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Jenaro, el de los 14

Comedia Jenaro es el de El Rollo, un pueblecito de Extremadura, donde ejerce de pregonero. Tras el acierto de una quiniela de catorce resultados, premiada con muchos millones, su vida cambia por completo. De la noche a la mañana, todo el mundo quiere aprovecharse de él, todos menos una persona; una chica de su pueblo que vive en Madrid una vida muy diferente a lo que había dicho a su madre. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
27 de marzo de 2009
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pregonero de un pueblo, un solterón que vive con su madre y que es un quinielista empedernido, cuyo método para rellenar los boletos era: si pasa un hombre por delante, un 1, si es una mujer, un 2 y si es “el Felipito”, una X, acierta los catorce (llevaba 13 y acierta un Real Madrid-Murcia, el cual venía con 8 lesionados y tenía a 2 fijo), convirtiéndose en el único acertante y embolsándose 65 millones de pesetas de la época (principio de los 70).
A partir de aquí se nos muestra al bueno y simplón de Jenaro desplazándose a la capital a cobrar el premio, convirtiéndose ipso facto en objetivo de toda clase de vividores y pelanduscas varias, de los cuales se defiende tirando de sus innatos conocimientos rurales (como cuando en plan Cocodrilo Dundee, saca su 7 muelles en respuesta a un chulo navajero).
Plagada de descacharrantes gags, calificados por sesudos cinéfilos como casposos y cutres, nos encontramos ante una divertida comedia, con un Alfredo Landa esplendido y una entrañable y satírica visión del paisaje y paisanaje del Madrid de la época digna de aplauso, con los actores apropiados para asegurar el divertimento (el inefable Jaime de Mora y Aragón y José María Iñigo en sendos cameos y una profusa nomina de actores de todo pelaje, desde Florinda Chico al muy grande Manolo Alexandre) y dirigida por el prolífico, denostado y poseedor de un pedigree cinematográfico que es envidia de los abundantes cantamañanas aburre farolas que le tildan de casposo y no le llegan a la suela de los zapatos, el señor Mariano Ozores.
Si no la has visto, no pierdas el tiempo con los infumables bodrios con los que en nombre de la comedia española nos fustigan en los últimos tiempos y date el gustazo de sumergirte en esta comedia libre de pretensiones, que solo busca entretener y que si necesitas una coartada puedes calificar como “sátira costumbrista”.
Quinielas, pueblerinos que llegan con la maleta a Atocha, pillos, mujerzuelas, pedir más es avaricia.
tiznao
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18 de agosto de 2017
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia con sabor a retrato rural de boina calada hasta las cejas, textura de óleo pintado con un color sepia desvaído y con olor intenso a paja de habas, con perdón, que se desliza entre los fotogramas para no olvidar los orígenes.
Emotiva, candorosa e inocente pero también cáustica y capaz de producir desazón por su verismo lacerante.
M. Ozores urde su trama con sencillez, la convierte en largometraje con soltura y le confiere una fluidez narrativa digna de encomio.

Y contar con A. Landa como protagonista es una garantía adicional.
ABSENTA
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20 de junio de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La suerte está para el que quiera cogerla, y si llega no hace mal a nadie, pero a menudo no es así, y la alegría puede volverse en contra de uno...
¡sobre todo si se está rodeado de buitres carroñeros que sólo quieren picar!

Todo el mundo va a la casa de loterías y apuestas para, a través de un boleto de la primitiva, hacer cumplir su sueño de ser millonario, un sueño que raras veces llega salvo en nuestro perpetuo deseo, pero las quinielas también son muy codiciadas, y más para aquellos entendidos del football. Un invento maravilloso según algunos desde que apareciera el 22 de Septiembre de 1.946, con tan solo siete partidos; durante el Régimen de Francisco Franco el juego estaba considerado delito y quedó prohibido, pero las quinielas no; de hecho el general era un aficionado a ellas.
Ocho años después de surgir el primer millonario por ganar en este adictivo juego, la realizadora y actriz Ana Mariscal, usándolo como pretexto, realizaría un retrato negro y divertido de la España de la época en "La Quiniela". Otros catorce años más adelante el prolífico Mariano Ozores, junto a su querido ayudante Vicente Coello al guión (basándose en una idea de Juan José Daza ("El Abuelo tiene un Plan") y Juan José Porto ("La Cruz del Diablo", "Pecado Mortal") ), también se sirve de la dichosa quiniela para contar una historia sobre el oportunismo y la codicia tan arraigados en el espíritu español, y la protagoniza su actor fetiche de la década de los '70, Alfredo Landa, con el que arrasa en taquilla a cada estreno.

Y esta historia comienza en el típico pueblo tradicional donde reposan los últimos restos de una España franquista a la que cada vez le queda menos para entrar en una nueva etapa socio-política. En El Rollo todos se conocen y la ambición es algo que no tiene cabida entre carros, animales de granja, paja y tierra; Jenaro, sin embargo, es un entusiasta de las quinielas y su máxima ilusión es ganar una completa de 14, algo que sus allegados toman a broma. Pero la suerte, como si tal cosa, le llega al humilde aldeano y en contra de lo que todos pensaban se ha hecho con más de 60 millones de pesetas.
A partir de este momento todo cambia para el recién estrenado rico, y aquellos que le trataban como el tonto del pueblo se lanzan a besarle los pies y a manipularle sin miramientos, algo que él, en su infinita bondad e ignorancia, no es capaz de captar; tras presentarnos este ambiente rural y cercano durante un tramo, el antes pregonero mangoneado por todos se aventura a la gran ciudad a cobrar el dinero. Ozores recuerda de este modo dos títulos similares también con Landa: "Guapo Heredero busca Esposa" y "Dormir y Ligar, todo es Empezar", dirigido por él, donde el protagonista marchaba también a la capital y por culpa de la mala suerte conseguía la fama en su pueblo, tratándole de igual modo.

