. Pero enseguida comprobamos que él es tan o más inadaptado que sus alumnos. Empieza con buenas intenciones, pero sus problemas personales y sus traumas psicológicos le frenan en su tarea.

A esto hay que sumarle la amenaza de cierre que pende sobre un instituto decrépito y obsoleto a pesar de tener una plantilla estelar: a parte de Adrien Brody podemos ver en su claustro notables como: Christina Hendricks, James Caan, Lucy Liu y William Petersen.

No, no se trata de una gran producción de lujo, sino de una película independiente, con todo lo que eso conlleva de tristeza y depresión.

Me encantó. Es cruda y desalentadora, términos que también definen la educación formativa, según muchos profesores de secundaria de hoy en día. Pero yo creo que esta cinta da lugar a tener cierto optimismo.

Muy buena la actuación de Brody, por cierto.

La presentación de "Detachment" sugiere que nos vamos a encontrar con la típica historia de un profesor al que le endosan una clase de energúmenos y australopitecos pero al final él los conduce por la buena senda de la vida a base de hablarles en prosa y de enseñarles la grandeza de la obra de Charles Dickens y de Hemingway. Son felices, comen perdices, los alumnos se gradúan en Harvard, el prota se casa con la profesora buenorra del instituto, al actor le dan un Oscar y nuestro cerebro pierde unas cuantas neuronas por el camino.

Me gustaría insistir en el título original ("Detachment") porque me parece mucho más acertado que "El profesor". Aunque no siempre es fácil resumir un largometraje en pocas palabras, el caso que nos ocupa nos habla de la 'desafección' hacia el sistema educativo, señalándola como uno de sus principales problemas. Así, se muestra el desapego y el distanciamiento que sienten alumnos y padres hacia la educación, a quienes parece importarles entre poco y nada uno de los pilares fundamentales de la sociedad. Al final, los profesores terminan desesperados ante la dificultad que supone enseñar a jóvenes a los que no les interesa aprender. La película también muestra otro tipo de problemas que afectan directamente, como la búsqueda de convertir el sistema educativo en otro sector privado que explotar.

El protagonista, Henry Bathes, es un profesor sustituto se nos presenta como un personaje derrotista con su vida personal pero que jamás se rinde a la hora de ayudar a los demás. En la escena sobre su primer día de clase, observamos que no le importan los insultos hacia él, pero no permite en absoluto las faltas de respeto hacia el resto. Un retrato nada casual que ataca a una de las raíces del problema: el egoísmo. La desafección se origina cuando la sociedad es egoísta. Educación somos todos, nuestra implicación es fundamental.

Empezaré por la parte mala, o no tanto según se vea. Me explico: la película no deja títere con cabeza dentro del panorama educacional. Quiere tocar las cuerdas de tantos y tantos palos que al final no tiene tiempo de profundizar en ninguno en concreto. Tal vez el más tratado, y entorno al que gira todo, sea el del vacío; el cuerpo del educador como recipiente hueco frente a la falta de educandos. La necesidad de involucrarse y dejar de mirar desde fuera. La “cobardía” de dejarse llevar por la “eventualidad” para no llegar a profundizar en nada; “...cada uno tenemos nuestro propios problemas...”.
Decía que lo malo que le veía a la película era su corta duración y consiguiente superficialidad en el tratamiento de los diferentes temas. También decía que había otra forma de ver esto; dejar al público una pequeña guía para seguir reflexionando sobre las puertas que nos van abriendo. Entre otros, el papel (o no) de las familias y su grado de involucramiento en la educación de sus hijos, el papel del educador y la definición del término educar,…
Después de todo esto, es necesario terminar diciendo que es una película altamente recomendable. No deja indiferente. Golpea al espectador y lo deja noqueado y abierto a la reflexión profunda. El ecosistema educacional falla. Algo no va bien…