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El jorobado de Notre Dame

Drama Mientras baila en una plaza, la gitana Esmeralda es descubierta por Jehan. Obsesionado por su belleza, el hombre ordenará a Quasimodo, el campanero jorobado de Notre Dame, secuestrarla. Pero cuando Quasimodo es capturado y azotado, Esmeralda será la única que le demuestre su bondad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
31 de agosto de 2006
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
El excepcional escritor Víctor Hugo ha sido en múltiples ocasiones llevado al cine, esto ha ocurrido desde los comienzos del séptimo arte y este es el mejor ejemplo. En 1923 se adaptó por primera vez "El jorobado de Notre Dame", el encargado de hacer el papel de protagonista fue ni más ni menos que Lon Chaney, una de las grandes estrellas del cine de terror de los años 20. Con esta conseguiría hacerse famoso y más tarde se consagraría con su obra maestra "El fantasma de la Ópera". Amigo íntimo de Tod Browning, el director de ”La parada de los monstruos”, fue el elegido para hacer de Drácula pero un cáncer acabó con su vida siendo sustituido por Bela Lugosi.
Sin embargo en esta película el director es Wallace Worsley y eso se nota para mal. Worsley fue un productor y director de los inicios del cine norteamericano que hizo obras apreciables pero muy lejano de sus contemporáneos Chaplin, Vidor, Keaton, Browning, Stroheim, Milestone, Walsh, Flaherty o Borzage. Y aunque aquí hace su mejor obra no podemos considerarla una obra maestra, y sobre todo a la altura de la versión de 1939 de William Diterlee con Charles Laughton en el papel de Quasimodo, y ya digo que no es Chaney el problema sino el director, también Esmeralda no está a la altura evidentemente Patsy Ruth Miller, poco sensual, que la maravillosa Maureen OHara. También al abad de la catedral le falta la fuerza malévola y lujuriosa que transmite en la versión del 39.
Aún así la película es muy interesante, más fiel al libro que otras versiones (de ahí sus problemas al querer abarcar demasiado y contar demasiadas historias periféricas) y sobre todo con un magnífico Lon Chaney. La película va ganado en intensidad y es curioso que cuanta más acción existe al final de la cinta es cuando alcanza momentos realmente brillantes, mientras que en los íntimos, las historias de amor se muestra muy fría y poco creíble. Además el director, como pasaba en el cine mudo a los que no sabían expresar con imágenes abusa en exceso de los rótulos para contar cosas que debería hacerlo sin ellos como hacían otros grandes de la época.
De todas formas la película merece la pena, con fotografías espléndidas y una estupenda catedral parisina, muy bien rodada, sobre todo en exteriores, y unos efectos especiales más que apreciables para la época.
vircenguetorix
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26 de julio de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La célebre novela de Víctor Hugo “Notre Dame de París” ha dado lugar a ocho versiones desde los orígenes del cinematógrafo, la de Alice Guy Blaché y Victorin-Hippolyte Jasset en 1905, la de Albert Capellani en 1911 o la primera versión americana de Gordon Edwards en 1916 con Theda Bara. La de Worsley es en 1923 la más célebre de las versiones mudas, interpretada por el actor de las mil caras, el gran Lon Chaney y con Patsy Ruth Miller como Esmeralda. Esta brillante versión de la época silente fue sucedida después por la fantástica “Esmeralda, la Zíngara” de William Dieterle en el 39, sin duda la mejor de las versiones sonoras, con Charles Laughton y Maureen O’Hara como protagonistas; la del 56 de Jean Delannoy, con Anthony Quinn y Gina Lollobrigida; y la maravillosa versión animada de Disney en el 96. Existe también una versión India de 1954.