En esta ocasión no será la mala suerte, sino la buena la que cambie la vida de Jenaro, que está a punto de verse envuelto en una atmósfera de hipocresía, engaño y codicia a unos niveles que rayan en lo increíblemente absurdo. Su llegada a Madrid, la misma que años antes vivían Martínez Soria en "La Ciudad no es para Mí" y Gracita Morales en "Chica para Todo", ya presagia la manipulación y el cinismo de la que va a ser parte cuando se convierte en víctima de unos chavales con muy mala idea; la ciudad, de nuevo, es el ambiente maldito y a la vez cautivador para el individuo de clase baja inocente y bonachón llegado del pueblo, a todos los efectos la imagen incuestionble del españolito "tardofranquista".
Lo consiguiente serán una serie de divertidos enredos en los que el pobre Jenaro se verá enzarzado por culpa de las ansias de unos y la avaricia de otros mientras éste sólo desea estar junto a Juliana, la chica del pueblo a la que amaba y que ahora vive en la ciudad ejerciendo la prostitución (esto, claro, será insinuado muy cuidadosamente debido a la presencia de la censura). Un repelente que se hace pasar por caballero y que urde un plan de chantaje, una chiflada pareja de ancianos con mucha caradura y un desgraciado que dice ser amigo de Jenaro de toda la vida son sólo algunos de los sinvergüenzas con los que éste deberá lidiar para proteger su fortuna.

La crítica de Ozores y Coello a las repulsivas artimañas que es capaz de tramar el ser humano por pura codicia (incluso acusar falsamente al protagonista de haber mantenido relaciones con una joven para casarse con ella y así compartir la fortuna) estará lanzada siempre desde la farsa y el humor, ligero y costumbrista, pero no exento de un cierto tono de acidez y negrura, que impregna las alocadas situaciones a las que es lanzado el bueno de Jenaro, llegando la trama al cenit de lo absurdo cuando el pueblo entero decide viajar a Madrid en autobús en busca de su hijo pródigo.
Sin embargo, ni Coello ni Ozores aprovechan como es debido las posibilidades del guión ni del personaje, maravillosamente interpretado por Alfredo Landa, ya que, pese a la presión y el cinismo que soporta no se revelará contra sus acosadores, y eso habría sido satisfactorio de presenciar. Las preciosas María Luisa San José y Mirta Miller y los geniales Rafael Hernández, Alfonso del Real, Erasmo Pascual, Juanjo Menéndez, Laly Soldevila, Josele Román, Mari Carmen Prendes y hasta el padre del director, Mariano Ozores Francés, acompañan a Landa, quien esta vez saca a relucir su actitud más ingenua y amable.

En una colaboración especial e igualmente impagable aparecen los míticos Jaime de Mora y Aragón y José María Íñigo, haciendo de sí mismo. Especie de revisión alocada del clásico de Iquino "El Pobre Rico", esta fábula del sr. Ozores con mucha diversión y moralina de por medio sobre los problemas y no las alegrías que da el dinero y la fama acorde a los seres que uno tenga alrededor podría haber tenido un resultado mejor con un guión y un protagonista mejor desarrollados (las cosas de un argumento elaborado a seis manos...).
Chris Jiménez
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21 de marzo de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice Jesús Izquierdo Martín en el monumental "Diccionario político y social del siglo XX español" que en los últimos años del franquismo, el recio campesino de los primeros tiempos, que representaba la espina dorsal del franquismo había degenerado en el simple paleto, objeto de mofa, ante la modernidad que le rodea. La tesis a mí me parece totalmente falsa. El "cateto", aunque adquiere un tono visiblemente cómico, sigue representando lo mejor del régimen, el hombre bueno, noble, sin malicia, honrado, valiente y generoso que es el que acaba enseñando a los listillos, chulos o descarriadas de la ciudad cómo hay que obrar o ser.

Esto mismo puede comprobarse en "Jenaro el de los 14", comedia costumbrista que maneja el mismo esquema conceptual que en "Guapo heredera busca esposa" (1972), que por si fuera poco comparte el mismo protagonista, el incombustible Alfredo Landa. La película es indudable que tiene su gracia y además la situación invita a enredos y a trapacerías variadas para cazar a este soltero de oro español, que no se llama Arthur, sino Jenaro (Alfredo Landa). Aunque a veces es algo tonta, empieza a "verdear" y algunos giros son muy bruscos. No obstante, es entretenida, es moralista y exhibe un tipismo hispánico auténtico.
Reaccionario
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29 de julio de 2020
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo el título de esta película desde pequeño, siendo una de las que más han quedado a lo largo de la historia de Landa. Sin embargo, al contrario de lo que me ocurrió con "Vente a Alemania Pepe", la misma ha perdido con el tiempo, siendo en general una historia de un tipo que gana una quiniela y va a Madrid sin acabar haciendo nada en concreto.

Las imágenes del pueblo, con su alcalde, médico y cura, representan una época que ya pasó, y que sugiere una cierta crítica a lo que había. Esto ya lo habíamos visto de otro modo en cintas anteriores, y se vislumbraba un final de época cercano y el comienzo de la trasnochada época del destape.
CHIRU
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