Ginger & Rosa

Esta película entreteje los traumas sociales y los íntimos a través de la historia de dos amigas adolescentes que viven su paso a la madurez en un mundo que se enfrenta al abismo de la guerra nuclear (año 1962, en plena crisis de los misiles), en medio de una sociedad entretenida en pisotear los tabúes morales del pasado, especialmente los relacionados con el sexo, y esto antes de haberse preguntado si tienen algún sentido más allá de la mera prohibición.

La historia explora los efectos de este clima moral y social sobre la personalidad de las jóvenes protagonistas, con una mirada de mujer que desvela el machismo latente en aquella liberación sexual.

Ginger y Rosa tiene algún eco de Secretos y mentiras, la película de Mike Leigh (con la que comparte el actor Timothy Spall, que aparece aquí como secundario). El final no llega a ser tan catártico y liberador como el de aquella, y deja una cierta sensación de frialdad.

Quizá para compensar esa contención emocional, la imagen está muy trabajada, y testimonia el pasado de la directora en el mundo del cine más experimental. El montaje es rápido, como si la forma quisiera reflejar el nerviosismo propio de la adolescencia, y nos presenta imágenes constantemente bellas e inventivas, fotografiadas a menudo a contraluz y en clave alta.

La interpretación de Elle Fanning, que transmite perfectamente la fragilidad y confusión de la protagonista, añade el toque de calidez que quizá, de otra manera, le habría faltado a una película sin duda brillante y honesta, pero que no llega a conmocionar.

Ginger y Rosa son dos amigas adolescentes que viven la eclosión de su rebeldía en los momentos en que la crisis de los misiles tiene al mundo al borde de una guerra nuclear de consecuencias asoladoras. Ginger es reflexiva e ilustrada y Rosa visceral e impulsiva. Pero ambas comparten la determinación de no convertirse en mujeres fracasadas, como sus madres.

Sally Potter nos lleva, de manos de su guión, al Londres en el que sufrió angustiada, a la edad de trece años, la proximidad del fin del mundo, o el comienzo de una horrorosa y desconocida supervivencia.
En una situación semejante se relaja, según la directora, cualquier tipo de disciplina y las decisiones que toman tanto los adultos, como los aspirantes, pueden ser tan destructivas como la propia bomba.

La confusa atmósfera que respiran los protagonistas entre mensajes radiados, manifestaciones pacifistas, principios indisolubles y estupenda música de jazz, llegó también a las butacas del Teatro Calderón (Seminci) produciendo desasosiego e indefinición entre los asistentes.

Prefiero que el mundo no se acabe. Para encontrar el amor verdadero. Aquel que dura para siempre. Si es que existe el para siempre.

Ginger y Rosa son mejores amigas. Una, interpretada magistralmente por Elle Fanning, es colorada; la otra, Alice Englert (la vimos hace poco en "Beautiful Creatures"), es morocha. Una escribe y quiere ser poeta. La otra quiere encontrar el amor. Viven casi en un mundo separado del resto, pero no pueden evitar sentirse amenazadas por lo que pasa afuera, por esa bomba que amenazan con explotar y que moviliza a Ginger a hacer algo. Cualquier cosa. Una es tímida, la otra sutilmente atrevida.

La directora Sally Potter se centra principalemente en el personaje de Ginger, sigue todo lo que sucede con sus ojos. Cómo el matrimonio de sus padres se derrumba y al no llevarse bien con su madre se va a vivir con su padre, con quien siente que tiene más cosas en común. Pero también está Rosa, ella siempre está, que tampoco se lleva bien con su madre y se la pasa cada vez más cerca de Ginger y de su padre. La amenaza de la guerra nuclear que la lleva a protestar. El tránsito de la adolescencia, aquella complicada etapa de la vida en que uno deja de ser niño pero todavía no es adulto. Sentimientos volcados en poesías.

Y es que, mientras a Rosa en esa búsqueda del amor se la ve más precoz sexualmente, Ginger no piensa en muchachos, sino en el mundo, en el futuro de un mundo que está amenazado con terminar.

Las dos jóvenes protagonistas están muy bien, pero claro, destaca no sólo por su mayor protagonismo sino por su talento y magnetismo, Elle. También hay actores secundarios que incluso quedan un poco desaprovechados, como Annette Bening y Oliver Platt.