Esta versión que ahora nos ocupa, con magníficas imágenes expresionistas, tiene un ritmo genuino e ingeniosas y en ocasiones escalofriantes imágenes. Fue Irving Thalberg en 1923 quien promovió esta adaptación de “Nuestra Señora de París”, proponiendo a Lon Chaney como intérprete, la dirección se la propuso a Marcel L’Herbier, que rechazó la oferta, siendo aceptada finalmente por Wallace Worsley que había dirigido ya “El hombre sin piernas (The Penalty)”, uno de los primeros éxitos de Lon Chaney en 1920.

Los magníficos decorados de la película fueron los más costosos de la historia del cine mudo desde “Intolerancia” de Griffith, un millón y medio de dólares, un récord para la época, para así poder reconstruir la catedral de Notre Dame con su esplanada, su fachada y todas las calles del viejo París. Dice la leyenda que en las escenas de multitudes los ayudantes de dirección utilizaron por primera vez unos pequeños receptores, que todavía no se llamaban “Walkie Talkies”, para poderse comunicar con el director, uno de estos ayudantes fue un tal William Wyler. La transformación de Lon Chaney en Quasimodo exigía cada día cuatro horas de maquillaje que él mismo había creado, su giba de jorobado pesaba 35 Kg. y estaba fabricada de forma que le obligaba a estar siempre curvado.
Juan Marey
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27 de abril de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
76/17(25/04/16) Notable versión silente de la obra maestra de Victor Hugo, film que ha pasado a la historia por los extraordinarios decorados, los más grandes y costosos hasta el momento (desde “Intolerancia” en 1923), y el papel de Lon (“El Mil Caras”) Chaney, con su impresionante maquillaje creado por el mismo, una muy ambiciosa producción de la Universal que fue un gran éxito comercial. Aunque dirigida por Wallace Worsley, fue un proyecto impulsado por el actor protagonista, Lon Chaney e Irving Thalberg, el llamado “Niño Maravilla” de Hollywood, con solo 22 años era uno de los más grandes productores de la Meca del Cine, Irving convenció al dueño y fundador de la Universal Carl Laemmle de que había que hacer una superproducción que alzase el nivel de la compañía, y que la adaptación de la obra de Victor Hugo era una gran opción, los derechos pertenecían a Lon Chaney que llevaba años queriendo adaptarla, los dos se asociaron, siendo más sencillo convencer al mandamás de la Universal, y es que Chaney era una gran estrella, con varios éxitos en su haber. Uno de los ayudantes de dirección fue el después oscarizado director William Wyler.

El guión es de Perley Poore Sheehan y Edward T. Lowe Jr. alteran algunos hechos y personajes para ser más comercial y menos crítica contra la Iglesia. Visualmente es un gran espectáculo, con momentos de gran intensidad dramática, pero pierde en los tramos íntimos, difusos y regularmente construidos, quiere abarcar demasiadas subtramas y esto va en perjuicio de la solidez y de la pretendida profundidad, llegando a incrustar subhistorias que no van a sitio alguno, como la de la madre biológica de Esmeralda, un parche que no va a sitio alguno. Asimismo es un error de bulto tener tanto tiempo alejado de la pantalla el gran reclamo de la cinta, a Lon Chaney y su jorobado, se potencia de modo fallido la sosa historia de amor entre Esmeralda y Febo, en detrimento de dar más metraje al atormentado Quasimodo. El realizador peca de abusar en demasía de los intertítulos, inseguro de no narrar fluidamente el relato con imágenes, lo cual entorpece el ritmo narrativo, estancándolo en alguna ocasión.

El film nos habla del temario del homónimo libro, sobre las falsas apariencias, sobre los prejuicios sociales, sobre las obsesiones, sobre el despotismo, sobre rebelarse contra las injusticias, sobre el amor platónico o sobre los sacrificios desinteresados, pero ello desarrollado de modo un tanto plano, sin calado. La historia tiene su fuerte en la altas dosis de violencia de escenificación de la misma, transgresora, secuestros, torturas, apuñalamientos, intentos de ahorcamiento, muertes de personas que caen de enorme altura, intento de violación, una cruenta batalla con muertes por aplastamiento por bloques o vigas, vertido de aceite hirviendo. Y ello maximizado en su vibrante clímax final, veinte minutos radiantes de acción y de intensidad, una cruenta y vigorosa batalla muy bien escenificada.

Llama la atención el modo en que el film muestra los dos mundos, el del status quo de las autoridades oficiales que para sacar información llega a torturar sin compasión, pero es que el submundo gobernado por “El Rey de los Mendigos” no es mucho mejor, al pobre poeta Gringoire lo van a ahorcar de buenas a primeras, los polos opuestos se tocan. Hay tono racista cuando vemos a los gitanos secuestrar a una niña, esmeralda, esto remanece del libro de Victor Hugo. Asimismo destacable es el modo en que la cinta retrata al poeta Gringoire, lo pervierte en un tipo amanerado, afeminado, grotesco.

La puesta en escena resulta espléndida, monumental, con una fabulosa dirección artística de Elmer Sheelley (“El Mago de Oz”), y Sidney Ullman (“La patrulla perdida”), con decorados de Hans Dreier (“Perdición”, “Días sin huella” o “Sunset Boulevard”), una labor superlativa de seis meses con más de 750 técnicos en la construcción de la catedral de Notre Dame, con la brillante “Galería de los Reyes”, conjunto de 35 estatuas de 3 m de altura sobre la fachada de la catedral, asemejándose al detalle a la original, con su grandiosa explanada rodeada de viviendas de la época y con la recreación de las callejuelas parisinas del SXV, la catedral se mantuvo en pie hasta que se incendió en 1967, hasta entonces fue aprovechado el set para producciones de terror de la compañía, a esto se suma un magnífico manejo de cientos de extras, con escenificación de fiestas con muchos figurantes, y con la formidable batalla final en la explanada de la catedral. Se necesitaron 3000 trajes para los extras, seis semanas de labor para el departamento de vestuario dirigido por Gordon Magee. La fotografía es de Robert Newhard potenciando la grandiosidad de los escenarios, con tomas cenitales vertiginosas (para su tiempo), sabiendo moverse entre las masas de gente, con muy expresivos primeros planos, sobre todo de Quasimodo, incluso innovando con insertos de simbolismos visuales como el de los insectos atrapados en la telaraña, en alegoría de lo que le va a ocurrir a Quasimodo. Capítulo aparte requiere la impresionante transformación de Lon Chaney en Quasimodo, maquillaje realizado por el mismo, cuatro horas requerían cada día, una especie de gárgola más de la catedral que toma vida, con pómulos deformados, un ojo retorcido, una nariz desfigurada, dentadura caótica, cabello de estropajo, una joroba enorme, de 35 kg de yeso que le hacía andar encorvado al actor, vellos cuasi-lobezno por el cuerpo, para sus andares Chaney se colocó aparato ortopédicos en las piernas (esto al parecer le causó problemas el resto de su vida).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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21 de abril de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película pertenece a ese grupo de coetáneas en las que se aprecia claramente que el cine ya ha dejado de ser una disciplina menor para convertirse en un arte con entidad y fisonomía propias.

Recrea bien los ambientes, caracteriza con suficiencia a los personales, narra con soltura, selecciona los planos con destreza, sabe cautivar, hacer guiños y provocar la reacción del espectador.

Y, sobre todo, cuenta muy bien su historia.
ÉGIDA
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12 de enero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa recreación del París medieval. Donde se enfrentan la aristocracia y la "Corte de los Mendigos" que tiene su propio reyezuelo. En el eje de esta disputa se encuentra la gitana Esmeralda y atrayente bailarina. También y desde luego, el célebre Quiasimodo. La atracción de el hermano del Arzobispo también será una fuente de problemas que desgrana el film. Atractiva por su ritmo (no obstante ser cine mudo, con agradables carteles "hiladores" del guión), el film se deja ver gratamente y resulta recomendable.
elneon
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