El film se divide principalmente entre la actividad de Ginger como protestante y la problemática que sucede con Rosa y la cercanía que tiene hacia su padre. Y si bien ambos son conflictos importantes, la película nunca termina de ahondar lo suficiente en ninguna de ellas. Al fin y al cabo, Ginger perdona, antes llora y estalla en su miedo a que se acabe el mundo, o a que se derrumbe el suyo propio. Poética, pero con un poco de sabor a poco.

elespectadoravezado.com.ar

Ante todo, la película no se debería llamar "Ginger & Rosa" sino simplemente "Ginger" porque de eso es lo que va, de la vida de Ginger. A lo largo de la película vemos como el personaje de Rosa va desapareciendo hasta que, incluso, podemos llegar a pensar que no ha aportado nada a la trama de la película salvo su relación con el padre de Ginger que es algo puntual.
Las relaciones que tiene Ginger con su familia es algo extraña, no llegamos a entenderlas bien del todo sobre todo con la figura del padre y de la madre. Ginger se entiende sobre todo con los amigos de la familia.
El tema político en la película está muy inteligentemente aprovechado.Sobre todo debemos entender que se trata (la película) en sí de una metáfora. La verdadera bomba nuclear que explota es la familia. Dentro de ésta se va gestando una serie de batallas morales e internas que van acabando poco a poco con la familia hasta que finalmente explota y se rompe. El personaje de Ginger pone al público de observador de los acontecimientos y ve como todo a su alrededor (el mundo, la familia) se va desmoronando sin poder hacer nada salvo rezar o manifestarse como dice la película. La protagonista está manifestándose durante todo el film porque no está a gusto con lo que pasa dentro de su familia, tampoco lo está con el hecho de que se coloquen bombas nucleares.Hay que tener en cuenta estos enlaces.
A destacar sobre todo la magnífica interpretación de Elle Fanning que bordó el papel de principio a fin. Cuando el personaje de Rosa se cae, todo el peso de la trama recae en su personaje y ella lo ha sabido levar.
La película es una propuesta muy valiente y estéticamente es impecable.

Ginger & Rosa no es una simple historia de dos chicas amigas -como La Vida de Adele, o como Close (2022), películas éstas sin mayores pretensiones, o tal con vez con ellas pero sin verdadero vuelo. Ginger & Rosa plantea asuntos, los grandes asuntos de las relaciones humanas, los asuntos sempiternos, jamás resueltos, que resuenan desde los individuos particulares hasta los grandes colectivos de las naciones. Por aquí pasa su significativo peso.

Dos niñas nacen casi al mismo tiempo, de madres amigas, en 1945, el fatídico año de las bombas atómicas en el Japón. Sus diecisiete las encuentran en el contexto de la crisis de los misiles soviéticos en Cuba. Todo esto es muy simbólico. (Valga una digresión aquí. La película se estrena en el 2012, el "año en que se acabaría el mundo", y hoy día, año 2023, estamos escuchando en los noticieros casi las mismas palabras que escuchan Ginger y Rosa sobre los misiles de este lado o del otro y los centenares de millones de personas que podrían aniquilar.)

Han sido amigas de toda la vida, padecen el común destino de haberse criado en el seno de familias más bien disfuncionales (si es que hay de las otras), han compartido juegos, andanzas, aventuras, confidencias. Pero el tiempo y el crecimiento unen tanto como separan. Las diferencias entre las chicas maduran y se hacen evidentes para ellas mismas. Sus preocupaciones y aun obsesiones, sus intereses vitales, discurren por andariveles distintos. Éste es uno de los meollos del film, y es muy acertado y atrapante el modo como la directora Sally Potter lo muestra y lo desarrolla.

Y en algún momento las circunstancias tejen esas encrucijadas en las que el profundo y arraigado conflicto humano florece. Y cuando decimos florece, decimos estalla. Se trata del conflicto que tiene que ver con los lazos (o quizás cadenas) vinculados con la institución de la familia, el conflicto de las obligaciones que caen sobre las personas, del rechazo o la aceptación de mala gana de esas obligaciones, el conflicto de las ideologías contra las realidades que se imponen con su peso inconcutible, de lo que se siente, de lo que se deja de sentir, de lo que es contra lo que debería ser, y así sucesiva e indefinidamente, los infinitos matices del conflicto desfilando en brillante procesión.

(Hoy día seguimos esperando si acaso será la bomba, postrera y definitiva, la que resolverá el conflicto humano. Mejores soluciones no parecemos capaces de conseguir.)

Tenemos entonces un muy buen film, bien planteado y dirigido, bien actuado, interesante, reflexivo, que invita al debate, y que se debe contar entre aquellos de cabal valía y dignos de recomendación.